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Violencia machista
¿Somos los hombres potenciales violadores?
Pero, desde luego, el escalofrío más fuerte vino por la historia de Dominique Pélicot (repetiré y repetiré su nombre, impunidad es también que salgan en portada más fotos de su esposa que suyas), el francés que drogó durante 9 años a su esposa y mientras ella dormía narcotizada quedaba con hombres a través de varios foros para que la violasen mientras el marido miraba y filmaba. 72 personas. 92 violaciones filmadas. 285 agresiones sexuales al año. Y nadie dijo nada.
Cada diez propuestas que hizo Dominique Pélicot sólo 3 eran rechazadas. Al margen del horror de que 7 de cada diez estuvieran dispuestos a violar (presupongamos que tiene que ver con que buscase a sus cómplices en foros específicos y que por lo tanto ya hubiera cierta predisposición), lo que más indignación produce es el caso de esos 3 que rechazaban pero que no denunciaron la propuesta. Indigna que su silencio fuese tan escandaloso. ¿Cómo somos capaces de practicar una pasividad tan bochornosa? ¿Cómo podemos desentendernos los hombres de casos de violencia tan claros?
¿Qué es lo que nos despierta esa sensación incómoda? ¿Podemos hacer algo productivo con ella?
Y frente a toda esta violencia machista… el hashtag #NotAllMen se vuelve trending y se leen estos días a muchísimos hombres indignados por las generalizaciones y por englobarnos en la posición de potenciales violadores… Pero ¿de verdad no compartimos nada con ese bombero, ese informático, ese concejal, ese periodista que participaron en el horror de Dominque Pélicot? ¿Qué es lo que nos despierta esa sensación incómoda? ¿Podemos hacer algo productivo con ella?
La potencialidad de la violación
El horror del caso de Dominique Pélicot no podría venir en un momento más interesante. Hace poco, Júlia Salander salió en el podcast El Sentido de la Birra y se viralizó un fragmento de la entrevista donde Ricardo Moya se mete con Júlia por la frase de que todos los hombres somos violadores en potencia. Este fragmento terminó por generar una escena bochornosa a nivel mediático donde tras invitar a Júlia al programa televisivo En boca de todos para hablar del tema, el periodista Antonio Naranjo termina insultándola, llamándola “lerda” y recomendándole “coger un libro”, indignado por su posición respecto a la potencialidad de la violación.
Es una posibilidad que existe incluso aunque la rechacemos, se trata de una posición social que nos dota de una posibilidad de acción
La potencialidad se basa en las condiciones de posibilidad. Y en culturas patriarcales de silencio y compromiso masculino, la posibilidad está ahí. La gran mayoría de nosotros nos hemos visto en circunstancias donde podíamos abusar, donde podíamos llegar a violar, agredir o maltratar. Y esa posibilidad está ahí, como reside también la potencialidad del lenguaje en el niño que aún no habla. Y lo interesante es que es una posibilidad que existe incluso aunque la rechacemos, se trata de una posición social que nos dota de una posibilidad de acción.
La buena noticia es que potencialidad no implica necesariamente realizar la posibilidad, es decir, que exista en potencia no quiere decir que tenga que desarrollarse sí o sí. Y ahí está la clave: somos potenciales agresores sexuales, pero depende de nuestra acción. Somos potenciales violadores porque en nuestro contexto (sociedades patriarcales donde el silencio y el apoyo entre hombres es la regla) podemos violar impunemente. Pero con lo que deberíamos quedarnos de todo esto es que la decisión de romper esa inercia masculina es una clave al alcance de todos. Decidimos no ser violadores aunque en potencia podamos serlo.
Esto mueve el debate de la potencialidad de la violación al ámbito de la libertad, la decisión y la responsabilidad masculina. Creo que es mucho más optimista pensar que somos capaces de huir de esa posibilidad de violación aunque esté ahí, y que precisamente lo que nos permite huir de esa posibilidad es el compromiso. Un compromiso que no tenemos muchos de los que nos callamos cotidianamente frente a la violencia machista.
Ahora bien, entiendo la distancia que necesitan marcar muchos hombres respecto a la posibilidad real de la violación, y de ahí la tendencia a alejar estos casos para que su reflejo no nos llegue. Pero la simplificación sólo nos evita ver lo que sí compartimos con ese bombero, ese informático, ese concejal, ese periodista que participaron en el horror de Dominque Pelicot. ¿Podemos habitar y hacer algo productivo con esa sensación incómoda de formar parte del mismo mundo de normalidad masculina?
El abanico de posiciones
Entiendo los dilemas de retórica política en torno al debate de la potencialidad de la violación. Es algo que sirve definitivamente a las mujeres para organizar su rabia, pero ¿sirve para generar algún cambio productivo en los hombres? ¿No esencializa la posición de víctima que necesita protección? También entiendo los debates en relación con la interseccionalidad, ya que si las violencias no se reparten equitativamente sino que inciden más en mujeres migrantes, pobres, trans, etc., existe también un reparto desigual de poderes y acceso a la violencia y no todos los hombres tienen el mismo acceso al poder. Pero creo que hay momentos y momentos en los debates políticos. Y ahora mismo creo no es momento para incidir en dudas y usar la complejidad como excusa desmovilizadora.
En la puesta en práctica de los escenarios de violencia hay varias posiciones que no son la de agente activo en la agresión
Además, la cuestión es que la cultura de la violación no sólo va de violar. Y entiendo que una de las consecuencias negativas de la espectacularización de los casos como el francés es que difuminan las posiciones. En la puesta en práctica de los escenarios de violencia hay varias posiciones que no son la de agente activo en la agresión.
-Los simpatizantes o defensores de los agresores alimentamos una cultura del apoyo masculino y permitimos a los agresores sostener la gratuidad de la violencia.
-Los que no nos atrevemos a señalar o intervenir con nuestros amigos o conocidos alimentamos la cultura del silencio, bloqueamos la posibilidad de que muchos pavos se den cuenta de que lo que hacen está mal y nos evitamos empezar a poner en práctica formas más proactivas de cambio social.
-Los que ponemos en duda o pedimos evidencias a las víctimas ayudamos a crear espacios hostiles para que las agresiones salgan a la luz, además de dar el ejemplo a otros hombres y alimentar el mito de la mujer mentirosa.
-Los que justificamos la violencia por cómo se ha comportado la víctima invisibilizamos al agresor del debate y reproducimos la cultura por la cual la mujer “se merece” o no la violencia según se comporte bien.
-Los que estamos más preocupados por no joderle la vida al hombre impedimos que haya ejemplos mediáticos de responsabilización social a los agresores y fortalecemos la mirada del hombre como víctima o que la violencia “no es tan grave”.
Es innegable que todos los hombres formamos parte de la cultura de la violación, de alguna forma u otra, sea en tanto agresores o como agentes pasivos
Si bien hay un debate abierto interesante sobre si todos los hombres, sin distinción y sin diferencias, somos potenciales violadores, es innegable que todos los hombres formamos parte de la cultura de la violación, de alguna forma u otra, sea en tanto agresores o como agentes pasivos que no impiden la reproducción de esas agresiones. Y ahí sí que creo que no hay debate.
Y no hay mucho más: si queremos huir de ese fantasma que nos persigue como hombres hace falta un compromiso activo. Un compromiso que no tuvieron los 3 hombres que negaban participar en la violación grupal pero que no denunciaron los hechos.
Opinión
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Si quieres fomentar un debate serio no puedes decir que Moya "se metió" con Salander por hacer DOS preguntas donde ella, que no es lerda ni disminuida, pudiera ampliar su opinión. Si quieres ser riguroso igual tendrías que decir que "todos los hombres son violadores potenciales en el ámbito doméstico " pero esto ya igual no da Click-bait. Y por mi parte no tengo ni he tenido jamás nada en común con esos malnacidos. No mezcles "cultura violación" con "potencial violador"
Pues yo me quedo con estás dos preguntas.¿Qué es lo que nos despierta esa sensación incómoda? ¿Podemos hacer algo productivo con ella? El resto del artículo me sobra, creo que se trata de justificar una posición que no comparto y que igual que decido no violar a nadie, decido no pegar a un menor, decido no maltratar a un anciano. Y no apoyo ni apoyaré estás ni otras prácticas inmorales. Y denunciarlo aquí en el éter es muy cómodo, hay que hacerlo donde y cuando te juegas algo.
No tengo nada que ver con ese hashtag (ni siquiera sé lo que es eso) de #Notallmen, ni me considero un retrógrado o machista, y no necesito "marcar ninguna distancia respecto a la posibilidad real de la violación", precisamentee porque ésta no me parece una reflexión que ayude a comprender el fenómeno en ninguna medida.
Así, solo puedo estar de acuerdo con la proposición según la cual todos los hombres somos potenciales violadores en la misma medida en que se podría afirmar que todos los homobres (y mujeres) somos potenciales asesinos, o potenciales terroristas, o potenciales pirómanos, es decir, en la medida en que todos los actos humanos están más o menos a nuestro alcance, es decir, en la medida en que todos los seres humanos somos capaces de semejantes atrocidades. Todos somos el Dr. Jekill y Mr. Hide, y podemos mostrar una u otra versión de nosotros mismos en función de las circunstancias. Baste pensar en cuántos buenos "padres de familia" participaron o apoyaron (siquiera por omisión) la bestialidad del nacionalsocialismo, o apoyan hoy el genocidio cometido por los sionistas del mundo. En ese sentido, todos en Occidente somos potenciales genocidas.
Sin perjuicio de las posibilidades de un debate que nos llevaría muy lejos, pienso que debe rechazarse la perspectiva determinista que adopta el texto, la cual, además, viene a matizar la responsabilidad de los violadores. Si todos somos potenciales violadores, en cierta medida no podemos evitar ser lo que somos, máxime si nuestro contexto -esa cultura de la violación- nos invita a ello.
Me llama la atención que, yo, que soy hombre, no me siento aludido ni ofendido ni amenazado por la famosa frase . Y, otros, sin embargo, sí. ¿será como con esos homófobos violentos, que necesitan tapar su propia homosexualidad? No me voy a extender, no tengo tiempo, voy a ir al grano: para destruir al Patriarcado, hace falta una revolución profunda, social y personal. Y eso duele. Pero lo que no se puede hacer es dejar las cosas como están.
Hombres, en vez de indignaros cada vez que alguien dice esto o aquello (en este caso: "todos los hombres son potencialmente violadores"), centrad la cuestión en lo que verdaderamente importa: el patriarcado y el daño enorme que causa a toda la humanidad. Tengo un marido, tengo un hijo... No me revuelvo porque ambos "han sido acusados de potenciales violadores". Veo la situación con perspectiva y tomo esta afirmación como un grito de auxilio, como un pisotón en el suelo para avanzar en conjunto hacia la igualdad. No malgastéis las fuerzas en defenderos y en filosofar, hay mucho trabajo que hacer.
No es "esto o aquello" es señalar y difamar a hombres aliads. Así, a ese trabajo que citas no iremos juntos. Os veo cada vez más solas y divididas.
¡Qué cosas! La impresión que yo tengo es que cada vez estamos más juntas.
Si usted ha sido señalado y difamado, pues denuncie, pero me parece que no lo ha sido. Solo se ha sentido ofendido, nada más.
Creo que hay un error grave en tu razonamiento. Dices, y es correcto, que todos los hombres somos potencialmente violadores. También, todos los seres humanos, somos potencialmente asesinos. Incluso todas las mujeres son potencialmente violadoras. De hecho, la potencialidad no aporta nada al debate.
La cuestión es que dices que esa potencialidad es discutible, lo cuál no es cierto, porque salvo incapacidad física grave, cualquier persona es potencialmente capaz de matar o de violar; pero no es discutible que todos participamos de la cultura de la violación. Y no das más argumentos que... No lo sé, porque no los he encontrado.
Nadie en este mundo ha decidido nacer en la familia que ha nacido, ni en la sociedad que ha nacido, ni nada similar. La sociedad nos ha venido dada, y somos, todos, relativamente libres de decidir cómo vivir en ella. Si bien no es discutible que todos aquellos capacitados seamos potenciales violadores; no es cierto que todos participamos en la cultura de la violación: que no tengamos fuerza suficiente de cambiar las cosas, no significa que no queramos cambiarlas. Es más, que en el pasado actuásemos o pensásemos de una forma u otra, no significa que ahora lo hagamos igual.
A dónde yo quiero llegar: las generalizaciones tienen un problema, y es que son falsas. Como ya he señalado, incluso lo potencialmente violadores que podamos ser tienh limitaciones, por ejemplo, físicas. Pero podemos aceptar esa generación por tratarse te límites muy concretos y reducidos. La otra generación, sin embargo, parte de la premisa de que todos pensamos y actuamos igual. Y creo que tú sabes que eso no es cierto.
Esto ha sido un escándalo, sin duda, pero ciertas generalizaciones lo único que consiguen es polarizar. Cuando se quiere un cambio real, la polarización es un mal aliado. Ahora es momento de aunar esfuerzos y no lo opuesto.
Por ejemplo, ¿En qué te basas para afirmar que todos participamos de la cultura de la violación, en un caso concreto? ¿Acaso no nos indignamos la mayoría por lo que ha sucedido en Francia? ¿Acaso no somos mayoría los que esperamos una pena ejemplar y que se haga justicia? ¿Qué hay que hacer, según tú, para no participar de la cultura de la violación?
La sensación que a mí me da es que se está utilizando éste caso con fines partidistas. No quiero generar confusión: es lógico que el feminismo utilice este caso mediático como un argumento más. ¿Pero es feminista generalizar y meter a todos los hombres en el mismo saco? Yo creo que no.
La argumentación es maligna. Yo, hombre, tengo más en común con mis compañeras de trabajo, con mis hermanas, con mi madre, con mi hija... que con un subnormal, o varios. Me da igual el género, no soy sexista. Incluso soy más parecido a las mujeres que me rodean que a autor del artículo.
Paradójicamente, estas argumentaciones valoran muchísimo el género de un ser humano, son atronadoramente sexistas.