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Música
Música para descolonizar tus oídos
Soy lo suficientemente vieja como para recordar la época en que la mejor forma de descubrir música nueva era confiar en las cintas o CD que te grababan tus amigos: con suerte había un par de grupos de los que jamás habías oído hablar y te tocaba indagar. No era fácil: si no tenías dinero, discos y revistas eran un privilegio. Pero este reportaje no va de nostalgia ni de reivindicación de formatos analógicos, sino de la necesidad de romper el algoritmo para descolonizar nuestra librería musical.
Nunca hemos tenido tanta información a nuestro alcance, pero ahí seguimos, confiando en lo que diga una playlist en la que no interviene el factor humano. Además de la omnipresente Spotify, plataformas como Bandcamp o NTS hacen una gran labor de difusión de todo tipo de sonidos. Las hay menos conocidas, como Refuge Worldwide, con sede en Berlín. Pero hay muchas más formas de descubrir música a la que normalmente no estaríamos expuestos, con proyectos que buscan crear una comunidad y que, de paso, nos ayudan a descolonizar nuestras bibliotecas.
Diáspora y comunidad
Eastern Margins es un colectivo británico formado en 2018 por miembros de la diáspora asiática. “Lo fundé con mi amigo y director de arte de Anthony”, explica David (que pincha bajo el nombre de Lumi). “En esa época andábamos desmoralizados con la falta de opciones para el Año Nuevo Lunar en Londres, porque tenías eventos muy enfocados a la música mainstream en general, y a la música china en particular, o eventos que básicamente usaban el Año Nuevo Lunar como un disfraz y no tenía nada que ver con la cultura, así que queríamos hacer algo que tuviera en cuenta tanto nuestra herencia cultural como el lado más experimental de la cultura de club y, aunque la fiesta fue muy caótica, tuvo tan buena recepción que decidimos seguir adelante”. Eastern Margins ya no solo se dedican a montar fiestas y conciertos, sino que además tienen un programa de radio propio en NTS y un sello en el que publican música del este y sudeste asiático.
“Había una necesidad y una comunidad preparada para lo que hacíamos”, explica David, que también habla de la impotencia de darse a conocer en el llamado capitalismo de plataformas: “La gente entiende muy bien la cultura que tratamos de representar a pesar del idioma, y cuando estás con la gente notas que aprecian lo que hacemos aunque no entienda el lenguaje o lo que sea, pero, pese a todo, aún tenemos estas plataformas y, como tú mencionas, el algoritmo aún está muy centrado en lo geográfico. Por ejemplo, si trabajamos con Spotify, es muy frustrante tener artistas del sudeste asiático que trabajan en inglés para llegar a una audiencia internacional y que Spotify rara vez ponga música que no sea del Reino Unido en la lista del país; y no hay una razón lógica, cultural ni emocional para eso, simplemente es una cuestión de conveniencia para ellos, para nosotros es muy frustrante”.
“La música es el mejor medio de entender una cultura con la que no estás familiarizado, porque hay algo muy primitivo, no tienes que entender de dónde vienen los instrumentos ni las letras para entender la música”, dice David, de Eastern Margins
Frente al algoritmo, David apuesta por los vínculos interpersonales. “En esta época de scroll infinito, la comunicación y hablar con la gente es muy poderoso”, afirma, a la vez que pone como ejemplo la buena acogida que tuvo en Londres Putochinomaricón cuando le invitaron o el alcance del K-Pop: “La música es el mejor medio de entender una cultura con la que no estás familiarizado, porque hay algo muy primitivo, no tienes que entender de dónde vienen los instrumentos ni las letras para entender la música, y con Eastern Margins hemos aprendido mucho no solo sobre la herencia de donde crecimos, sino también las particularidades de otras regiones. Por ejemplo, hicimos el recopilatorio de Hi-NRG Redline legends y durante el proceso, hablando con los artistas, entendimos mucho más cómo se han formado las escenas en distintas áreas, las circunstancias sociopolíticas y cómo está conectado. Ahora estamos trabajando con un productor chino que reinterpreta música rave de los años 90 de Japón y puedes ver que hay una costura muy fina que une el techno que se pinchaba en las raves de Japón de los 90 con el acid house de Vietnam”.
Con ese autodescubrimiento quieren también ayudar a que quienes se interesen por la escena puedan encontrar respuestas, aunque parten de que esa labor no corresponde al artista: “Como sello sentimos la responsabilidad de educar al público europeo que está interesado, pero las escenas locales del este y sudeste asiático están interesadas en su comunidad, no les interesa Occidente; quieren construir algo para ellos y, si funciona en otros sitios, genial, pero no hacen las cosas pensando en el público occidental”.
“Hay un interés cada vez mayor y veo que otras plataformas están empezando a mostrar música del continente de forma positiva, pero también queremos dar espacio a la gente que está en África y centrarnos en la conexión dentro del continente”, explica Kikelomo, dj de Oroko
Ese sentido de comunidad es el mismo que empujó a un grupo de DJ y promotores de la diáspora africana a crear Oroko en Ghana, que consiste tanto en una radio online —ha comenzado sus emisiones a finales de enero— como en “una plataforma de la gente y para la gente, y que ayude a conectar de forma internacional y local a quienes comparten los mismos intereses y que nos permita hacer las cosas a nuestra manera, porque cuando pensamos en los proyectos de comunidad y en el conocimiento, sobre todo en la industria musical de África, está muy dominado por música y sellos mainstream”, explica Kikelomo, DJ que, como ella misma indica, se siente tan europea como africana y que quiere que Oroko sirva de catalizador. “Hay un interés cada vez mayor —explica— y veo que otras plataformas están empezando a mostrar música del continente de forma positiva, pero también queremos dar espacio a la gente que está en África y centrarnos en la conexión dentro del continente”.
Nico Adomako, DJ habitual en las cabinas de Berlín, explica a El Salto que “África y el oeste de África tenemos algo que aportar también”. Cuando se les pregunta por la escena de Ghana, Nico explica que “aquí el underground son los pubs locales que encuentras normalmente fuera de Accra, la capital, donde no tienen muchos recursos pero siempre pinchan música local, mucho afrobeat de la zona y hay mucho baile, es una música que ya empieza a salir de aquí, aunque a nivel de estructura no existe como en Europa”.
Más allá del reguetón
Pese a la inexistencia de la barrera idiomática, si pensamos en música latina, lo primero que se nos viene a la cabeza es reguetón o el pop mainstream, y parece que hace siglos desde que Juan Luis Guerra encabezara las listas de ventas allá donde se hablara castellano. “Hace diez años empecé a notar que cuando prendía la televisión y cambiaba al canal de español antes oía diferentes tipos de música: salsa, cumbias, norteñas, rock en español… Y ahora cambia uno y tiene reguetón en cualquier canal”. Quien habla así es Xolo, un DJ mexicano afincado en Estados Unidos que no solo pincha allá donde le llamen, sino que es host del programa de NTS La Cosecha Internacional recuperando estilos denostados.
“Al principio nadie me quería contratar porque decían que nadie quería esta clase de música, que era para puro borrachos o para viejitos, y no podían imaginar por qué los chamacos querrían escuchar esta clase de música, pero le seguí dando y empezaron a hablar entre sí quienes me escuchaban en la radio y se les hacía raro que llegara este patinador poniendo corridos y cumbia y música de los 70 y 80, pero ahorita sí me mandan mensajes para que toque”, cuenta al otro lado de la pantalla.
Tiene un público ecléctico que va de los 20 a los 50 años, desde skaters a vaqueros, y ha recibido hasta mensajes de fans iraníes, pues, como él mismo dice, “la música es para todos, es internacional”.