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Migración
Beatriz Felipe Pérez: “Ninguna persona ha sido reconocida realmente como refugiada climática”
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó el anterior mes de agosto un informe devastador sobre los efectos de la crisis climática a nivel global, en un verano especialmente golpeado por incendios, inundaciones, olas de calor y sequías. Antes del solsticio que marca el cambio de estación, a finales de mayo de 2021 hablamos sobre las consecuencias de la crisis climática en los movimientos migratorios con Beatriz Felipe Pérez, doctora en Derecho por la Universitat Rovira i Virgili con la tesis “Migraciones climáticas: retos y propuestas desde el Derecho Internacional” e Investigadora Asociada al Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona (CEDAT).
Colaboradora de la organización Migraciones climáticas, Felipe Pérez desgrana cuál es la situación legal de las personas desplazadas forzosamente por la crisis climática, desmonta el discurso del miedo y apunta a los países del norte global y a las grandes empresas contaminantes a responsabilizarse de sus acciones y dar respuesta a las personas que han de salir de sus hogares por culpa de su actividad. Pero antes de sumergirnos en la temática que nos ocupa, impera la curiosidad por conocer quién es la persona interlocutora, y empezamos con algunas preguntas biográficas introductorias —no por ello menos interesantes— para romper el hielo de la pantalla de Meets.
¿Qué te llevó a hacer la tesis “Migraciones climáticas: retos y propuestas desde el Derecho Internacional”?
Yo estudié Ciencias Ambientales, y como ambientóloga me interesaban las ciencias del cambio climático y la geografía de sus impactos, pero poco a poco desarrollé una vertiente más humanista y empecé a entrar en contacto también con proyectos de cooperación internacional, de desigualdades globales, de género… y entonces empecé a entender cómo los impactos de la crisis climática y la degradación ambiental afectan más a los colectivos más vulnerabilizados. Así es como me empezaron a interesar mucho los temas de justicia ambiental, justicia climática y me encantaba, a la vez, el Derecho. Por eso, hice un Máster en Derecho Ambiental.
Fue entonces cuando empecé a leer mucho sobre la cuestión de los vínculos entre el cambio climático y la movilidad humana y veía que muchas veces, cuando esta temática se abordaba desde el Derecho no se adecuaba a las realidades de las migraciones climáticas porque no se entendían las bases geográficas o ambientales. Por eso pensé en hacer un trabajo que pudiera aunar estas ciencias y el Derecho y que, al mismo tiempo, pudiera ser útil. Es decir, que sirviera para presionar, para cambiar las cosas. Después de hacer una aproximación a los desplazamientos forzados por el cambio climático en mi Trabajo de Fin de Máster (TFM), decidí continuar investigando sobre la cuestión en el doctorado.
¿Esto te llevó a involucrarte en la organización “Migraciones Climáticas”, impulsada por la Fundación Economía y Desarrollo (ECODES)?
“Migraciones climáticas” empezó a funcionar como un foro más o menos hacia 2015 y justo entonces yo estaba empezando a hacer mi tesis sobre este tema. En el estado español hay todavía muy pocas organizaciones que se dediquen a esto, y “Migraciones climáticas” fue y es de las más importantes en este tema.
Desde que empezaste a colaborar, habéis ido publicando informes periódicos de temáticas específicas relacionadas con las migraciones climáticas.
Primero hicimos dos a la vez: uno más largo y otro en una versión sintetizada para difundir y presionar, sobre Migraciones climáticas: Una Aproximación al Panorama Actual, publicados en 2018. En la versión larga hicimos una aproximación a un panorama general de las migraciones climáticas de ese momento, abordando los grandes debates alrededor de la temática: el uso de las denominaciones, el baile de cifras y la protección jurídica internacional. En 2019 abordamos esta temática desde un enfoque de género y, en 2020, desde la responsabilidad de las empresas europeas.
“Muchos partidos, sobre todo de derechas, usan estos discursos sobre las migraciones climáticas como una excusa para continuar cerrando fronteras y fomentar el discurso del odio y el miedo”¿El baile de cifras?
El problema viene relacionado con la confusión alrededor de la denominación [personas refugiadas, desplazadas o migrantes; ambientales o climáticas] pero también, tal y como hemos desarrollado más profundamente en un artículo reciente en el blog de Migraciones Climáticas, con cómo se habla de las personas migrantes climáticas como si fuesen oleadas de personas que vienen cruzando el Mediterráneo, cuando la mayoría de migraciones climáticas, como todas las migraciones independientemente de las causas, ocurren dentro de los estados. Muchos partidos, sobre todo de derechas —e incluso, desde los gobiernos de la Unión Europea y Estados Unidos— en cierta manera usan estos discursos sobre las migraciones climáticas como una excusa para continuar cerrando fronteras y fomentar el discurso del odio y el miedo de pensar que vienen millones y millones de personas “refugiadas climáticas”. Esto no tiene ninguna evidencia científica sustentada. Muchas veces se basan en proyecciones que, probablemente las hacen con las mejores intenciones, pero a menudo no tienen en cuenta que no todo el mundo solamente va a migrar como respuesta al cambio climático, que también hay estrategias de adaptación, que muchas personas no quieren o no pueden migrar, que muchas de las personas que se trasladan lo hacen temporalmente y, si pueden, regresan a sus hogares, que las causas ambientales no son todas climáticas…
Después está la cuestión de quién hace estas proyecciones. Las del Banco Mundial son de las que más se citan, y yo siempre soy muy crítica respecto a este punto. ¿Cuántos desplazamientos ha impulsado el Banco Mundial a lo largo de la historia? Es uno de los mayores inversores en proyectos “de desarrollo” que han expulsado a muchas personas de sus hogares alrededor de todo el planeta, y en 2018 publicó el informe Groundswell Report, en el que habla de millones y millones de desplazamientos internos y que todo el mundo cita alegremente. Es cierto que han hecho un estudio interesante, pero hay que tener mucho cuidado con cómo se explica este tema, teniendo en cuenta el contexto político en el Estado español, en Europa y en los EUA.
Muchas veces los periodistas, por buscar un titular que llame la atención, titulan con “millones y millones de personas”, o hablan de “olas de refugiados”, y esto en este contexto lo veo muy peligroso. Creo que no hace falta la constatación empírica de millones de personas afectadas para que se desarrollen estrategias de adaptación y mitigación. Tampoco hace falta que lleguen a Europa para proteger a estas personas. Simplemente donde está pasando ya hay que buscar formas de actuar para proteger su integridad.
También existe en el periodismo mucha confusión terminológica...
Así es, y ese es otro problema. Los periodistas a veces ponen el titular “el primer refugiado climático”; o “los primeros refugiados climáticos”, y eso no es cierto. Ninguna persona ha sido reconocida realmente como refugiada climática, por lo que estos titulares crean mucha confusión, incluso a los políticos. Los políticos no tienen tiempo de profundizar en nada, y si encima les llega esto y ven estos titulares, en lo que tardamos en explicarles que no es así, que la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados y el Protocolo de Nueva York limitan la definición de refugiado y blablabla, no llega el mensaje de que realmente hay que hacer algo. Llega el mensaje de “los primeros refugiados climáticos”. Quizás hace falta mucha más pedagogía antes de llegar a un titular así, que no tiene ningún sentido.
¿Pedagogía también sobre la responsabilidad de las grandes empresas en el colapso climático? El año pasado centrasteis vuestro tercer informe en El papel del sector privado europeo ante las migraciones climáticas (2020).
Este ha sido el más complicado, porque nos adentramos en una temática muy compleja: la debida diligencia empresarial en derechos humanos [Es decir, “el proceso continuo de gestión que una empresa prudente y razonable debe llevar a cabo, a la luz de sus circunstancias (como el sector en el que opera, el contexto en que realiza su actividad, su tamaño y otros factores) para hacer frente a su responsabilidad de respetar los derechos humanos”, según lo define la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos]. A su vez, me pareció muy interesante resaltar la contribución de la Unión en su conjunto y de las grandes multinacionales a la crisis climática, que al final están haciendo que muchas personas se tengan que marchar.
¿Algunos nombres concretos que aparecen en el informe?
Algunos ejemplos de Carbon Majors [empresas energéticas macroemisoras de gases de efecto invernadero] de ámbito europeo son: BP (Reino Unido), Royal Dutch Shell (Países Bajos) y Total (Francia), según estableció Richard Heede. [En el caso de la petrolera anglo-holandesa Royal Dutch Shell, sabía desde 1984 que era responsable de al menos el 4% de las emisiones globales de dióxido de carbono e incluso sus estudios demostraban, en esa época, que estas emisiones estaban influyendo en el funcionamiento del clima global].
Empresas que han contaminado por todo el mundo quieren beneficiarse de ciertos fondos de la Unión Europea, como los fondos Next Generation
Hace cuatro años, el informe Carbon Majors Report revelaba que 100 compañías han sido responsables del 71% de las emisiones globales desde 1988. ¿El llamado capitalismo verde sigue acelerando la existencia de este tipo de desplazamientos forzosos?
Claro. El greenwashing en sí es otro tema para hacer otras cinco entrevistas más. Con el greenwashing ya no tengo paciencia. Empresas petroleras que han contaminado por todo el mundo, hidroeléctricas, empresas de agua, energía... y que tan solo ahora en los últimos años —después del Acuerdo de París— están empezando a crear algunos planes y objetivos relativamente claros de mitigación climática, ahora se quieren beneficiar de ciertos fondos como los fondos Next Generation de la Unión Europea, que supuestamente están impulsando una recuperación verde. Es increíble pensar que podemos esperar de su bondad y desarrollo tecnológico que las cosas vayan a cambiar, cuando en realidad este es un mundo capitalista dominado por unas pocas empresas que son las que más han contaminado y degradado el planeta…
No cabe en la cabeza pensar que estas compañías son las que van a hacer que no acabemos en el colapso. Hay que buscar otras alternativas. Sí que ahora están empezando a reconvertirse y buscar otros modelos más “sostenibles”, pero no lo están haciendo en base de la justicia social ni ambiental, están quemando la rueda de otra manera y por supuesto pensando en sus propios beneficios.
¿De qué manera ha respondido la Unión Europea a las migraciones climáticas causadas, en parte, por empresas domiciliadas en su territorio?
Como comentaba antes, la mayoría de lo que se ha ido haciendo hasta ahora ha sido concibiendo las migraciones climáticas como una amenaza para la seguridad de la UE. Ahora, entre 2020 y 2021, desde una comisión del Parlamento Europeo han elaborado un informe que se ha estado debatiendo sobre las consecuencias del cambio climático en los países en desarrollo, y dedicaron muchos esfuerzos a abordar las migraciones climáticas. Este informe incluía la propuesta de crear un visado climático europeo; un visado humanitario por razones climáticas.
Junto con Mónica Silvana González y Jesús Gamero escribimos un pequeño artículo en El País sobre la propuesta. Este visado se suponía que servía para que las personas más afectadas que tuvieran que irse de los países más vulnerables pudiesen venir a Europa temporalmente —este ‘temporalmente’ era en sí un debate—, y tener un estatuto y unos derechos garantizados basados en los principios de justicia climática. No es tan sencillo como parece, esto también tiene muchas complicaciones, por ejemplo ¿Por qué otorgar este visado a una persona que está huyendo de la crisis climática y no a alguien que vive una situación de pobreza inducida por las empresas europeas? ¿Cómo se va a diferenciar eso?
Finalmente, la propuesta no salió adelante debido al voto en contra de los tres grupos de la derecha del hemiciclo y la abstención de los Verdes y la Izquierda, que consideraban una medida demasiado limitada después de las enmiendas del grupo popular. Pero fue un proceso interesante, la eurodiputada del Partido Socialista, Mónica Silvana, que fue la que impulsó el texto, contó con un grupo internacional de expertos e hicimos algunas intervenciones en el Parlamento, y de esta manera se habló de esta temática en el seno de la UE desde una perspectiva más de la cooperación y solidaridad y no de cerrar fronteras.
“En mayo el Parlamento Europeo rechazó la propuesta de crear un visado climático europeo”
¿Y en cuanto a la debida diligencia?
Paralelamente, el Parlamento Europeo aprobó este marzo una resolución sobre la diligencia debida de las empresas en relación con los derechos humanos y el medio ambiente, que incluye una serie de recomendaciones para que la Comisión pueda adoptar la Directiva al respecto. Entonces, por ahí intentamos hacer presión para que se incluyeran cuestiones de migraciones climáticas. Hicimos propuestas concretas: aquí se podrían poner estas palabras, se podría incluir “justicia climática”, etc.
En el Estado español, durante todos estos años que has estado estudiando la temática, ¿qué medidas se han tomado al respecto?
¿De migraciones climáticas? ¿En el estado español? [Se ríe, y piensa durante unos instantes] ¡Ya sé una! Es que realmente se hace muy poco aquí, ha costado muchísimo… Pero a finales de 2020 se publicó el segundo Plan Nacional de Adaptación de España, en el que se integraron temas de migraciones climáticas. Aunque tiene sus críticas, al menos recoge que las migraciones son un efecto transversal de la crisis climática y pese a que el plan de adaptación es para medidas en España, se entiende que también hay que actuar fuera de las fronteras, a la vez que se recomienda e insta que se investigue más la temática. Más allá de esto, no sabría qué más decirte...
Porque, ¿qué margen tiene España, para permitir la acogida de una persona por motivos climáticos?
En términos de derechos ambientales y de derechos humanos los Estados pueden garantizar mayor protección si quieren, lo único que muchos países no lo hacen. Algunos países de la UE, por ejemplo los nórdicos, casi siempre tienen medidas medioambientales más protectoras que las generales. Entonces, España podría desarrollar medidas específicas para proteger los derechos de las personas migrantes climáticas. En otros países ya se están incluyendo referencias explícitas a las migraciones climáticas en sus leyes de desplazamiento interno o de cambio climático, mientras que en España aprobaron la Ley del cambio climático y transición energética este mayo y no incluye ninguna referencia, por ejemplo.
En este aspecto, ¿qué están haciendo otros países de la Unión?
En Francia pararon la deportación de una persona que venía de Bangladesh a quien se le había caducado el permiso de residencia por motivos de salud, ya que el hombre alegó que en Bangladesh había mucha contaminación y que como él tenía asma, al deportarlo su derecho a la salud se iba a ver vulnerado. Y esto es también un paso muy importante porque hasta ahora no se había hecho. A su vez, en Alemania la causa climática también está mucho más integrada en las solicitudes de asilo. No otorgan refugio climático, pero al menos paran deportaciones, dan permisos de residencia temporal por causas ambientales, y dentro de las múltiples causas para solicitar asilo —porque siempre son muchas— cada vez se visibiliza más que también presentan causas de carácter ambiental o climático.
Y eso es otro pasito adelante, aunque teniendo en cuenta la responsabilidad histórica de Francia, Alemania, España, Italia, etc. en la crisis climática, esto no se podría considerar un paso adelante ni nada, ya que hay argumentos de sobra para entender que tienen una obligación de al menos no devolver a las personas en contra de su voluntad a países en los que hay contextos ambientales muy deteriorados. Podrían hacer mucho más.
Es una asunción de responsabilidades.
Claro. Este año hicimos un manifiesto en las redes, que está liderando Miquel Pajares y lo hemos firmado unas cuantas personas y organizaciones para que en España se desarrolle la protección internacional de estas personas.
“No creo que en el corto plazo los litigios climáticos vayan a ser una solución para proteger a las personas migradas, aunque es una estrategia a continuar explorando”
En esta línea, con las herramientas legales que hay actualmente a nivel regional, estatal, internacional… ¿Se podrían tomar medidas de justicia ambiental y reparación, obligando a los que más han contaminado y explotado a tomar ciertas medidas de mitigación, de ayuda…?
Hoy, los litigios climáticos están a la orden del día, pero en el caso de las migraciones climáticas se suma una complejidad más, porque es muy difícil saber y demostrar que una persona se está yendo por el cambio climático. En Holanda viven por debajo del nivel del mar desde hace mucho tiempo, y no han tenido que migrar porque han contado con medidas de adaptación y con los recursos para poder quedarse. Entonces, si otras personas se van porque hay una elevación del mar de unos pocos cm al año, no es solamente porque haya cambio climático, es porque viven en unas condiciones en las que no cuentan con esa capacidad de adaptación, porque hay contextos históricos, coloniales y político-económicos que hacen que tengan deuda externa, etc.
En los casos de litigios climáticos hace falta establecer muy claramente estos vínculos, y cada vez se avanza más, gracias al progreso de la ciencia de la atribución climática, que investiga cuanto ha contribuido una determinada empresa o un Estado a la emergencia climática. Pero no veo que los litigios en el corto plazo vayan a ser una solución para proteger a todas las personas migrantes climáticas. Aunque sí creo que suponen una estrategia poderosa para obligar a los estados y a las empresas a tomar medidas de reducción de emisiones.
No haría falta modificar la Convención de Ginebra para que se interpretara de una manera más inclusiva
Entonces, ¿existe una alternativa real para dar protección a estas personas a nivel internacional? ¿Modificar la Convención de Ginebra es la carta a los Reyes Magos?
Ya ves que es un tema muy complicado el de Ginebra. Hay debate dentro de la academia, dentro de las organizaciones civiles… porque depende de cómo lo veas. Yo a veces veo muy claro que esta no es la solución, y otras lo tengo menos claro. Pero mi postura, que al final es lo que argumentaba en mi tesis, es: primero, que realmente no haría falta modificar la Convención para que se interpretara de una manera más inclusiva y diera cabida a ciertos casos de migraciones climáticas. Está en la mano de los jueces y de las organizaciones, del ACNUR, de quien otorga el estatuto de refugiado, que pueden entender el texto de la Convención de manera diferente, adaptándose a las realidades del siglo XXI. Segundo, yo ahora no estaría por la labor de abrir a debate la Convención de Ginebra, ya que podría ser una oportunidad para que diversos países la abandonaran, se redujeran las medidas de protección… Ahora no es el momento, y quizás nunca lo va a ser, por eso yo digo que, en realidad, es posible interpretarla de forma diferente.
Algunos de los elementos presentes en la definición de persona refugiada englobarían el caso de algunas personas migrantes climáticas internacionales forzadas. Por ejemplo, una de las causas de persecución que establece Ginebra es “pertenecer a un grupo determinado”. Esto podría entenderse como aquellas “personas en situación de vulnerabilidad en países empobrecidos en donde el cambio climático ya está afectando intensamente”, y por ahí no sería tan complicado, pero hace falta muchísima más voluntad política para avanzar hacia ese entendimiento. De todas formas, existen otros mecanismos de protección jurídica que se pueden aplicar de manera mucho más sencilla y que incluso serían más adecuados que la Convención de Ginebra. En mi libro explico que lo ideal sería aplicar varios mecanismos y adoptar nuevos instrumentos, adaptados a las múltiples realidades que abarcan las migraciones climáticas.
Ya acabo. Las últimas preguntas. En tu entrevista con Extintion Rebellion del año pasado hablabas de las personas en situación de inmovilidad forzada. ¿Podrías desarrollar un poco más de qué se trata?
La cuestión de la inmovilidad es muy importante. Frecuentemente se nos olvida abordarla cuando hablamos de migraciones climáticas, y obtener cifras sobre este fenómeno es imposible. Para empezar, podríamos hablar de dos tipos de inmovilidad: la voluntaria y la forzada. Así, hablamos de inmovilidad voluntaria cuando las personas no quieren marcharse aún sabiendo el riesgo al que se exponen. Por ejemplo, en el caso icónico de migraciones climáticas en los pequeños estados insulares del Pacífico, frecuentemente personas mayores con mucho arraigo a la tierra, a una cultura, y que saben que su vida ya se está acabando, no quieren marcharse a pesar de que sepan que va a afectarles una tormenta, que hay huracanes cada vez más frecuentes, que el agua escasea... A veces en las políticas de reubicación se busca la manera de sacar a estas personas de aquí, y también hay que respetar su derecho a querer quedarse.
Por otro lado, está la inmovilidad forzada, situación en la que personas que aunque quieran no pueden marcharse, entre otros motivos, porque emprender un proyecto migratorio puede ser muy caro. En el caso de las personas migrantes llegadas a Canarias este mayo, hablaban de mil euros por un viaje en patera. Más, si provienen de países subsaharianos, cruzar el continente entero significa todos tus ahorros, a veces endeudarse con las mafias. Y eso no lo puede pagar todo el mundo, ya que muchas de las personas más vulnerables afectadas por la crisis climática se encuentran en situaciones de pobreza. Entonces, cuando hablamos de personas víctimas del cambio climático, unas muy claras son las personas que ni siquiera teniendo que marcharse en busca de mejores condiciones pueden hacerlo.
Para cerrar nuestra conversación, ¿podrías revelar de qué trata el informe que estáis trabajando este año?
Este año va a tener un toque más positivo, no tanto del problema, sino de visibilizar los elementos que están dando esperanza, que algo está cambiando. Vamos a hablar de cómo se está avanzando y de diferentes estrategias que nos hacen mantener la esperanza y resaltar que toda esta incidencia tiene sus frutos.