Las quinielas dan a Unidas Podemos la vicepresidencia, Igualdad, Universidades y Trabajo

El resbaladizo margen para el acuerdo de PSOE y ERC complica un acuerdo previo a la investidura de Pedro Sánchez. No obstante, el pacto parece seguir avanzando lentamente y se estrecha la nómina de candidatos de Unidas Podemos a estar en el Consejo de Ministros.

Noche electoral 10-N Podemos - 2
David F. Sabadell El equipo de Unidas Podemos valora los resultados del 10-N.
27 nov 2019 07:30

Las cifras de las consultas internas de PSOE e Izquierda Unida muestran que por la militancia no va a quedar. Las bases de ambos partidos han avalado el preacuerdo anunciado el martes 12 de noviembre por Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Hoy se cierra la consulta interna de Podemos y es previsible que el resultado sea otro sí rotundo al acuerdo. Las especulaciones desde que Sánchez e Iglesias comparecieron en el Congreso parten de la base de que, al contrario de lo que pasó en julio, el partido de Iglesias no tendrá que conformarse con una oferta de saldo. Ese es suficiente motivo para que la militancia corrobore que la táctica del partido morado hasta llegar a este punto cuenta con su apoyo. Tras el ‘sí’ de las bases el primer gobierno de coalición en España después de la restauración democrática estará un poco más cerca. Aunque las miradas se deben centrar en lo que hará ERC y la capacidad que tendrán los enemigos del pacto para torpedearlo.

A última hora del lunes se conocían los resultados de la consulta que Esquerra Republicana de Catalunya lanzó a sus bases. Una pregunta difícil de interpretar y que da cierto margen a la dirección del partido independentista. ERC exige garantías políticas de diálogo en el contexto de lo que se anticipa como una larga campaña electoral en Catalunya.

El partido de Oriol Junqueras y Gabriel Rufián necesita capital político para la carrera en Catalunya. El apoyo a la investidura de Sánchez garantizará que Junts per Catalunya y las Candidaturas d’Unitat Popular enarbolen una campaña contra el “colaboracionismo” de ERC.

Las líneas definidas por Pere Aragonés el pasado domingo en La Vanguardia, “las cuatro patas de la mesa de negociación”, deben ser moderadamente satisfechas antes de que Meritxell Batet, como presidenta del Congreso, determine la fecha de la sesión de investidura —la tercera en tres legislaturas— de Pedro Sánchez. La elección de la propia Batet y de la composición de la mesa del Congreso a partir del próximo 3 de diciembre debe ser el primer ensayo de las posibles mayorías formadas por el PSOE en la carrera de San Jerónimo.

Aunque la negociación con los grupos se está llevando discretamente, es difícil que Sánchez quiera acudir por tercera vez al Congreso sin tener amarrada una mayoría para pasar la investidura. Los cuatro puntos, y especialmente el tres y el cuatro del documento de Aragonés —que el diálogo esté calendarizado y que existan garantías de cumplimiento— son munición para los partidos y los medios de comunicación contrarios al acuerdo PSOE-Unidas Podemos. Aún así, socialistas y republicanos ya se han puesto de acuerdo en iniciar este jueves las conversaciones para la investidura, a la que seguiría la creación de una mesa de diálogo entre el Govern y el Gobierno, algo que por sí solo será considerado una cesión intolerable por las fuerzas vivas del nacionalismo español.

Las tensiones en el PSOE antes de iniciar un proceso de diálogo desde la jefatura del Gobierno, y los movimientos de parte de la vieja guardia del partido contra el pacto con Unidas Podemos y las que se entienden como cesiones a ERC, forman parte del paisaje dentro del complejo movimiento que está ensayando Pedro Sánchez.

Como es habitual en las semanas previas a la conformación de Gobierno, brotan manifiestos intentando, en este caso, que se produzca una entente entre PSOE, PP y los restos de Ciudadanos que aleje a Sánchez del acuerdo con Unidas Podemos y ERC. “La España que reúne” es el intento que presentaron ayer expresidentes autonómicos socialistas como Joaquín Leguina, José Rodríguez de la Borbolla, el exprimer ministro francés Manuel Valls y otras personalidades del extremo centro.

El que no podía faltar en el coro anti-pacto era José María Aznar, quien ayer, durante un encuentro con el expresidente francés Nicolas Sarkozy, expresó su “angustia” ante el hecho de que “(...) por primera vez desde la Guerra Civil los comunistas van a entrar en el Gobierno. Son comunistas chavistas con el consentimiento y el apoyo del independentismo. Y eso es una situación de máximo riesgo. Se está intentando formar un Gobierno con la complacencia de alguien que está condenado por sedición y de un terrorista convicto y confeso”.

Las quinielas

Y sin embargo, el pacto parece moverse. Las especulaciones sobre la composición del nuevo Gobierno tienen un punto de interés claro: la entrada de Unidas Podemos en el futuro Ejecutivo genera atracción y diversas quinielas. La vicepresidencia “social” de Pablo Iglesias aparece en todas las cábalas desde que el día 12 se diera a conocer el preacuerdo a la vez que el cargo que ostentaría el secretario general de Podemos. El anuncio por parte de Pedro Sánchez durante el debate electoral de que Nadia Calviño será la vicepresidenta economía del próximo ejecutivo y la permanencia de Carmen Calvo como ministra de la presidencia generaría un triunvirato por debajo del político del distrito de Tetuán.

Sato Díaz, escribía ayer 26 de noviembre en Cuarto Poder que Irene Montero, hasta la fecha portavoz parlamentaria de Unidas Podemos, aspira a la cartera de Igualdad, Yolanda Díaz al ministerio de Trabajo y Migraciones, y una terna formada por Xavier Domènech, Joan Mena y Rosa Lluch —del espacio de los Comunes catalanes— estarían en disposición de afrontar la creación del Ministerio de Universidades.

Desde la consecución del preacuerdo de Gobierno, han sonado con fuerza los nombres de otros “ministrables” como el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, y Pablo Echenique, de Podemos. En el caso de Garzón, su encaje podría ser Industria o Trabajo, aunque la presencia de Yolanda Díaz puede dejar fuera del Consejo de Ministros al economista logroñés.

Julio Rodríguez, al frente del Ministerio de Defensa o Victoria Rosell en Justicia serían sorpresas mayúsculas ya que el PSOE se mantiene, a priori, en su intención de no ceder ministerios de los considerados “de Estado” a su socio minoritario. También parece improbable que Juan López de Uralde asuma la cartera de Transición Ecológica, toda vez que Teresa Ribera es una de las ministras mejor valoradas por el actual presidente en funciones.

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