Del referéndum a la plurinacionalidad (en respuesta a las mentiras de 'El País')

Durante las últimas semanas hemos asistido impávidos a un bombardeo político y mediático desde todos los frentes que nos trata de convencer de la ilegalidad del referéndum catalán, su insustentabilidad en el marco del derecho constitucional comparado, y más aún su falta legitimidad ética desde un punto de vista moral.

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Victor Serri Miles de personas se han ido acercando a la sede de la consejería catalana de Hacienda en protesta por los registros.

En las próximas líneas vamos a tratar de describir cómo estos argumentos no solo resultan endebles si no que poco o nada benefician a la causa del unionismo español.

El argumento de la ilegalidad

Esta es de todo lo que en adelante vamos a mencionar la cuestión más fácil de dilucidar. El referéndum catalán no es legal ni ilegal por la sencilla razón de que hasta ahora ningún órgano judicial se ha pronunciado ni en un sentido ni en otro. Esto es desde luego un razonamiento plenamente legalista, pero ante la embestida demagógica bueno es recordar que el Tribunal Constitucional hasta ahora solo ha suspendido, no ilegalizado, el referéndum. En este sentido cabe recordar que lo que esta sucediendo es que la legítima decisión tomada por un órgano legislativo democráticamente elegido ha sido paralizado por un tribunal político a petición de un gobierno cuestionado por la mayoría de los españoles.

El argumento del derecho comparado

De manera reciente hemos atendido a un más que lamentable titular populista y xenófobo en El País. El pasado 17 de septiembre el diario El País publicaba: “Ningún texto constitucional avala la autodeterminación: Las normas supremas de los países occidentales rechazan esta figura. Solo Etiopía y el país caribeño de San Cristóbal y Nieves la recogen legalmente en sus textos”. Lo cual no solo es perfectamente falso, si no que entraña un discurso profundamente racista. Comencemos por lo falso.

Tanto el Reino Unido como Canadá, recogen en sus sistemas constitucionales posibilidades legales para iniciar procesos de secesión. Cabe aclarar que los modelos constitucionales de Canadá y el Reino Unido, como otros sistemas anglosajones, carecen de un único documento constitucional. Al contrario, su modelo se compone de una amplia variedad de códigos, legislaciones, convenciones y sentencias judiciales. Existe un amplio consenso tanto académico como político que interpreta estos conjuntos como constituciones. Canadá no solo reconoce en el plano teórico legal el derecho a la secesión de una o varias entidades de su territorio (hoy regulado bajo la Clarity Act de 1998), si no que esta misma posibilidad ya se sustanció en la forma de referéndum de autodeterminación en Quebec allá por el ya distante año de 1995.

Queda mucho más cercano el caso de Escocia y su referéndum. Este encuentra su emparo tanto en la normativa parlamentaria escocesa (Scotland act de 1998) como en el la propia legislación que articuló el referéndum (Scottish Independence Referendum (Franchise) Act 2013).

Muchos podrán argumentar y con razón que ambas legislaciones niegan el reconocimiento a declaraciones unilaterales de independencia. Pero esta negativa no cierra la discusión, si no que posibilitó un debate, una negociación, es decir, una salida política a un grave problema de inestabilidad constitucional. La solución para ambos casos (ambos perfectamente occidentales para relajo de los redactores del El País) fue ofrecer una vía pactada tanto en el Reino Unido como Canadá para encauzar las demandas nacionalistas de importantes segmentos de sus poblaciones. Los resultados de ambos referéndums no dejan lugar a dudas de las ventajas que estriban en la confianza en el diálogo y la política, en vez de la imposición y la represión. Tanto en Quebec como en Canadá una mayoría de la población votó para permanecer unido. Estos resultados fueron respetados por las fuerzas independentistas, sirviendo todo este proceso para avanzar en la consecución de entidad política más respetuosas con las composiciones nacionales de estos países.

El País dijimos, no solo mintió, sino que además se permitió hacerlo a la par que denostaba de una manera racista otros ejemplos de constituciones que permiten el derecho a decidir. No mencionaríamos este hecho si se tratase de una excepción, desgraciadamente El País recurre al racismo como desgraciado instrumento para desligitimar otros ordenamientos.

Desde que Podemos planteo como solución a la problemática catalana, un salto adelante bajo la definición de plurinacionalidad, El País y otros medios no han hecho más que atacar esta noción como un producto proveniente de Bolivia, esto es el caos o lo salvaje: “La plurinacionalidad puede desembocar en el caos; no está en las constituciones europeas” (El País 8 de agosto del 20171). La vía plurinacional ha sido todavía más cuestionada desde que Pedro Sánchez decidió adoptarla también para el PSOE. Daría para no uno si no varios libros, entrar en las razones de este miedo de matriz colonial para aceptar en un plano de igualdad las propuestas políticas venidas desde nuestras antiguas colonias. A muchos les cuesta asumir que en estos países, no solo se piensa, se innova y se proponen interesantes soluciones política. Si no que se crece, y mucho, cerca de un 4.5% anual desde que gobierna el MAS, el mismo que inició un proceso constituyente plurinacional. Bolivia adoptó en el 2009 una constitución plurinacional que puso fin siglos de desprecio por la diferencia. Esta realización constitucional miró a nuestro propio estado de las autonomías, y justo es admitir que lo superó. No fue fácil. En primer lugar las naciones indígenas aimara y quechua encontraban difícil acomodo en una estructura de estado colonial. Por otro lado la rica provincia de Santa Cruz reclamaba la independencia, para disfrutar en egoísmo su prosperidad. La solución que se halló entrañó diálogo y apertura. Capacidad negociadora e imaginación. Virtudes todas ellas ausentes en nuestro gobierno.

Vivimos sin duda un periodo crítico, dramático incluso. Crisis económica que también lo es política e institucional. Pero más aún, vivimos una crisis de horizontes. No se trata de algo nuevo. Gasset ya lo detecto hace casi 100 años:

“No viven juntas las gentes sin más ni más y porque sí; esa cohesión a priori sólo existe en la familia. Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo” (Ortega y Gasset. España invertebrada)

Nos separamos porque carecemos de proyecto. Carecemos de horizonte. Es hora de ser ambiciosos. ¿Qué pasaría si en vez de jugar a la defensiva jugáramos al ataque, al órdago? ¿Qué pasaría si en vez de desde el miedo propusiéramos desde la confianza, el optimismo y la pasión? Miremos sin temor a lo que se ha hecho fuera, a lo occidental, a lo no occidental. Mirémonos entonces a nosotros mismos. Aceptémonos diversos. No tengamos miedo a preguntar. Y entonces sí, lancémonos a la aventura colectiva. No tenemos un problema de referéndum, tenemos una oportunidad para construir un nuevo modelo plurinacional.

Sobre o blog
Blog donde pensar lo político desde la filosofía. Nuestra intención es la de difundir y compilar pensamiento politico construido desde, entre y para los pueblos de las periferias del Estado Español. Enfocaremos el blog desde sus problemáticas mas específicas. Sin ser extensivos y a modo de ejemplo: Luchas por los territorios, procesos de comunalización, colonialismo interno, despoblamiento de los territorios rurales, reapropiación del patrimonio histórico, artístico y natural, maternidades, desarrollos productivos.
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