Opinión
Llegó el temido silencio
Ig: @mag97
Después del boicot a La Vuelta, después del secuestro de la Flotilla, después de la manifestación masiva del 4 de octubre, después de las cargas policiales, de las acusaciones de terrorismo, después de que se instrumentalizase la movilización ciudadana desde el Gobierno, después de un pacto de paz viciado en origen, de un alto al fuego vestido de victoria, pero ocultando un regalo al sionismo; después de que la prensa y política “equidistante” erigiese a Israel como víctima por fin salvada, después de la devolución de presos palestinos con signos de torturas, de vejaciones, incluso de extracción de órganos, después de todo, llegó el temido silencio.
Dentro de una semana hará un mes de las manifestaciones masivas en todo el país para denunciar el genocidio de Israel y pedir una solución justa para el pueblo palestino, también hará un mes de la firma del supuesto alto al fuego, del conocido como plan de paz de Trump, y esto es el mismo mes en el que ha caído un silencio plomizo sobre la cuestión palestina.
No digo que haya dejado de hablarse de ello, me refiero a que ha dejado de hacerse en los términos en los que se estaba haciendo antes del infame acuerdo
No digo que haya dejado de hablarse de ello, me refiero a que ha dejado de hacerse en los términos en los que se estaba haciendo antes del infame acuerdo. Si los actos de boicot, las manifestaciones masivas y la huelga general se señalaron como prueba del común entendimiento entorno a la barbarie que estaba (y está) cometiendo Israel contra Palestina, también han terminado por ser un aparente cénit en la movilización y protesta ciudadana por este tema.
Me entristece profundamente, no solo por lo que supone respecto a la lucha palestina, sino porque es una muestra más de lo asentado que está el discurso procedente de Estados Unidos: uno que legitima la violencia cometida por Israel, que no reconoce el derecho de Palestina a retornar a su tierra, que tampoco reconoce el gobierno autónomo de este pueblo, y que ni mucho menos va a condenar el genocidio ni a los genocidas.
Han tenido que pasar décadas hasta que la sociedad civil ha salido a la calle a defender al pueblo palestino, sin embargo, bastó un anunció de Donald Trump y el respaldo de los líderes internacionales para echar todo eso por tierra. En cuestión de horas se estaba celebrando una paz, como si hubiese habido una guerra, se habló de acuerdo histórico, como si hubiese dos partes en las mismas condiciones, se compartieron imágenes de rehenes israelíes volviendo sanos y salvos a casa, pero ninguna de presos palestinos llegando con estrés postraumático a los restos de lo que un día fue su hogar.
Nadie habla de los presos palestinos mutilados, de los cadáveres desfigurados, con signos de violencia extrema y tortura, ni de la ausencia de órganos en ellos. Nadie comenta los relatos de auténtico terror que exponen los supervivientes.
Nadie habla de que Israel ya ha roto en más de tres ocasiones el alto al fuego en menos de un mes desde que se firmó. Ni siquiera quienes iban de abanderados de la lucha desde las instituciones, ni siquiera quienes hicieron suya la lucha para ganar engagement en redes.
Y después de todo eso, seguimos siendo los mismos los que hablamos, seguimos teniendo esa sensación de hablar a la nada, de ser unos locos idealistas frente a la maquinaria del establishment, de habernos quedado solos ante la barbarie.
Pero no nos callaremos.
Aun con el silencio más férreo, aun en la soledad más grande en nuestro discurso, no abandonaremos jamás al pueblo palestino, ni dejaremos de denunciar a Israel como lo que es: un estado genocida.
Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.
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