Música
Lidia García: “La copla era un espacio de libertad vigilado”

Dice la filóloga Lidia García que la copla tiene una cara subversiva que pone en el centro a mujeres que habitan en los márgenes de la moral católica. Con su libro y con su podcast '¡Ay, campaneras!' nos enseña a agudizar el oído en este género popular que guarda muchas sorpresas.
Lidia García
Lidia García, autora del libro '¡Ay campaneras!'.

A Lidia García García (Albacete, 1989) la copla le sabe a Pronto, a mañanas de limpieza con su madre, que tarareaba estos soniquetes para hacer la tarea más llevadera. Le lleva a su infancia, marcada por esas canciones que recogen el sentir popular de una época que no es la suya. Una época que hoy conoce más de cerca gracias a sus letras. García, investigadora predoctoral en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia,  disecciona la cultura popular española en el libro ¡Ay Campaneras! (Berkana, 2022) y, antes de eso, en un podcast que empezó durante la primera semana del confinamiento por casualidad. Así, lo nuevo y lo viejo se entretejían sin micrófono y al más puro estilo experimental. La cosa funcionó y pasó a acumular visitas. Hoy su programa está alojado en la plataforma Podium Podcast, de Prisa, y colabora en el programa de Radio 3 ‘Hoy empieza todo’. También ha tenido hueco en ‘La Ventana’ de Cadena Ser. Ahora, está parada, agilizando su tesis doctoral y presta un hueco a El Salto para explicar por qué es interesante desempolvar la memoria histórica inserta en versos que bordearon la censura.

¿Cómo te decidiste a empezar un podcast sobre el mundo de la copla?
Empecé a grabarlo un poco por casualidad. Estoy haciendo un doctorado y nos dan programas de formación. Uno de esos programas era para aprender a hacer podcast destinados a los docentes. Entonces lo probé y me gustó. La semana siguiente empezó el confinamiento y pensé: ¿por qué no hago un podcast? Pero en lugar de cuestiones más académicas, hablando sobre lo que suelo estudiar pero de una manera mucho más distendida y con un ánimo más divulgador. Y así fue como empecé de una manera totalmente improvisada, sin micrófono, un poco así a lo loco, pero la cuestión es que me gustó.

A ti y al resto. Pero ahora estás un poco parada ¿no?
Sí, ahora he decidido parar un poco para redactar la tesis, porque estaba en esa parte de la investigación que lo tenía casi todo hecho, pero me faltaba redactarla y si no paraba unos meses iba a ser imposible. Sí que estoy yendo a Radio 3 y soy colaboradora en ‘Hoy empieza todo’ y este verano estuve en ‘La Ventana’ de la Ser. De momento el podcast está paradito, pero habrá una tercera temporada pronto.

¿Tú que has estudiado y cómo has integrado la copla en tus estudios?

Bueno, en realidad yo estudié Filología Hispánica primero y después Humanidades. Mi acercamiento a la copla tiene que ver con cuestiones de género que me interesan mucho, como se representan en este estilo musical, y también con cuestiones de clase, que se entrecruzan constantemente. Y lo hago desde la perspectiva de los estudios culturales, con una mirada social, con una mirada al fenómeno teniendo en cuenta qué impacto supuso no sólo dentro del marco estricto de la música, sino socialmente, en un sentido amplio. Y mi tesis doctoral precisamente es sobre estética camp— formato artístico que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración—, sobre este tipo de estrategias desde lo lúdico, desde lo paródico, en el ambiente LGTBI español. O sea que es por ahí por donde me acerco en principio a la copla, desde la perspectiva de género.

La copla tiene esa capacidad de entre metáforas canalizar las ansias de libertad y las frustraciones que había en la España de la época

He de reconocerte que la copla también es mi guilty pleasure, en mi caso gracias a mi abuela, y que el disco Tatuaje también ha perseguido mi adolescencia y parte de mi juventud. Pero quizás no ponía bien la oreja en las letras y gracias a ti lo estoy haciendo. ¿Por qué es interesante desentrañar lo que hay detrás de las coplas?
Sucede en realidad con cualquier música. Pero con este tipo de géneros musicales que encapsulan también la sentimentalidad de toda una época, porque la copla fue durante décadas el género rey en España, es interesante pararse a escuchar esas canciones, precisamente porque cuentan la intrahistoria, esa historia pequeña que tiene que ver con la sentimentalidad de la gente, que tiene que ver con el mundo de los afectos, que tiene que ver muchas veces con la capacidad que tiene a menudo la música en general, y la música popular en particular, de canalizar todas esas cosas que de otro modo no se pueden decir.

Esto lo decía constantemente Vázquez Montalbán, la copla tiene esa capacidad de entre metáforas, entre sugerencias, entre cosas que no se dicen explícitamente, canalizar las ansias de libertad y las frustraciones que había en la España de la época. Por eso creo que es interesante pararse a escucharla.

Muchas coplas están protagonizadas por mujeres y casi siempre son mujeres que se salen de la feminidad deseable para el momento

Cuentas que la canción de “Campanera” era una historia de señalamiento social con una mujer cuestionada en el centro de la acción, como sucede en tantas coplas, a menudo pobladas de personajes marginales por razones de clase social, género o por no encajar en los estrechos cánones de la moral sexual de la época. ¿Era la copla un canto a las minorías?
Sí y no. Nos movemos en un mundo de ambivalencias. Y la copla, desde luego, no tiene un discurso unitario en ese sentido, unívoco, que se pueda leer desde un solo lugar. De hecho, para mí lo interesante del género es precisamente eso, en ver cómo, por ejemplo, en cuestiones de género, por un lado se representan discursos reaccionarios y a veces parecen apuntalarse, pero por otro lado también se representan transgresiones. Se mueve siempre en esa especie de ambivalencia que también le posibilitaba existir. Porque si hubieran sido discursos abiertamente transgresores, pues difícilmente hubieran sobrevivido a los mecanismos de censura de la de la dictadura.

Pero sí que creo que hay una representación clara de lo que se sale del sistema. Muchas coplas están protagonizadas por mujeres y casi siempre son mujeres que se salen de la feminidad deseable para el momento. O porque se quedan solteras, que es un gran tema en la copla y eso de alguna manera desafía lo que se esperaba de una mujer, o porque explicitan su deseo sexual, lo que también es muy frecuente en la copla. Entonces, por una cosa o por otra, no encajan dentro de lo que sería una mujer de bien de la época. Y el hecho de que este género musical le diera voz a estos aspectos, por supuesto que posibilitó que muchas mujeres pudieran identificarse con ella.

La copla esquivaba la censura pero algunas están bañadas con mensajes, como contabas, con cierta carga política o sociopolítica. ¿Piensas que nadie se tomaba en serio la copla, ni siquiera la dictadura?
Yo pienso que realmente sí se la tomaban en serio, pero por supuesto adolece durante mucho tiempo de los males que suele sufrir la cultura popular, que no se observa con la misma lupa que se pondría sobre discursos más vinculados con la alta cultura o con discurso más intelectualizados. Pero, sin embargo, sí que se la tomaban en serio en el sentido de que estaba muy vigilada, porque precisamente alcanzaba a capas de la población muy amplias.

De nuevo estamos en esa dualidad. Era como una especie de espacio de libertad, pero también vigilado. En cualquier caso a veces sí que se conseguían colar por pequeña grietas esos discursos subversivos. En el momento de la recepción podían entenderse como tal o no, porque como bien decías tal vez si no te paras a escucharlo, no te paras a pensar hasta qué punto puede ser subversivo, por ejemplo, que la canción “Campanera” defienda a una mujer a la que todo el pueblo señala.


Pon algún ejemplo más de este carácter subversivo de algunas coplas.
En el caso de de las coplas protagonizadas por mujeres, hay muchísimos ejemplos. Hay una pequeña tradición dentro del género que representa a las mujeres solteras, a veces casi como una desgracia por haber fallado a lo que tenía que hacer una mujer, esa misión sagrada de ser madre y esposa que proclamaba el franquismo. Pero por otra parte, hay también algunas canciones que, utilizando muchas veces el humor, que era una herramienta muy subversiva, presentan la soltería como algo deseable, como esta que cantaba Juanita Reina de “Compuesta y sin novio”. Decía que tenía muchos motivos para quedarse soltera: no le apetecía aguantar a los niños, al marido, ir a comprar, que si el niño se pone malo… Y, de alguna manera, con ese carácter paródico, enumeraba todas las obligaciones femeninas que ella sorteaba quedándose soltera. Y precisamente con este mismo ejemplo de esta canción cuando la cantaba en masculino Miguel de Molina, sucedía que se abría como un espacio de visibilidad homosexual. Cuando él cantaba que se quedaba soltero porque tenía sus razones, todo el mundo sabía cuáles eran.



Explicas que la copla es un repertorio de estrategias femeninas para sobrevivir al patriarcado. ¿Por qué?
La activista feminista Alicia Murillo dice que la copla representa una especie de muestrario de todas las perrerías que nos han pasado históricamente a las mujeres, sobre todo en el contexto del amor romántico. Muchas veces esas canciones desesperadas de rupturas y de los destrozos que deja atrás el amor romántico son una especie de grito, ¿no? Un grito sobre lo que nos pasa cuando nos lanzamos al amor tal y como ha sido pensado con estas construcciones terroríficas del amor romántico. En ese sentido, creo que el mero hecho de visibilizar eso puede tener un componente de alivio, de encontrar un espacio de identificación. Aunque por otra parte, volvemos a la ambivalencia, también puede ser problemático, ¿no? Porque en definitiva, cuando conviertes estas historias de amor romántico, tóxico, destructivo… en el tema en torno al que pivota la copla, corres el riesgo de romantizarlas, como de hecho también sucede. O sea que estamos de nuevo ante esa doble vara. Por una parte, tiene un componente de cierto alivio, incluso de cierta aversión, pero por otra, romantiza toda esta toxicidad que por supuesto, deriva del patriarcado.

Entonces, ¿tú crees que existe la copla feminista?
Creo que sería muy arriesgado catalogarla como tal. Yo insisto en que me parece que cuando te paras a ver estas letras de cerca, te das cuenta de que esta ambivalencia es constante y que por mucho que quieras detener la mirada en los haces de luz, en esos momentos de trasgresión, todos esos otros discursos continúan estando ahí. Entonces no me atrevería a catalogarla de tal, pero sí que creo que es interesante revisar esos ribetes de luz, porque antes de poder elaborar un discurso, digamos consolidado, un discurso estructurado, feminista, pues en la cultura popular ha habido siempre fogonazos y me parece que esos fogonazos también son parte de nuestra genealogía feminista, aunque no puedan catalogarse directamente como tal, sobre todo porque muchas veces han sido a los únicos a los que han tenido acceso las mujeres de clase popular, que no podían ponerse a leer un ensayo feminista pero sí que podían sentirse representadas en estos fogonazos de luz.

Que una mujer como Rocío Jurado dijera que era feminista pudo tener mucho impacto en mujeres que no iban a tener acceso a otro tipo de discursos que podían venir de los movimientos sociales o de la academia

Bueno, ahora que hablamos sobre feminismo, vamos a saltar un poco hacia la figura de Rocío Jurado. Se viralizan constantemente los fragmentos en los que ella manifiesta su feminismo. ¿Cómo explicarías tú el feminismo de Rocío Jurado y sus posibles contradicciones?
El caso de Rocío Jurado es probablemente entre las cantantes de copla el más explícito, en el sentido de denominarse así misma feminista. En cualquier caso, antes que ella también hubo otras figuras que sin utilizar esta palabra para referirse a ellas mismas, representaban por lo menos unas figuras curiosas para las mujeres de la época, ya que tenían un espacio y acceso al discurso público y muchas de ellas tuvieron sus momentos de trasgresión y sus momentos también de ‘protofeminismo’, si así queremos decirlo.

Pero el caso es que Rocío Jurado se calificó explícitamente como feminista y creo que esto tuvo cierto impacto en la época. Por supuesto que había ya muchísimo movimiento teórico y social feminista, pero que una mujer como Rocío Jurado dijera “soy feminista, soy partidaria de la igualdad de la mujer no detractora del hombre”, pues pudo tener mucho impacto en mujeres que no iban a tener acceso a otro tipo de discursos que podían venir de los movimientos sociales o de la academia. Ahí creo que reside su valor.

Porque si bien en el cuplé en los años 30 había canciones que hablaban abiertamente de feminismo, durante la dictadura difícilmente se podían hacer las cosas de manera tan explícita

¿Cuándo hablabas de “protofeminismo” te referías a La Argentinita?
La Argentinita realmente sí que tiene algunas canciones que creo que, sin pillarnos muchísimo los dedos, podríamos catalogar de feministas. Aunque el tema se tenía que tratar con cierta sorna, como decíamos antes, para que pasara.

Es interesante que saques a La Argentinita porque te das cuenta del hachazo que supuso la dictadura. Porque si bien en su cuplé en los años 30 había canciones que hablaban abiertamente de feminismo, durante la dictadura tras el golpe de Estado difícilmente se podían hacer las cosas de manera tan explícita. Así que observar esas diferencias en cuanto a la representación de género en el cuplé y en la copla, pues también creo que es muy interesante.


Un hachazo que también se manifiesta en torno a la libertad sexual. “Amar, yo quiero amar con libertad, sin escuchar el qué dirán”. Son letras de una canción interpretada por Concha Piquer que se llama “Se dice”. Es de antes de la guerra civil.
“Se dice” es del 32 y estaría en los contornos del cuplé, no estaríamos todavía hablando de copla, que es un género que se consolida como tal ya en los años 30 y que empieza a tener recorrido en la República y que se fragua completamente ya en la dictadura. Por supuesto, estos alegatos de libertad sí que desaparecen completamente.

Y esto se observa de manera muy clara en el revival del cuplé, cuando a finales de los años 50 se vuelve a poner de moda este género, estas canciones ligeras que habían estado de moda a principios de siglo, que es la época en la que las canta Sara Montiel, en la época de El último cuplé. Y ahí se observa claramente ese hachazo de la dictadura, porque se cantan las mismas canciones que se cantaban a principios de siglo, pero con las letras censuradas. Y entonces te das cuenta como la generación de las que en ese momento eran ancianas se habían criado cantando unas canciones que hablaban de sexo de una manera mucho más libre de lo que lo estaban haciendo sus nietas. Y ahí sí que se percibe claramente esa vuelta atrás.


“Se dice” es un canto al lesbianismo. ¿No?
Es un canto a la libertad de la mujer en general. Lo que sucede, y una de las particularidades que tiene esta canción, es que tiene una referencia explícita al lesbianismo, que es algo bastante poco frecuente. Ella da como una lista de las cosas por las que critican a una mujer, se queja de esa hipervigilancia que sufrimos, y una de las cuestiones que dice es “si va con muchos hombres la critican, pero si va con otra mujer se dice que el mundo está al revés”. Entonces ahí hay una referencia al lesbianismo, que por supuesto después, ya desaparecería en la música.

La copla y el lesbianismo se daban la mano con sobreentendidos, con camuflajes. ¿Qué estrategias utilizaban las cantantes?
La verdad es que la cuestión del lesbianismo y la copla es un tema ciertamente espinoso, porque por un lado siempre ha existido ese rumor en torno a la vida personal de las propias intérpretes. Pero, por otra parte, ha habido pocos casos en los que esto haya dado lugar a canciones o pueda ser observable o visible de alguna manera.

Esto es un reflejo de esa doble discriminación que de alguna manera hemos sufrido las mujeres lesbianas y bisexuales. Porque en el caso de los hombres sí que es cierto que tenemos muchos ejemplos de cantantes que de una manera u otra desafiaban la masculinidad hegemónica como Miguel de Molina o Tomás de Antequera. Pero cuando hablamos de mujeres es muy difícil ponerle nombre y apellidos a esa especie de fenómeno silencioso, esa rumorología que acompaña al género pero que difícilmente tiene concreciones de las que se pueda hablar.

No quiero decir que no hubiera muchísimo lesbianismo en el género, quiero decir que no encontraba espacios para visibilizarse

¿Entonces tú crees que es parte de la mitología más que de una realidad?
No, no, no, es una realidad. Otra cosa es que, claro, se pusiera realmente en escena. En el libro lo que comento sobre esto es precisamente la dualidad que se encuentra, ya saliéndonos de la copla y pensando en un sentido amplio de la música popular de la época, como muchas veces se utilizan las referencias al lesbianismo como una especie de gancho, sobre todo para entretener y para deleitar a esa omnipresente mirada masculina, mientras que por otra parte, muchas cantantes no pueden salir del armario o no se puede hablar de estos temas abiertamente. Y de nuevo nos encontramos ese silencio. No quiero decir que no hubiera muchísimo lesbianismo en el género, quiero decir que no encontraba espacios para visibilizarse.

Vamos a dar otro salto temporal. ¿Por qué piensas que sorprendió tanto que María del Monte saliese del armario durante el pasado Orgullo?
Bueno, yo creo que más que sorprender fue una alegría para el colectivo. Y creo que precisamente tiene que ver con esa larguísima historia de sobreentendidos, de rumores, de cosas que se dicen en voz baja. Me parece que el hecho de que ella saliera del armario tiene mucho valor primero, para la visibilidad de las mujeres de su generación, y segundo también para entroncar con toda esa historia de silencio y por fin ponerle a eso una voz.

Ya por acabar, si te tienes que quedar con una copla y una coplera, ¿con quién te quedas?
Me quedaría con Concha Piquer. Y si me tuviera que quedar sólo con una copla, sería más complicado todavía, pero por algo le puse al podcast ¡Ay, campanera! y luego al libro. Era la canción favorita de mi abuelo y me quedaría con ella.


Y Concha Piquer, ¿por qué?
Es que me parece sencillamente uno de los personajes más fascinantes que ha habido en la España del siglo XX. Para empezar, por su talento descomunal, por supuesto. Pero además, me parece que su personalidad, ese carácter tremendo que tenía, unido a su biografía tan particular, que pasó de ser una niña pobre de la huerta valenciana hasta que la descubren, se va a Nueva York, triunfa en ese Nueva York de los años 20, actúa en Broadway y luego vuelve a España… o sea, es una biografía absolutamente apasionante.

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