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Ecologismo
Los combustibles fósiles son incompatibles con la vida de las personas y el planeta

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente y en un contexto de rearme global, desde la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF España), queremos volver a poner el punto de mira en los múltiples vínculos existentes entre los combustibles fósiles, el militarismo, las guerras y la crisis climática, un entramado complejo de relaciones que hemos analizado en nuestro último informe Hacia una política climática libre de combustibles fósiles. Aportes desde el feminismo pacifista.
Los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) contribuyen a la crisis climática debido a la enorme emisión de gases de efecto invernadero que su uso provoca. De acuerdo con el informe síntesis del Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Personas Expertas sobre el Cambio Climático, el empleo de combustibles fósiles (es decir, su exploración, extracción, modificación, transporte, combustión y uso) durante más de un siglo es la causa inequívoca de la crisis climática que cada año provoca eventos climáticos extremos que son cada vez más devastadores y frecuentes.
Al mismo tiempo, la crisis climática, alimentada por el uso de combustibles fósiles, supone un obstáculo al disfrute de los derechos fundamentales de las personas (como el derecho a un medioambiente limpio, saludable y sostenible) y amplifica las desigualdades económicas, sociales y políticas que experimentan los grupos más vulnerables de la sociedad. La adicción a los combustibles fósiles propia de nuestro sistema económico capitalista asimismo sabotea todos y cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluido el ODS16 sobre paz, justicia e instituciones eficaces.
Es urgente que la agenda internacional incluya una transición justa, ordenada y financiada que deje los combustibles fósiles para acabar así con las múltiples violencias asociadas a ellos
De hecho, se estima que la mayoría de los conflictos armados de las últimas décadas y al menos dos tercios de las misiones militares de la Unión Europea están destinadas a proteger los intereses de la industria de los combustibles fósiles y a garantizar el acceso y el control sobre estos. Además, el uso de combustibles fósiles crea zonas de sacrificio en determinados rincones del planeta y supone impactos específicos y desproporcionados en las mujeres, las niñas y el colectivo LGTBIQ+, particularmente en las comunidades indígenas, campesinas, de bajos ingresos y afrodescendientes del Sur Global.
Es urgente que la agenda internacional incluya una transición justa, ordenada y financiada que deje los combustibles fósiles bajo tierra de una vez por todas para acabar así con las múltiples violencias asociadas a ellos. En este sentido, desde WILPF España llamamos al gobierno español a apoyar la iniciativa global en favor de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. El Tratado busca impedir nuevos desarrollos de carbón, petróleo y gas fósil, eliminar la producción de combustibles fósiles de manera progresiva y equitativa a través de la eliminación del suministro, subsidio, financiación pública y patrocinio de los combustibles fósiles, y favorecer una transición justa y pacífica hacia la diversificación de la economía y la plena implantación de las fuentes de energía renovable a través de la prestación de cooperación financiera y tecnológica a aquellos sectores, comunidades y estados más dependientes de los combustibles fósiles y/o más vulnerables a la crisis climática.
A lo largo del último año, desde WILPF España hemos puesto en marcha diferentes acciones para dar a entender y llamar la atención sobre la necesidad de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. En nuestra investigación hemos puesto el foco en las iniciativas de resistencia de las poblaciones del Sur Global, con atención especial a los movimientos por la defensa de la vida, el territorio y la naturaleza encabezados por mujeres en tres casos de estudio: la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, el Parque Yasuní, en Ecuador, y la región del Magdalena Medio, en Colombia.
Es esta visión decolonial, que parte de las experiencias situadas de mujeres en pie de paz y por la sostenibilidad de la vida, la que sustenta nuestra posición: transitar hacia políticas climáticas libres de combustibles fósiles, feministas y pacifistas es la única manera de garantizar la protección y el florecimiento de la vida de las personas y el planeta.