We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Honduras
Desde la Honduras que resiste (I)
Les damos la bienvenida a un diálogo entre pueblos, uno internacionalista en su solidaridad que deconstruya el racismo más allá del color de la piel
Honduras es el ombligo de América, si como un cuerpo la definimos. La cabezota —aunque sus gobiernos poco piensan— es América del Norte (Canadá, Estados Unidos), la garganta sería México, quizás por eso tiene tanta gente que grita injusticias. Bajamos a Centroamérica donde laten y se danzan resistencias y de donde Honduras es el merito centro, ahí se va definiendo su cintura y a la altura de Ecuador ensanchando sus caderas, para abajo Bolivia, y más abajo cuando ya es Chile y Argentina se le van disminuyendo las anchuras y se hacen piernas firmes y termina asentada con pie en la Patagonia en el sur del sur.
Un cuerpo Abya Yala donde hay más lugares con nombres poscoloniales sin fronteras para un modelo de muerte y donde la gente de los pueblos es atrapada por fronteras y donde con dignidad se oponen y renacen el norte que creemos posible.
Hasta estas tierras y desde el otro lado del charco vino una delegación de activistas del Estado español, a visitar los lugares donde hay resistencias pacíficas al modelo extractivista. Son cuatro mujeres y un hombre que en sus países viven vidas, digamos distintas, porque allá son otras las condiciones, pero vienen a encontrarse con gente con la que tienen en común la certeza que el modelo neoliberal es insostenible para el planeta tierra en el que de éste y el otro lado del mundo, vivimos.
Vienen a conocer cómo nos movemos para sobrevivir al modelo, lo que para quienes nos organizamos, significa luchar para derrotarlo, luchar en las calles, en los campamentos dignos, en nuestras lógicas del consumo, en nuestro entendimiento del desarrollo, en nuestro senti-pensar en esta inercia que llamamos “vida” y vivir por adelantado otra forma, como nos enseñó Berta Cáceres y de otros modos, como nos siguen enseñando las Zapatistas en esos encuentros de mujeres, a los que muchas de quienes hoy nos leen, han ido también a conocer.
No es turismo, es intercambio, tampoco es una visita de esas de organismos internacionales donde sacan a la gente de sus vidas para llevarles a aburridas reuniones en hoteles de empresas transnacionales que suponemos adversar pero donde se quedan los recursos de la cooperación internacional para —rodeados de opulencia y mal gusto— hablar de pobreza, porque pobre es el razonamiento de mucha de la cooperación internacional de qué hacer con lo que se tiene.
Esta delegación viene enamorada de una Honduras con la que se conocieron en documentos, denuncias, rostros fotografiados, voces en documentales, en los conversatorios de alguna gente que desde sus espacios organizados va para allá y les cuenta, y ahora vienen para “desromantizar ese amor”, para humanizarlo, para ponerle un rostro a las voces que les llamaron, conocer sus calles, olerlo y saber que a veces apesta, por machista y violento, a veces por sumiso y doblegado, y que es como de donde ellas y ellos vienen, gente, gente así con lo que implicamos en dificultades, diversidades y conflictos como todos los grupos humanos.
Desde la felicidad de encontrarnos con esta delegación que viene con mirada que como las nuestras, busca descolonizarse, les damos la bienvenida a un diálogo entre pueblos, uno internacionalista en su solidaridad que deconstruya el racismo más allá del color de la piel y del lugar donde nos trajeron al mundo, sino porque como nosotras, piensan que hay espíritus ancestrales que nos están recordando que no somos lo único que está vivo, y añoramos ríos que corran, vientos que soplen, sueños que puedan vencer el derrotismo en el que nos quiere sumergir el patriarcado, el racismo y el capital.