Opinión
Si no estamos las discas, tu revolución no me interesa

Somos las últimas porque no cuidamos y no sumamos números en nuestra cuenta corriente. La imagen de la mujer con discapacidad es invisible porque no encaja dentro de los roles de género asignados tradicionalmente.
Marcha feminista antirracista  8M 05-03-21 - 5
El 20,7% de mujeres víctimas de violencia de género tenía una discapacidad acreditada. David F. Sabadell
8 mar 2023 06:00

Casi siempre imaginamos un feminismo que englobe a todas, pero no siempre somos conscientes de todas las realidades, en muchas ocasiones porque hablamos por las demás (yo la primera) y no damos voz propia a quien no suele tenerla. Yo tampoco quisiera otorgarme la voz de la verdad absoluta, pero me gustaría hacer un canto a la inclusión real de las discas en el movimiento feminista. Me gustaría visibilizar en la medida de lo posible las desigualdades que vivimos las últimas de la fila para que este 8 de Marzo hable de nosotras, pero con nosotras. 

Somos las últimas después de las últimas porque muchas de nosotras ni siquiera saben qué les pasa realmente, cuál es el diagnóstico o la etiqueta o cajón de sastre en el que encajar para recibir un tratamiento, una certeza, una esperanza. En lugar de eso en muchas ocasiones estas personas son tratadas de exageradas, histéricas, en lugar de reconocer el déficit de servicios públicos, la saturación de la sanidad o los topes de la ciencia. En lugar de reconocer que se trata de enfermedades de mujeres, y que la ciencia ha estado más ocupada en estudiar al hombre, aunque sabemos de sobra que hay patologías que ocurren de forma distinta en mujeres que en hombres. 

Feminismos
Antirracismo Se buscan feminismos que impugnen las fronteras
Mientras algunas asambleas y comisiones del 8M apuestan por incluir una mirada antirracista, colectivos y activistas lamentan que la lucha contra la ley de extranjería y por los derechos de las personas migrantes no sea aún prioridad para la agenda feminista.

Las tullidas, las locas, las neurodivergentes, no podemos cuidar o criar como se espera de nosotras o al menos no a la vieja usanza y sin apoyos. Eso hace que nos quedemos en un especie de limbo y además en muchos casos parecer o ser una carga para el resto. Las cosas no han salido como se esperaba de nosotras, somos las chicas raras del baile. No estamos en edad de ser cuidadas y no hacemos lo suficiente para superarnos, no nos levantamos porque somos una vagas o no le ponemos actitud, no nos curamos porque no nos esforzamos lo suficiente.

Vamos, que estamos enfermas porque queremos y en lugar de cuidar nos tienen que sostener a nosotras, porque el capacitismo no entiende de otras formas de entendernos o de leer los cuerpos con otras miradas que vayan más allá de lo que las personas podemos ofrecer al resto en términos materiales y tradicionales.

No somos nosotras las discapacitadas, es el sistema opresor patriarcal y capacitista el que nos discapacita y nos deja de lado

Por eso somos las últimas, porque no cuidamos, que es el rol que se esperaba de nosotras ya antes de nacer, y no sumamos números en nuestra cuenta corriente, sino que malvivimos con pensiones ridículas o subsidios aún más, ayudas estatales de vergüenza que son a veces aún más dolorosas que la propia enfermedad. La imagen de la mujer con discapacidad es invisible porque no encaja dentro de los roles de género asignados tradicionalmente. Hablemos claro, no somos nosotras las discapacitadas, es el sistema opresor patriarcal y capacitista el que nos discapacita y nos deja de lado, malviviendo en los márgenes y muchas de nosotras ni siquiera pueden alzar su voz porque nadie las escucha. No sé cómo a más de uno no se le cae la cara de vergüenza cuando ve las cifras demoledoras de pobreza en nuestro colectivo, no sé cómo no se modifica el sistema de pensiones o se facilita la vida a las personas que más difícil lo tienen. 

En muchos casos intentamos entrar en la rueda de hámster del sistema y producir y consumir como el resto, y no hacer ruido, pasar desapercibidas, jugar a “ser normales”, pero la realidad te devuelve a tu lugar de tullida. Porque no somos nosotras las que estamos mal, es un sistema y un mercado el que nos margina y nos escupe fuera.

Además, entre las discas se encuentra el mayor porcentaje de violencia machista y de hecho el 20,7% de mujeres víctimas de violencia de género tenía una discapacidad acreditada, según la última Macroencuesta del Gobierno; y el 10 % de asesinadas por sus parejas o exparejas tenían algún tipo de discapacidad. Muchas mujereres con alguna discapacidad con o sin diagnóstico, tienen problemas especiales para denunciar y en algunos casos no han sido creídas debido a sus patologías o problemas de salud mental. Los protocolos avanzan poco a poco, pero históricamente ha habido muchas dificultades para que las mujeres no normativas tuvieran las mismas oportunidades que el resto a la hora de poner una denuncia, en muchos casos porque no existía accesibilidad para ellas. Sin ir más lejos, en Londres las casas de acogida a mujeres supervivientes de violencia de género no son accesibles, según cuenta Frances Ryan en Tullidos: austeridad y demonización de las personas discapacitadas de Capitan Swing. 

Muchas de nosotras no podrán ir a las manifestaciones por sus circunstancias vitales o la falta de accesibilidad con la que malvivimos, pero su grito se estará escuchando bien fuerte desde sus rincones

Somos las últimas de las últimas junto a nuestras hermanas racializadas, migrantes, trans, las pobres y precarias del mundo de las que casi nadie o casi nadie se acuerda. Por eso es importante un 8 de marzo que cuente con nosotras, más allá de incluirnos en los manifiestos, de una manera real y toda la accesibilidad que sea posible. 

Por eso es tan importante que el 8 de marzo nos tenga en cuenta, que seamos sujeto político y aparezcamos en los comunicados, pero también en las exigencias que haya que plantear. Muchas de nosotras no podrán ir a las manifestaciones por sus circunstancias vitales o la falta de accesibilidad con la que malvivimos, pero su grito se estará escuchando bien fuerte desde cada uno de sus rincones, desde cada una de sus habitaciones propias. Tan sólo tenemos que realizar escucha activa para interiorizarlo, porque si no estamos las cojas, las sordas, las locas, las neurodivergentes, las ciegas... si no estamos las discas, tu revolución no me interesa.

Arquivado en: Opinión
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Elon Musk da un paso atrás y eso hay que celebrarlo
El magnate ha anunciado que abandona su cargo en la Administración Trump. Su aventura política le ha señalado y ha puesto contra las cuerdas a sus empresas.
Opinión
Opinión Hacia una nueva concepción de lo político en Ecuador
Claves para entender la coyuntura nacional post electoral y el futuro de la izquierda ecuatoriana.
Opinión
Opinión La universidad pública vasca en la cuerda floja: ¿defensa real o competencias como excusa?
La reciente ofensiva del Gobierno Vasco y del Rectorado contra el decreto estatal que busca poner coto a la creación indiscriminada de universidades privadas es más que una disputa territorial.
Xunta de Galicia
Política A Xunta recibe ao embaixador de Israel en funcións mentres Gaza agoniza ao bordo da fame
O Goberno de Alfonso Rueda escenifica a súa boa sintonía coa Administración de Benjamín Netanyahu apenas unhas horas despois de que Israel bombardease unha escola que servía de refuxio e ordenase unha evacuación masiva en Gaza.
Palestina
Genocidio La ONG anti-UNRWA lanzada por exespías y marines de EEUU siembra el caos en el reparto de alimentos en Gaza
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) creada a comienzos de este año y vinculada a agentes del ejército y la inteligencia estadounidense ha sido acusada de desaparecer a una persona y disparar a quienes estaban esperando ayuda.
Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Madrid
Derecho a la vivienda Victoria contra la Sareb: 16 familias consiguen firmar contratos después de años de lucha
Un bloque en lucha de Casarrubuelos (Comunidad de Madrid) consigue formalizar contratos con el banco malo, al que acusan de actuar “como un fondo buitre”. En Catalunya, diez ayuntamientos apoyan los reclamos de 62 hogares en huelga contra La Caixa.

Últimas

Universidad
Genocidio Las universidades españolas han firmado 44 proyectos con Israel desde septiembre de 2024
Los acuerdos dentro del programa Horizon Europe se han sucedido a pesar de las declaraciones de decenas de universidades de suspensión de relaciones con Israel.

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.