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Pensamiento
El abecedario de Pier Paolo Pasolini
Una introducción al pensamiento de Pier Paolo Pasolini a través de sus libros, artículos y entrevistas en prensa.
Su asesinato, en 1975, convirtió al poeta en mito. ¿Qué quería Pasolini, el hombre? “Entregar su cuerpo a la lucha”, manifestaba una década antes. Él, que consideraba que “solo el comunismo es capaz de proporcionar una nueva verdadera cultura” hasta el punto de interpretar “el conjunto de la existencia”, nos lega una obra que es al mismo tiempo literaria, poética y cinematográfica. Pasolini, asiduo cliente de los tribunales —por “obscenidad” o “ultraje a la religión”—, fue pionero como calumniador feroz y melancólico de la modernidad mercantil, productivista y capitalista. Rememoremos el pensamiento del creador italiano en 26 cartas.
(Entrevista de Pier Paolo Pasolini, con Jean Duflot, Éditions Pierre Belfond, 1970).
Consuelo: “Cuando era niño, en el instante más delicado de mi existencia, fui excluido por la burguesía: me pusieron en la lista de los proscritos, de seres diferentes [alusión a su homosexualidad. N del T.]: y ya no puedo olvidarlo. Aquello me dejó un sentimiento de ofensa, de percepción del mal concretamente: el mismo que debe sentir un negro cuando pasea por la Quinta Avenida. No es pura coincidencia si, expulsado del centro de las ciudades, encontré consuelo en las periferias”.
(Empirismo eretico, Garzanti, 1972).
Cuando: “Cuando ya no quede nada del mundo clásico, cuando todos los campesinos y artesanos estén muertos, cuando la industria haya hecho rodar sin tregua el ciclo de producción y consumo, entonces nuestra historia habrá acabado”.
(La Rabbia, 1963).
Derribar: “Echo de menos a los pobres y a las gentes de verdad que luchan por derribar al patrón, sin que ello implique convertirse en patrón”.
(Entrevista con Furio Colombo, La Stampa, 8 de noviembre de 1975).
División: “Porque, mientras el hombre explote al hombre, mientras la humanidad se divida en amos y esclavos, no habrá ni orden ni paz. He aquí el origen de todo el mal de nuestra época […] La tragedia y la muerte surgen a partir de esta división”.
(La Rabbia, 1963).
Gigolós: “En nombre de mis camaradas de los bajos fondos / de mis camaradas gigolós / de mis camaradas en el paro/ de mis camaradas de acción / escribo tu nombre / ¡libertad!”.
(La Rabbia, 1963).
Harlem: “En Estados Unidos, durante mi brevísima estancia, viví muchos momentos en un clima clandestino de lucha, de urgencia revolucionaria, de esperanza, la que conocimos en Europa en el 1944-1945. […] Acompañé a un joven sindicalista negro que me condujo a la sección de su movimiento, un pequeño grupo que solo cuenta en Harlem con unos pocos centenares de miembros, y que lucha contra el desempleo de los negros; lo acompañé a casa de un camarada, un albañil que había tenido un accidente laboral y nos recibió tumbado en su pobre cama, con una sonrisa amistosa, cómplice y llena de ese amor que tenían nuestros resistentes y hemos olvidado”.
(Empirismo eretico, Garzanti, 1972).
Iglesia: “La Iglesia solo puede ser reaccionaria; la Iglesia solo puede estar del lado del poder; la Iglesia solo puede aceptar las reglas autoritarias y oficiales de la sociedad; la Iglesia solo puede aceptar las sociedades jerarquizadas en las que la clase dominante garantiza el orden […]; la Iglesia solo puede actuar al margen de la enseñanza del Evangelio; la Iglesia solo puede tomar decisiones prácticas invocando expresamente el nombre de Dios y algunas veces olvidando hacerlo; la Iglesia solo puede imponer la Esperanza verbalmente, ya que su propia experiencia de la acción humana le prohíbe alimentar cualquier tipo de esperanza; la Iglesia solo puede (para referirnos a temas de actualidad) considerar eternamente válido y paradigmático su convenio con el fascismo”.
(Escritos Corsarios, Oriente y Mediterráneo, 2009).
Independencia de Argelia: “¡Ah Francia! / ¡el odio / ¡Ah Francia! / ¡La peste! / ¡Ah Francia / ¡La cobardía! / ¡El odio, la peste, la cobardía / del que desea, que es amo, que posee! […] ¡Gentes de color / han devuelto Argelia a su historia!”.
(La Rabbia, 1963).
Juventud: “[…] En aquellos tiempos, nada más quitarse los uniformes los jóvenes se encaminaban hacia sus pueblos y sus tierras, volvían a ser los italianos de hacía cincuenta o cien años, como antes del fascismo. En realidad, el fascismo los convirtió en payasos, en siervos, puede que en cierto modo convencidos, pero en realidad no se apoderó de la profundidad de sus almas, de su manera de ser. El nuevo fascismo, sin embargo, la sociedad de consumo, ha transformado profundamente a los jóvenes; ha tocado su intimidad, les ha dado otros sentimientos, otras formas de pensar, de vivir, otros modelos culturales. Ya no se trata, tal y como sucedió en la época de Mussolini, de un alistamiento superficial, escenográfico, sino de un alistamiento real, que ha usurpado y cambiado su alma. Lo que significa, en definitiva, que esta civilización de consumo es una civilización dictatorial”.
(Artículo publicado en L’Europeo, el 26 de diciembre de 1974).
Kibutz: “Eran dioses / o hijos de dioses que misteriosamente disparaban / a causa de un odio que les había expulsado de los montes de Creta, / como esposos sedientos de sangre sobre los Kibutz invasores / en el otro lado de Jerusalén… / Estos zarrapastrosos que ahora duermen al aire libre / en el fondo de un prado de la periferia. / Con sus hermanos mayores, soldados / armados de un viejo fusil y dos mostachos / de mercenarios resignados a viejas muertes. / Estos son los jordanos, terror de Israel, / estos que frente a mí lloran / el antiguo dolor de los prófugos”.
(“El alba meridional”, La religión de mi tiempo, Editorial Nórdica Libros, trad. Martin López Vega. Disponible online).
(“El vacío de poder en Italia”, Corriere della Sera, 1 de febrero de 1975).
(Entrevista con Louis Valentin, abril de 1970).
Mundo: “Un nuevo problema estalla en el mundo. Se llama Color. / Se llama Color, la nueva ampliación del mundo. Hay que integrar la idea de miles de criaturas negras o marrones, / de infantes de ojos morados y nucas rizadas. / […] ¡De otras voces, de otras miradas, de otros amores, de otras danzas: / todo debería resultar familiar y expandir la tierra!”.
(La Rabbia, 1963)
(Entrevista con Furio Colombo, La Stampa, 8 de noviembre de 1975).
Oficial: “Sin embargo, preciso que soy marxista, un marxismo que ha sido siempre muy crítico con respecto a los comunistas oficiales, en particular con respecto al PCI; siempre he sido una minoría situada fuera del Partido, desde mi primera obra poética, Las cenizas de Gramsci”. (Entrevista con Jean Duflot, Éditions Pierre Belfond, 1970).
Ojos: “No os hagáis ilusiones. Vosotros, con vuestras escuelas, vuestras televisiones, vuestros periódicos bien tranquilos, sois los grandes conservadores de un orden horrible fundado en la posesión y en la destrucción. Sed felices, vosotros que solo os contentáis cuando podéis pegar una etiqueta a un crimen. A mi juicio, se trata de una de las numerosas operaciones de la cultura de masas: no pudiendo impedir ciertos eventos, encontramos paz fabricando cajones a medida, que cerramos inmediatamente después”.
(“Contra la televisión”, Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas, Errata Naturae, 2014).
Poesía: “En el fútbol hay momentos exclusivamente poéticos: me refiero a los instantes en los que surge la acción que conduce al gol. Todo gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: siempre hay algo de ineluctable, de fulgurante, de estupefacción, de irreversible. Es precisamente lo que sucede también con la expresión poética. El mejor goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año”.
(“Il calcio è in linguaggio con i suoi poeti e prosatori”, Il Giorno, 3 de enero de 1971).
Razón: “No soy de ideología católica, no soy creyente, así que no entiendo por qué mi racionalización de lo irracional tenga que ser católica, mi racionalización es de carácter marxista”.
(Citado por René de Ceccatty, Pasolini, Gallimard, 2005).
Siglo XX: “[...] pero, al lado, la fresca / excavación convulsa, / o en el breve confín / del horizonte del Novecientos, / todo el barrio... / Es la ciudad, / sumergida en un claror de fiesta / —es el mundo—. Llora lo que tiene / fin y recomienza. / Lo que era / área herbosa, abierto espacio y se hace / patio, blanco como cera, / cerrado en un decoro que es rencor”.
(“El llanto de la excavadora”, La religión de mi tiempo, Nórdica Libros, 2015).
Sol: “Amo la vida con furor, con desesperación. Y pienso que esta furia, esta depuración me conducirán a mi fin. Me gustan el sol, la hierba, la juventud. El amor hacia la vida se ha convertido en mí en un vicio más tenaz que el de la cocaína. Devoro mi existencia con un apetito insaciable. ¿Cómo acabará todo esto? Lo ignoro”.
(Entrevista con Louis Valentin, Lui, abril de 1970).
Televisión: “[…] la responsabilidad de la televisión es enorme, no desde luego, como medio técnico sino como instrumento de poder y poder en sí. Porque no solo es un espacio por el que circulan los mensajes, es también un centro de elaboración de mensajes. Representa el lugar en el que se concretiza una mentalidad, que no tendría donde alojarse si no existiese la televisión. El espíritu del nuevo poder se manifiesta concretamente a través del espíritu de la televisión. Sin duda (los resultados lo prueban), ningún medio de información del mundo ha sido tan autoritario y tan represivo como la televisión”.
(“Reto a los dirigentes de la televisión”, Corriere della Sera, 9 de diciembre 1973).
(Entrevista con Jean Duflot, Éditions Pierre Belfond, 1970).
Vampiro: “El burgués —empleemos una palabra ingeniosa — es un vampiro, no está en paz mientras no haya mordido el cuello de su víctima por puro placer, natural y familiar, para verla palidecer, triste, fea, sin vida, retorcida, corrupta, inquieta, culpable, calculadora, agresiva, terrorífica, como él […]. Ha llegado la hora de reconocer que no basta con considerar la burguesía como una clase social, si no como una enfermedad; a partir de ahora, considerarla como una clase social es un error tanto ideológico como político (incluso mediante los instrumentos del marxismo-leninismo más duro y más inteligente). De hecho, la historia de la burguesía —a través de una civilización tecnológica, que ni Marx ni Lenin podían prever— planea hoy, concretamente, sincronizar con el conjunto de la historia mundial”.
(“Contra el terror”, Tempo, 6 de agosto de 1969).
Wagner: “¿Quién nos ha dado —joven o viejo— el lenguaje oficial de la protesta? El marxismo, es decir, la única voz poética y el recuerdo de la Resistencia, que reaviva el pensamiento de Vietnam y de Bolivia. ¿Por qué echo de menos el lenguaje oficial que la protesta de la clase obrera, a través de su ideología burguesa, me ha concedido? Porque se trata de un lenguaje que no olvida jamás la idea de poder y que por lo tanto es siempre cómodo y razonable. ¿Pero no son el pragmatismo y la razón los mismos dioses que han vuelto locos e idiotas a nuestros padres burgueses? ¡Pobres Wagner y Nietzsche!”.
(Carta a Allen Ginsberg, octubre de 1967).
Zelotes: “Siempre he estado sorprendido y a decir verdad profundamente indignado incluso por la interpretación clerical de esta frase de Cristo: Dar al César lo que es del César y a Dios lo que pertenece a Dios, una interpretación que concentra toda la hipocresía y toda la aberración que ha caracterizado a la Iglesia de la contrarreforma. Por monstruoso que nos pueda parecer, ha hecho que una frase de Cristo, que era obviamente radical, extremista y perfectamente religiosa, sea considerada como moderada, cínica y realista. Es evidente que Cristo no quería decir: haz feliz a unos y a otros, no te ocupes de la política, compagina las ventajas de la vida social con el carácter absoluto de la vida religiosa, sirve a Dios y al diablo, etc. […] Al formular esta dicotomía extremista, Cristo empuja e invita a una oposición eterna con respecto a César, aunque deba ser no violenta (en contraste con la de los zelotes)”.
(“Nuevas perspectivas históricas: la iglesia es inútil frente al poder”, 6 de octubre de 1974, Escritos Corsarios, Oriente y Mediterráneo, 2009).