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Coronavirus
Un virus no tan nuevo
Marco Chacón, ingeniero en biotecnología, relata que el Covid actúa con patrones distintos en cada región, una muestra que ha evolucionado con diferentes cepas, que se han forjado durante años en los cuales el virus ha transitado entre humanos, animales domésticos y salvajes.
El 31 de diciembre, la mayoría de la población deseaba una entrada de año repleta de prosperidad, felicidad y salud. En ese entonces, pocos eran conscientes de lo que estaba por venir. Ese mismo día, Wuhan, en la China central, anunciaba a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que una extraña neumonía severa empezaba a sesgar vidas. Era el Covid-19, también conocido, como Coronavirus.
Sin embargo, pese que en la mente de muchas personas es una enfermedad reciente, pero la realidad es que este virus no es tan joven e incluso podría alcanzar un siglo de vida, según un artículo del diario El País.
La primera alarma se encendió en 2002 cuando eclosionó una epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS o SRAG) causado por SARS-CoV. En ese entonces, se originó en Cantón, una ciudad portuaria al sud de China y se expandió a 29 países del globo terráqueo infectando a 8.000 personas, principalmente, de Asia, Europa y Norte América. En aquella ocasión, la tasa de mortalidad fue de un 10%, una cifra superior a la actual, que se mueve alrededor del 4%.
En julio del 2003, la OMS dio por controlada la epidemia, pero advirtió que en cualquier momento podría haber otro brote de Covid. Durante estos trece años, relata el costarricense Marco Chacón ingeniero en biotecnología, el virus ha continuado mutando, así como traspasando de los humanos, animales domésticos y exóticos. Esto, razona, ha conllevado que, actualmente, coexistan diferentes cepas de Coronavirus.
“La cepa que salió desde Hong Kong es la más virulenta. Es impresionante, es la misma que la de Nueva York, lo que muestra los movientes de vuelos como los que une Hong Kong con ciudades como Nueva York o Italia”, señala Chacón. Por todo ello, aclara el especialista, "no se puede hablar de un paciente cero, sino de varios pacientes cero que vienen de la evolución de la epidemía del 2003”.
También, defiende esta tesis de las diferentes cepas la epidemiólogo china Li Lenjiang, que apunta que en Italia, España y Nueva York han sido víctimas de la mutación más violenta, lo que explica el elevado número tanto de muertes como de víctimas. En el caso del país ibérico, la cifra de difuntos por el virus se eleva a los 26.750 (con 47 millones de habitantes); la de la república europea, poco más de 32.000 (con una población de 60,3 millones); mientras que la de la ciudad estadounidense, 15.786 (con cerca de 8,4 millones de ciudadanos).
A través de un estudio elaborado con datos del GISAID de 11.000 muestras SARS-CoV-2 de pacientes de alrededor del mundo, la especialista china y su equipo observaron que la carga viral de las cepas más agresivas es de 270 veces mayor que la de las débiles. Con ello, pudieron deducir que la versión de Nueva York procedía de Europa; mientras que la del estado de Whasington, cuya capital es Seattle, es un brote originario en el país, que es más controlable.
Diferentes patrones
Desde el inicio de esta global crisis sanitaria, a Chacón le llamó la atención que se podían contemplar diversos patrones del virus, es decir, que se comportaba de manera diferente en cada lugar. Por ejemplo, mientras en Wuhan repercute gravemente a los pulmones; en Costa Rica se desarrolla una afectación inflamatoria que puede conllevar un paro orgánico; en cambio, en otros sitios abundaban los asintomáticos. Todo ello, destaca, refleja que conviven diversas cepas del virus, que han mutado distinto en cada región. Una buena muestra de ello es que el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud ha descubierto hasta 14 mutaciones en el código genético del Coronavirus, detalla la publicación Delfino.
Esto también explicaría el motivo por el cual un pescador francés de las cercanías de París contrajo Covid-19, antes de que Wuhan anunciara de esta enfermedad y que no había tenido ningún vínculo ni relación con el gigante asiático. El 27 de diciembre, el galo acudió al médico pensando que tenía un fuerte resfriado, pero las pruebas realizadas recientemente desvelan que era Coronavirus. Por ello, la OMS ha pedido que se realicen pruebas a aquellos pacientes que ingresaron en centros médicos con neumonías graves en los últimos meses del 2019.
Para Chacón, pese que ahora saltó el estado a raíz de la crisis de Wuhan, la realidad es que en otros países ya existían casos complicados de Covid, pero se desconocía. Por eso, considera que se deben de estudiar las neumonías de los últimos cinco años para averiguar los diferentes orígenes de este virus. Bajo su punto de vista, el Coronavirus “ha sufrido cientos de mutaciones, que no tenían efectos tan importantes en salud, por lo que una persona podía ser portadora sin que le afectara”. Ahora, esto ha cambiado, ya que estamos frente una versión más agresiva. “Hay que no son virulentas, pero el origen de la mutación actual es muy alta: ocupaba menos unidades que un virus normal”, argumenta.
Pese a esta variedad de cepas, Chacón relata que China y Cuba avanzan en la investigación de un medicamento que anularía todas las versiones del Coronavirus. Este funcionaría de una manera similar a los retrovirales que se emplean en los pacientes de VIH, ya que en ambos casos el virus replica copias en nuestro cuerpo. Al detalle, precisa el costarricense, se estudia el sistema conocido como “caperucita”, en el cual el fármaco enlaza el virus y, de este modo, evita que se multiplique. “Es un sistema muy elegante que calculo que estará en unos ocho meses”, estima el ingeniero. No obstante, reconoce y lamenta que, seguramente, no habrá tratamiento para todo el mundo.
Desigualdades sanitarias
No sería la primera vez que se perpetra una injusticia de estas características. De hecho, solo el 62% de las personas con VIH tienen acceso a los retrovirales que requiere. Por otro lado, en 2018 murieron alrededor de 770.000 muertes por SIDA, de las cuales en Europa no alcanzaron el 5% y en África superaron el 60%, según cifras publicadas en el Huffingtonpost.
Pero esta enfermedad no es la única que pone de relieve las desigualdades en el ámbito de salud: en 2018 se registraron 10 millones de pacientes con tuberculosis, de los cuales murieron 1,5 millones, según la OMS. La mayoría de nuevos casos se reportaron en Asia Sudoriental (44% de los nuevos casos), seguida por la Región de África (24%) y el Pacífico Occidental (18%). No obstante, en Europa solo se contabilizaron 275.000.
Aparentemente, tampoco existe remedio para las muertes por hambruna, que alcanzaron los 100 millones de personas en el 2018, revela la ONU. Un año antes, en 2017, un 6,3 millones de las víctimas de este crimen fueron menores de 15 años, indica el Acnur.
Otra vez más, la emergencia sanitaria desatada por el Covid reluce la iniquidad del actual modelo político y económico, así como las carencias de la población más humilde para protegerse del virus. Sin ir más lejos, para protegerse del virus, la mayoría de los países con un elevado nivel adquisitivo, como los europeos, han apostado por el confinamiento de sus ciudadanos, así como resaltar los beneficios de una buena higiene, especialmente, el lavado de manos.
Algo que no está al alcance de todo el mundo. Por ejemplo, alrededor de 1.600 millones de personas habitan en viviendas inadecuadas a la vez que 900 millones subsisten en campamentos informales. Asimismo, 200 millones de seres humanos carecen tanto de agua potable como de saneamiento básico. Además, tal como refleja la Organización Internacional del Trabajo, el 60% de la población mundial sobrevive de la economía informal, por lo que, en su día a día, deberán elegir entre el dinero para la comida o la salud.
“El virus deja más en evidencia las desigualdades económicas, es evidente, que mata los que son más pobres”, razona Chacón. Una de las hipótesis es que el Covid afecta menos en los climas con temperaturas más altas, una tesis que no se sustenta en la ciudad portuaria de Guayaquil, expone el ingeniero. El principal motor económico de Ecuador recaba altos índices de pobreza, en concreto, un drama que azota al 17% de sus vecinos. “No tienen agua potable, acceso a jabones ni a muchas otras cosas. La población es muy pobre”, narra Chacón.
Otro ejemplo demoledor, según el costarricense, es Estados Unidos que, con unos 90.000 fallecidos, encabeza la trágica lista de muertes por Covid. “Es uno de los sistemas de salud más débiles”, precisa Chacón. De hecho, el 8,3% de la población no tiene acceso al seguro médico, una cifra que se podría incrementar, ya que en la última quincena de marzo perdieron su empleo 10 millones de personas. Para dar respuesta a esta situación, la Casa Blanca se han comprometido a atender a todos los pacientes de Covid, incluso, los que no tengan cobertura sanitaria.
Diferencias sociales encarnados en la figura de Ramona Medina, una activista de Argentina que murió esta semana de Coronavirus. Habitaba en el humilde barrio Villa 31 y, recientemente, había denunciado que no disponían de agua potable ni para el saneamiento, por lo que cada día salía a comprar este producto. Por ello, tampoco eran capaces de mantener un confinamiento total ni una higiene completa.
¿Crónica de una muerte anunciada?
En otra tesitura, ningún país estaba preparado ante la actual pandemia, pese que tanto la comunidad científica como la OMS ya alertaban de los perjuicios del Coronavirus. En 2007, la Sociedad Americana de Microbiología puso de relieve las adversidades del Covid. En ese entonces, basó su estudio en la epidemia que azotó al planeta cinco años antes.
En esta línea, remarcaba que, con solo 8.000 afectados, ya había causado severas consecuencias en los sistemas sanitarios, políticos y económicos de los países, ya que, entre otros motivos, los hospitales no estaban preparados para detectar este virus. Asimismo, alertaba de su rápida propagación de persona a persona, así como de su veloz expansión a través de los vuelos internacionales.
Con afectaciones como neumonía con deterioro respiratorio, escalofríos, fiebre o dolor muscular, esta entidad estadounidense calificaba el Covid como “la pandemia del milenio” por su capacidad de mutar y alcanzar a diferentes especies. Así pues, el informe matiza que se habían contabilizados 36 tipos de Coronavirus, divididos en seis grupos, en especies como monos, perros, gatos, murciélagos, ratones, ratas, cerdos, pollos o seres humanos.
En ese entonces, ya se habían publicado alrededor de 4.000 estudios sobre el Covid, pero existían lagunas claras sobre cómo funciona su base muscular y transmisibilidad. Por ello, ponían de relieve que no se había creado ningún retroviral ni vacuna para frenarlo. “La presencia de un gran reservorio de virus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de relojería. No se debe ignorar la necesidad de estar preparados ante la posibilidad del resurgimiento del SARS u otros nuevos virus de animales o laboratorios”, concluye el estudio.
De un modo muy similar se expresó la OMS, en julio del 2003, anunció que la epidemia de Covid estaba controlada, pero advirtió que este virus podría volver a ser una amenaza en el futuro. Para hacerle frente, instaba a los gobiernos a “restaurar y reforzar la infraestructura de salud pública. Se necesitan más epidemiólogos y especialistas en otros campos de la salud pública. Hay que establecer sistemas de vigilancia y respuesta mejores, que cuenten con enlaces de notificación nacional, regional y mundial robustos”, subrayó en un comunicado.
“Nadie estaba preparado, pero ya había personas que lo intuían”, asegura Chacón. Un ejemplo de ello es Bill Gates que en 2015 vaticinó que la próxima amenaza mundial no sería “por los misiles, sino de (una pandemia de) microbios” altamente contagiosos para la cual ningún gobierno o ser humano estaría listo. Unas palabras que cogen fuerza en el contexto actual. “La gente que lo vio a venir, lo dejó pasar”, sentencia Chacón.