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Opinión
Tenemos un plan. Acerca de La Bancada, el ciclo político madrileño y otros inventos
Los autores proponen la puesta en marcha de un plan que, independientemente de las convocatorias electorales, favorezca la agregación de individualidades y movimientos en la construcción del verdadero cambio en Madrid.
Sabíamos dónde nos metíamos. Hace cuatro años muchas personas participamos de una forma u otra en el proceso que dio lugar a la candidatura de Ahora Madrid y al cambio —¡por fin!— en el gobierno de la ciudad de Madrid. Ahí se hablaba mucho de los peligros que afronta una apuesta de este tipo; de los vicios de la política institucional, de sus límites, de cómo el poder y sus cercanías envilecen las relaciones, del riesgo de cooptación para los movimientos sociales, del dinero —ay, el dinero—... En fin, todo muy natural dado el justificado escepticismo que respecto a las administraciones del Estado siempre han tenido los movimientos sociales, en los que tanta de aquella gente participábamos y seguimos participando.
Saberlo no significa haberlo manejado bien (seguro que estamos de acuerdo en eso). Por eso, ahora que andamos pensando en cómo afrontar el próximo ciclo electoral, parece buena idea revisarlo con un poco de autocrítica. Naturalmente, en el balance completo pesarán sobre todo los caminos alternativos de la historia que cada cual imagine y la acción de gobierno de Ahora Madrid, de la que nosotros no hemos participado y con la que somos muy críticos. Pero como los análisis al respecto abundan, queremos centrarnos hoy en el ámbito que nos toca más cerca.
Parte I. De dónde venimos
¿Empezamos por hablar sobre qué ámbito es ese? Desde el principio cuajaron los conceptos del dentro y el fuera, que si en las deliberaciones previas tenían alguna virtud sobre identificar papeles y dependencias, se tornaron a toda velocidad y unilateralmente después de las elecciones en autonomía total del equipo de gobierno respecto de los precarios organismos colectivos que habíamos montado.Cómo pudo pasar eso de forma tan fulminante e impune es algo que siempre quedará por analizar del todo. ¿Cundió el miedo a una gran ruptura nada más empezar? ¿En qué medida la composición de aquella confluencia daba en el fondo por buena la delegación absoluta de la dirección política en el dentro? Quizá nos sigue costando quitarnos de encima ese imaginario de acceso a posiciones de poder, en las que, una vez que conseguimos colocar a alguien, toca esperar a ver si lo hace bien o mal. Lo acatáramos unos u otros con mejor o peor cara, el hecho es que la resistencia fue muy escasa. Al menos eso debería impedirnos seguir contando que aquello fue un proceso modélico que ojalá fuera posible ahora.
Si lo que se nos ofrecía era una relación puramente subalterna, fue natural optar por pasar mejor a la oposición igual de rápido. Los escasos ensayos de cooperación sobre temas puntuales se topaban con una disfunción tremenda entre los tiempos, recursos, modos vecinales o sociales, por un lado, y los de la burocracia enajenada, por otro; que además funciona muy bien como parapeto para quien no quiere exponerse. Esto ahondó la desconexión y obligó a afianzar las posiciones en ese afuera si se quería tener una interlocución algo digna.
Aun así, en la ciudad en que la trama de poderes excede mucho esa relación, ¿podíamos haber desarrollado posiciones un poco más sofisticadas que apuntaran en más direcciones? Porque este ha sido un gobierno muy débil y esa debilidad y sus resultados habla un poco de la nuestra. También ha sido un gobierno con grandes vacíos que se podían haber aprovechado; por ejemplo: criticamos mucho el pago anticipado de la deuda —con razón—, pero el hecho es que en muchos casos no han gastado dineros porque no tenían la capacidad ni la iniciativa para gastarlos.
Otro ejemplo: muchas personas que han entrado a trabajar al Ayuntamiento, vocales vecinas, etcétera, se han encontrado sin espacios de referencia que sostuvieran su labor en alguna dirección (no hablamos de reparto de responsabilidades, que podríamos quedarnos más anchos que largos, sino de oportunidades perdidas).
¿Tiene todo esto que ver con esa cultura de los movimientos de la que hablábamos al principio? Quizá hemos hecho lo que sabíamos hacer. Y no nos sale mal, está por ver de qué otra forma conseguiríamos mayor incidencia. Pero el momento exigía, exige, algo más. Lo decía muy bien Caren Tepp en el encuentro de Barcelona recordando aquello de “O inventamos o erramos” hablando sobre esto de la nueva política. Quizá hemos inventado poco.
Espacios, recursos, referencias, que permitan otras formas de estar a las nuestras habituales, a las que en cualquier caso les vendría muy bien un repaso (más aun a las de la vieja política institucional). No nos sirven para eso los dispositivos puestos en marcha por el Ayuntamiento, pero ¿es suficiente excusa sus evidentes carencias? Por ejemplo: Decide Madrid no es nuestro modelo de participación ideal, no puede serlo aquel que obvia las formas en las cuales la sociedad se autoorganiza y piensa colectivamente, nis sus comunidades, pero esas 27.000 firmas para forzar una consulta era un resorte que estaba ahí y que hubiera merecido la pena poner a prueba.
Institución, medios, lobbies…, los poderes que operan en la ciudad no solo deciden las actuaciones materiales, también tienen una gran capacidad de marcar la agenda. De qué se habla y el marco en el que se habla. ¿En qué medida hemos sido capaces de contrarrestarlo? Creemos que en muchos casos hemos entrado a los temas que venían impuestos y en otros nos hemos dejado enredar con infinidad de tecnicismos y procedimientos.
Un ejemplo de los primeros: esta ha sido una legislatura muy centralista —como siempre— y nos cuesta salir de ahí. Las campañas comunicativas que hace el Ayuntamiento en ese sentido encuentran poco eco. ¿Será posible que seamos los movimientos aun más centralistas que la institución? El peor ejemplo de los segundos es todo el personal heredado de anteriores gobiernos que ha continuado dictando a sus anchas lo que se podía hacer y lo que no. Ahí siguen, y si algún cargo ha cambiado, no ha sido por ninguna presión exterior. ¿Habría funcionado? Puede que no. ¿La ha habido? No recordamos ningún caso.
Estos son solo algunos de los temas y admiten muchos matices. No es que se nos ocurran a nosotros ahora, sino que son apuntes de conversaciones que hemos tenido estos meses. Es muy obvio, pero lo vamos a decir: hacer autocrítica es un envite a otros a hacer las suyas.
Parte II. Dónde estamos
Quienes despertamos a la política en los años 90 lo hicimos escuchando historias de los años anteriores. La transición, las asociaciones de vecinos, el referéndum de la OTAN, las re(des)composiciones de la izquierda extraparlamentaria, etc. Aprendimos mucho. Aprendimos a desconfiar de todo lo que sonara a política institucional, como explicamos en la primera parte, pero también aprendimos en positivo a crear espacios alternativos, a tejer relaciones de confianza, la importancia de los afectos... Recursos que gente maravillosa defendió con alegría en un ciclo político de la modernidad que aventuraban muy yermo y muy largo.Nosotros nos quedamos ahí, en esas noches sin dormir bajo el capitalismo. Seguramente busquemos siempre los lugares, las personas. No hay problema. No necesitamos para nada asaltar instituciones en las que no se atisba ni rastro de esa forma de estar en el mundo.
Pero ahora que se nos presenta para que firmemos otro fin de ciclo y llega el reflujo, el desencanto, el repliegue, nosotros nos negamos. Lo impugnamos. ¿Era todo esto del asalto institucional iniciativa de cuatro aventureros? ¿Era el cambio una tecla comunicativa que los más avezados habían identificado pero ya está gastada? ¿Toca construir poco a poco en la sociedad las alternativas?
Sí, los cambios reales se fraguan primero fuera de la institución, pero podríamos decir que en alguna medida la sociedad ya había hecho su parte. Cundía un sentimiento mayoritario de profundización democrática, de estafa económica (de la legal y de la corrupta) y de reconocimiento mutuo en la defensa de derechos básicos. El sentimiento compartido era que las instituciones se había quedado muy atrás e incluso los partidos tradicionales se veían fuera de juego y se apresuraban a adornarse con guiños renovadores (a veces de manera muy risible). ¿Ha pasado ya todo eso? ¿Tan rápido?
Para enfrentarse a la ofensiva neofascista y la reacción machista es importante poder establecer los temas de los que se habla y, desde una posición de gobierno, es uno de recursos que se pueden explotar para bien o para mal
Hay diferentes formas de interpretar el mandato de ese medio millón de personas que votaron a Ahora Madrid. No vamos a insistir en el programa colaborativo o las primarias. Había además un clima, unas expectativas más amplias y difusas. Vale, pero creemos muy difícil encajar cualquiera de esas interpretaciones, cualquiera, con lo que se ha hecho en estos cuatro años en Madrid. ¿Acaso no era la vivienda un tema principal? ¿Es que ese clima reclamaba un liderazgo fuerte y carismático que concentrase todo el poder y una corte a su alrededor? ¿Exigíamos una renovación ética que sin robar entregara el desarrollo más importante de la ciudad a los bancos? Son solo algunos ejemplos, cualquiera podrá añadir otros tantos igual de obvios. A lo mejor el final de ciclo está decretado desde arriba y debemos empezar por intentar no creérnoslo.
Este hacer, o dejar de hacer, tiene sus consecuencias directas para quienes vivimos en Madrid, aunque es posible que también y de forma más amplia hayamos perdido una de las mejores bazas para marcar la agenda política cuando más lo necesitamos. Para enfrentarse a la ofensiva neofascista y la reacción machista es importante poder establecer los temas de los que se habla y, como decíamos, desde una posición de gobierno es uno de recursos que se pueden explotar para bien o para mal. Obligar al resto a posicionarse respecto a lo que tú haces en cada momento. Ya se sabe que cuando nieva en Madrid, nieva en España, y desaprovechar esa herramienta puede que haya sido uno de los grandes errores estratégicos de Podemos. Vamos, que si no hubiera ningún conflicto debían habérselo inventado y magnificado.
Pero ¿afortunadamente? en Madrid, capital del rentismo, no escasean los frentes en los que marcar posiciones y trazar las disyuntivas. En el ejemplo más claro y directo, tener el área de Urbanismo de la ciudad de Madrid era oro políticamente. Ahora no vale lamentarse por jugarretas de posiciones en listas que producen sonrojo ajeno (como si fuera el momento clave donde todo se desmorona por culpa de los otros) cuando en cuatro años no se ha dicho ni hecho absolutamente nada para reconducir lo otro.
En otros casos la oportunidad estaba ahí para quien quisiera verla: la deuda y las imposiciones de la Unión Europea han estado sobre la mesa; puede ser un tema complejo y poco popular, pero ese mismo proyecto europeo lleva años sepultando la ética de todo un continente en el fondo del Mediterráneo. Una responsabilidad histórica que mucha gente vive con angustia e impotencia, en la que las ciudades europeas tendrían algo más que decir porque las fronteras las atraviesan y se hacen palpables todos los días.
Parte III. A dónde vamos
Entonces ¿qué hacemos con todo esto? ¿Nos sirve para pensar en qué hacer, qué cambiar? Pues tenemos un plan. Bueno, no lo tenemos todavía, pero queremos tenerlo. Un Plan de Ciudad, lo llamamos, pero antes de explicar en qué consiste es importante contar cómo y para qué.Queremos hacerlo con todas aquellas personas y colectivos que le vean alguna utilidad. Sabemos que hay gente interesada que no quiere tener nada que ver con partidos ni candidaturas electorales, también la hay que se presentará seguro o contempla la posibilidad (como nosotros en La Bancada). Incluso hay gente interesada y que puede aportar mucho que trabaja en el Ayuntamiento o de alguna forma considera estratégico seguir vinculada a Más Madrid. ¿Por qué no habrían de hacerlo? Sabemos de tantas visiones muy críticas desde dentro (otra vez el dentro) que no afloran por una lógica de posiciones o fraccional que merece la pena romper. Hay muchas suspicacias y resquemores que lo dificultan y que no vamos a reconciliar ahora, pero tampoco queremos renunciar a ninguna visión compartida.
Intentaremos que este plan sea como una guía de viaje, en la que anotemos dónde y con quién queremos estar, el equipaje que conviene preparar, los obstáculos que seguramente nos encontremos y cómo los vamos a sortear
Queremos que no se parezca en nada a un programa electoral. Que no se componga de posibles actuaciones de gobierno, sino de procesos que podamos al menos iniciar independientemente del resultado electoral. Que más que vincular a un gobierno nos vincule a nosotros y nosotras. Medidas que prefiguren cambios sociales aunque sea de manera tentativa y parcial. Puede ser mediante iniciativas ciudadanas por los canales pautados, o convocatorias totalmente al margen de la institución, o mediante denuncias legales, o simplemente visibilizando algo de lo que no se habla. Frente a la saturación de relatos y propaganda, proponer una política del hacer, en la que se pongan en valor los métodos y las prácticas.
Queremos que sea un instrumento de agregación. Sin vocación de completitud, exclusividad o dirigismo, que se componga más bien de propuestas ya elaboradas por el tejido social y que aquí puedan encontrar algo de apoyo mutuo. Si queremos recomponernos, si queremos organizarnos, la mejor manera es alrededor de una tarea. No puede durar solo unos meses, sino que es un plan para los próximos años. Si una candidatura quiere asumirlo como mandato, bien, si otra recoge parte, también, o si a título individual alguien se siente vinculado y lo defiende desde su posición. Perfecto, vendrá bien, pero para nosotros el plan merece la pena por sí mismo.
Por eso el Plan lo imaginamos como un conjunto de propuestas con unas características: a) que identifiquen en qué puntos o temas nos jugamos la ciudad futura, casi un mapa de conflictos; b) que tengan sustento social: gentes, colectivos que las defiendan los próximos años; c) que huyan de cualquier vaguedad: podrán ser más generales o más localizadas, pero concretas; d) que incluyan en la medida que se pueda un “plan de acción”, incluso presupuesto en su caso, para poder dar pasos en esa dirección.
Así, intentaremos que sea como una guía de viaje para los próximos años, en la que anotemos dónde y con quién queremos estar, el equipaje que conviene preparar, los obstáculos que seguramente nos encontremos y cómo sortearlos. Si sale bien, irá engrosando y nunca se considerará terminada.
¿Y qué sentido tiene vincularlo a una candidatura? La Bancada lo será o no; se decidirá de la forma más amplia posible y este mismo sábado hay una asamblea abierta en la que lo hablaremos. A nosotros nos parece imprescindible que al menos exista la posibilidad. Si nos hemos curado de alergias a usar estos recursos, aquí hay uno que precisamente ahora puede disputar el poder de establecer el marco de lo que se va a hablar. Estamos muy orgullosos de nuestras redes militantes, pero somos muy conscientes de sus limitaciones y de a cuánta gente tenemos capacidad de llegar. Después de este ciclo electoral tan intenso, ¿cómo dejar de emitir en esa frecuencia? Después de tanto todo ¿Tanta nada, silencio? Seguramente mucha gente que esperaba otra cosa y sigue ansiando cambios reales interprete que hay un abandono. Que el ciclo finalmente se cierra.
El peor resultado de estos años de tanto amarre, de tanto oír “no se puede”, sería que cundiera la sensación de que no había otra forma de hacer las cosas. O que es la sociedad, los otros, la que no está preparada para aventuras. Hay una visión pacata y conservadora que así lo cree, de la que a cualquiera a veces nos cuesta desprendernos. Pero la sociedad madrileña —junto con otras— lleva años gritando que “otro mundo es posible”, que “sí se puede”, que “podemos”. Todos, lemas que apelan a una cierta posibilidad de efectivamente hacer las cosas de otra manera. Por eso todo esto no va de institución sí o no, ni de dentros y afueras, sino de si tenemos capacidad de seguir reconociéndonos en esa posibilidad.
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El artículo está bien para hacerse una idea global de vuestra posición, pero si vienes de fuera hay cosas que no quedan claras, es un poco críptico y, al menos yo, me quedo sin entender algunas de las críticas.
Artículo en positivo, que hace ver algo de luz al final del túnel, aporta esperanza. Pero, en relación a algún comentario anterior, creo el grupo de concejales críticos/movimentistas/anticapitalistas/de La Bancada (cómo los quieran o los queramos llamar), así como las personas y colectivos críticos con Carmena, su gobierno, sus derivas y sus formas (no sin razón), deberían hacer también autocrítica. Y SÍ, me refiero especialmente a personas como Rommy Arce: no sólo por una gestión que ha dejado mucho que desear, sino, sobre todo, por su relación ,(o en muchas ocasiones mala relación) con los movimientos sociales y vecinales de Usera. La soberbia de Rommy, su falta de tacto, su desconocimiento y hasta desprecio por la historia asociativa, comunitaria, de construcción colectiva de barrios como Orcasitas (de larga y reconocida trayectoria asociativa y reivindicativa, de los que inventaron el "municipalismo", lo "comunitario", el trabajo "de abajo a arriba",... cuando nadie hablaba de estos conceptos) ha sido más que patente. No se puede, como esta concejal, pretender hacer la revolución o cambiar las cosas desde Twitter o desde el postureo. Son bienvenidas, por enriquecedoras, opciones como La Bancada, pero no creo que concejales como Arce y sus actitudes recojan o puedan representar el espíritu del artículo
A peticionde la AVV de vecinos de Orcasitas la alcaldesa visita el Jueves 31 a las 17 horas el campo de futbol y una sesión de teatro en la asociación de vecinos.El presidente de la asociación de vecinos invita a agradecer todo lo hecho y pedir todo lo que queda por hacer.Aprovecho la ocasión para invitar a todos los vocales vecinos de Usera a participar en la construcción de Municipalismos mas alla de las aspiraciones legitimas por otra parte de quien aspire a seguir siendo cargo institucional..Mas barrios ,Mas calle,,mass sanidad,mas enseñanza,mas vivienda publica,mas socialización de la riqueza,menos ombligos varios,mas autogestion.Claro y en botella,mas hay vida mas alla de las instituciones.Un fuerte abrazo a Una de Fernando.Salud y municipalismo con y para currantes.
Excelente artículo. Escrito desde dentro del municipalismo madrileño para que entendamos todas esta historia, la situación poliítica en la ciudad de Madrid y las perspectivas. Y no se queda en palabras, sino que se remite a hechos: hay que intentar echar otros cimientos en el socavón que han dejado Carmena y sus atentos servidores en la izquierda, en las respuestas a las necesidades materiales de los no ricos, en la no derecha, en el Madrid.
antifascista. O se levanta ahí una opción radical, o la abstención decidirá el futuro inmediato a favor del trifachito.
Ah, y está muy bien escrito. Sin rebuscamientos
Algo muy concreto, en apariencia banal, pero que representaba un foco de interacción ciudadana cada domingo por la tarde, eran los tambores del Retiro. Botellla los prohibió y el gobierno de Manuela no supo darse cuenta de lo que nos jugábamos simbólica y vivencialmente con la desaparición de ese tipo de encuentros ciudadanos.
Esos tambores eran odiosos, lo más molesto para miles de vecinos y visitantes.Ese pasar del prójimo y agredirle con tambores en un parque quiera o no, es de lo peor.Bien eliminados están, nadie tiene derecho no a imponer música en un lugar de sosiego y paz como es un parque.
Un cierto punto de autocrítica está bien, pero que no se nos vaya de la mano. El balance global para la gente ha sido altamente positivo. Revertir las políticas reaccionarias aplicadas en 20 años no se consigue en una legislatura. Haber si luchando entre nosotros se nos olvida cual nuestro enemigo.
Una buena propuesta de debate para superar la partiditis infantil de nuestras instituciones.,Cualquiera puede sentirse molesto de que no se haya invertido mas en su barrio,pero acusar a Romy Ace de ninguneo a Orcasitas es sencillamente falso,dado que es uno de los barrios de Madrid que mas inversiones de la zona de Usera ha tenido.Podemos dejar de mirarnos el ombligo y sumar.Un abrazo,
Con "modos vecinales" ¿se refiere al ninguneo de alguna concejala "crítica" a asociaciones de vecinos como la de Orcasitas? Debe de ser que no pertenecían al selecto grupo del movimentismo madrileño. Sobre lo de quedarse en la crítica de la institución y la imposibilidad de cambios desde ella, o la ineptitud para gastar los dineros, para incidir en la agenda presupuestaria no puedo estar más de acuerdo