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Arte contemporáneo
Mujeres y Arte Contemporáneo en Mozambique
En Occidente, la imagen de Mozambique a menudo se ve saturada por narrativas de desastres humanitarios, pobreza o el conflicto en Cabo Delgado, perpetuando estereotipos sobre África. Sin embargo, esta visión omite la rica diversidad cultural y artística del país. Aunque escritoras como Paulina Chiziane, laureada con el Premio Camões en 2021, y Lilia Momplé han encontrado resonancia en el mundo hispanohablante, el panorama artístico de Mozambique permanece desconocido.
Mi inmersión en un estudio publicado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo reveló una información fragmentada y escasa sobre este ámbito. Alda Costa, una distinguida historiadora de arte mozambiqueña, ha documentado el trabajo de artistas visuales como Bertina Lopes, pero aún falta una investigación integral que ayude a dar a conocer el vibrante ecosistema cultural mozambiqueño y, en particular, el activo papel de las mujeres en el mismo.
Explorar el arte contemporáneo de Mozambique es redescubrir la narrativa de su lucha por la independencia de Portugal y su esfuerzo por forjar una identidad nacional unificada
Explorar el arte contemporáneo de Mozambique es redescubrir la narrativa de su lucha por la independencia de Portugal y su esfuerzo por forjar una identidad nacional unificada. Este proceso vio emerger a destacadas figuras femeninas en disciplinas como la poesía, la escultura, la música y la pintura.
Noémia de Sousa se destaca como un pilar de la poesía mozambiqueña y un referente en la literatura contemporánea universal. Lina Magaia capturó los horrores de la guerra civil posindependencia en sus crónicas, mientras que Reinata Sadimba, con su escultura, y Bertina Lopes, en la pintura, han dejado una marca perenne en el arte del país. El legado de estas artistas es crucial para comprender la historia y la identidad cultural de Mozambique en el siglo XX.
La dinámica de este país con el mundo durante las décadas de 1980 y 1990 destacó por su intensidad, con artistas nacionales enriqueciendo su formación en naciones alineadas con la Unión Soviética y, a su vez, Mozambique recibiendo a artistas de diversos orígenes. Entre estos intercambios, Carmen Muianga se distingue por haber estudiado en la Escuela Nacional de Artes Plásticas en La Habana, Cuba. A su regreso a Maputo, Muianga introdujo innovaciones en la colagrafía (1), compartiendo su maestría y visión con las nuevas generaciones de artistas del país.
Este intercambio también abarcó colaboraciones con Europa. Un ejemplo emblemático de estos lazos es Manuela Soeiro, figura central del teatro contemporáneo mozambiqueño. Fundadora de Mutumbela Gogo, la primera compañía teatral profesional del país, y propietaria del Teatro Avenida en la capital, Soeiro forjó conexiones significativas con Suecia y Henning Mankell, el famoso novelista y dramaturgo. Bajo su influencia, Mutumbela Gogo se convirtió en un colectivo artístico prolífico y socialmente comprometido, abordando temas de profunda relevancia social como la guerra civil, la crisis del VIH, la corrupción y las desigualdades de género. La compañía destacó por adaptar novelas de escritores mozambiqueños al teatro y por reinterpretar mitos clásicos, como Lisístrata, para reflejar la realidad de Mozambique.
La industria cinematográfica experimentó un notable crecimiento, impulsando el despertar de una identidad nacional a través de documentales y colaboraciones con emblemáticas figuras internacionales como Jean-Luc Godard. A pesar de que el terreno inicialmente presentó desafíos para la participación femenina, pioneras como Isabel Noronha abrieron camino, participando inicialmente en roles de asistencia a la producción y dirección, para emprender sus propios proyectos en la década de los 90. Actualmente, cineastas como Yara Costa, Lara Sousa y Gigliola Zacara pertenecen a una nueva ola de directoras en el país.
La escena artística mozambiqueña se ha enriquecido y diversificado, adaptándose a un contexto global interconectado. Una generación emergente de artistas está innovando en campos como el conceptual, explorando temas de identidad personal y el subconsciente. La música se ha desarrollado en diferentes géneros y estilos, de la mano de una nueva generación de creadoras como Lenna Bahule, Regina dos Santos o Silke, mientras que la fotografía está experimentando un renacimiento, con artistas jóvenes como Thandi Pinto, Dilayla Romeo, Júlia Guirrigo y Lillian Benny. La literatura también ha florecido en diversas formas, desde la poesía metafísica de Hirondina Joshua y Lica Sebastião hasta la ciencia ficción de Virgília Ferrão, pasando por la poesía feminista o inclusiva en braille de Énia Lipanga.
En el ámbito editorial, Sandra Tamele ha establecido Trinta Zero Nove, una editorial independiente dedicada a la publicación de obras traducidas en Mozambique, enfocándose en literatura escrita por mujeres, personas con discapacidad y otras minorías, tanto en formato impreso como en audiolibro.
Las diseñadoras de moda han revitalizado el panorama del vestuario, aprovechando la Semana de la Moda de Mozambique como un vibrante escaparate para presentar sus creaciones y lanzar sus propias marcas, tales como Mabenna de Benoca Alfredo, La Mira de Amirah Adams y Seeres de Jamaila Brites.
Sin embargo, en consonancia con tendencias globales, estas artistas enfrentan retos significativos relacionados con la precariedad económica. Según las entrevistas enmarcadas dentro del estudio, la característica de este sector es que alrededor del 55% de las creadoras señalaron que el arte no constituye su principal fuente de ingresos, y el 77% reciben ingresos irregulares. Cerca de la mitad de ellas financian sus proyectos artísticos con recursos propios. Por ejemplo, en el ámbito literario, algunas escritoras han recurrido a la inversión personal para publicar sus obras, mediante la autoedición. Asimismo, diversos colectivos teatrales y emprendedoras han revelado depender exclusivamente de su capital personal, derivado a menudo de empleos secundarios. Este fenómeno, lejos de ser exclusivo de Mozambique, resuena con una tendencia global identificada por la UNESCO, que señala que el mayor apoyo a las artes proviene del sacrificio financiero de los propios artistas, más que de fuentes gubernamentales, mecenas o el sector privado.
En el contexto de nuestra moderna “aldea global”, incontables artistas de distintas partes del planeta quedan en el anonimato
La dependencia de la ayuda internacional para el desarrollo y el apoyo de centros culturales extranjeros, como el francés, alemán o brasileño, así como de proyectos de cooperación de países como España o Suiza, se ha convertido en uno de los principales medios de financiación para proyectos artísticos, dado que la inversión pública en cultura es mínima, representando solo el 0.16% del gasto público total en 2021. La cooperación internacional, aunque vital, aporta una fracción modesta de apoyo, con la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para el sector cultural promediando apenas el 0.22% entre 2002 y 2021 según datos de la OCDE. Además, el bajo nivel de ingresos de la mayoría de la población en Mozambique limita el gasto privado en cultura, exacerbando los desafíos para los artistas en un país donde la importación de bienes culturales sigue siendo una necesidad debido a la falta de industria local.
La capacidad de las historias para moldear nuestra percepción del mundo y de quienes lo habitan es fundamental. En el contexto de nuestra moderna “aldea global”, incontables artistas de distintas partes del planeta quedan en el anonimato. La publicación de sus obras es infrecuente y su acceso limitado, con reediciones aún más raras. La música, que teóricamente debería ser más accesible gracias a las plataformas de streaming, a menudo se traduce en ingresos insignificantes y una visibilidad restringida por la tiranía de los algoritmos. La financiación para proyectos cinematográficos presenta enormes desafíos e, incluso cuando se obtiene, las directoras se enfrentan a limitaciones que coartan su libertad creativa, adaptándose a menudo a las narrativas preferidas por los financiadores internacionales.
El arte desempeña un papel crucial en la definición y expresión de nuestras identidades colectivas (cómo se entiende o se imagina Mozambique), así como de las individuales y lo que constituye ser humano. En este sentido, el estudio trata de contribuir a que las artistas mozambiqueñas reciban su debido reconocimiento, con la esperanza de que, en un futuro cercano, un número mayor de personas descubra y aprecie su talento.