Opinión
‘Brain rot’: el arma definitiva del capitalismo

La ‘podredumbre mental’ producida por las redes sociales es fácil de detectar: tus pensamientos son cada vez más simples, y te cuesta desarrollar entramados mentales complejos, te pierdes en ellos o te resulta dificilísimo transitarlos.
Costa Asturias  Redes Sociales
David F. Sabadell Turistas en la costa cantábrica en Asturias.
28 nov 2025 05:00

El concepto brain rot es uno de esos anglicismos que hemos adoptado para hacer más amables realidades que asustan —como coliving, minijob o nesting— porque su alternativa en castellano es espeluznante: ‘cerebro podrido’ o ‘podredumbre cerebral’.

Es un término de reciente adopción, aunque lleva gestándose décadas, y comprende el conjunto de efectos nocivos sobre la salud mental del consumo excesivo de contenido online, especialmente en redes sociales, y, en concreto, hace referencia al deterioro de las capacidades intelectuales y cognitivas por el uso de las mismas.

Es muy fácil de autodetectarlo: notas que tus periodos de atención plena son cada vez más cortos, incluso inexistentes, no puedes centrarte en una sola tarea, sino que tienes que estar realizando varias a la vez e intermitiendo entre ellas. Has perdido capacidad para retener información, te cuesta rescatar datos de tu memoria o directamente eres incapaz de recordar algunas cosas, aunque hayan sucedido hace escasos instantes. Tus pensamientos son cada vez más simples, y te cuesta desarrollar entramados mentales complejos, te pierdes en ellos o te resulta dificilísimo transitarlos. Tu lenguaje también se está volviendo sencillo, solo encuentras confort en aquellas actividades de las que obtienes una recompensa inmediata, y sientes ansiedad cuando no consultas el teléfono móvil constantemente.

¿Y si es tan malo porque seguimos ahí? ¿Por qué nuestra sociedad tiende hacia ese mundo sin complejidad intelectual y sencillez mental?

Muy fácil: porque es una adicción, y como cualquier otra, cuesta mucho reconocerse como adicto y lograr desengancharse.

Pero volvamos sobre esos perjuicios del brain rot y del dumb scrolling —pasarte horas en Instagram o en TikTok viendo vídeos de corta duración y sin contenido, no participando de forma activa mentalmente—, en concreto, a los sociales, porque esto sirve al capitalismo más voraz, es su arma definitiva para alienar a la población.

Es fácil imaginar hasta qué punto un instrumento que destruye directamente los procesos de construcción de pensamientos complejos se constituye como herramienta que favorece la pérdida de crítica, de cuestionamiento y el anti-intelectualismo.

Esto último es un recurso ampliamente empleado por las derechas globales: el socavamiento y menosprecio a las bases teóricas, científicas, históricas y técnicas que durante siglos se han ido construyendo. No nos resulta extraño escuchar discursos de esa ala política atacando a las Universidades u otras instituciones de enseñanza, por ejemplo.

De hecho, el imperio de los bulos y la posverdad se sustenta sobre cimientos anti-intelectuales.

Si el sistema capitalista de por sí ya genera un proceso de transformación de humanos a consumidores, el nuevo uso de las redes sociales lo acelera

 Además de esto, pernicioso de por sí, hemos de añadir que esta tendencia a la podredumbre cognitiva deviene en una evolución de las personas en meros sujetos de consumo. Es terrorífico pensar que las redes sociales nos mantienen en standby mientras que no producimos ni consumimos, pero a su vez nos están bombardeando a información comercial constantemente.

Si el sistema capitalista de por sí ya genera un proceso de transformación de humanos a consumidores, el nuevo uso de las redes sociales lo acelera, hasta el punto de que en la actualidad se está evidenciando un alineamiento entre la identidad personal y el consumo.

Me explico: por estos mensajes que nos llegan desde internet, estamos asimilando lo que somos con lo que tenemos o compramos. 

Así para ser lector tienes que comprar las últimas novedades de libros todos los meses, para ser runner tienes que comprar las mejores zapatillas o las gafas de sol aerodinámicas, para ser melómano tienes que ir a la mayor cantidad de conciertos posibles o tener estanterías llenas de discos. Y así con todo. Párate un momento y piénsalo: ¿quién eres sin lo que consumes?

La gran victoria del capitalismo está tomando esta forma, la de privación de una identidad ajena al mercado, y un deterioro de nuestra independencia mental.

Es desalentador, pero todavía hay esperanza, es difícil, pero se puede reducir el uso en redes sociales, haciendo un cribado de lo que nos está aportando y lo que no, volviendo a actividades offline y construyendo comunidades presenciales, donde forjar vínculos reales y conciencia colectiva frente a la alienación programada.

Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.

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