Memoria histórica
La cadena Robur Alfred, evasión desde las islas del Canal hasta los Pirineos
Saludos cuadrilla, aquí estoy con la inevitable entrada de final de mes. Como ando enredao en un texto largo sobre la Resistencia en Francia, pues estaba claro de que iba a hablar hoy. Mientras ponía mis datos en limpio, y trataba de mantener un mínimo orden en mi caos cotidiano de informaciones, nombres, fotos y demás, descubrí que tenía la suficiente mandanga como para sacar un artículo sobre una de las redes de evasión libertarias, de la cual solo me sonaba el nombre. Así que rascando un poco aquí, sorprendiéndome un poco allá, y seguro que dejando de encontrar muchas cosas, me salió esto que estás a punto de leer. Hoy seguimos los pasos de la red Robur Alfred.
Esta red, mucho más desconocida que la Ponzán, estuvo compuesta mayoritariamente por personas de la CNT, sobre todo afincadas en la zona ocupada por los nazis. Entre sus integrantes, Juan Andreu Fontcuberta, Sebastián Bru, José Martí (quien realizaba labores de enlace en la frontera francoespañola), Constancio Durban, Joventino Moliner Barreda, José Rosell Pivingut “Pepito” (uno de los organizadores) y los hermanos Agustina, Juan Bautista “Tomaset” y María Dolores Tomás Chale. Estas son las personas de las que tenemos constancia por ahora, seguro que también crecerá su número.
El germen de la organización lo plantó la francesa Suzy Chevet, quien ya había organizado una red entre Angers y Saint Malo, y que fue la persona que ayudó a José Rosell “Pepito” a instalarse en esta última ciudad, y lo puso en contacto con los obreros que trabajaban para los alemanes. De hecho, la hija de Chevet, Claudette Rousseau “Petardo”, acabo siendo la compañera de “Pepito” y uniéndose a la red.
Según el testimonio de José Rosell, todo empezó cuando se enteró, por un informe de la CNT, que era más fácil moverse por dentro de la zona ocupada, que por dentro de la zona libre, gracias sobre todo a los trabajos que los alemanes encargaban a los grupos de extranjeros. La CNT lo envió a Saint Malo, con el fin de reconstruir la organización, ya que en las islas del Canal, dentro de los miles de trabajadores, había 4000 españoles, muchos de ellos de la organización libertaria. Como dentro del Movimiento Libertario Español (MLE) no había consenso respecto a integrarse o no en la Resistencia francesa, lo cual se dejaba a la voluntad personal de cada cual, se dedicaron sobre todo a sacar obreros de las islas, ya fueran polacos, españoles o judíos, que querían pasar a la zona libre, o incluso llegar a cruzar los Pirineos.
De las islas llegaban a Saint Malo, luego a Angers, después Orleans, donde les confeccionaban papeles falsos para pasar a la zona libre. Trabajadores de las bases de submarinos, o encargados de construir el muro del Atlántico cambiaban de identidad y de zona en Francia, o para algunos y algunas, el cambio era incluso de país, atravesando las montañas pirenaicas con los guías de la red. La estructura clandestina les hizo tener una activa red por toda la región bretona, que no solo abarcaba la red de evasión, sino que también había grupos de guerrilla urbana y sabotaje.
El objetivo primario de la red, era el facilitar la fuga del mayor número posible de compañeros de los campos de trabajo de las islas del Canal de la Mancha (en este caso, los trabajadores de Jersey, Guernesey y en menor medida de Alderney) para que pudieran unirse a la Resistencia. La mayoría de los prisioneros eran alemanes, austriacos, polacos, rusos y españoles, alojados en un barracón llamado La Concordia. El servicio de limpieza del barracón era externo, y habíamos acordado que uno de nuestros compañeros formara parte de él. Otro de los nuestros, cocinero, identificaba a los prisioneros que probablemente serían evacuados y los ayudaba a esconderse entre la basura que el personal de limpieza sacaba al exterior. Posteriormente, eran conducidos gracias a la red hasta Saint-Malo, donde se les alojaba y cuidaba hasta que recibían la documentación necesaria para abandonar la zona militarizada. Posteriormente, eran guiados desde Rennes hasta la zona no ocupada. Algunos incluso permanecían en la región para realizar el trabajo que les asignaba la organización. Así funcionaban las cosas, como muestra este ejemplo. Los grupos de resistencia no estaban muy desarrollados. Las acciones que emprendimos formaban parte de la guerrilla urbana.
Para aquellos que querían salir de Francia y pasar al Estado Español, la aventura continuaba. En la zona libre, más concretamente en la población de Ax-les-Thermes, situada en el Ariege, siendo zona prohibida por su proximidad a la frontera, estaba otro de los núcleos de la red. Allí vivían y actuaban las hermanas María Dolores y Agustina Tomás Chale, quienes junto a su hermano Bautista “Tomaset”, que era uno de los responsables de la Robur-Alfred, se encargaban de hacer cruzar la frontera a las personas que la red les enviaba. Junto a los mencionados, también estaba Joventino Moliner, o Sebastián Bru, compañero de Dolores, y el compañero de Agustina, Pierre. A principios de 1943, más concretamente el 10 de marzo, la gestapo detuvo a Sebastián, Pierre y Agustina, siendo ellos llevados al campo de Compiegene y ella deportada en abril al campo de Ravensbruck. Bautista y Joventino escondían las armas del grupo en la carpintería en la que trabajaban.
También en la zona libre, y en plenos Pirineos, en Font-Romeu, actuaba Constancio Durban. Participaba en la red Robur-Alfred haciendo de guía entre la alta y la baja Cerdaña, pero no solo eso. En su casa los aliados habían montado una emisora de radio para poder contactar con Londres. Sus servicios fueron tan importantes que los aliados quisieron condecorarlo y ofrecerle una pensión, aunque Durban rechazo ambas ofertas. En un pueblecito cercano, en Osseja, había un grupo de guerrilleros de la UNE, que lo condenaron a muerte en una reunión, posiblemente por negarse a actuar para ellos durante las invasiones pirenaicas. No cumplieron sus amenazas en esta ocasión.
Mientras tanto, en el norte las cosas no paraban. Además de sacar trabajadores de las islas para sumarlos a la Resistencia o pasarlos al estado español, se combatía a los alemanes. Por lo general, para las acciones violentas, los compañeros se elegían de una ciudad distinta a aquella donde se iban a desarrollar los hechos, de modo que las autoridades no pudieran localizar el origen de estos grupos de combate y autodefensa. La guerra de guerrillas urbana formaba parte, pues, de la vida cotidiana.
En primavera de 1944, Rosell tuvo una reunión con Charles Fourlon, encargado de la red Liberation Nord, de la que salió bastante convencido de que el desembarco aliado se acercaba. Había cerca de 12.000 españoles trabajando en Saint Malo, Brest, Rennes o Lorient. Muchos de ellos confederales. Y si el desembarco era por esas tierras, los combates iban a ser duros. Se empezaron a mover trabajadores y a enviarlos lejos de lo que iba a ser el próximo frente. Pero no se quedó ahí la cosa.
Antes del desembarco de Normandía, se reunió toda la información posible sobre las islas del Canal y sobre el muro del Atlántico. Todo de primera mano, pues eran los propios trabajadores quienes la proporcionaban. Mapas, localizaciones de la artillería, búnkeres, casamatas, los campos minados en las playas... todo fue transferido al mando aliado.
Una vez desembarcaron, los latinos que combatían en el ejército de Patton, fueron los que armaron a la cuarentena de personas que formaba la red en la Bretaña.
Los miembros de la red participaron en los combates por la liberación de Dinard, el 15 de agosto, la de Saint Malo, el día 17 y la de la isla de Cézembre, el 2 de septiembre.
Fuentes: https://gimenologues.org/IMG/pdf/cnt_st_malo_reseau_robur_exils_et_migrations_2024.pdf, archivo propio, https://militants-anarchistes.info/ y Une historie d´imposture (Collectif Les Autres)
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