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Movimiento vecinal
“Mires donde mires, ves una ofensiva a todo tipo de relaciones humanas”
En principio, el proyecto parecía muy sencillo: carteles y un kit de pegatinas para que los vecinos peguen en su buzón necesidades y ofrecimientos. Pero la iniciativa de Rosa Jiménez no ha parado de crecer. Repasamos qué ha significado el proyecto La Escalera.
En principio, el proyecto parecía muy sencillo: carteles y un kit de pegatinas para que los vecinos peguen en su buzón necesidades y ofrecimientos: “riego las plantas”, “comparto wifi”, “invito a un café”. Pero esta iniciativa, resultado de la participación de Rosa Jiménez en Medialab-Prado, que parecía humilde y de poco alcance, se convierte en un boom tanto mediático como social que no ha parado de crecer. Desde la incertidumbre sobre su futuro, repasamos qué ha significado y repensamos el vivir en comunidad.
¿Por qué La Escalera?
Me gusta tomarle la medida a las cosas desde la vulnerabilidad. Pienso en una madre que viva sola, con su hijo y su sueldo escaso: ¿qué papel podrían jugar sus vecinos? Cuando yo era pequeña, le subía la compra a dos hermanas mayores que vivían en el tercero. Ellas me invitaban a merendar viendo la tele, que en mi casa no había. Más allá de ese apoyo, me pregunto cuánto puede hacer una comunidad que se cuide para conseguir, por ejemplo, servicios públicos para el barrio.
Ponemos el centro en los cuidados pero seguimos pensándolos en femenino. ¿Cómo hacemos para que se impliquen los hombres?
En La Escalera, un 75% de participantes son mujeres. Queda mucho trabajo por hacer para valorar realmente los cuidados. En ciertos entornos hablamos mucho de ellos, pero poca gente, y menos hombres, se sienten mal por no saber cómo acompañar y cuidar a las personas a las que quieren. Sí nos pesa, por ejemplo, no hablar bien inglés.
Otra pata importante es la tercera edad. Se dice que “gana el PP por la gente mayor”, pero para vosotros son parte y motor de la revolución.
Creo que las dinámicas de apoyo entre vecinos resultan más naturales para gente con otras experiencias de vida. Pero con los recursos que teníamos, lo viable era mover la iniciativa a través de redes sociales, llegando sobre todo a treintañeros. También hay que tener en cuenta que el proyecto ha sido corto: un máximo de cuatro meses de proceso activo en la más “vieja” de las escaleras.
Pensamos en el ‘cohousing’ antes de en cómo hacer de la comunidad un lugar parecido a ese en el que nos gustaría vivirMuy poco tiempo, y más para gente mayor, aunque ellos a priori estén más familiarizados...
Son prácticas muy naturalizadas pero que se van perdiendo porque todo lo que hay alrededor las amenaza. El diseño urbanístico, la infraestructura del edificio, Airbnb o la ley de alquiler; mires donde mires, ves una ofensiva a todo tipo de relaciones humanas, a la vida en sí. Nos hemos puesto con el cohousing antes de pensar en cómo hacer de la comunidad de vecinos un lugar más parecido a ese en el que nos gustaría vivir.
La estructura de los edificios invita poco a la interacción.
Algunas participantes de La Escalera quisieron organizar encuentros con cañas y tortilla, y no tenían sitio donde convocarlos. Algunas comunidades que sí cuentan con espacios comunes deciden que esos espacios no se usen, convirtiéndolos en no lugares. Gestionar lo común es un lío y nada lo facilita.
Hemos creado un mundo de relaciones cerradas, y cuanto más nos agarramos a ellas, más solas nos dejan…
Nos han contado que, salvo en la niñez, la vejez o la enfermedad, somos personas autónomas e independientes. Que es preferible compartir nuestras vulnerabilidades, como mucho, con dos personas, mejor si son de nuestra sangre. Y que no hay que pedir ayuda. Pero aunque podamos, y hasta debamos, ponernos a saco con el amor romántico y la familia nuclear, hay que reconocer que no hemos desarrollado alternativas.
Solemos fantasear con vivir en mitad de la nada, sin vecinos que molesten...
Porque la convivencia entraña conflicto. Mucha gente me insistió en que el lema no fuera “la vida es un problema común”, que es una frase de Marina Garcés. Y yo pensaba que el imaginario que tenemos en este país en torno a la comunidad de vecinos es el de Aquí no hay quien viva: una en la que nadie quiere ir a las reuniones de vecinos.
¿En qué punto estáis ahora?
Estamos buscando financiación y respaldo institucional. Para una segunda vuelta planteamos La Escalera como parte de una red a la que pertenezcan centros de mayores, huertos urbanos o grupos de consumo. Creo que hemos contribuido a señalar que la comunidad de vecinos puede tener un papel activo en la construcción de barrios y ciudades más saludables, accesibles, diversas y participativas. Nos encantaría seguir haciéndolo.
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hola, felicidades por el proyecto ¡¡
¿Podríais poner información o enlaces para conocer un poco más de primera mano el proyecto? alguna forma de contacto, enlace a algún perfil de red social, web o similar...
Un abrazo