Economía
Consumo responsable

El consumo responsable parte de un enfoque individualista en el que la suma de buenas decisiones desemboca en un mejor resultado social.

Consumismo ciego
Acción anticonsumista en el Día sin compras Isidro Jiménez Gómez
30 jun 2018 15:40

Ya sea por razones ecológicas, éticas o políticas, podemos definir el consumo responsable como una forma de consumir en la que nuestras elecciones en el mercado premian o castigan aquellos productos que cumplen (o no) con una serie de requisitos. El consumo responsable, implícitamente atribuye un conflicto entre la compra de bienes y servicios y una sociedad justa y sostenible. El problema es desde dónde abordamos este conflicto. Si bien con un origen transformador, si nos acercamos con honestidad a su realidad, su rol más importante en la actualidad no pasa de ser una estrategia de segmentación de mercados y un fragmentador de identidades políticas. El problema de fondo es que se ha desligado el consumo de los modos de producción y que se ha difuminado su carácter profundamente social en una nebulosa, más comprensible por inmediata en nuestra cotidianeidad, de decisiones individuales dispersas. No cabe duda de que un consumo responsable contribuye a mejorar las cosas, pero si queremos transformarlas de verdad, debemos cuestionar las distintas herramientas de que disponemos.

Para empezar, el consumo responsable parte de un enfoque individualista en el que la suma de buenas decisiones desemboca en un mejor resultado social. Pero no siempre fue así. Con los albores del capitalismo industrial y la generalización del acceso a una creciente cantidad de bienes de consumo para las clases trabajadoras, nació el consumerismo. Esta herramienta política considera el consumo no como un acto neutral ajeno a la distribución y el poder, sino que lo considera plenamente político. Así, desde el consumerismo se plantea de manera organizada la protección de los consumidores, campañas de boicot a productos o empresas que no cumplan una serie de criterios, etc. Si bien el consumerismo ha sobrevivido gracias a la labor de algunas asociaciones de consumidores (FACUA sería un ejemplo en España), la visión individualista parece ser hegemónica cuando se mira en conjunto a la sociedad. De este modo, proliferan productos con etiquetados “sostenibles”, “BIO”, el marketing dirigido a segmentos de clientela “concienciada”, etc. Un instrumento más de posicionamiento en el mercado para las empresas, especialmente las agroalimentarias; una vía para hacerse hueco, a empujones, en los cada vez más apretados nichos de mercado. Esta perspectiva es errónea, sostengo, desde un punto de vista económico –socioecológico- pero también político. En ambos casos, la solución pasa por retrasladar el conflicto desde la esfera individual a la colectiva. Debemos partir de que el consumo es la forma concreta en la que la población adquiere los bienes socialmente necesarios para sostenerse en una economía capitalista de mercado. No todas las sociedades se organizaron así ni es la única manera posible de hacerlo; partiendo de esta premisa ya llevaremos mucho ganado –de la mano de Polanyi, todo es más fácil.

En primer lugar, no debemos perder de vista que el consumo está predeterminado por la existencia de amplias estructuras económicas. La intensidad relativa de los impactos medioambientales de las economías occidentales ha disminuido a costa de trasladar la producción más sucia a los países del Sur global. Lo curioso es que, a través del comercio internacional, esos productos vuelven al norte para ser consumidos ya limpios de polvo y paja –y, en ocasiones, también de sangre. De la misma manera, sabemos que el modo de producción agroalimentario actual está basado en los alimentos kilométricos y una ausencia generalizada de soberanía alimentaria en los territorios productores. Las grandes cadenas de distribución hacen llegar a los supermercados una variedad creciente de productos a precios bajísimos, a base de apretar a los proveedores en destino y a reducir derechos en los países de origen. Además, la agricultura tiene una base industrial fuertemente dependiente del petróleo –gracias a que los combustibles fósiles son la fuente de energía más subvencionada del mundo- y una ganadería intensiva ineficiente y deforestadora. En nuestras economías la cosa no mejora: con una concentración de capital cada vez mayor, las desigualdades entre quienes más cobran y los que menos no dejan de ensancharse –con doble carga para mujeres y migrantes. ¿Es consumo responsable el producto etiquetado como tal en Carrefour? ¿Lo es el producto de inversión socialmente responsable ofrecido por el Santander? Cuando vemos el papel de aquel en conflictos por la tierra en el Sur o el de éste en el negocio de la venta de armas, parece poco probable.

Esto nos conduce al segundo punto de vista, el político. ¿Existe total libertad realmente para elegir, para ejercer la soberanía del consumidor? Mientras los carteles que uno puede encontrar paseando por La Habana se identifican claramente con un objetivo político y se le da un sentido peyorativo, no ocurre lo mismo con los que nos encontramos en nuestras calles. El pegamento de toda sociedad capitalista de mercado es el consumo, no solo te permite acceder a los bienes necesarios para sobrevivir un año más, sino que determina tu estatus y construye tu identidad ante los demás. Por eso las compañías necesitan destinar una cantidad ingente de recursos para convencer a la población para que consuma. Los defensores del consumo responsable insisten en que la información es clave. Sin embargo, en la época de la historia en la que la población está más informada, el consumo sigue siendo “irresponsable”, ¿por qué? En un famoso congreso sobre medio ambiente celebrado el año pasado en Madrid, un dirigente de la OCU se sorprendía por una encuesta interna en la que descubrían que los consumidores afirmaban consumir sus productos cotidianos incluso en empresas en las que identificaban las peores prácticas en todos los ámbitos. Las clases populares, expulsadas de los centros de las ciudades por diversos procesos de gentrificación, viven cada vez más en zonas residenciales lejanas a sus puestos de trabajo. Para muchos/as trabajadores/as, usar el vehículo privado en lugar del transporte público o la bicicleta simplemente no es una opción. Además, los negocios locales no tienen nada que hacer frente a las grandes superficies en este contexto de dispersión urbana. Así, no hay manera de elegir tu producto por tipo de envasado: se escogerá sencillamente el que la distribuidora elija. No solo eso: el capitalismo necesita que la gente haga muchas cosas gratis por él –el caso más flagrante serían las tareas de cuidados, soportadas mayoritariamente por las mujeres- y también te va a pedir que te hagas cargo de sus residuos, imponiéndote ahora además un castigo social si no separas adecuadamente los restos de lo que otros produjeron y te vendieron. Sin embargo, cuando el tiempo, tu presupuesto y la concentración de la oferta hacen que tu única opción viable sea hacer la compra en Mercadona (o incluso en Amazon) no estás siendo una persona irresponsable, estás sobreviviendo. Desde cierto ecologismo ajeno a los problemas de la mayoría social, se la culpabiliza por no ejercer un consumo responsable a pesar de las múltiples opciones y la gran cantidad de información de que se dispone. El ecologismo no debería ser una opción individual, sino un proyecto colectivo. Perder de vista esta posición, tan solo contribuye a una fragmentación política estéril y, a la postre, dañina para la sociedad y el medio ambiente.

Para que no se caiga en malinterpretaciones. Combatir el poder y las prácticas nocivas de las grandes corporaciones (sobre)viviendo fuera de sus circuitos, es un arma irrenunciable del ecologismo. De lo que hay que huir es de simplificaciones fragmentadoras que hagan recaer la responsabilidad en los individuos. Más bien, las redes de solidaridad colectiva son las que deberían guiar nuestro futuro –el declive energético, de todas formas, no nos concederá otra opción. De este modo, fortalecer iniciativas como grupos de consumo que reduzcan los canales de distribución y se basen en la agricultura tradicional o ecológica y opciones de ganadería extensiva, sería un buen comienzo. Del mismo modo, el fomento de los huertos urbanos no solo contribuye a una mayor cohesión social en los barrios, sino que educan para otro tipo de alimentación y producción futura. La economía social y solidaria, por su parte, tejen redes en las que florecen otras relaciones de producción y consumo más igualitarias, democráticas, sostenibles y, en definitiva, justas. También en el ámbito financiero, como es el caso de Fiare. La organización de opciones consumeristas combativas que nos recuerden que consumir no es una acto neutral en el que prima la soberanía del consumidor. Asumir el control público de los recursos allá donde haya economías de escala que lo indiquen y favorecer la gestión colectiva allá donde se pueda: ejemplos en este sentido serían las remunicipalizaciones de la gestión del agua y las cláusulas sociales en las contrataciones públicas que han promovido los ayuntamientos del cambio. Promover la desindustrialización de la agroganadería, favoreciendo la adopción de dietas menos intensivas en carne y vegetarianas, un elemento que juega un papel fundamental en la reducción de gases de efecto invernadero, además de los impactos positivos sobre la salud de las personas y otros animales. Por supuesto, favorecer desde la administración pública en general, todo lo anteriormente enumerado, por ejemplo, simplificando los canales de reciclado o favoreciendo la ecología industrial. Finalmente, en el contexto internacional, revisar las normativas de inversiones y comercio internacional. No debe olvidársenos: de nada sirve que compremos nuestro café con la etiqueta ‘ECO’ si no acabamos con tratados como el TTIP o el CETA.

Arquivado en: Economía
Sobre o blog
Periodismo alternativo, opinión política y concienciación social.
Ver todas as entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Análisis
Análisis Neoconservadurismo, multipolaridad y la decadencia de las democracias occidentales
Occidente, en su obsesión por dominar, ha fracasado en su intento de moldear el mundo a su imagen, dejando tras de sí Estados fallidos, migraciones masivas y un Sur Global cada vez más resentido.
Bitcoin
Bitcoin El FMI aprieta a El Salvador: el nuevo acuerdo le prohíbe acumular más Bitcoin y emitir Bonos Volcán
El gobierno de Nayim Bukele está en una situación financiera contra las cuerdas y la institución le ha enviado un nuevo acuerdo en el que le exige disminuir riesgos y exposición a la criptomoneda.
Sobre o blog
Periodismo alternativo, opinión política y concienciación social.
Ver todas as entradas
Industria textil
Textil ¿Qué hacemos con la ropa que ya no usamos?
Si a las tiendas vintage solo va, como máximo, el 20% de la ropa para reciclar: ¿dónde va el 80% restante?
Macedonia
Macedonia del Norte Macedonia del Norte pide justicia tras la muerte de 59 personas en una discoteca
Tras el incendio en una discoteca en el que murieron 59 jóvenes el pasado fin de semana, la ciudadanía de Macedonia del Norte ha salido a las calles para pedir explicaciones al Gobierno, a quien acusan de permitir prácticas corruptas.
Crisis climática
Informe de la OMM El nivel del mar se disparó en un 2024 que contabilizó el mayor número de desplazados climáticos en 16 años
El balance climático de 2024 de la Organización Meteorológica Mundial resalta datos preocupantes en indicadores clave de la crisis climática y confirma que el pasado fue el año más cálido jamás registrado.
Cine
Cine El legado de la cantante saharaui Mariem Hassan llega a la gran pantalla con ‘Mariem’
El cortometraje documental ‘Mariem’, dirigido por Javier Corcuera, es el último canto de su protagonista, la cantante saharaui Mariem Hassan, y la oportunidad de volver a hacer oír su voz y la de su pueblo.
Palestina
Palestina Maratón de películas sobre Palestina
Tras los últimos ataques de Israel en Gaza, en internet se puede encontrar un gran número de películas sobre Palestina disponibles de forma gratuita.

Últimas

Activismos
Movementos sociais Guerra xeopolítica e loitas sociais: un ciclo de conferencias aborda en Vigo as raíces dun mundo en crise
Poñentes como Xosé Manuel Beiras, Miguel Urbán, Queralt Castillo ou Aurora Moreno abordarán algunhas das cuestións clave para analizar o presente e argallar ideas para o futuro nunhas xornadas organizadas polo grupo de activistas Ecoar.
A Catapulta
A Catapulta Silvia Penas, a creatividade na procura
A poeta, performer e creadora repasa na Catapulta a súa carreira e o súa visión sobre a poesía
Crisis climática
Informe España experimentó 28 días de temperaturas por encima de la media en invierno por el cambio climático
València experimentó el mayor número de días por encima de la media (33) y Barcelona vivió la mayor intensidad de la anomalía: 1,4ºC sobre el promedio. Casi 394 millones de personas por todo el mundo sufrieron 30 días o más inusualmente cálidos.
Hungría
Actualidad LGTBIQA+ Víktor Orbán prohíbe por ley la marcha del Orgullo LGTBIQA+ en Hungría con multas de hasta 500 euros
La enmienda aprobada el pasado martes en el parlamento húngaro prohíbe “las reuniones que promuevan o exhiban el cambio de sexo de nacimiento o la homosexualidad” con multas de hasta 500 euros.
Arte
Arte y memoria histórica Un artista renuncia a un premio de la Academia de Bellas Artes Canaria por su defensa del monumento a Franco
Acaymo S. Cuesta argumenta que la posición de la Academia con respecto al ‘Monumento al Caudillo’ de Juan de Ávalos es contraria a los principios democráticos que defiende y no recogerá el galardón.
Análisis
Análisis La hipérbole pasa factura a Vox y deja la mayoría absoluta en manos de Sumar y Podemos
La caída de dos puntos de Vox muestra cómo la izquierda y el PSOE podrían seguir teniendo una oportunidad de evitar un Ejecutivo del Partido Popular con la ultraderecha.

Recomendadas

Medio ambiente
Medio ambiente A Xunta desoe a oposición social e dá luz verde ambiental á celulosa de Altri e Greenalia
O informe da administración galega, gobernada polo PP de Alfonso Rueda, conclúe que a proposta é “ambientalmente viable” e pasa por alto as decenas de miles de alegacións presentadas, así como a contestación social.
Costas
Costa A ría de Arousa, ao bordo do colapso ecosistémico
A principal produtora de marisco de Galiza afronta unha crise sen precedentes; o impacto da contaminación actual e a de potenciais industrias como Altri ou a reapertura da mina de Touro poñen en perigo o sector do mar.
Medio ambiente
Medio ambiente Miles de persoas enchen as prazas galegas contra o ‘si’ ambiental da Xunta a Altri
A Plataforma Ulloa Viva logrou mobilizar decenas de concentracións nos concellos da conca do río Ulla e máis alá para protestar contra a Declaración de Impacto Ambiental aprobada polo Goberno de Alfonso Rueda para a celulosa.
Cine
Vicente Monroy “El capitalismo es un ejercicio de destrucción de la curiosidad”
En su nuevo ensayo, Vicente Monroy convierte la penumbra de las salas de cine en protagonista, tejiendo un relato fascinante que une sus dos grandes pasiones: el cine y la arquitectura.