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Año 1955. En medio de las tensiones con el pueblo palestino, la comunidad árabe y la ONU, el Gobierno israelí se reúne para decidir cómo proceder para tomar el control de la Franja de Gaza, que se encontraba bajo control egipcio.
El Ministro de Defensa y ex Primer Ministro, David Ben-Gurion, defendía una agresiva posición unilateral según la cual Israel debía tomar el control de Gaza para garantizar su seguridad. Ante tal proposición, el Primer Ministro Moshe Sharett le recordó a Ben-Gurion que, de no ser por la ONU, el Estado israelí nunca se habría creado, a lo que Ben-Gurion, según cuenta el propio Sharett en su diario, respondió negando tal afirmación y asegurando que la fundación del Estado israelí se había dado solamente gracias a la “audacia de los judíos” y no a “ninguna resolución de la Um-Shmum”.
Para entender qué quería decir con esto, hemos de analizar la expresión. UM es el acrónimo hebreo de ONU. El prefijo “shm” se usa en hebreo como una forma de reduplicación morfológica, añadiéndose al principio de una palabra con el objetivo de ironizar o demostrar sarcasmo. Así, utilizando este recurso morfológico, Ben-Gurion mostraba cuánto le importaban las resoluciones de la ONU: nada.
El hecho se podría haber quedado en una anécdota si esta falta de consideración hacia las disposiciones de la sociedad internacional no se hubiese convertido en una política de Estado para Israel. Lamentablemente, la actitud de rechazo al multilateralismo que rezumaban las palabras de Ben-Gurion se convertiría en la característica básica de un Estado israelí que año tras año ha ido cruzando cada vez más líneas rojas en cuanto a violaciones de derechos humanos. La agresividad y la deshumanización del ejército judaico ha ido in crescendo conforme iban sumando palestinos asesinados a su sangriento historial, y ha sido la tónica habitual que rigió su actuación durante la represión que ha venido ejerciendo sobre la población gazatí desde que comenzara la Marcha del Retorno, hace seis meses.
La Marcha del Retorno
La Marcha del Retorno es una campaña de protestas y manifestaciones protagonizada por activistas gazatíes a lo largo de la Línea Verde que separa Gaza del territorio israelí para demandar su derecho a retornar a los territorios de los que han sido expulsados por Israel desde 1948, así como el fin del bloqueo al que la Franja se ve sometida desde el año 2008. La primera de las manifestaciones tuvo lugar el 30 de marzo, cuando cerca de 30.000 gazatíes se congregaron en las inmediaciones de la valla. La movilización coincidía con el Día de la Tierra, fecha que conmemora la huelga general y las protestas del año 1976 en respuesta a las políticas de confiscación de tierras que Israel estaba llevando a cabo.
Miles de manifestantes se situaron a menos de un kilómetro de la valla, acampando en una serie de tiendas de campaña que se habían instalado allí con el objetivo de quedarse hasta el 15 de mayo, 70 aniversario de la Nakba (“catástrofe” en árabe, utilizado para definir el éxodo palestino).
El Estado israelí acusó desde un primer momento a Hamás de estar detrás de la iniciativa, y dispuso al otro lado de la Línea Verde cien francotiradores autorizados para disparar a cualquier persona que se acercase a la valla . Si bien la mayoría de los manifestantes se quedaron lejos del vallado, algunos grupos de jóvenes se acercaron al mismo para lanzar piedras, lo cual dio lugar a una feroz respuesta del ejército judaico que contestó lanzando gases lacrimógenos y utilizando munición de fuego. La jornada se saldaba con más de 1.400 manifestantes heridos, y 18 activistas asesinados por las fuerzas israelíes.
El pasado fin de semana se cumplieron seis meses de protestas, seis meses en los que los activistas no han parado de manifestarse semana tras semana frente a una línea que no se les permite atravesar. Si bien las manifestaciones siempre se han caracterizado por ser pacíficas y han sido protagonizadas por civiles desarmados, cuyos mayores crímenes han sido quemar ruedas o lanzar piedras contra la valla, la ferocidad de la respuesta de uno de los ejércitos con mayor capacidad represora del mundo ha dado lugar a una auténtica catástrofe humanitaria.
Según cifras del Ministerio de Sanidad palestino difundidas por UNRWA, 191 personas fueron asesinadas por el ejército israelí desde el comienzo de las protestas (176 por fuego directo y 15 a causa de ataques aéreos) y 20.833 personas resultaron heridas. De estas, 10.071 fueron atendidas in situ en los puntos sanitarios situados en las inmediaciones de las protestas, y 10.762 tuvieron que ser hospitalizadas. Entre las personas hospitalizadas, el 17% fueron niños y el 7% mujeres. Un 47% de los hospitalizados ingresaron a los centros sanitarios con heridas de arma de fuego, y un total de 6.702 personas tenían lesiones en sus extremidades.
Particularmente triste y virulenta fue la jornada del 14 de mayo, manifestación que coincidió con el 70 aniversario de la Nakba y con el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalém. Mientras Netanyahou agradecía a Donald Trump el haber hecho posible “un día tan glorioso”, el ejército israelí asesinaba a 60 palestinos, entre ellos un menor de 14 años, y hería a más de 2.400. Dos días antes, Israel ganaba el festival de Eurovisión con una canción en contra del bullying y la discriminación.
Siguiendo la máxima del Um-Shmum, el ejército israelí no ha cesado en su represión contra el pueblo gazatí haciendo caso omiso a las llamadas de la comunidad internacional a frenar esta tragedia. De nada importó que en junio la ONU aprobase una resolución que condenaba “el uso excesivo, desproporcionado e indiscriminado” de la violencia por las fuerzas israelíes contra los civiles palestinos y que exhortaba al Estado israelí a poner fin a la represión. Israel, respaldado por Estados Unidos (quien votó en contra de la resolución de las Naciones Unidas), ha continuado con su feroz respuesta a las protestas civiles.
Y así han seguido sucediéndose las manifestaciones y los asesinatos. El pasado viernes 28 de septiembre tuvo lugar una protesta que acabó con más de 500 heridos y 7 activistas asesinados, entre los que se encontraban dos menores de edad (Mohamed Nayef de 14 años y Kamel Barbaj de 12 años) y un estudiante de periodismo que se encontraba cubriendo la manifestación.
Nasir Azmi Musbah de 11 años y Muhammad Nayif Yusif Al-Hawm de 14, fueron asesinados ayer por el Ejército de Israel en #Gaza, con un disparo en la cabeza y en el pecho respectivamente.
— Federación Palestina (@FedPalestina) 29 de septiembre de 2018
Fueron asesinadas otras 5 personas, pero el mundo calla permitiendo estos crímenes pic.twitter.com/zy4PLqFIGh
Si bien inicialmente las movilizaciones se concentraron en la zona de la valla, se han ido expandiendo a lo largo de los meses. El lunes 1 de octubre, las protestas llegaban a la zona costera de la Franja. Las fuerzas israelíes abrieron fuego contra pescadores palestinos que se sumaron a las mismas.A Palestinian student is shot by the Israeli soldiers while doing his internship in Journalism!#GreatReturnMarchpic.twitter.com/CpdILF0VZt
— Mustafa 🇵🇸 (@MustafAbuZir_E) 29 de septiembre de 2018
Israeli forces open fire on these fishermen as protests against the occupation and the siege. " They both miraculously survived "#GazaToUN#GazaBleeds#StopArmingIsrael#GreatReturnMarchpic.twitter.com/xeRZxgSLCC
— Bahaa.Shammala 🇵🇸 Gaza ✌ (@palbahaa) 1 de octubre de 2018
El miércoles 3, las fuerzas israelíes asesinaron de un disparo en la cabeza a un joven palestino de quince años, Ahmed Abu Habel, al norte de la Franja. Dos días después una nueva movilización tuvo lugar, y el ejército israelí habría asesinado al menos a dos activistas más, entre ellos un niño de doce años. Sumando estos casos, son ya casi 200 el número de gazatíes asesinados desde el comienzo de las protestas, y la cifra no parece que vaya a dejar de crecer.
Mohammed S. Shaaban tiene solo 21 años, pero lleva toda la vida resistiendo en medio de un contexto caótico. Nació en Gaza, y allí ha vivido toda su vida. No es un refugiado, aunque muchos de sus amigos lo son. Vive al norte de la Franja y estudia inglés en la Universidad Islámica. En su tiempo libre, combina sus estudios con el activismo político. “Es un placer para mí ayudar a difundir el mensaje de mi pueblo”, dice.
Comenzó a ir a las manifestaciones desde el primer día, pero se queja de no poder asistir a todas por sus obligaciones estudiantiles. “No puedo ir todas las veces que querría porque tengo clases, pero hago todo lo que puedo”. Mohammed actúa como activista difusor de los sucesos que tienen lugar durante las protestas. “Twitteo toda información que recibo sobre lo que está pasando allí, hago entrevistas, todo lo que pueda para ayudar”.
Le pregunto sobre las acusaciones por parte de Israel de que las manifestaciones son utilizadas para camuflar a grupos violentos, a lo que responde tajantemente: “Esta no es una marcha de un grupo político, es una marcha pacífica de todos los palestinos”.
Su tono de voz denota alegría, pero se oscurece al preguntarle sobre el día a día en la Franja. “La situación aquí empeora diariamente. No hay medicinas, la electricidad está restringida, no podemos salir”. Cuenta que la semana pasada visitó un hospital para hacer una entrevista a un médico palestino. “Hay más de 70 personas que necesitan cuidados médicos que solo podrían recibir en el exterior, pero no pueden salir. Muchos pacientes mueren antes de poder recibir sus medicinas o el tratamiento necesario”.
Mohammed hace hincapié en la frágil situación económica en la que se encuentra Gaza. “Miles de personas se gradúan todos los años en la universidad, pero no pueden encontrar trabajo. Y no solamente los jóvenes, también nuestros padres y familiares son incapaces de encontrar un puesto”. Lo que cuenta coincide con las cifras difundidas por la UNRWA , organización que hace pocas semanas se hacía eco de las estimaciones hechas por el Centro Oficial de Estadística de Palestina, que mostraban que la tasa de paro subió en el 2018 de un 43,6% (datos a finales de 2017) a un 49,1%.
Palestina
¿Tiene Israel “derecho a la autodefensa” contra Gaza?
Israel afirma estar actuando en defensa propia cuando su Ejército dispara contra manifestantes gazatíes. Norman G. Finkelstein y Jaime Stern-Weiner echan por tierra ese mito.
“Hay un montón de pobres, mucha gente que no puede satisfacer sus necesidades básicas”, comenta, y no le falta razón. Según la OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios), la pobreza e inseguridad alimentaria afecta a más de un millón de personas, lo cual supone un 53% de la población. “Y ahora será peor porque Donald Trump canceló las ayudas, lo cual lo hará todo todavía más difícil” asegura, en referencia al comunicado hecho público hace un mes por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en el que se anunciaba que el país norteamericano, principal financiador del organismo, dejaría de conceder fondos para los refugiados palestinos (luego de ya haber recortado sus aportaciones a comienzos de año, pasando de 360 millones de dólares a 65 millones).
En este sentido, le pregunto sobre si se siente respaldado por la comunidad internacional, y tras meditar unos segundos responde: “No nos sentimos apoyados por los gobiernos, porque hasta ahora nadie se ha parado a nuestro lado, pero sí que hay muchos activistas que constantemente nos dan muestras de apoyo en todo el mundo”. Sin embargo, asegura que “no es suficiente” con el apoyo ciudadano, y que es necesario el respaldo gubernamental para enfrentarse a un Estado judaico que define como sangriento. “Al ejército israelí no le importa si nuestra actitud es pacífica o no; no distinguen niños, ancianos o mujeres, simplemente asesinan impunemente a todo el mundo”, añade.
Antes de cerrar nuestra conversación le preguntamos sobre qué espera del futuro, a lo que suelta una pequeña carcajada. “Hemos luchado durante años”, dice, “y esto no acabará hasta que consigamos el objetivo palestino de volver a nuestras tierras”. Pero al preguntarle sobre si cree que verá ese retorno, su mensaje se vuelve más pesimista: “Creo que lo que pasará será una nueva guerra, una nueva agresión de Israel a la Franja de Gaza que traerá más mártires y más tragedias a nuestro pueblo”, sentencia.
Ocupación israelí
Israel masacra a decenas de palestinos en Gaza
Más de 40 palestinos muertos y 2.000 heridos es el balance provisional tras la represión por parte del Ejército israelí de una manifestación en Gaza en protesta por la inauguración de la embajada estadounidense en Jerusalén.
Raquel Martí es Directora Ejecutiva de UNRWA España. Ella expresa su preocupación por la “catastrófica situación” dentro de la Franja. “Llevamos once años de bloqueo que han colapsado la economía de Gaza, que ha pasado a ser una economía dependiente de la ayuda humanitaria”, señala.
Según cifras de la propia UNRWA, el 80% de la población gazatí recibe algún tipo de ayuda humanitaria. “UNRWA alimenta a casi un millón de personas que de otra manera no tendrían acceso a la alimentación, ya que prácticamente no hay forma de subsistir en Gaza puesto que estamos hablando de una zona que tiene uno de los porcentajes de paro más altos del mundo”, indica, para luego añadir que “esto a lo que lleva es a un estado de crispación y de angustia brutal que está desembocando en un aumento de suicidios de forma alarmante de gente que está absolutamente desesperada”.
Martí habla de la delicada situación en la que se encuentra la organización tras la retirada de la financiación de Estados Unidos. “EE UU cubría el 30% del presupuesto necesario para mantener la educación, la sanidad, los servicios sociales y alimentarios a 5,3 millones de refugiados. En Gaza hay 1,2 millones de refugiados que la única forma de subsistir que tenían era a través de UNRWA, y ahora mismo estamos teniendo que recortar las ayudas y despedir a nuestros trabajadores porque no podemos seguir suministrándolas”, expresa.
Le preguntamos sobre el acuerdo alcanzado el pasado 27 de septiembre por diversos países para paliar el déficit financiero que está sufriendo UNRWA, y su respuesta demuestra cautela. “Sí que es cierto que han habido donantes que respondieron de forma muy generosa al llamamiento desesperado que hemos realizado, pero hasta la fecha de hoy no hemos llegado a cubrir el déficit que tenemos que es de 64 millones de dólares”, explica, para luego subrayar que “se ha llegado a este déficit a partir de una reducción brutal de la ayuda humanitaria y del despido de más de 200 trabajadores, y la reducción a media jornada de más de 500 empleados”.
“Hemos tenido que hacer un ejercicio muy doloroso para poder reducir el déficit causado por la falta de financiación de Estados Unidos, y aun así todavía nos faltan 64 millones de dólares”, comenta. Habla de una situación “absolutamente terrible” que ha llevado a “reducir, por ejemplo, el número de personas que perciben alimentos o a cancelar el programa de reconstrucción de viviendas bombardeadas por Israel en 2014 en Gaza”.
“Todavía tenemos a 20.000 personas desplazadas sin acceso a una vivienda digna, y a partir de ahora no vamos a poder seguir reconstruyéndolas; realmente es una situación dramática, y no hemos alcanzado a cubrir el déficit después de haber hecho todas estas reducciones”, apunta.
Sin embargo, y a pesar de las evidentes carencias de financiación de las que adolece la organización, Martí considera que habría que posar la mirada sobre otras cuestiones. “Creo que en lo que deberíamos estar poniendo el foco de atención no es en si UNRWA tiene financiación o no para continuar sus operaciones y para continuar asistiendo a la población; en lo que deberíamos poner el foco es en si la comunidad internacional está preparada de una vez por todas para encontrar una solución para una población que lleva viviendo como refugiada desde hace setenta años. Si eso lo solventáramos no habría que hablar de UNRWA, porque UNRWA tendría que desaparecer”, concluye.
“No creo que la situación que está atravesando Gaza esté siendo recogida adecuadamente por los medios de comunicación”, dice Alaeddin Awad Hussein, odontólogo palestino residente en España y miembro de la Fundación Comité de Apoyo al Pueblo Palestino. “El número de asesinados en la frontera por los soldados israelíes es mayor cada día, cada día caen más niños y gente indefensa que solo está intentando hacer llegar su causa a todas partes del mundo y, aún así, no han podido”, lamenta.
Awad cree las sociedades occidentales se han de cierta manera insensibilizado frente a la violencia en Oriente Medio. “Cuando hay un problema que se hace tan crónico como el palestino, algunas veces la sociedad sufre cierta insensibilización”, señala, aunque resalta que en España “hay muchas personas justas que apoyan la justicia y apoyan los derechos del pueblo palestino”. Para él, el apoyo a la causa palestina y el boicot a Israel es indispensable: “Lo que hay que hacer es más presión sobre el Estado israelí, y hacer llegar ese sufrimiento del pueblo palestino allá a donde se pueda”.
Al ser preguntado sobre las recientes declaraciones del líder de Podemos Pablo Iglesias sobre un posible reconocimiento del Estado palestino por parte de España, se muestra cauto. “Tal vez con este gobierno por fin sea posible”, sentencia.
Antes de terminar la charla, le preguntamos sobre qué cree que puede deparar el futuro para el pueblo palestino, a lo que responde con un mensaje optimista: “El pueblo palestino ha pasado por muchas dificultades a lo largo del conflicto, pero aquí estamos. Es verdad que el cerco sobre Gaza se está alargando cada vez más dadas las circunstancias políticas en los países de alrededor, pero yo creo que, aunque nos cueste un poco más, al final llegaremos a salir de esto”.
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Si desde el año de la partición se hubieran dedicado a trabajar, otro sería el destino de la zona. Como dijo uno de los entrevistados, cuando hay que ir a clases y trabajar, no queda tiempo para el bardo y se encuentran soluciones constructivas. Nadie se imagina a los judíos realmente expulsados de los países árabes cuando se creó Israel, enviando a sus niños a tirar piedras, elementos incendiarios y pasar fronteras con cuchillos y hachas para sacarle el corazón a sus vecinos. Nadie se imagina conducta semejante en la frontera de Alemania post guerra. Nadie se imagina a los argentinos en actitud semejante en Malvinas. Nadie llamaría a eso protestas pacíficas. Son elementos ultraviolentos con medios casi prehistóricos elegidos ex profeso por esas características. Los niños están en esos lugares, fruto de decisiones de sus adultos responsables. Esas tácticas están encuadradas en el derecho internacional como delictivas. Inmolan a sus mujeres y niños y no parecen percibir la suerte que los asiste. Si el enemigo fuera otro, hace rato que no existiría causa y menos quien la defienda.