Si alguna vez se ha preguntado qué fue más rápido, si la construcción de las pirámides de Egipto o conseguir un vado permanente en el Ayuntamiento de Murcia, he aquí su respuesta: los faraones lo tenían más fácil.
Un ciudadano valiente -llamémosle “el Indiana Jones del papeleo”- lleva meses esperando que el Servicio de Urbanismo decida si puede colocar un vado en su cochera. La inspección técnica ya se hizo y “todo está en orden”, lo que en lenguaje municipal significa: “el papel está sobre la mesa, ahora a esperar que la burocracia haga su magia”.
Lo verdaderamente épico no es la espera, sino el horizonte temporal que le han dibujado: más de un año para aprobar lo que técnicamente ya está aprobado. Da tiempo a que el solicitante tenga un hijo, le enseñe a caminar, y el niño use el futuro vado para aparcar su triciclo.
El drama tiene todos los ingredientes de un culebrón de tarde: una administración colapsada, ciudadanos en suspenso y documentos que parecen haberse perdido en el Triángulo de las Bermudas de lo municipal.
Mientras tanto, nuestro héroe urbanístico se aferra a la esperanza de que, algún día, recibirá esa ansiada resolución. Para entonces, quizás ya no necesite el vado, sino una plaza de aparcamiento para su silla de ruedas.
¿Necesita el Ayuntamiento más personal? No sé, pero si contrataran al ritmo que resuelven estos trámites, estaríamos en 2050 y seguiríamos esperando a que revisen los currículums.
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