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Memoria histórica
La clandestinidad libertaria en Francia. Compra, almacenaje y transporte de armas
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Saludos cuadrilla, como adelanté a final del año pasado, estoy centrado en el tema de la clandestinidad libertaria en Francia. Empecé con el aparato falsificador de moneda y documentos, y hoy voy a seguir con el equipo encargado de la adquisición, transporte y almacenamiento de armas para la guerrilla anarquista. Os comento también que fue acabar de colgar el artículo sobre la parte encargada de las falsificaciones, y aparecer información interesante nueva sobre el tema. Aunque he decidido no mezclar asuntos, y cuando acabe con el entramado clandestino, hacer un último artículo con las novedades aparecidas en general.
Hoy trataré de contaros de donde provenían las armas con las que actuó la guerrilla libertaria tanto en el estado español, como en el francés. Cómo se consiguieron, ya fuera de manera gratuita en unas ocasiones, robadas en otras, compradas, o conseguidas a base de hostias, como nos contará Miguel Quintana “Perolero”, el viejo de la asamblea de la peli “Tierra y libertad”.
Como veréis en las siguientes lineas, las armas provenían en su gran mayoría de los despojos de la 2ª Guerra Mundial, ya fueran conseguidas en Francia o en Italia. En general su origen fue el de todos los ejércitos participantes en la contienda, pero la mayoría, provenía de los parachutajes enviados sobre todo por los británicos a la Resistencia.
La primera adquisición de armas de la que tenemos noticia, es por parte de la Resistencia Regional Norte, grupo en el que figuraban Laureano Cerrada y varios compañeros más en la zona de París y norte de Francia. Además de falsificar, se dedicaban al asalto y expropiación de polvorines y arsenales alemanes. Entre ellos, sabemos del ataque al de Orleans (Loiret), del que saldrán las bombas empleadas en el futuro intento de atentado en La Concha donostiarra contra el dictador Franco en 1948. También tenemos constancia de los robos de armamento en la parisina Plaza de la República, donde Cerrada tenía uno de sus almacenes de material (ya se sabe que no hay mejor sitio para esconder algo que delante mismo de quien lo está buscando).
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Su siguiente movimiento, tras la liberación de la capital gala y la participación en la misma de la 9ª Compañía de Leclerc, compuesta de muchos anarquistas españoles, fue entrevistarse con estos. Tras dos o tres encuentros previos, por medio de Campos y Bullosa (miembros de la 9), se propone a la regional parisina la creación de un grupo de hombres, a los que se uniformará, se acreditará y se les pondrá al mando de un vehículo semioruga. La misión de los mismos será la de ir en la retaguardia de la 3ª Compañía (comandada por Miguel Campos), con el propósito de recuperar todas las armas ligeras y munición posibles para su envío y posterior almacenamiento en París y alrededores, con la futura misión de su uso en España, por parte de la guerrilla anarquista contra el régimen franquista. Dejamos ahora que Joaquín Blesa, uno de los partícipes de la expedición, nos lo cuente con sus propias palabras:“Nuestra presencia en aquella unidad se prolongó durante unas ocho semanas. Nosotros íbamos siempre en el último escalón de reserva, y sin desviarnos demasiado del itinerario establecido, barríamos todo el terreno que podíamos, recogiendo únicamente ametralladoras, fusiles-ametralladores, metralletas y municiones. Bombas de mano no, porqué con el dichoso mango de madera ocupaban demasiado espacio. Lo envolvíamos todo con tela de saco impermeable y lo metíamos en el blindado”.
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Para el almacenamiento de dichas armas, se crearon algunos zulos, que fueron eficientemente marcados y señalados en el mapa para su posterior recogida. Al mismo tiempo, se utilizaban casas en ruinas junto a caminos y carreteras con el mismo fin. Para su traslado, se contaba con la colaboración del teniente “Bamba”, encargado de los transportes de la Compañía, y que tenía que realizar viajes a París para reabastecer a la unidad de diversas cosas. Se utilizaba el viaje de ida para transportar las armas recogidas por “el Kanguro” (el nombre del blindado en cuestión), y se dejaban en París a cargo de la Regional. A estos viajes solían unirse Huet y Blesa, aunque también los hicieron sus otros cuatro compañeros de aventura. Siempre trabajando en parejas, se encargaban de recoger las sacas escondidas y dejar los paquetes correctos posteriormente en el lugar adecuado. Una vez llegado a París, dicho armamento se escondió en diversos lugares. Entre los puntos donde se ocultó y guardó dicho armamento en Francia, conocemos que por lo menos una parte de las armas y municiones recogidas por la novena compañía de Leclerc, se escondían en un taller de la ciudad de Montpellier, del que se hacía cargo el compañero Manuel Fernández. También sabemos que las bombas con las que se quería bombardear a Franco en La Concha donostiarra, se guardaban en la casa de otro compañero en Mont de Marsán.
Con el tiempo fueron apareciendo diversas armas y los sitios que las resguardaban. Por ejemplo en el Hotel des Vosgues de París, aparte de la imprenta ilegal que albergaba, se escondía un pequeño arsenal, al igual que en los diversos massos con los que contó “el Quico” junto a la frontera, como fue el mas Graboudeille. Que en el término de Font Romeu, en uno de los pasos a nivel del tren amarillo de la Cerdaña, del que se ocupaban unos compañeros de CNT que hacían de guardabarreras, y que era un lugar completamente aislado, se estuvieron almacenando armas y explosivos. Como curiosidad, citar que los encargados de llevarse las armas de este depósito, fueron Bautista Agustí y Ángel Carballeira, del equipo de compra y transporte de armamento, quienes aparecieron con una camioneta, para cambiar el material de lugar. Y por supuesto el Tartás, la gran base guerrillera libertaria junto a la frontera, mientras estuvo operativa, e incluso después.
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Pero los casos comentados hasta ahora no fueron los únicos. Otros libertarios que combatieron a los nazis dentro de la resistencia, se pusieron manos a la obra con la misma presteza a la hora de armar a la guerrilla antifranquista. El mismo Ponzán (el encargado de la red de evasión que llevaba su nombre), recogía y almacenaba armas de las que parachutaban los aliados. Otro que se dedicó a recuperar armamento fue Miguel Quintana “Perolero”, al que mucha gente recordará, aunque quizás sin saberlo, por ser el entrañable “viejo” de la asamblea de la película “Tierra y Libertad” que tanto apoya la colectivización de la tierra. Y nadie mejor que él para explicarlo: “Yo cuando podía recuperaba el material de guerra y lo iba guardando para España. Estábamos en la resistencia, pero éramos los últimos. Para nosotros no había metralletas, solo los golpes. Para los franceses de la resistencia les tiraban los parachutajes, y nosotros nada, al fin decidimos ir a por ellos, y a hostias les quitábamos las armas...Poco a poco preparé un arsenal con destino a España. Ponzán también lo hacía.”
Quintana al finalizar la guerra mundial consiguió trabajo en la compañía “Los Frerès Casals”, que casualmente tenían una gran extensión de bosque en la frontera entre Francia y la provincia de Gerona, en la zona cercana a Prats de Molló. Se instaló en La Soranguera, nombre con el que era conocida dicha masía, que acabó convertida en una base de apoyo y arsenal de la guerrilla libertaria, que utilizaron entre otros el grupo de “el Quico”. Llegaron a conseguir incluso un camión cargado de minas norteamericanas, que pesaban casi 25 kgs cada una, pero que tras debatir sobre ellas, decidieron no usar y volver a venderlas, pues por entonces no faltaban compradores.
Otro caso es el de Federico Martínez Pérez, faista del grupo “Brazo y cerebro”, miliciano de la Columna Durruti. Tras su inevitable paso por los campos franceses se domicilió en Pau, y es allí, en su propia casa, donde guardaba varias armas: ametralladoras, fusiles y pistolas. Dicho armamento le había sido entregado por un compañero suyo de la 26 División, que no era otro que Joan Ventura, quien había sido oficial en las filas de la resistencia francesa, y que tras la huida de los nazis había ido poco a poco recogiendo.
También en el departamento del Gard, los libertarios que habían participado en el maquis francés, como José Fortea Gracia y sus compañeros, se dedicaron a la misma labor. Según sus propias palabras: “Fuimos recogiendo mucho y diverso material, en el que había de todo: pistolas, bombas, fusiles, metralletas y todo lo que se presentaba, y estando bien coordinados a nivel nacional, se llevaba en camiones hasta la frontera”. Sin duda alguna, estos camiones eran los de las empresas de Laureano Cerrada y su entramado de compra/venta/recogida de armas.
En el Ardèche, el encargado de preparar otro arsenal para la futura guerrilla, fue Juan Pujadas Carola. Este era un militante de la FAI nacido en Blanes y era un referente de los españoles en la resistencia de dicha región francesa. También participó en las invasiones pirenaicas del otoño del 44. En octubre de 1945, el depósito de armas, que estaba escondido en la finca de un amigo suyo agricultor de Vinezac, fue descubierto por la policía. Pujadas estuvo encarcelado por este motivo hasta agosto de 1947, cuando se benefició de una amnistía otorgada por su condición de antiguo resistente. En la zona de Burdeos, nos encontramos a uno de los miembros del Batallón Libertad, Luciano Torrontegui Menchaca, quien posiblemente ayudado por otros miembros de la unidad, se dedicaron durante una temporada, a recoger todo tipo de armamento, para posteriormente ocultarlo, almacenarlo, y ponerlo a disposición de la Organización para su posterior uso contra Franco.
Gracias al testimonio de Domingo Ibars, también sabemos que el grupo emboscado en la fonda de Can Lluis, en la calle de la Cera de Barcelona en 1946, había conseguido sus armas gracias a que Francisco Miñarro Torroglosa, las había guardado tras su participación en el maquis francés.
Todas estas armas y las que fueron compradas posteriormente, sirvieron como punta de lanza en la lucha contra el franquismo y para seguir consiguiendo fondos en Francia.
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Después de conseguirlo y guardarlo convenientemente, estas armas había que transportarlas hacia la frontera. Dicho trasiego de armamento se realizaba tanto de forma terrestre entre Francia y España, sobre todo para equipar a la guerrilla libertaria antifranquista, como de forma marítima a través del Cantábrico y del Mediterráneo. En dicho mar llegaron a transportarse incluso armas pesadas, teniendo algunas de ellas Israel como destino, y para el que se usaban diversas lanchas motoras. Al parecer, Cerrada compró una lancha rápida en 1947, a la marina de los Estados Unidos, estacionada en Marsella, modelo Vedette. La embarcación fue utilizada tanto por la organización de este, como por la MLE para el transporte de armas (sobre todo entre Génova y los puertos franceses de Marsella o Niza), propaganda o militantes por el Mediterráneo (posiblemente fuera la respuesta de Cerrada al asalto policial en Cavi di Lavagna cuando asaltaron el barco cargado de armas para la resistencia libertaria. Algo que corriera más que las lanchas de los aduaneros). Al parecer esta lancha rápida fue sufragada con parte del botín recaudado durante el asalto al furgón de Credit Lyonnais en París y el encargado de ella era Queralt, que había estado en la marina republicana y era un viejo conocido de Cerrada.
El equipo de transporte lo dirigían Manolo Huet, y también Ángel Carballeira Rego, quien fue detenido en 1947 en dos ocasiones transportando material bélico en las cercanías de la frontera española, la primera en Saint-Jean-de-Luz y la segunda en en Latour-de-Carol, el 22 de noviembre de 1947.
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La cosa es que unos días antes, el 19 de octubre, en el cuartel Niel de Toulouse, había desertado un soldado llamado Robert Raymond, y se había llevado 11 pistolas automáticas y un revolver. La policía de Toulouse se puso las pilas, y poco después detenían al español Antonio López, a quien le encontraron el revolver desaparecido. Le hicieron cantar, y lo que dijo, es que había servido de intermediario entre el fugado y un contrabandista de nacionalidad española. Se intensificaron los controles en la zona fronteriza y pararon un camión. En dicho vehículo, y cargados de armas hasta los dientes según la prensa de la época, viajaban Ángel Carballeira, Luis Suárez, Francisco Denís Díez, Jose Luís Facerías, Pere Adrover, Manuel Gómez Ortega, Juan Cazorla Pedrero y Ramón González Sanmartí. Resulta que dos de las pistolas desaparecidas del cuartel Niel iban entre las armas del camión. Y tirando del hilo, llegaron a Pere Mateu, quien había sido secretario de coordinación del MLE, a quien le encontraron otro depósito de armas en su casa. Metralletas, explosivo plástico, granadas, mucha munición y diversas armas. La policía gala daba por seguro que el contrabandista al que el desertor vendió las armas era él.
Tanto Ángel Carballeira como Huet eran los encargados de la compra de armas, y también de su transporte en camiones hasta Perpiñán, Hendaya o Biarritz y Toulouse. Encontramos también entre su equipo a Alejandro Simó Sierra, Manuel Buenacasa Tomeo, Francisco de Haro Milla, Marcial Mayans Costa, Josep Sangenís y Emilio Vilardaga Peralba. Posteriormente los grupos de Sabaté, Facerías, Massana etc. se dedicaban a pasarlas al interior en sus mochilas, o se embarcaban en puertos atlánticos y mediterráneos de Francia para su paso por mar al estado español. También sabemos que en ocasiones tanto Juan Sánchez como Pedro Abella o Bautista Agustí ejercían como chóferes.
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Como ya se ha adelantado algo en lineas anteriores, también de Italia llegaron armas, y el encargado de su compra y transporte, fue Manolo Huet. La cosa empezó con la llamada “Operación Sacarina”, pues a Cerrada le gustaba bautizar sus mandangas con nombres peculiares. La sacarina provenía de los robos a mansalva que se realizaban en el puerto de Marsella al ejército americano, y que posteriormente se cambiaba por armas a los italianos. Luego, estas armas desembarcaban en la costa azul francesa, se cargaban en los camiones de Cerrada, y se dirigían a Toulouse, Perpignan y a diversos almacenes y casas diseminados por Francia, generalmente cerca de la frontera española. En marzo del 46 empezaron los contactos y negocios con partisanos comunistas disidentes, que duraron hasta mayo del siguiente año. Aunque esa última vez, en mayo de 1947, la policía transalpina consiguió engancharlos y abordar el barco. Esta vez no era sacarina el pago, sino pasaportes falsos y moneda italiana, verdadera y falsa. Entre los detenidos, un tal Manuel Huet.
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Y hasta aquí llega por ahora esta incursión sobre la clandestinidad libertaria en Francia y sus formas de conseguir, almacenar y trasladar el armamento.
Salud y memoria, cuadrilla.
Fuentes: Los senderos de la libertad (Eduardo Pons Prades), Tiempo de historia. No hay más cera que la que arde (José Fortea), Clandestinos. El maquis contra el franquismo, 1934-1975 (Dolors Marín), Enciclopedia del anarquismo ibérico (Miguel Íñiguez), Los atentados contra Franco (Eliseo Bayo), El ángulo muerto (Ni cautivos ni desarmadas), La revolta dels Quixots (Oriol Malló) https://gallica.bnf.fr/services/engine/search/advancedSearch/ y https://anarcoefemerides.balearweb.net/
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