Opinión
El neocolonialismo de la paz

La guerra de las armas y los escombros deja así paso a una nueva guerra: la del negocio de la reconstrucción, la especulación y el beneficio para unos pocos.
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Wahaj Bani Moufleh / Activestills Ciudadanos palestinos limpian los daños causados ​​a su restaurante después de que las fuerzas coloniales israelíes irrumpieran en la ciudad cisjordana de Nablus, saquearan muchas casas y tiendas palestinas y arrestaran a varios jóvenes, el 10 de enero de 2024.

Enseña Historia de la Economía Política en la Universidad de Pavía y Eco-Social Economics en la Universidad de Bolzano.

22 oct 2025 05:06

La firma del acuerdo de paz entre Israel y Hamás ha suscitado, razonablemente, grandes esperanzas de que se pueda llegar a un «alto el fuego» definitivo. No obstante, tras dicho acuerdo se esconden nuevas formas de colonialismo y depredación/saqueo de la población palestina y los territorios ocupados. La guerra de las armas y los escombros deja así paso a una nueva guerra: la del negocio de la reconstrucción, la especulación y el beneficio para unos pocos.

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En estos días se describe la cumbre del 13 de octubre de 2025 en Sharm el-Sheij para la validación a nivel internacional de los acuerdos de paz entre el gobierno israelí y Hamás, con la mediación de Qatar, Egipto y Turquía, como un momento histórico en la evolución de las relaciones entre Israel y los países de Oriente Medio, así como un ejemplo de pacificación global. En nombre del final (unilateral) de las hostilidades contra una población civil inerme, se trata, en realidad, de una de las páginas más hipócritas y menos gloriosas de la historia del colonialismo occidental. Porque de neocolonialismo se trata, y las intervenciones de Netanyahu y Trump en la Knéset — que solo pueden definirse como espeluznantes — han dejado pocas dudas al respecto.

A la cumbre asistieron representantes de los países mediadores de las negociaciones, empezando por Turquía y Qatar. No estaba presente Benjamin Netanyahu ni tampoco ningún representante de Hamás. Europa estaba representada por varios líderes, desde el francés Emmanuel Macron al español Pedro Sánchez, pasando por el primer ministro británico Keir Starmer. En total, unos veinte gobernantes, incluida la presidenta italiana Giorgia Meloni, en busca de un rol internacional, el cual, a pesar de sus falsas proclamas, no es capaz de obtener sino en el contexto de una corte de vasallos. También estaba presente António Costa por la UE —no así la presidenta Ursula von der Leyen, que no había sido invitada— y el secretario general de la ONU António Guterres.

Las agencias de la prensa internacional, tendentes a la información mainstream, coinciden en afirmar que “el objetivo de la cumbre de Egipto es garantizar una legitimación internacional del acuerdo de paz entre Israel y Hamás, para que ninguna de las partes pueda echarse atrás”. El objetivo explícito del encuentro es, tal y como ha subrayado la presidencia egipcia, “poner fin a la guerra, intensificar los esfuerzos por alcanzar la estabilidad en Oriente Medio e inaugurar una nueva era de seguridad y estabilidad”. El acuerdo se vincula a la primera fase del plan de paz propuesto por Estados Unidos.

En los documentos no se hace mención a Cisjordania, ni a ningún tipo de voluntad de poner fin a la violencia de los colonos y la ocupación israelíes, que dura desde hace 77 años

Lo que sabemos por ahora es que, además del intercambio de rehenes y prisioneros palestinos (que excluye a Marwan Bargouthi, único líder capaz de reunir las fuerzas políticas palestinas de Gaza a Ramallah y por ello considerado por Israel como demasiado peligroso), se producirá la entrada de ayuda humanitaria y el ejército israelí seguirá controlando, en cualquier caso, el 50% del territorio gazatí. La web Jewish Voice for Liberation ha publicado los primeros análisis del Plan Trump, desvelando que Israel mantendrá el control del 58% de Gaza, que no por casualidad incluye los terrenos agrícolas de la Franja, los cuales los colonos están ya dispuestos a ocupar.


Por otro lado, el acuerdo prevé en el futuro próximo la entrega de las armas por parte de los milicianos de Hamás y el resto de fuerzas militares palestinas (objetivo difícilmente realizable), así como el gobierno de Gaza por parte de una administración transitoria temporal: un comité palestino tecnocrático y apolítico, responsable de la gestión cotidiana de los servicios públicos y las administraciones municipales. Dicho comité estará compuesto por palestinos cualificados y expertos internacionales, con la supervisión de un nuevo organismo internacional de transición llamado con un eufemismo Board of Peace (sería más adecuado Board of Ruins), el cual estará presidido por el presidente Donald Trump y otros miembros y jefes de Estado aún por anunciar, entre los que se encuentra el ex primer ministro británico Tony Blair. En los documentos no se hace mención a Cisjordania, ni a ningún tipo de voluntad de poner fin a la violencia de los colonos y la ocupación israelíes, que dura desde hace 77 años.

En realidad, la cumbre de Egipto se parece más a la reunión de un comité de asuntos económicos, habiendo sido invitados únicamente los países que más beneficios podrán obtener del negocio de la reconstrucción de Gaza y la explotación de los yacimientos offshore. Para Estados Unidos, se trata además de celebrar un resultado político que un engallado Trump tiene intención de utilizar para consolidar la hegemonía militar, económica y diplomática de EEUU a nivel global, en una fase en que dicha hegemonía está en cuestión en distintos frentes.

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Casi doscientos mil edificios destruidos, redes de distribución de agua y electricidad a recuperar, carreteras a reconstruir: la Franja se convertirá en unas gigantescas obras. En febrero de este año, el Banco Mundial estimó en 53.000 millones de dólares la suma necesaria para reparar la devastación en la Franja y Cisjordania, una cifra equivalente a tres veces el PIB de Palestina. Tras la invasión terrestre del 15 de septiembre de 2025, la misma Banca Mundial actualizó dicha cifra a 80.000 millones de dólares.

Según el Banco Mundial, 30.000 millones de dólares irían destinados a la recuperación de las infraestructuras físicas, mientras que otros 19.000 millones cubrirían las pérdidas económicas y sociales causadas por el conflicto. Solo el sistema sanitario necesitaría de más de 7.000 millones, en un territorio donde el 94% de los hospitales ha sido destruido. Las bombas no han dejado ningún sector en pie: el 90% de los apartamentos y las escuelas, el 86% de los campos cultivables y el 65% de las carreteras han sido dañados o reducidos a escombros.

Además, será necesario en primer lugar iniciar la retirada de alrededor de 61 millones de toneladas de residuos, gran parte de los cuales contiene amianto. Una operación titánica que, según las estimaciones del Banco Mundial, requerirá 21 años de trabajo y 1.200 millones de dólares.

La Unión Europea apunta a ocupar un papel central en la reconstrucción, coordinando un grupo de países donadores para apoyar el “nuevo comienzo” de Gaza. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Comisión Europea están ya preparando un plan de reconstrucción (Gaza Reconstruction Facility), con el apoyo del Banco Mundial y la ONU, y siguiendo el modelo ucraniano. A finales de septiembre, representantes europeos anunciaron el acuerdo con la Autoridad Monetaria Palestina para activar una línea de crédito de 400 millones de euros como apoyo a la reactivación económica del sector privado en Palestina.

Según la web Milano Finanza,

“el documento IRDNA (The Gaza and West Bank Interim Rapid Damage and Needs Assessment) prevé una cadena de suministros integrada de empresas locales e internacionales, que se ocupará de multitud de actividades, desde las demoliciones al project management. Las agencias multilaterales apuntan a combinar operadores palestinos y contratistas de la región MENA (Middle East and North Africa) para los trabajos más básicos, con sociedades europeas y asiáticas activas en la supervisión, los servicios públicos y la ingeniería ambiental. […] El sector de mayor impacto es la vivienda (housing), con demanda inmediata de prefabricados, agua y energía, desalinización y microrredes eléctricas […] Los grupos del área MENA se están posicionando para las futuras convocatorias internacionales: las egipcias Orascom Construction y Arab Contractors, la líbano-qatarí Consolidated Contractors Company, el Organi Group, las turcas Limak Holding y Tekffen, y el gigante inmobiliario Talaat Moustafa Group figuran ya en el dossier preliminar de la Liga Árabe. Por su parte, la dirección de la Casa Blanca en los acuerdos de paz garantiza un papel a las empresas estadounidenses”.

Bechtel, Aecom y Fluor están preparadas para los primeros proyectos de infraestructuras, como redes hídricas y sanitarias. Caterpillar, proveedor global de maquinaria pesada, podría ocuparse de la logística y retirada de los escombros (después de que —macabra ironía— haya contribuido a la destrucción de las viviendas gazatíes). Tampoco Europa e Italia se quedan mirando. En la Bolsa de Milán, por ejemplo, se han puesto bajo los focos los sectores de la construcción y la producción de materiales, con Cementir, Buzzi y Webuild entre los títulos más expuestos en Italia. En particular, según Banca Akros, Cementir “podría beneficiarse del fin del conflicto en Ucrania, Siria y la Franja de Gaza”, gracias a su importante presencia en Turquía, que la sitúa en una posición ideal como proveedor de las futuras obras en la región. Last but not least, la italiana ENI podrá activar las concesiones congeladas desde el 7 de octubre de 2023 para la explotación de los yacimientos de gas situados ante las costas de Gaza.

Se confirman así las declaraciones del ministro de Exteriores Antonio Tajani en una entrevista al Quotidiano Nazionale: “Queremos ser protagonistas, no solo en el ámbito de la seguridad, sino también en la reconstrucción, con la mirada puesta en las infraestructuras y pensando en la participación de nuestras empresas”.

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La guerra es un gran negocio y su entramado con la política es ya evidente, concretándose así formas de neofeudalismo y neocolonialismo que, aunque nunca hayan desaparecido del todo, hasta hace poco eran consideradas como marginales en la era poscolonial.

Hoy en día, dichos fenómenos los gobiernan las finanzas y la especulación inmobiliaria. No es necesario controlar directamente el territorio: basta limpiarlo de cualquier posible oposición política y social.

Según la web Economy, el ex primer ministro británico y actual asesor internacional Tony Blair, también fundador del Tony Blair Institute for Global Change, “se mueve desde hace semanas como mediador y promotor de la Blair Capital Real Assets, un fondo especializado en operaciones post-conflicto y regeneración de áreas estratégicas que ya ha iniciado contactos con la Liga Árabe y el conglomerado MENA Investment Board”. Blair ha trabajado mano a mano con bancos como Standard Chartered y Barclays para predisponer un vehículo de inversión dedicado específicamente a Gaza, esperando atraer tanto capitales soberanos de los países del Golfo como fondos de pensiones institucionales europeos.

En paralelo, en el frente norteamericano, Donald Trump ha hecho oficial el compromiso de la Trump Organization con la reconstrucción a través de la nueva plataforma Middle East Recovery Properties, un consorcio de vehículos financieros que incluyen a la Trump International Real Estate, las Kushner Companies, la Witkoff Development y sujetos vinculados a Bain Capital y Carlyle Group. No sorprende que dichas empresas estén vinculadas a personas —su yerno Kushner y su enviado para la cuestión medioriental Witkoff— físicamente presentes durante la coronación de Trump en la Knéset israelí, así como en la cumbre de Sharm el-Sheij, confirmándose así un conflicto de intereses que haría palidecer a los herederos de Silvio Berlusconi.

Más específicamente, también según el magazín Economy, la Blair Capital Real Assets cumplirá funciones de consultoríaestratégica y coinversión institucional, asegurándose los derechos prioritarios respecto a proyectos de servicios públicos, resorts e infraestructuras portuarias. Por su parte, la Middle East Recovery Properties de Trump actuaría como motor ejecutivo, con la tarea de recoger capitales globales y generar sociedades operativas con consultores vinculados a Blackstone, Citadel y distintos fondos árabes afiliados a la Abu Dhabi Investment Authority, para más tarde ocuparse de la gestión de los contratos públicos, la planificación urbanística y el lanzamiento comercial de los activos inmobiliarios.

Si esto no es colonialismo…

Effimera
Artículo original: Il neocolonialismo della pace – di Andrea Fumagalli. Traducido con permiso por Pedro Castrillo para El Salto.
Opinión
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Este supuesto acuerdo de paz constituye una maniobra de EEUU para salvar a su gran fámulo en Oriente Medio y con él el proyecto comercial, económico y político que habían diseñado para la zona.

Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.

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