Nepal
La Generación Z hace caer al Gobierno nepalí

Edificios gubernamentales en llamas, ataques a políticos, bloqueo de carreteras, barricadas y jóvenes en la calle, duramente reprimidos por la Policía y el Ejército del país. En las protestas, de las más multitudinarias en la historia reciente de Nepal, hasta cincuenta manifestantes han perdido la vida, 19 de ellos, ya confirmados, a manos de los cuerpos de seguridad.
Los jóvenes que han salido a la calle estos días, la mayoría perteneciente a la Generación Z, protestan contra la corrupción de las élites del país, del Gobierno y la falta de libertad de expresión ante el cierre de hasta 26 plataformas de redes sociales; a día de hoy ya reestablecidas.
El cierre de las redes sociales, la mecha que prendió el malestar
Un hashtag que empezó a circular por redes (#nepokids) y una decisión, por parte del Gobierno nepalí, poco afortunada: cerrar hasta 26 redes sociales bajo el pretexto de que las plataformas no estaban correctamente registradas; algo que fue interpretado por la ciudadanía como una medida de censura y un ataque a la libertad de expresión y los derechos fundamentales. Con el hashtag, una juventud mayormente empobrecida quería denunciar la vida de lujo que llevan los jóvenes de la élite política y empresarial, totalmente ajena al contexto de pobreza generalizada en el que vive la mayoría de la ciudadanía en el país asiático.
Tras el cierre en el país de sitios como Facebook, WhatsApp o YouTube, la juventud no se lo pensó dos veces y salió a la calle de manera masiva. El llamamiento de los jóvenes fue pacífico, pero a las protestas se sumaron otros grupos con diferentes reivindicaciones. No era la primera vez que el gobierno nepalí pone su mirada en las redes sociales: hace apenas dos años, en 2023, se prohibió el acceso a Tik Tok por “miedo” a que perturbase la “armonía social; el veto se levantó el año pasado, cuando TikTok acató las normas exigidas por el Gobierno.
El descontento es mucho más amplio y tiene que ver con la corrupción gubernamental y la realidad de una sociedad profundamente empobrecida y desigual, con una tasa desempleo juvenil de aproximadamente el 20% y con miles de personas que abandonan el país en busca de una vida mejor
La escalada de la tensión en Katmandú, la capital del país, y otras ciudades principales, sin embargo, no solo llegó por el cierre de las redes sociales, que volvieron a estar disponibles apenas 24 horas después cuando el Gobierno se dio cuenta de la magnitud de enfado que había provocado la decisión.
El descontento por parte de la Generación Z es mucho más amplio y tiene que ver con la corrupción gubernamental y la realidad de una sociedad profundamente empobrecida y desigual, con una tasa desempleo juvenil de aproximadamente el 20% y con miles de personas que abandonan el país mensualmente hacia Oriente Medio (sobre todo, Emiratos) y otros países del Sudeste Asiático para buscar una vida mejor y unas condiciones de trabajo más dignas. Desde allí, mandan remesas que resultan fundamentales para la supervivencia de miles de nepalíes.
Desde 2006 ha habido hasta 14 gobiernos distintos: ninguno de ellos ha logrado, hasta el momento, terminar el mandato
El cierre de las redes sociales, aunque duró poco, también causó malestar entre otros segmentos de la población porque cortó las comunicaciones entre la diáspora nepalí y sus familias; y también cercenó la manera de comunicarse con el resto del mundo a empresas que viven del turismo, sobre todo de montaña y que publicitan sus servicios a través de estas plataformas.
“La prohibición de las redes sociales es la chispa que lo enciende todo, pero no el único motivo de descontento entre la juventud. Nepal es una democracia muy joven y tiene detrás una historia especialmente complicada. El principio de transición democrática, entre comillas, se produce en los años 90, pero entonces se da una guerra civil que dura hasta 2006. Ese año se firma un acuerdo de paz, se abole la monarquía y en 2008 se da el pistoletazo de salida a un Nepal como república, tal y como lo conocemos hoy en día”, explica Inés Arco, investigadora del CIDOB (un centro de investigación en relaciones internacionales con sede en Barcelona) especializada en Asia Oriental. Desde entonces, y a pesar de las numerosas promesas de crecimiento económico, el país ha experimentado inestabilidad tanto política como económica. Fe de esta situación es que desde 2006 ha habido hasta 14 gobiernos distintos: ninguno de ellos ha logrado, hasta el momento, terminar el mandato.
Dimisión de Khadga Prasad Oli
Quizá una de las imágenes más importantes que han dejado las protestas, que vieron su punto culmen el martes 9 de septiembre —el miércoles 10 se estableció un toque de queda nacional que aún está vigente—, sea la residencia del ya ex primer ministro y varias de las oficinas ministeriales en llamas; Singha Durbar es donde se encuentran las sedes los ministerios y las oficinas del gobierno de Nepal. Los manifestantes también le prendieron fuego a la casa del líder del opositor Partido Comunista de Nepal o a las oficinas de periódico Kathmandu Post.
Ante tal embestida, al primer ministro nepalí, Khadga Prasad Oli, no le tocó otra cosa que dimitir, algo que hizo el mismo martes al ver el alcance del malestar que habían generado sus decisiones y tras la confirmación de la casi veintena de muertos a manos de los cuerpos policiales y el ejército. También cuatro ministros de su gabinete presentaron su dimisión.
A pesar de ser la cuarta vez que desempeñaba el cargo de primer ministro, Khadga Prasad Oli, de 72 años, no llevaba demasiado tiempo en el cargo; había sido nombrado primer ministro a mediados de julio de este año, después del colapso del gobierno de coalición anterior. De hecho, las próximas elecciones se tenían que celebrar en 2027, pero con los acontecimientos de la última semana es posible que se tengan que adelantar.
14 gobiernos en menos de 20 años
Para comprender lo que ha ocurrido esta semana, la investigadora del CIDOB pone la mirada en lo que viene sucediendo desde 2008 y habla de gobiernos disfuncionales, corruptelas e intereses personales. “A pesar de que hay una gran pluralidad de partidos y el país cumple correctamente con los procesos electorales, la política ha acabado siendo monopolizada por tres personas: Khadga Prasad Oli, líder del partido comunista marxista leninista unificado, Sher Bahadur Deuba, líder del Congreso nepalí y Prachanda, un antiguo líder maoísta. Estas figuras han estado rotando en el Gobierno y hay entre la población una sensación de estancamiento”. En palabras de Arco, las mejoras que se han dado en el país en los últimos años, no son gracias a la clase política, sino “a pasear de esta”.
Con una población joven del 40% y una tasa de desempleo en jóvenes de alrededor del 20%, la mayoría de la población del país sigue dependiendo de las remesas que llegan desde el exterior, sobre todo de los nepalíes trabajando en el Golfo Pérsico. “La sensación de esta juventud es que no hay futuro y, que si quieren uno, se tienen que ir del país”; explica Arco, quien puntualiza que hay mucha gente que quiere volver y no puede y que “no se trata de una juventud alienada que sale a la calle porque no puede ver reels; sino de una juventud implicada”.
¿Y ahora, qué?
Por una parte, se está llevando a cabo una investigación sobre los tiroteos a manifestantes y el ya exprimer ministro, antes de dimitir, aseguró que se pagaría una indemnización a las familias de las personas fallecidas. En las últimas horas también se ha sabido que algunos representantes del movimiento, que no lleva ningún nombre en concreto, se han reunido con la cúpula militar y han mostrado su apoyo para un gobierno interino de Sushila Karki, expresidenta de la Corte Suprema y quién aceptó el encargo. Karki, de 73 años, se convertirá en la primer mujer en dirigir este país.
No ha pasado ni una semana del estallido social, con lo cual resulta complicado hacer predicciones. “Parece que hay cierto consenso en que Karki tome las riendas de un gobierno interino hasta que se convoquen elecciones. La duda es quién será el siguiente: seguramente viejos conocidos del sistema volverán a intentar posicionarse como posibles candidatos”, explica Arco.
Uno de los nombres que resuena con más fuerza es el del alcalde de Katmandú y rapero, Balendra Shah, de 35 años, con una buena imagen digital y buena prensa entre los jóvenes. “Se trata de una figura legitimada por ellos; de momento no ha formado parte de las protestas, pero sí ha mostrado su apoyo. Es posible que en el futuro presente candidatura nacional, pero aún es pronto para saber por dónde irá la cosa”.
La Generación Z se rebela en la región
Tal y como destaca Inés Arco, las protestas de Nepal se suman a la ola de protestas de gente muy joven que ha recorrido la región los últimos tiempos. Para poder entender el fenómeno, hay que mirar hacia Indonesia, Bangladesh o Sri Lanka.
Estas protestas se pueden conectar con las que hubo en Sri Lanka en 2023 y las revueltas del año pasado en Bangladesh, que causaron la caída de Sheikh Hasina
Las de Indonesia son las más recientes (agosto de 2025), pero estas protestas se pueden conectar con las que hubo en Sri Lanka en 2022 Y 2023 y las revueltas del año pasado en Bangladesh, que causaron la caída de Sheikh Hasina, quien estuvo más de 20 años en el poder (1996- 2001; y 2009-2024). “Todas ellas tienen en común que han sido organizadas y llevadas a cabo por la Generación Z. Hay una tendencia de fondo: desde la pandemia de Covid, todos estos países se han estancado a diferentes niveles, sobre todo en lo económico. La guerra de Ucrania también les ha afectado mucho a esta región y la clase política no está dando respuestas. En todos ellos hay un aprendizaje mútuo; se trata de movimientos que no tienen contacto entre ellos pero que se copian porque se ven reflejados los unos a los otros en las redes sociales que sí que comparten”, asevera Arco.
Si bien no están organizados en un movimiento con nombre y no tienen líderes visibles, en Nepal estos jóvenes se están organizando por canales de Discord. De momento, han ayudado a recoger los escombros causados en las protestas e insisten en la necesidad de crear un movimiento pacífico para afrontar una transición política que aún no se sabe a dónde conduce.
Asia
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