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Centros sociales
¿Por qué decimos que La Casa Invisible es importante para Málaga?
Los centros sociales como catalizadores de la creatividad social y cultural, la Casa Invisible como catalizador de referencia en Málaga.
Colaborador de la Casa Invisible y docente en la Universidad de Málaga
La Casa Invisible se propuso desde el principio como un instrumento de desprecarización,Recordemos que sus comienzos en 2007 se debieron a que una multitud, en su mayoría jóvenes, sentían que su relación con la ciudad no encontraba el cauce adecuado para desarrollarse debido a la ausencia de las necesarias condiciones materiales y, en concreto, de espacio idóneo para la producción y exhibición cultural. Pero sobre todo para el fértil encuentro entre personas cualesquiera.
Como ha mostrado el sociólogo Pierre Bourdieu, la emergencia y desarrollo de la literatura y práctica artística en los comienzos de nuestra modernidad (a través de la gran aportación de Francia a la cultura universal) no se entiende sin el parejo surgimiento de una comunidad receptora y activamente reproductora, es decir, el núcleo de lo que conocemos como público, que retroalimenta la producción cultural e hizo posible la construcción de la autonomía del campo de la producción cultural, en dura pugna con la mediocre cultura burguesa del siglo XIX. Hasta hoy: así, por ejemplo, Christian Kelty nos ilustra sobre el papel fundamental de estas comunidades (los públicos recursivos) en la aparición del paradigma social, cultural y tecnológico de la red.
Este proceso de abajo a arriba no deja de repetirse, siendo inevitable el conflicto con las formas culturales basadas en el mercado. Un buen ejemplo lo hallamos en el cuestionamiento de la exaltación del autor individualizado, cuyo epítome sería la figura, ya un tanto desgastada, del genio creador. En Málaga dicho papel ha recaído de un tiempo a esta parte en un Picasso descontextualizado, poderoso productor cultural al servicio del marketing urbano. Otro ejemplo de plena actualidad lo tenemos en la creciente restricción de las condiciones a la creatividad mediante el cercamiento de autores, obras y usuarios en internet.
Iniciativas como La Casa Invisible ponen en entredicho las políticas que otorgan a la mediación mercantil un aura de providencialidad para la creación y sostenimiento de la cultura que no se sostiene (o si se prefiere, que es insostenible), y eso justo en el nivel más primordial y decisivo, el de la gente. Una mediación que se presenta a sí misma como imprescindible y evidente para que las obras de cualquier tipo lleguen a sus destinatarios, pero que acaba por separar y confinar en esferas estancas a productores y público (de acuerdo con el principio fundamental de la sociedad del espectáculo según Guy Debord: la separación). Son los medios que la industria cultural ofrece a las y los autores, pero a cambio de una intensa precariedad y autoexplotación.
No se propone ahora discutir la legitimidad de una cultura cuyo motor es la mercancía, pero sí podemos señalar sus efectos sociales y, sobre todo remarcar que, aun reconociendo que los problemas que rodean a esta cuestión son difíciles, no cabe evadirlos o ignorarlos. De hecho, la misma existencia de La Casa Invisible sería imposible sin abordar dichos problemas en toda su profundidad.
En ese sentido La Casa Invisible es un reto para Málaga, un desafío que es ocasión para la creatividad, como ha demostrado en los múltiples avatares de su intensa historia, sólo superados aceptando los envites de cada momento y recomponiendo el proyecto, superando las aporías del pensar y actuar dominantes, a la vez que rompiendo con todo tipo de perezas y autocomplacencias.
La Casa Invisible es un reto para Málaga, un desafío que es ocasión para la creatividad
Es una tensión que atraviesa todo, es el asunto inherente a su proyecto cultural. No en vano, la oferta de La Casa Invisible al mundo de la cultura en Málaga no se limita al tipo y cantidad de las actividades que acoge y promueve, pues se extiende al cómo eso se pone en práctica, ofreciendo su ejemplo de cómo es posible hacer las cosas de otra manera. Y al mismo tiempo interrogando a los modos dominantes de construir el imaginario colectivo y nuestra subjetividad personal.
Ahondando en lo anterior, hay que hacer mención de tres saberes donde es necesario superar, con imaginación y rigor, los bloqueos de las interpretaciones rutinarias de sus respectivas disciplinas: el derecho, la economía, el urbanismo y la arquitectura. Con aportaciones que por derecho propio forman parte de su mismo proyecto cultural. Lo interesante es que en cada uno de estos ámbitos existen ya, desde hace cierto tiempo, ideas e instrumentos listos para ponerse al servicio de las nuevas prácticas que por doquier surgen. Así, en el espacio legal, dar cauce a la legitimidad de las expresiones sociales surgidas en los márgenes del mundo jurídico, político e institucional. En el de la economía, satisfacer la demanda de dinero para conseguir un desarrollo autoalimentado, mediante la confianza (crédito) otorgada por una multitud de personas que sienten la necesidad del proyecto y creen en él. Y en el relativo al medio construido, dar respuesta al habitar activo (M. Heidegger: «habitar es construir») de la ciudad, como equipamiento urbano de gestión ciudadana autónoma; y del edificio, a través de una rehabilitación basada en el principio de máxima información y mínima intervención.
Siendo lo dicho exposición de las razones que justifican la consideración de la Casa Invisible como asunto de interés general, la motivación más directamente constatable se deduce de los hechos, de lo realizado por su gente desde sus comienzos hasta el presente.
La Casa Invisible se propuso desde el principio como un instrumento de desprecarización, proporcionando en la medida de sus posibilidades el ámbito, la logística, la difusión, el poder de convocatoria y agregación que contribuyan al desarrollo de las potencias locales, facilitando que personas y grupos pudieran trabajar y exponer sus creaciones musicales, teatrales, plásticas, sus producciones de vídeo, cine, fotografía, poesía, estudios académicos, etc., generando el entorno de público inicial imprescindible para su desarrollo. A lo largo de más de once años la gente de Málaga ha podido disfrutar de gran cantidad de creaciones y producciones gratis o con precios muy reducidos, tanto de autores noveles como de personas de asentado prestigio, de muy diversa procedencia temática y geográfica. Mundos del arte y el pensamiento, que en algunos casos, siendo ignorados por la cultura oficial local, no habría sido posible conocer. A eso se suman los muchos talleres permanentes que ofrecen formación y experimentación práctica en las áreas más diversas para la ciudadanía en general.
La Casa Invisible se propuso desde el principio como un instrumento de desprecarización
Durante todos estos años este espacio se ha mantenido abierto de forma continuada para la creación social y cultural, siempre gracias a la generosidad de las personas que lo habitan y cuidan, así como de su extensa red de amigos, lo cual le ha granjeado un amplio reconocimiento dentro y fuera de Málaga. Esto es particularmente cierto en los meses más recientes, cuando se ha abierto a la ciudad como nunca y ha podido ofrecer eventos y actividades en una cantidad y calidad récord, en el contexto de unas circunstancias particularmente adversas.
De esta manera ha sido protagonista destacada, en algunos momentos casi en solitario, en la creación de un clima estimulante para el intercambio de información, recepción y divulgación de novedades, así como de discusión y crítica en relación con asuntos de interés y actualidad del mundo de la cultura, especialmente en lo relativo a su proyección social.
Afortunadamente desde hace unos años surgen en Málaga otras iniciativas que abren caminos en múltiples direcciones, confirmando las apuestas que desde la Invisible se han hecho. Una cultura en presente vivo, que no rechaza la herencia recibida pero sí muestra las limitaciones de una política cultural anclada en la mera exhibición de obras importadas.
Se presenta entonces un panorama esperanzador, donde el Ayuntamiento, tímidamente todavía, empieza a mirar hacia lo que sucede en la ciudad, incluyendo colaboraciones con la Casa Invisible (en el marco del MaF -Málaga Festival- de los últimos 3 años).
Esto nos conduce a otra cuestión trascendental para poder valorar la relevancia de un proyecto como el que aquí se expone. Ya no nos referiremos a las actividades que cobija e impulsa La Invisible, sino a su papel en el devenir de la ciudad. ¿Cuál es el papel de La Casa Invisible en el devenir de Málaga? Para ello nos remitimos a los campos problemáticos en los que se ha posicionado activamente desde sus comienzos, mencionando solo algunos de ellos: la extensión y agudización de la explotación laboral, las formas contemporáneas del patriarcado, la ruina de la democracia representativa, la conversión del “otro” en enemigo, la privatización de los bienes comunes, la destrucción creativa de la ciudad por parte del capital gentrificador, la abrasión territorial y social del turismo...
La Casa Invisible se percibe desde hace tiempo como un importante catalizador de la creatividad social y cultural de Málaga
Son aspectos o caras de nuestra conflictiva realidad social aquí y ahora, a la vez globales y locales, que no admiten diagnóstico ni tratamiento unitario. Estas problemáticas no son reducibles a esquematismos conceptuales, morales o políticos, por eso las recetas de gobierno que insisten en las soluciones simplistas de negación del problema (o inclusive la invisibilización de los grupos y poblaciones que sufren directamente esos problemas o los denuncian) solo consiguen agudizar un malestar y un sufrimiento que no solo es humano.
Más aún, la complejidad y diversidad social de nuestras ciudades, que a menudo se ven como un estorbo, son justamente la clave de su resiliencia ante las crisis actuales y futuras. Y son, por supuesto, la condición de su fertilidad, convirtiéndose en potentes actores de su propia historia: «las ciudades más creativas -dice Jonah Lehrer- son simplemente aquellas que presentan un mayor número de colisiones», abriéndose a un presente que no es la prolongación del actual ni su contradicción, porque ya no son válidas las preguntas -y correspondientes respuestas- del pensamiento dominante.
Es mérito principal de porciones significativas de la sociedad malagueña. Pero también, desde ese imaginario colectivo que empieza a manifestarse poderosamente, La Casa Invisible se percibe desde hace tiempo como un importante catalizador de su creatividad social y cultural, el espacio que la ciudadanía reconoce como el lugar donde las fuerzas emergentes se encuentran.