Opinión
Lo siento Palestina. ¿La historia se repite?

Vuelven a querer echar a más de un millón de personas de sus casas, quieren sumar otro millón de refugiados a los seis que ya existen, con la seguridad de que nunca regresarán.
Gaza Barcelona protesta - 1
Bárbara Boyero Manifestación de apoyo al pueblo palestino en Barcelona el 13 de octubre de 2023.
14 oct 2023 12:38

La historia se repite, o mejor dicho, lleva escribiéndose con una misma línea argumental desde hace más de 75 años. La invasión terrestre de Gaza es parte de la misma estrategia que hace 20 años describía el historiador Israelí, Avi Shlaim en su libro El muro de hierro: Israel y el mundo árabe —y la describía antes del endurecimiento que ha sufrido el régimen de ocupación en estas dos décadas—: terminar con el conflicto a base de expulsar a la población Palestina del territorio —y espero que no tengamos que hablar de otra cosa en los próximos días—.

Vuelven a querer echar a más de un millón de personas de sus casas, quieren sumar otro millón de refugiados a los seis que ya existen, con la seguridad de que nunca regresarán, puesto que en 75 años nadie les ha obligado a cumplir ninguna de las resoluciones, sanciones y condenas que han recibido por parte de Naciones Unidas. Nos arriesgamos a que dentro de 75 años hablemos de este mes de octubre como una segunda Nakba.

Es como si estuviéramos viendo un remake, o una película en la que sabemos cuál va a ser la siguiente escena, pero de alguna manera nos sigue sorprendiendo. ¿Quién no ha pensado que este ataque de Hamás iba a suceder antes o después? ¿Quién, que haya seguido esta serie en los últimos años, no ha pensado que era inevitable, que iba a acabar mal? Imaginen que tenemos unos vecinos en el piso de arriba, a quienes escuchamos con frecuencia discutir, y que las discusiones suelen acabar con uno pegando o sometiendo al otro. Y al cabo de varios meses, o años, una mañana el pegado se levanta, estalla y acaba con la vida del otro.

Nos arriesgamos a que dentro de 75 años hablemos de este mes de octubre como una segunda Nakba

Trágico, y en la cabeza de casi todo el vecindario... inevitable. Dependiendo de la identidad de estos vecinos se generarán más o menos simpatías con cada uno de ellos, se justificará más o menos lo sucedido, pero a casi todo el mundo le parecerá que era algo previsible, algo que iba a ocurrir, e igual a alguien en el vecindario se le pasará por la cabeza un “igual tenía que haber hecho algo antes” o un “¿Podría haber hecho algo antes para evitarlo?” y a los más exigentes un “tenía que haber hecho algo”.

Lo siento Palestina. La historia se repite. Solo me sale decirles que lo siento a las personas con las que hablo estos días que desde allí atienden atónitas, enfadadas ante la, ahora, enérgica reacción de Europa. Israelíes y palestinos que llevan años luchando por acabar con la ocupación, anticipando que algo así podía pasar. Lo siento porque no solo no hemos hecho nada, sino que ayer, Von der Leyen y Roberta Metsola aparecieron en rueda de prensa con Netanyahu, respaldando la invasión terrestre.

No encuentro palabras ni sentimientos que empaticen con esta rueda de prensa. Es como si no pudiera, o más bien no quisiera, creérmelo. Ni la imagen de ayer, ni las reacciones de casi todos los gobiernos europeos —por supuesto, nada que decir de EE UU—, ante lo que está sucediendo en Gaza o ante cualquier reacción que no sea posicionarse total e incondicionalmente con Israel, dándole carta blanca para actuar —se prohíben manifestaciones en Alemania, banderas palestinas en Inglaterra, se abre una causa para ilegalizar el partido de Melenchón en Francia—. ¿Se imaginan que, en un ejercicio de viaje ficción, con quien se hubieran reunido Von der Leyen y Metsola fuera con Verwoerd en 1960, antes de atacar cualquiera de los bantustanes que él mismo había creado? Suena irreal, ¿verdad?, y no por lo del viaje en el tiempo.

Me duelen las víctimas que han muerto en este conflicto, y explicito que me duelen las israelíes, para que no haya dudas, como seguro que en su día murieron blancos a manos de acciones de la ANC en Sudáfrica, gente que no tenía que haber muerto. Pero lo de ayer fue una rueda de prensa de la mano del presidente de un estado radical y extremista condenado múltiples veces por Naciones Unidas, que lleva décadas aplicando un régimen de apartheid declarado contra la población Palestina.

Me sorprende que lo normalicemos. Me duele que  estemos haciendo público que podemos saltarnos todas las reglas de las que nos habíamos dotado desde la Segunda Guerra Mundial

Una persona que está publicando en su cuenta de X (antes twitter) bombardeos en una zona llena de civiles atrapados, que no pueden salir —un acto considerado crimen por el derecho internacional— y que ha declarado abiertamente que no va a cumplir ninguna regla en esta guerra. Una rueda de prensa anunciando otro episodio más de este crimen revestido del “derecho y deber a defenderse”.

Y no es que me sorprenda que los gobiernos occidentales no estén a la altura ética o moral de lo que sucede, o que Netanyahu siga diciendo barbaridades, me sorprende que lo hagan dándose la mano, que se legitime públicamente un discurso de odio y violencia de esta envergadura. Me sorprende que lo normalicemos. Me duele que lejos de intentar no repetir la historia, estemos haciendo público que podemos saltarnos todas las reglas de las que nos habíamos dotado desde la Segunda Guerra Mundial.

No es que sea la primera vez que nos las saltamos, ni que piense que estas reglas o las organizaciones que las sustentan sean quienes nos asegurarán un futuro mejor, pero creo que las ocasiones anteriores no habían gozado de tanta legitimidad internacional. ¿Se imaginan la prohibición de manifestaciones contra la guerra de Irak o la invasión de Afganistán? ¿O que se plantease la prohibición de un partido político por criticarlas?

Lo que está sucediendo en Palestina es distinto a lo que ha sucedido en los años anteriores, por la envergadura, por el momento local en el que se encuentran y por el contexto global en el que se produce. Es como si ese auge de los autoritarismos, que estamos viendo a nivel doméstico en casi todas nuestras democracias saltase de forma coordinada a un escenario internacional. Todo está sucediendo en un contexto en el que estamos configurando las respuestas que queremos dar ante crisis de gran envergadura, un contexto en el que tenemos que plantearnos si queremos escribir el futuro repitiendo la historia, o si queremos cambiar la historia.

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