Municipalismo
Organización y crisis: ¿qué puede el municipalismo hoy?

¿Qué hacer? ¿Cómo trabajar políticamente? ¿Cómo mantener los vínculos con la sociedad movilizada? ¿Qué tipo de organización es necesaria para materializar formas de autogobierno real desde una perspectiva política y económica?

MAC3 Taller de Organización
Taller de organización del Mac3 Mario Espinoza Pino


Miembro del Instituto DM. @MarioEspinozaP
20 oct 2017 17:16

Lo quiera o no, el municipalismo parece condenado a toparse una y otra vez con el problema de la organización. Como si del freudiano "retorno de lo reprimido" se tratase, esta cuestión suele emerger en momentos de crisis, cuando aparecen límites u obstáculos en el campo político que bloquean la acción desde un punto de vista transformador. Entonces, tras la sacudida y el conflicto, los agentes que ocupan este espacio —cargos institucionales, militantes de candidaturas municipalistas y movimientos sociales— experimentan momentáneamente una súbita interrupción de las inercias cotidianas, una oportunidad para reflexionar en clave colectiva. Sin embargo, estos instantes suelen ser engullidos por un presente aplastante que siempre reclama atención —también, conviene no engañarse, por la falta de costumbre a la hora de debatir en términos estratégicos—. Y es que ya se trate del fracaso de un proceso de remunicipalización o de la desconexión de un ayuntamiento frente a las demandas de los movimientos, las tensiones y ajustes entre las partes no suelen resolverse —o cuanto menos, abordarse— a través de una discusión honesta y real. Eludir la confrontación a través de simulacros y medias verdades —además de generar confusión— cortocircuita el diálogo y las construcción de posibles alianzas, fragmentando un espacio político ya de por sí atomizado por las condiciones del "asalto institucional".

Lo quiera o no, el municipalismo parece condenado a toparse una y otra vez con el problema de la organización

Por retomar brevemente la metáfora psicoanalítica: aquello que es expulsado del plano de la consciencia, en este caso del ámbito de la discusión política, no por enterrado dejará de retornar insistentemente y con vehemencia, especialmente en coyunturas que revelan de golpe la fragilidad y falta de cohesión del ecosistema municipalista. Eso es precisamente lo que sucede con la cuestión organizativa. Si recorremos rápidamente el acelerado ciclo de campañas, configuración de primarias y construcción de confluencias que desembocó en las elecciones municipales de 2015, veremos como tras toda una serie de discusiones en torno al plano electoral y comunicativo, las dimensiones orgánicas del proyecto municipalista quedaron eclipsadas. Sólo parecía importar la pugna por adquirir peso institucional. El problema es que quedaron en el tintero preguntas tan clásicas como centrales: tras la llegada de un buen número de activistas a los ayuntamientos ¿Qué hacer? ¿Cómo trabajar políticamente? ¿Cómo mantener los vínculos con la sociedad movilizada? ¿Qué tipo de organización es necesaria para materializar formas de autogobierno real desde una perspectiva política y económica? Salvando algunas excepciones, el hecho de no haber dotado a esta discusión de la relevancia colectiva que merecía, terminó por derivar en cierta ceguera tacticista, una falta de visión que rápidamente fue suplida por el common sense institucional. Y es que si hubiese que responder a la pregunta de quién asalto a quién, habría que decir —casi con toda seguridad— que ha sido el Estado el que ha asaltado al municipalismo.

Lo cierto es que el análisis estratégico y la apuesta organizativa son siempre correlativos: no dejan de ser las dos caras de una misma moneda. Sin una elaboración concertada de los mismos, lo más sencillo es que los agentes que participan en el horizonte municipalista se disgreguen: algunos autonomizándose de sus antiguas asambleas y asumiendo, a veces con todos los honores, los rituales de la institución, otros profesionalizando su militancia en la gestión y olvidándose del afuera. También los movimientos, incapaces de encontrar una contraparte en los ayuntamientos, acaban por dar vueltas en círculos alrededor de un muro que, en principio, debiera ser un apoyo y una herramienta para sus demandas. Probablemente en el tema organizativo encontremos un verdadero escollo, pero no tanto en relación con el municipalismo como respecto del propio ciclo político abierto por el 15M. Salvo la PAH y algunas apuestas singulares y más territorializadas (Centros Sociales, ciertas inovaciones en el plano del sindicalismo social), el haz de movimientos quincemayista no fue capaz de impulsar formas de organización estables o duraderas, esto es, entornos organizados capaces de compartir prácticas y articular proyectos más allá de los formatos "campaña" o "movilización".

Si hubiese que responder a la pregunta de quién asalto a quién, habría que decir —casi con toda seguridad— que ha sido el Estado el que ha asaltado al municipalismo

Bien es cierto que sin las novedosas dinámicas de "enjambre" desplegadas en el 15M, sobre las que se asentaron las virtuosas campañas de Podemos y el municipalismo, hubiese sido imposible romper el "candado" electoral de las instituciones. Sin embargo, toda la nueva política ha llevado consigo el mismo lastre: una ausencia casi total de debates colegiados sobre sus líneas de acción, incapacidad de estructuración orgánica y una clara infravaloración de lo que significaba mantener una posición institucional en un entorno que, inicialmente, se pretendía movimentista.

El estado de las cosas

Pese a lo que en principio pudiera parecer, no se trata de realizar aquí una suerte de genealogía de los errores o contradicciones de este ciclo, algo siempre fácil desde una mirada retrospectiva, sino más bien de abordar un estado de cosas harto complejo. Actualmente el municipalismo —como fenómeno amplio que abarca realidades institucionales y de movimiento— se encuentra en una posición bastante precaria en términos políticos. De hecho, la palabra a subrayar es la precariedad: desde 2007 a 2016 los salarios más bajos cayeron un 28 %, mientras que los de las clases medias lo hicieron en un 8 %, pero desde hace algo más de un año la melodía machacona de la recuperación económica no deja de sonar, insistiendo en el relanzamiento de los sectores productivos que llevaron la economía española al desastre. Si bien se busca resucitar el modelo financiero-inmobiliario español por otras vías, revitalizando a su vez el imaginario de "ladrillo y turismo igual a empleo" —"el paro ha disminuido por debajo del 20%, estamos en la senda de la recuperación"— la verdad es que el paisaje social es desolador: en 2015 el decil más rico acumulaba ya casi una cuarta parte de la renta nacional (24,8 %), prácticamente lo mismo que el 50 % más pobre (26,3 %). Por supuesto, todo el empleo generado en esta nueva ola de pseudo-crecimiento va adjetivado con la palabra "de moda": trabajo precario.

Se trata de ser capaces de desplegar conflictos que escalen, agreguen y permitan agitar las viejas maquinarias institucionales para obligarlas a caminar en otra dirección

Por otra parte, las tasas de riesgo de pobreza y exclusión se encuentran en un 27'9%, y desde 2008 hay 1.242.000 personas más en riesgo de pobreza. La cifra global es simplemente brutal: la pobreza afecta a casi diez millones y medio de personas (22'3% de toda la población). Estos datos deberían hacernos pensar en lo que está sucediendo por debajo de nuestras ciudades y sus escaparates comerciales: una brecha social real, un paisaje urbano dividido y fragmentado. Más allá de la engañosa música de los brotes verdes y la mejora de algunas políticas sociales por parte del "municipalismo del cambio", estamos hablando de una tendencia de carácter estructural cuya espiral de desigualdad señala una nueva y silenciosa crisis social —la económica tampoco tardará demasiado en llegar si el BCE pone fin a sus políticas de expansión cuantitativa—. A la luz de todos estos fenómenos, la cuestión de la organización cobra un nuevo carácter, como también lo hacen las apuestas de sindicalismo social y todo aquello que habitualmente incluimos bajo el rótulo de las periferias. No sólo existe la urgencia de construir un nuevo horizonte que aúne diferentes empresas políticas con espíritu de movimiento, sino que éste debe sortear los muros que han encerrado este ciclo político en el estrecho cerco de las clases medias y la tecnocracia gestionaria. También será necesario salir de la comodidad de un gobernismo "progre" que al enunciar el término ciudadanía —noción vaga donde las haya— no designa más que un universal chato y abstracto donde al final sólo puede reconocerse una mesocracia en trance de extinción.
En cualquier caso, si una nueva crisis económica sacude la provincia española, las posiciones institucionales del municipalismo, tal y como han sido construidas, difícilmente resistirán el golpe. No sólo por ser la escala de gobierno más débil dentro del Estado, sino por su endeblez orgánica y falta de capacidad para interactuar con su propio ecosistema político. Pero cambiar el rumbo y volver a trabar vínculos con los movimientos —hoy en horas bajas y desafectos— pasa por abandonar esa política de cubrir los propios errores o déficits con participacionismo light y coloridos presupuestos de dudosa ejecución. Al contrario: se trata de visibilizar los límites de la acción institucional y ensanchar —con otros y otras— el campo de lo posible; de ser capaces de desplegar conflictos que escalen, agreguen y permitan agitar las viejas maquinarias institucionales para obligarlas a caminar en otra dirección.

¿El partido del municipalismo?

El problema de la organización se desliza, podríamos decir que por su propia naturaleza, hacia una tema más clásico y conocido: el problema del partido. Pero en un ámbito como el municipalista, que no se deja capturar bajo ninguna figura unitaria ni homogénea, dicha figura política debe salir necesariamente transformada, sobre todo porque debe responder a necesidades y agentes que no se encuadran en ninguna lógica partidaria clásica. Por ello convendría descartar, ya desde el principio, el experimento de una estructura como la de Podemos, un partido-movimiento fallido, a veces más izquierdista, otras más "transversal" y progre, que no ha podido cuajar ni orgánica ni territorialmente. En gran medida porque sigue obedeciendo a una lógica excesivamente electoralista: una serie de rostros comercializables acompañado de un staff especializado en esas lides. Regresando al ámbito municipal, difícilmente podrá el polo institucional o la plataforma electoral "liderar" a los movimientos y al tejido organizado del territorio, haciéndoles funcionar a un compás que les resulta necesariamente ajeno. Se trata, más bien, de lo contrario: de convertirse en una función institucional y electoral de los movimientos, del ecosistema que constituye el polo innovador, conflictivo y democratizador del horizonte municipalista. Sin esa vinculación conjugada de manera virtuosa, las inercias del ámbito institucional frenarán —tal y como ha sucedido hasta ahora— cualquier proceso transformador de cierto calado.

Mantener la tensión entre las instituciones y la dimensión de movimiento requiere una apuesta orgánica que sea capaz de dar cabida a agentes sociales muy diferentes dentro del territorio, generando espacios de encuentro que permitan dialogar y concertar estrategias colectivas. ¿Pero dónde encontrarse? Se trataría de construir enclaves en el territorio que favorezcan dichas discusiones, tales como ateneos, casas del pueblo o Centros Sociales autónomos —si nos remontamos históricamente existen un buen número de ejemplos—. Sin dispositivos locales abiertos que permitan centralizar encuentros, conversaciones y articulación popular —y cuyo modelo puede ser bien diferente según los casos— resultará casi imposible plantear desafíos políticos sostenidos en el tiempo más allá de eventos episódicos. Por otro lado, y como comentábamos hace un momento, el polo institucional y electoral debe obedecer al movimiento, intentando redistribuir el poder hacia fuera a sabiendas de que se está en un espacio que opera de forma inversa: las instituciones liberales concentran el poder y premian la autonomización de los electos —el carrerismo—. Como decía Max Weber, la representación libre hace del electo una suerte de "señor" de sus votantes, pues no tiene por qué tener en cuenta las opiniones de quienes delegan en él, sino que es amo de su propia conducta; sin embargo, aquí se trata de construir formas de representación vinculada, plegadas a un movimiento hacia el cual los electos deben comportarse como "funcionarios" del mismo. Mandar obedeciendo.

Más allá de lo local, la cuestión de la organización plantea un reto más amplio: el de la federación a nivel autonómico y estatal del movimiento. Si bien ya existen pasos en esa dirección —encuentros actuales como los MAC apuntan a ello— dicha federación debe concretarse de manera orgánica y evitar una dinámica espasmódica. En este sentido, habría que volcar parte de los esfuerzos en la creación de enlaces municipalistas que permitan ampliar la escala de acción del movimiento. Para concluir, quizá valga la pena recordar la vieja "paradoja" de la democracia que Cornelius Castoriadis supo expresar tan bien: construir instituciones que favorezcan la autonomía de la sociedad requiere siempre de un contrapoder, un contrapeso crítico y reflexivo que no puede ser sino creativo y plural. Un movimiento que oscila entre la participación y la subversión. Es el único modo de radicalizar la democracia y de evitar que las instituciones se conviertan en zombies políticos dedicados a enajenar la riqueza colectiva. Eso lo que hace el neoliberalismo a través de la arquitectura institucional de la democracia liberal. Si tenemos en cuenta la crisis actual y su posible desarrollo a futuro, la tarea más urgente del municipalismo está en su organización y articulación como contrapoder desde abajo. Frente a la crisis y sin un frente colectivo sólido —híbrido y capaz de ensanchar su base social— la apuesta municipalista puede terminar en un callejón sin salida: integrada como un partido político más o directamente rota por su debilidad orgánica. En cualquier caso, sigue existiendo un espacio político y social por disputar.

Arquivado en: Municipalismo
Sobre o blog
Palabras en movimiento es el espacio en el que, desde la Fundación de los Comunes, queremos poner en común y, sobre todo, en discusión, análisis críticos con respecto a la realidad que nos rodea.
Ver todas as entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Opinión
Opinión El pesimismo es contrarrevolucionario
Muchas cosas no encajan en la épica de grandes victorias y derrotas: las redes ciudadanas, la defensa de derechos sociales y económicos o las múltiples estrategias de solidaridad que sostienen la vida cotidiana.
Derechos reproductivos
Ofensiva antiabortista Unidas Podemos Plasencia denuncia que la Concejalía de Igualdad está financiando asociaciones antiabortistas
UP Plasencia señala que Igualdad subvenciona con dinero público a Red Madre, de la que está detrás políticos populares como Benigno Blanco, ex Presidente del Foro de la Familia y ex Secretario de Estado con Aznar.
Municipalismo
Manipulación de presupuestos Denuncian que el Ayuntamiento de Olivenza manipula los presupuestos participativos
Izquierda Unida Olivenza denuncia que el Ayuntamiento (PSOE) ha mandado papeletas a los vecinos con votos ya marcados, involucrando incluso a menores de edad de centros educativos de Primaria y Secundaria de la localidad.
Laura Bun
20/10/2017 23:06

La debilidad organizativa de estructuras como Podemos y el distanciamiento de plataformas municipalistas que nacieron más vinculadas a ese partido, parece indicar que es importante articular un espacio político diverso y plural fuera, porque es una necesidad de muchxs activistas y colectivos, y porque puede ayudar a abrir caminos a ese movimiento -en sentido amplio- nacido en 2011 y del que, de una forma u otra, también forma parte Podemos.

1
0
Laura Bun
20/10/2017 21:52

La debilidad organizativa de estructuras como Podemos y el distanciamiento de plataformas municipalistas que nacieron más vinculadas a ese partido, parece indicar que es importante articular un espacio político diverso y plural fuera, porque es una necesidad de muchxs activistas y colectivos, y porque puede ayudar a abrir caminos a ese movimiento -en sentido amplio- nacido en 2011 y del que, de una forma u otra, también forma parte Podemos.

0
0
Sobre o blog
Palabras en movimiento es el espacio en el que, desde la Fundación de los Comunes, queremos poner en común y, sobre todo, en discusión, análisis críticos con respecto a la realidad que nos rodea.
Ver todas as entradas
Dana
València Mazón se atrinchera detrás de un militar y cierra su crisis de gobierno
El president valenciano ha remodelado el Consell de la Generalitat dando salida a dos conselleras y fichando un general en la reserva para la vicepresidencia.
COP29
Cumbre del clima La propuesta de los países ricos para cerrar la COP29 enfurece a las naciones en desarrollo
El Norte global, causante histórico del cambio climático, propone 250.000 millones de dólares anuales para la adaptación y mitigación climática del Sur, cuando el propio borrador del acuerdo establece que al menos serían necesarios cinco billones.
Argentina
Argentina El Bonaparte: la historia del hospital de salud mental que le torció el brazo a Milei
Es el centro referente en Argentina para tratamientos de salud mental y adicciones. Javier Milei intentó acabar con él, pero los profesionales sanitarios y los pacientes del hospital no lo permitieron. Esta es su historia.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Italia
Italia Milán, cuando la ciudad de las oportunidades se hace inaccesible
Ya quedan pocos talleres, farmacias, peluquerías o papelerías de barrio en Milán, y el precio de la vivienda aniquila su población originaria.
Brasil
Brasil Bolsonaro es acusado por la policía del intento de asesinato de Lula da Silva para dar un golpe de Estado
El expresidente tenía “pleno conocimiento”, según la policía brasileña, de un plan para asesinar a los elegidos por el pueblo para ser presidente y vicepresidente después de las elecciones de 2022.
Opinión
Opinión Yo he venido aquí a licitar
El capitalismo de licitación, o capitalismo licitador, es el modelo económico que mejor define las prácticas que los diferentes gobiernos del PP valenciano han llevado a cabo a lo largo de la historia.
Más noticias
Cine
Cine Nicolás Pereda, el Hong Sang-soo mexicano que habla de clases y desigualdad con humor (extraño)
El realizador presenta su último largometraje, ‘Lázaro de noche’, una comedia contenidísima sobre los deseos y sobre el trabajo cultural, en el marco de L’Alternativa, Festival Internacional de Cinema Independent de Barcelona.
Opinión
Opinión El TPI finalmente emitió las órdenes de arresto contra Netanyahu y Gallant. La lucha está lejos de terminar
La corte ha emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra cometidos en Gaza. Como resultado, ambos no podrán viajar a al menos 124 países.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.

Recomendadas

Estados Unidos
Hari Kunzru “En EE UU hay dos tipos de nazis: los que llevan botas y los que llevan corbata”
El escritor británico reflexiona sobre la victoria de Donald Trump y cómo los conservadores han movilizado teorías como la psicología evolutiva para renovar sus posiciones y plantear una batalla cultural en foros online o redes sociales.
València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.