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Investigador en crisis climática y militante de Climáximo.
Agrónoma, organizadora de la red internacional Global Climate Jobs y militante de Climaximo.
La izquierda se enfrenta a tremendas crisis. Estas crisis son visibles en su falta de visión, su falta de entusiasmo por el futuro, su falta de planes de poder, su falta de confianza en la posibilidad de victoria y un miedo generalizado a asumir riesgos. Es una profecía autocumplida: cuanto menos creemos y menos arriesgamos, menos posibilidades tenemos de triunfar. Estas crisis se manifiestan entonces en una menor capacidad de movilización, en movilizaciones sin objetivos de transformación, en malos resultados electorales y, simplemente, en aceptar jugar con las reglas de un juego que nunca se suponía que debíamos jugar, un juego que históricamente fuimos responsables de romper. La alienación general, la apatía y el escaso análisis material respecto al significado de nuestras crisis combinadas son muy preocupantes. Este no es un camino para avanzar, no tiene ninguna posibilidad de éxito.
Han pasado décadas desde que oímos hablar por primera vez de las crisis medioambiental y climática y de la necesidad de una transición productiva que abandone los combustibles fósiles y la destrucción causada por la constante expansión e intensificación de la producción. Han pasado casi veinte años desde que las crisis financieras de 2007-2008 sacudieron el mundo y la hegemonía neoliberal, desde que asistimos y nos sumamos con esperanza, rabia y emoción al inicio de años llenos de descontento popular convertido en rebeliones, levantamientos, ocupaciones, protestas masivas y otras movilizaciones, reclamando cambios estructurales, desde la Primavera Árabe hasta Occupy e Indignados. En ese periodo necesitábamos más ambición y menos compromiso, más visión radical y propuestas audaces, programas y prácticas revolucionarias. No tuvimos casi nada de eso. Nos dejamos llevar por el canto de sirena del cambio gradual y retrocedimos décadas. Seguimos retrocediendo, pero esta vez hacia un precipicio.
Opinión
Portugal Un camino estrecho entre mil callejones sin salida: izquierda, verdes, extrema derecha y caos climático
Tras la pandemia, una crisis del coste de la vida que conectaba estructuralmente la emergencia climática con las crisis socioeconómicas golpeó a los trabajadores y a los pobres mientras las corporaciones y las empresas energéticas declaraban los mayores beneficios de la historia. No sólo se han llenado los bolsillos con nuestro dinero, sino que nunca lo han hecho con tantos beneficios como ahora, mientras pasamos hambre, somos desplazados, perseguidos y, en muchos lugares, asesinados. Sin embargo, la izquierda política y social está fracasando rotundamente a la hora de responder adecuadamente al momento. La extrema derecha ocupó el espacio y la retórica antisistema que ha quedado vacante en su mayor parte. Es irrelevante que la ultraderecha sea la primera línea de la defensa del capitalismo, el poder narrativo es poder y tiene una expresión material, y ellos se han hecho con una parte importante del mismo, quedando la izquierda en pie defendiendo instituciones decrépitas del capitalismo tardío y dejándose equiparar con el status quo.
Si la izquierda política y social no dan un paso al frente, cualquier polarización será entre la extrema derecha y el centro extremo: resultará en el colapso de las condiciones materiales para la civilización
Los próximos años serán años de descontento y malestar social. La única manera de que eso no se convierta en combustible para el fascismo y la extrema derecha es que surja un nuevo poder en la izquierda, que establezca programas rupturistas de transformación social y productiva y adopte estrategias y tácticas compatibles, impulsando el cambio de sistema y la revolución necesaria para lograrlo. Si la izquierda política y social no da un paso al frente, cualquier polarización existente será entre la extrema derecha y el centro extremo, lo que resultará en el colapso no sólo del capitalismo, sino de las condiciones materiales para la civilización humana a gran escala.
La emergencia medioambiental y climática no es una cuestión secundaria en el camino que elijamos hacia adelante. La crisis climática es el clímax de todas las crisis del capitalismo, una crisis humanitaria global que ya está amenazando los derechos humanos, las vidas y los equilibrios medioambientales como nunca antes. Esta crisis debe definir directamente la estrategia y los programas que darán forma al futuro. O abordamos esta crisis, o ningún programa de transformación será viable. Lo que hagamos de la izquierda en los próximos años definirá no sólo el futuro de la izquierda, sino el futuro de la Humanidad.
La lucha continúa, pero no para siempre. Las crisis climática establece plazos para que se produzca el cambio. Debemos ser honestos y serios sobre lo que significa el colapso
Debe surgir ahora una Izquierda Ecosocialista, preparada para dar un paso al frente y planificar el poder, articulada a escala global. Debe ser una izquierda ecosocialista internacionalista, antiimperialista, anticolonialista, antirracista y transfeminista. Una que no esté dispuesta a renunciar a un nuevo futuro, y que esté dispuesta a imaginar y construir los caminos para conquistarlo.
La lucha continúa, pero no para siempre. Las crisis medioambiental y climática establecen plazos para que se produzca el cambio. Debemos ser honestos y serios sobre lo que significa el colapso climático para nuestras luchas por la justicia, la paz y el pan, la vivienda, la educación y la salud para todos: significa que necesitamos estrategias para ganar estas batallas a corto plazo, no a largo plazo. Estas estrategias están más allá del horizonte de las elecciones y los ciclos electorales, deben rechazar cualquier papel de mero conciliador de intereses de clase.
La lucha que tenemos por delante es una lucha de clases. Las élites del capitalismo han declarado una guerra a muerte a la humanidad perpetuando un sistema económico dependiente de los combustibles fósiles. Ninguna otra guerra traerá tanta muerte, destrucción y violencia como la guerra que nos hacen a nosotros, bajo el capitalismo alimentado por combustibles fósiles. Ninguna cantidad de propaganda en torno a la transición verde puede ocultar el simple hecho de que no se está produciendo ninguna transición, sólo hay una parte de energías renovables entrando en un sistema energético en continua expansión que se utiliza para destruirlo todo, al tiempo que empuja a muchos territorios por encima del umbral de la habitabilidad.
Es hora de que nosotras - tanto la izquierda de los movimientos sociales como la de los sindicatos o los partidos políticos - asumamos nuestros propios fracasos y afrontemos el presente y el futuro de frente, con valentía y confianza. Si no nos organizamos para la revuelta y la rebelión ahora, es muy posible que no tengamos oportunidad de hacerlo en el futuro.
La tarea que tenemos por delante es el cambio de sistema: una transformación completa y radical de nuestro sistema socioeconómico a corto plazo. Para ello es esencial una izquierda revolucionaria ecosocialista. Se trata de una tarea de las generaciones vivas de hoy, que no debe producirse en un futuro imprevisible, sino a corto plazo. El esfuerzo organizativo para hacer realidad esta respuesta será gigantesco, y requerirá un verdadero compromiso por parte de una nueva izquierda revolucionaria sin titubeos que se arriesga a perderlo todo si no se atreve a ganar.
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Creo que todos los lectores de este articulo diremos que estamos de acuerdo con todo lo que se menciona aquui....pero como iniciar ese movimiento masivo del que hablas?