Un juez neoliberal ha dictado una sentencia a favor de la gig economy y la destrucción del derecho de los trabajadores. Esto se une a la represión en Cádiz en la segunda huelga del metal, y la ofensiva judicial de los 6 de la Suiza contra el sindicalismo. Estamos en guerra.
Reclamemos como grito de guerra lo que un leguleyo ha clamado como insulto, reclamemos los cos de las luchas pasadas, que conectan con las presentes, hagamos memoria y reservorio de las derrotas y los triunfos momentáneos, y comprendamos que hace falta defenderlo todo de nuevo cada día.
Con la caída de la Unión soviética, las democracias liberales de occidente no necesitaron más de compensar los excesos del mercado y la oligarquía, para que las clases subalternas no miraran a un contramodelo.
La capacidad de negociación cayó en picado, y el estado de bienestar comenzó su desmontaje, primero vía privatizaciones, y ahora, incluso con los derechos formales constitucionales relacionados con el derecho a huelga y actividad sindical, o el derecho laboral fundamentado en la relación de poder simétrica del contrato de Trabajo.
Estamos solos en esto, pero somos más, la cuestión es encontrarnos, comprendernos, ayudarnos, coordinarnos. Luchar juntos, de nuevo.
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