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Movimiento obrero
Sergio Gálvez: “La huelga de 1988 fue la mayor derrota de Felipe González en sus casi 15 años de Gobierno”
La gran huelga general. El sindicalismo contra la "modernización socialista" es el trabajo de cuatro años del doctor en Historia Contemporánea Sergio Gálvez. Un libro de más de 700 páginas sobre el último gran conflicto social antes de la convergencia hacia el neoliberalismo.
Ya no se alzarían los pobres del mundo. Ni los esclavos sin pan. Felipe González no se alzó al grito de ¡Viva La Internacional! El presidente del Gobierno no cantó la versión socialista de aquel himno. Al borde del cinismo, le diría a la prensa que había olvidado la letra. En noviembre de 1990, la huelga general del 88 fue el motivo de que González y otros diez miembros de la Ejecutiva no alzaran el puño al finalizar el Congreso del partido.
A esa huelga ha dedicado su trabajo de los últimos años Sergio Gálvez Biosca, que recoge el momento en que Felipe González olvida la letra de La Internacional en una de sus páginas. El resultado de ese trabajo es un estudio serio lleno de detalles sobre la huelga que comenzó con las emisiones de televisión apagadas.
Para una generación, la huelga del 14D es la huelga en la que se chapa la tele. A las doce sale una carta de ajuste y empieza algo que no sabemos lo que era pero alteraba el día a día. ¿Por qué fue tan importante que RTVE dejase de emitir para el éxito de la huelga?
Uno de los recuerdos fundamentales del 14 de diciembre de 1988 es que se apaga TVE a las doce. Esto tuvo varias connotaciones, la primera es el efecto psicológico que tuvo aquel apagón. Es curioso que, a día de hoy, más allá de ese efecto, no conozcamos los datos de posibles televidentes a los que afectó. El gobierno calculaba que, si no se apagaba TVE, por lo menos en los núcleos más pequeños y zonas rurales no se pararía. Pero aquello fue un impacto que afectó a todo el país.
Aquella fue una victoria de los trabajadores. Hicieron una cuenta atrás en el Pirulí: diez, nueve, ocho... y el apagón en Navacerrada, donde era solo darle a un botoncito
Luego, una segunda parte de esta historia, es que el apagón tuvo una lectura en términos de clase. Si había una empresa pública en la que el trato antisindical era claro desde que llegaron los socialistas era en TVE. Había una política de destruir a los sindicatos. De hecho, en las semanas que antecedieron al 14D, la dirección se negó por activa y por pasiva a negociar los servicios mínimos. Lo máximo que cedieron fue en que no habría anuncios, porque no se consideraban servicios mínimos.
Aquella fue una victoria de los trabajadores. Hicieron una cuenta atrás en el Pirulí [El edificio central de RTVE en Madrid]. "Diez, nueve, ocho..." y el apagón en Navacerrada, donde era solo darle a un botoncito. Esto fue una victoria de los trabajadores frente a esa dirección prepotente.
Hay otras lecturas, una que era apagar el mayor elemento de manipulación que tuvieron los socialistas de forma activa durante aquellos primeros seis años de Gobierno. Hay otras historias de este apagón que trato en el libro, como por ejemplo, el miedo a las represalias que hubo a partir del 14D con los trabajadores y trabajadoras de RTVE, que al final no llegaron a nada, pero bueno, se les abrió un expediente.
La huelga se empieza a ganar a las doce de la noche ¿cómo fue el antes y el durante de ese momento?
Sobre la huelga general de 1988 hay muchos mitos y leyendas porque no se ha abordado bien: con fuentes, datos, análisis... Y, lo que si quiero destacar, es que la huelga estaba ganada. Antes del 14D, los sindicatos habían ganado la huelga.
Fue ganada por unos sindicatos, por cierto, muy cuestionados, y que se jugaron en 1988 su supervivencia. Estaban muy debilitados y ganaron esa huelga con un trabajo incansable de planificación, con una política muy inteligente de alianzas interclasistas y, sobre todo, con una estrategia muy muy medida a la hora de contar con trabajadores de otros medios de comunicación. Por ejemplo, los trabajadores de la SER, de El País, de Diario 16, etc. Fue un trabajo que, pim-pim-pim, fue obteniendo excelentes resultados.
La huelga fue el culmen de la ruptura de esa apuesta canónica por un modelo de concertación social a tres bandas: gobierno, patronal y sindicatos
De hecho, la política mediática de aquellos sindicatos funcionó a la perfección, porque, frente a aquella campaña desmesurada de criminalización del hecho sindical, que lleva el gobierno el PSOE y la patronal contra los sindicatos, estos, los dirigentes sindicales, contestan de forma muy pausada, sin entrar al trapo a las descalificaciones. Y eso les ayuda a generar una imagen de sindicatos responsables, de sindicatos no radicalizados, que no iban a llevar al país al caos, como se decía todos los días por parte de los dirigentes socialistas.
¿La huelga es el final del consenso a nivel social que se había empezado a crear en la Transición?
Hay una imagen idealizada sobre lo que es la concertación social. Uno le pega un meneo a los casi 15 años de gobiernos socialistas y ve que solo consiguieron un pequeño pacto, que fue el Acuerdo Económico y Social en octubre de 1984. Lo demás fueron pequeños acuerdos. ¿Cuándo se rompe? La huelga fue el culmen de la ruptura de esa idea canónica de la apuesta de un modelo de concertación social a tres bandas –gobierno, patronal y sindicatos–. Porque lo que evidencia el Gobierno, en su estrategia macroeconómica, es que solamente quiere el pacto social si los sindicatos pasan por el trágala de, por ejemplo, aceptar los índices de inflación, la reducción del gasto social, determinadas medidas laborales, etc.
Entonces, los sindicatos dicen que no. Y además es importante el momento en el que dicen que no, es el momento del crecimiento económico en España, del boom de los años 80, de la cultura del pelotazo, de la ostentación de riqueza por parte de dirigentes socialistas.
Los sindicatos dicen "nosotros hemos hecho enormes sacrificios, sobre todo salariales, en esos seis primeros años [de Gobierno socialista], ahora que España está creciendo a los mayores niveles en toda Europa, en lo económico, queremos un reparto, queremos recuperar capacidad adquisitiva, queremos que haya mayor gasto social, queremos que no nos criminaliceis, porque nosotros hemos sido los mayores soportes a la hora de aguantar los recortes".
Pasamos al motivo del 14D, ¿qué es el Plan de Empleo Juvenil? ¿qué proponía el plan y cuál es el motivo de que la sociedad lo rechace y el PSOE lo termine retirando?
El Plan de Empleo Juvenil es un programa que no figuraba en el programa electoral socialista pero que formaba parte de una agenda no pública de los gobiernos socialistas destinada a liberalizar de forma radical el mercado de trabajo.
El plan, en concreto, sale del 31º congreso socialista, con una propuesta para el dialogo social, el amor, la fraternidad entre los agentes sociales, etc. Como ya los sindicatos no se fiaban, estuvieron muy atentos desde la primavera del 88.
Cuando vieron los borradores, los sindicatos se dieron cuenta de lo que era el Plan de Empleo Juvenil. Era ofrecer a toda aquella generación del Baby Boom de los años 70 como carnaza para un mercado laboral con unas condiciones totalmente precarias. Por ejemplo, el salario era el que marcara el salario mínimo interprofesional, que era el salario más bajo de todos los países de la Comunidad Económica. Era un trabajo temporal, un trabajo sin garantías, un trabajo anticonstitucional; era un contrato que en el fondo era una beca.
Sobre todo había un gran beneficiado que eran los empleadores, los empresarios, porque estaba totalmente subvencionado. Hay un informe de Comisiones Obreras que calcula que el coste de contratar un trabajador de 18 años, si se hubiera aprobado el Plan de Empleo Juvenil, era poco más de 44.000 pesetas. Es decir, un chollo.
El argumento fue que había que dar salida al millón y pico de jóvenes que estaban en paro. La realidad, vista desde la perspectiva sindical, era que se pretendía fracturar la cohesión de la clase trabajadora, del movimiento obrero y de los principios de solidaridad, equidad e igualdad.
Y es cierto que, al principio, el Gobierno consigue presentar el Plan frente al rechazo de los sindicatos, y es bien asumido por la sociedad, con el argumento falaz, populista, de que siempre será mejor tener un contrato que estar en paro. Pero esa política inteligente que llevan los sindicatos a nivel de medios consigue darle la vuelta a ese argumento.
El Gobierno quedó muy tocado. Felipe González está a punto de dimitir, pero muy a punto. Hay una bronca tremenda en el Consejo de Ministros, el 16 de diciembre, pero el Gobierno aguanta
En este libro se analizan por primera vez, porque he podido acceder a toda la documentación, todos los planes, tanto del PSOE como del Gobierno... y es aterrador lo que dicen los papeles, los documentos, las memorias económicas.
Otra idea que quiero dejar plasmada es que, si bien el Plan de Empleo Juvenil es el detonante, el factor principal, detrás hay otras razones para llegar a la convocatoria del paro general y que también expresan un gran cabreo social contra gobiernos socialistas, que se consideran de izquierdas pero que practican las mismas políticas que los gobiernos neoliberales en muchos aspectos.
En el año 92 se produce la convergencia europea, ¿cómo se sitúa este año 88 en ese Plan? ¿Era el Plan de Empleo Juvenil un avance de lo que iba a llegar con la convergencia?
Sí, por supuesto, era un avance hacia agenda no pública de regularizar el mercado laboral con las recetas neoliberales que se estaban implantando, por ejemplo, en los ámbitos anglosajones.
Y ahí viene la parte mas conflictiva del libro, que a mucha gente no le va a gustar, ¿fue el 14D la historia de un éxito? Por que eso tiene que ver con la aprobación del plan de convergencia del año 92. Sí, en realidad, el país paró. Fue un momento de impugnación del proyecto de modernización del Partido Socialista, fue un momento de gran convulsión y movilización. Pero es interesante acercarse a lo que pasó después del 14D.
El Gobierno quedó muy tocado. Felipe González está a punto de dimitir, pero muy a punto. Hay una bronca tremenda en el Consejo de Ministros, el 16 de diciembre, pero el Gobierno aguanta. No solo aguanta, es que el 14D mete miedo a toda la derecha que está en el Parlamento, mete miedo a toda la clase dominante, a los medios de comunicación. Y va a haber una gran alianza de todos esos sujetos para frenar a los sindicatos.
Los futbolistas llegan a hacer un comité de huelga, encabezado por Butragueño y Míchel, contra el Plan de Empleo Juvenil, llaman a la solidaridad, y paran la jornada prevista para ese día
Efectivamente, terminan frenándolos de muchas maneras, por ejemplo, en el Congreso a través del Pacto de San Valentín en febrero del año 89. Pero sobre todo, y esa es la parte conflictiva, los sindicatos empiezan a negociar, y aunque no lo descartan, no lo tienen muy claro: "¿Qué hacemos negociamos solo o seguimos con la estrategia de movilización?".
Descartan seguir las movilizaciones o, por lo menos, pensarse una segunda huelga general. Luego se arrepienten. Nicolás Redondo lo ha confesado varias veces, que se arrepintió de no haber convocado otra huelga general.
Pasa el 88. Se pasa muy mal. Se hacen algunas cesiones, como retirar el Plan de Empleo Juvenil, pero en lo básico, no se toca la política económica socialista. Esto conlleva que el PSOE en el 89 gana dos elecciones, las Generales y las Europeas, pierde muchos votos pero no se queda tocado electoralmente, y sigue con su programa liberal progresista –no tan neoliberal como los Gobiernos anglosajones– pero sigue en esa línea hasta el programa de convergencia del año 92.
¿Es la última gran huelga del país?
En este país, después del año 88, hay otra gran huelga obrera que fue la de enero del 94, contra la reforma laboral, contra los contratos basura. Curiosamente la del 14D no es estrictamente una huelga obrera, y de ahí su éxito, porque los sindicatos consiguen conectar con muchos sectores sociales no específicamente obreros.
Hubo toda una política de seguimiento, de infiltración, de criminalización y manipulación contra el movimiento obrero
Conecta con intelectuales, con parte de la clase media, conecta con colectivos que no tienen nada que ver con la lucha obrera, empezando por la Liga de fútbol. Los futbolistas llegan a hacer un comité de huelga, encabezado por Butragueño y Míchel, contra el Plan de Empleo Juvenil, llaman a la solidaridad, y paran la jornada prevista para ese día.
Eso es lo que explica su éxito, y no es un éxito tanto obrero si no de llamada a la solidaridad de carácter interclasista. Y lo que sí es evidente es que seis años después sí se produce la última gran huelga obrera con trascendencia real.
Los sindicatos presentaron la jornada del 14D como pacífica, pero hubo violencia, mucha por parte de Interior.
La primera apreciación es que una huelga general nunca es pacífica, siempre implica una violencia. Es otra parte de los mitos y leyendas, en este caso de los sindicatos. Es cierto que las cúpulas de CC OO y UGT aguantaron muy bien a los piquetes informativos y también que los episodios violentos, no tanto en calidad como en cantidad, fueron bastantes.
Para el libro, por primera vez, se ha accedido a una pequeña parte de la la documentación que está en el Archivo General del Ministerio del Interior. Lo que explica esa documentación es que hubo toda una política de seguimiento, de infiltración, de criminalización y manipulación contra el movimiento obrero.
Tengo la sensación, y esto no lo puedo afirmar rotundamente, de que se alentó en algunos casos determinadas cargas, digamos a lo bruto, para generar la imagen de que los huelguistas eran violentos, que iban a traer el caos, etc. Los documentos de Interior que se reflejan en este libro van por esa línea.
En el 88 Felipe estaba de subidón. Se supera la crisis, entramos en la Comunidad Económica Europea, España está de moda y Felipe empieza a considerarse una especie de providencia para el país
No hay una huelga pacifica, pero es cierto que si tenemos en cuenta que paró entre el 80 y el 90% de la población activa, más de ocho millones de trabajadores, los menos de 200 detenidos que hubo y algún tira y afloja, fue poco violenta. Comparativamente, en los años 80 cualquier conflicto obrero terminaba a pedradas, con cócteles molotov, con brutales cargas policiales, y el nivel de violencia implícita que lleva cualquier conflicto laboral era mucho más duro en términos físicos que hoy en día.
Has hablado de cómo reaccionaron las cúpulas de los principales sindicatos, ¿pero qué supuso la huelga para el conjunto del movimiento obrero: otros sindicatos, los sindicatos de los distintos territorios, etc.?
Lo que tienen muy claro Comisiones Obreras y UGT, y eso es importante para responder la pregunta, es que ellos son los que convocan y que el resto de las fuerzas minoritarias, entre comillas, cursiva, lo que quieras, participarán pero que ellos llevarán la iniciativa. Desde el primer momento toman las riendas y aceptan el protagonismo. Todos los sindicatos del Estado –se entiende, sindicatos de clase– terminan apoyando la huelga: desde Galicia, pasando por el País Vasco, Catalunya, Andalucía... Hay algunas reticencias en la CNT, en USO, pero terminan todas participando de una u otra forma. ¿Qué conlleva para esas fuerzas sindicales? Creo que conlleva un reforzamiento bastante positivo en sus territorios.
Entre la juventud, a la que iba dirigida el Plan del PSOE. ¿Cómo fue la huelga?
Todos los partidos políticos, el Gobierno, patronal, medios, todos... hablaban de la muy complicada situación de los jóvenes en los años 80. A los jóvenes se les ignoraba, no se les dio voz, y eso que protagonizaron episodios de gran importancia como las huelgas estudiantiles del año 87.
Para la CEOE, la convocatoria de la huelga general suponía, y así lo han reconocido algunos de sus protagonistas, reavivar la lucha de clases
A lo que va a llevar el Plan de Empleo Juvenil del 28 de octubre de 1988 es a la creación de una plataforma de jóvenes. Por primera vez se organizan jóvenes, de izquierdas (que pueden venir de la Unión de Juventudes Comunistas de España, de CC OO, de UGT), con jóvenes de centro, empezando por las juventudes del Centro Democrático y Social (CDS), a jóvenes vinculados a la derecha y a movimientos católicos.
El plan aglutina a una serie de colectivos que no tienen nada que ver en lo ideológico pero están de acuerdo en que no puede salir adelante porque pone en peligro su futuro laboral. Los jóvenes tienen un protagonismo de primera línea sobre todo el 1 de diciembre. Ese día hay una manifestación multitudinaria en las calles de Madrid y creo que es el gran momento histórico de los jóvenes, porque por primera vez organizan y son ellos los que marcan –eso sí, temporalmente– la agenda pública y mediática aquellos días. Es un factor que hasta ahora no se había tenido en cuenta, no ya los historiadores, sino las investigaciones sobre este tiempo.
Has dicho que Felipe González estuvo a punto de dimitir, ¿qué supuso para la leyenda de ese césar visionario la huelga?
En el año 88 Felipe estaba de subidón. Se supera la crisis, se pasa el mal rato de la OTAN, entramos en la Comunidad Económica Europea, España está de moda a nivel internacional, y Felipe empieza a considerarse como una especie de providencia para el país. Parece que él solito ha traído la modernización. Empiezan a generarse esos mitos y leyendas sobre Felipe González que han durado hasta hace muy poco tiempo. Ahora Felipe González es cuestionable. Ahora. Hace cinco años no.
Él no piensa que los sindicatos le pueden hacer ese lío. Piensa primero que los sindicatos están muertos, segundo, que ni la UGT, y menos Nicolás Redondo, se van a atrever a hacer la huelga general, y tercero, considera que la sociedad no se iba a movilizar contra un plan de empleo juvenil.
Esto es producto de la arrogancia, de ciertas derivas autoritarias y, bueno, los hagiógrafos de Felipe González hablan del síndrome de La Moncloa, que viene a traducirse en una posición de que el pobrecito estaba encerrado en La Moncloa y no percibía el movimiento: encerrarse en su propia realidad, no querer ver y tener una visión totalmente elitista de la sociedad.
Felipe no se lo espera, y cuando convocan los sindicatos, y mira que venían avisando, tiene dos fases: primero se queda paralizado. y a los pocos días, y esto lo ha dicho gente que estuvo muy cerca de él, entra en una especie de ira que le lleva a encabezar la campaña antisindical que van a llevar a cabo tanto el Gobierno como el PSOE. Y pierde en muchas ocasiones los papeles, dice auténticas barbaridades.
Entra en shock total cuando en su televisión en La Moncloa aparece la carta de ajuste. Le aseguran Alfonso Guerra y Pilar Miró [a la sazón, directora general de RTVE] que no va a pasar porque ellos van a tomar todas las medidas para que la televisión no parara. Y ganan los trabajadores. De hecho, comete errores de bulto en los siguientes días mientras está pensando su dimisión. Creo que fue sin duda la mayor derrota de Felipe González en sus casi 15 años de Gobierno.
¿En la Patronal qué reacciones se producen antes, durante y después?
Si uno tiene estomago de leer manuales al uso sobre esta época, la idea que se lleva es que la Patronal fue una colaboradora activa de los sindicatos porque estaba interesada en hacer daño al gobierno socialista. Todo eso es falso, todo eso es mentira.
La CEOE primero, antes incluso de la convocatoria, ve que está perdiendo influencia porque los pactos con UGT habían imposibilitado la unidad de acción entre este sindicato y Comisiones. Cuando se empieza a romper el modelo de concertación social, por una serie de cuestiones bastante complejas, los dos sindicatos comienzan a tomar determinadas posiciones que le llevan a avanzar hacia la huelga. No es lo mismo tener enfrentados a los grandes sindicatos que pactar con ellos.
La huelga se ganó en la calle, no se llegó a perder en los despachos, pero tampoco se ganó. En otras palabras, no se sacaron todos los posibles beneficios que tuvo esa acumulación de fuerzas
Pero, sobre todo para la CEOE, la convocatoria de la huelga general suponía, y así lo han reconocido algunos de sus protagonistas, reavivar el mito de la lucha de clases. Ya no eran los sindicatos negociadores, con talante, que sentar a una mesa, sino sindicatos que se atrevían a convocar una huelga. Entonces, la CEOE utiliza todos los medios a su alcance: declaraciones, entrevistas, informes, informes jurídicos, que incluso llegan a cuestionar la legalidad que tiene el 14D. Dicen que es ilegal porque es "política", con unos argumentos que por supuesto no tienen encaje con el artículo 28CE, que habla precisamente del derecho de huelga.
Utilizaron toda su capacidad de influencia, y de hecho estaban tan asustados que llegaron a tener una conversación con el ministro de Interior, José Luis Corcuera, a escasos días de la huelga, intentando que pusiera todos los medios a su alcance, que no se cortara en garantizar la apertura de las empresas. Es decir, que diera caña.
Has dicho que se trata de una victoria cuyas consecuencias negativas se ven con el tiempo, pero es una victoria al fin y al cabo, ¿no?
Una victoria del movimiento obrero en España no se ve todos los días, ni en décadas. Es una conclusión abierta y sé que es polémica. Se puede ganar una huelga, en la calle, y se puede perder en los despachos. Esta se ganó en la calle, no se llegó a perder en los despachos, pero tampoco se ganó. Se quedó en una situación de stand by. En otras palabras, no se sacaron todos los posibles beneficios que tuvo esa acumulación de fuerzas.
El 14D fue una contestación social brutal. Y esto tiene un riesgo, porque si tiras de la gente, la llevas a la calle, pierde un día de salario, con esa tensión social que se vive; y luego no generas una estrategia que combine diálogo y movilización para intentar presionar al Gobierno, si no que optas mayoritariamente por la vía del diálogo y vas abandonando la movilización, generas, no descontento, sino apatía. No tanto contra los sindicatos sino contra las direcciones sindicales. Es una visión polémica pero creo que por ahí van los tiros.
Posteriormente en esa derrota tras derrota de la que hablas en el libro, ha habido otras huelgas.
Hubo una en el 92, que fue un error porque se convocó a media jornada, fue un fracaso de huelga –ellos mismos lo han reconocido– y puedo ser peor, dentro de lo malo se mantuvo cierto impás. Hubo en el 94, 2002, 2010 y dos en 2012, una contra Zapatero y una contra Rajoy.
Creo que hay una diferencia fundamental. En el año 88 los sindicatos tenían una mayor capacidad de movilización, eran sindicatos, por lo menos en el caso de CC OO, más combativos, todavía de clase. Creo que lo sindicatos han ido descafeinándose ideológicamente en estas últimas décadas.
Mi opinión a título personal es que estaban bien convocadas todas estas huelgas, pero hay un desapego entre la ciudadanía, la clase trabajadora y los sindicatos, cada vez más evidente. Solo hay que ver las tasas de afiliación, las más bajas de Europa.
Hay una crisis del sindicalismo, que es cierto que intento reaccionar contra brutales recortes pero tiene una capacidad de movilización potencialmente mucho más baja que la que se podía tener el 88, cuando además se venían arrastrando todas las movilizaciones del proceso de desindustrialización y de otros conflictos.
Para mantener una estrategia sindical que luego te permita reaccionar tienes que ir a una estrategia de movilización permanente, de negociación y movilización, sin renunciar a esa pata que es fundamental para llegar con fuerza a la mesa de negociación.
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Patetico y asqueroso ejercicio de manipulación para adecuar ese simulacro a un éxito del que aprender. Todo para encajarlo en vuestra cobarde ideología posmoderna
Entonces había obreros porque había fábricas, porque había industrias. Hoy no las hay, es anecdótico lo que queda. Tampoco hay conciencia de clase. Han conseguido que aceptemos como normal la precariedad, la pobreza, la exclusión, dejamos que suceda sin más. Los sindicatos son inútiles porque no hacemos lo que debiéramos. No hay mucho más. Recuerdo el 88, y recuerdo huelgas posteriores. Existía otra conciencia, pero no fraguó en nada.
Resumen: CC.O.O. y UGT convocan una huelga general que tiene un gran éxito y consiguen que el PSOE reitre el plan de empleo basura juvenil, pero estos "sindicatos" pasan de continuar la lucha, Y ¿que hace la gente? ¿abandonar ugt y comisiones y crear otra organización o irse a sindicatos mas combativos? NOOO, pasar de todo y que nos bajen el sueldo y recorten en educación, sanidad, etc. Si la gente pasa de todo será consecuencia inevitable los recortes sociales y bajadas de salario. La otra consecuencia es que para seguir viendo a comisiones y ugt como "sindicatos" será necesario ingerir algun alucinógeno. ¿O no?