Pobreza
Mujeres sin hogar, ocultas e invisibles

La estadística dice que las mujeres son el 20% de las personas sin hogar, pero esta cifra deja fuera a muchas que sufren una situación de exclusión agravada por la violencia estructural contras las mujeres.

Mujeres Sin Hogar 1
Elena ha vivido en un hueco escondido de tres metros de largo por menos de uno de ancho. Olmo Calvo
15 oct 2017 11:30

“Tuve mi larguísima época de sofás, ocupando el salón de mis amigos durante años, de un lado a otro y luego llega un momento en el que ya tienen que decir ‘hasta aquí’. Tú no estás bien y ellos acaban hasta el moño de ti. Pero, gracias a dios, nunca me dejaron quedarme en la calle”. Sin terminar las frases, Patricia rememora el que pudo ser su primer día viviendo en la calle. “Llegó el SAMUR y llamaron a mi hermano, el teléfono de su trabajo era el único que recordaba”. Así cambió el rumbo. Hoy vive en una habitación en un piso compartido, que paga gracias a la renta mínima de inserción (REMI) de 400 euros y que estira para pagar facturas y comer. Duerme en una cama, pero se considera una persona sin hogar. Una mujer sin hogar.

La tipología europea de personas sin hogar y exclusión residencial contempla a aquellas que viven sin vivienda o en viviendas inseguras o inadecuadas. Estas circunstancias podrían dar forma al concepto de “sinhogarismo”, pero Patricia prefiere hacer uso de otro término que considera más adecuado y que acuñó un amigo suyo: el sinlugarismo. Porque, “más que sin hogar, es sin lugar, sin ese sitio de donde eres tú”, trata de explicar. “La gente, cuando habla de sinhogarismo, piensa en gente sin techo y no es lo mismo. Es no tener un duro y no tener de donde sacarlo”.

Sabe de lo que habla. Después de trabajar durante más de 15 años en un puesto fijo, perder el empleo e invertir sus ahorros en otro proyecto que se truncó, esta mujer de 59 años se vio “sin nada a lo que agarrarse”. Pero este giro vital no es producto de un instante, sino de un proceso. “Es poco a poco, cada vez tienes menos y a partir de ahí no hay manera de salir porque ya tienes muchos años y es complicadísimo todo… estás colgando de un hilo. Lo único que te queda es irte a vivir debajo del Puente de Segovia. Y encima te culpabilizas de todo”. 

La cifra

Según el último recuento del Ayuntamiento de Madrid, el sinhogarismo femenino representa solo un 11%, pero ahí solo se refleja la gente que está en la calle, en los albergues o en domicilios de las ONG. “El resto no se ve, por ejemplo, no se me ve a mí”, señala Patricia. La apreciación que hace esta mujer da en la clave del efecto invisibilizador y potenciador de desigualdades de la estructura patriarcal sobre las mujeres. Y en cuestión de pobreza y exclusión social, el impacto no es menor.

“El sinhogarismo de mujeres es mucho más oculto, más invisible. Por eso es importante mirar este fenómeno desde una perspectiva de género”, apunta Cristina Hernández, responsable de Incidencia de RAIS Fundación. “Si todas las personas sin hogar están en una situación vulnerable, las mujeres lo están más porque ellas, además, sufren la violencia estructural que nos afecta a todas las mujeres”, subraya Hernández.

Para Patricia, combatir la invisibilidad del sinhogarismo femenino pasa, precisamente, por darle visibilidad “desde dentro”. Aunque lamenta que “nadie quiere pertenecer a este club” y que “lo que hay que hacer es dejar de estigmatizarlo, de sentirse culpable. Una buena herramienta para salir del armario es su participación en el blog Realidades, donde escribe, junto con otros compañeros, sus experiencias como mujer sin hogar.

Mujeres Sin Hogar 2
Patricia evitó la calle: puede pagar una habitación con la renta de inserción que percibe. Olmo Calvo

Elena Somavilla es una mujer de tez dura y curtida por el sol, tiene tres puntos tatuados en la piel, pero no sabe si es gitana, aunque no le importa. “Sea lo que sea, soy mujer y soy persona”. Conversar con ella es alternar drama con humor. Lo segundo es su antídoto para combatir lo primero. También es una amalgama de recuerdos que tiene como punto de partida su infancia en un colegio de monjas en Santander, hasta que, siendo muy jovencita, con una débil o nula estructura familiar, llegó a la localidad madrileña de San Fernando de Henares.

“He vivido en un banco, en hostales, debajo del puente, en todos lados”, dice esta madre y abuela. Uno de los lugares donde ha pernoctado es un minúsculo hueco de unos tres metros de largo por menos de uno de ancho, escondido al costado de un local abandonado en una barriada de San Fernando. “El rincón”, lo llama ella. Ahí ha pasado noches con Daniel, uno de sus hijos, que sigue habitando ese espacio, donde ahora tiene un colchón, algún plato y cubiertos, y las muchas o pocas pertenencias que se pueden tener viviendo a la intemperie.

“Yo me ponía al fondo, más cerca de la pared y él delante. Así nos dábamos calor y nos protegíamos”, explica Elena. Aunque ella ahora tiene una habitación alquilada, que paga con una ayuda de 360 euros por minusvalía que percibe, y que en ocasiones cede a alguno de sus hijos, su última estancia ha sido en una caseta cerca del cementerio, que todavía frecuenta. Saca el móvil para mostrar el lugar. “Mira, esta es la entradita con su cortina. Aquí tengo mi espejo. Este cuadro lo encontré y lo puse... Vas reciclando lo que puedes coger por ahí y lo apañas. ¿Quién dice que no se puede vivir en la calle medianamente bien?”, dice orgullosa.

“Mejor eso que estar tumbada en ese banco expuesta a que te maten, a que te quemen, a que te violen… estoy más protegida ahí dentro con mis muertos que aquí”. Elena denuncia haber sufrido palizas y varias violaciones. Poco a poco intenta vencer el miedo acumulado de tantos años de desprotección que han mellado en su autoestima hasta pasar cerca de una década sin poderse mirar al espejo.

“En la calle hay mucha diferencia entre hombres y mujeres, te tienes que esconder mucho, me ha tocado salir varias veces corriendo”

“En la calle hay mucha diferencia entre hombres y mujeres, te tienes que esconder mucho, me ha tocado salir varias veces corriendo. En alguna ocasión me he escudado en la bebida para no tener miedo de vivir en la calle y cuando te quieres dar cuenta eres un zombi”. Elena cree que las personas que, como ella, viven en la calle no son invisibles. “Si lo fuéramos, no nos verían como parásitos. Están pendiente de nosotros para insultarnos, para señalarnos, para humillarnos, ofendernos, y no pueden pensar que ellos pueden ser los siguientes. Aquí hay mucha gente que tiene hipotecas, cuando no la pueden pagar les embargan y de ahí te quedas en la puta calle”. Con estas crudas palabras recuerda que el fenómeno del sinhogarismo lleva consigo un problema estructural de falta de garantías del derecho a la vivienda.

En el Estado español existen pocas investigaciones acerca de las personas sin hogar y la tarea se complica aún más para conocer el sexo, algo importante para trabajar en la necesidad de incluir la perspectiva de género al hablar y, sobre todo, tratar el sinhogarismo femenino. A pesar de esta escasez, algunos datos alertan de la extrema vulnerabilidad a la que se enfrentan las mujeres. Según el Observatorio Hatento, el 60% de las mujeres que viven en la calle es víctima de delitos de odio, y el 14,8% ha sufrido agresión sexual.

Darío Pérez, jefe de Departamento de Samur Social, indica que en Madrid “hoy todos los centros atienden a las mujeres” y eso refleja “cierta feminización de la exclusión”. Sin embargo, usuarias y algunas entidades sociales consultadas se quejan de las carencias en el trato directo con las mujeres sin hogar desde el paraguas de la atención institucionalizada.

Necesidades específicas

“En los albergues los cuartos de baño no están habilitados para la higiene personal femenina, no tienen en cuenta a quién o cómo tienen que pedir compresas o tampones”, pone como ejemplo Cristina Hernández. Hace hincapié en que, por ejemplo, “las condiciones de seguridad de las mujeres no están garantizadas ni se atienden las necesidades específicas de miedo y de terror”. La propia Elena denuncia que, en alguna ocasión, después de esperar para entrar en un centro y dormir, se ha quedado sin plaza a falta de habitaciones para mujeres. Pero, especialmente, advierte que “esos sitios dan miedo, porque ahí está todo mezclado”.

“En todo somos invisibles las mujeres. Hasta en el albergue, que ponían lo que los hombres querían en la televisión. Una vez pusieron guarrerías y me decían ‘pues yo te haría esto o lo otro’. Imagínate como me sentía: humillada y muerta de miedo”, relata.

Mujeres Sin Hogar 3
Detalle de uno de los lugares en los que ha dormido una mujer sin hogar. Olmo Calvo

Después del viacrucis que esta mujer lleva a sus espaldas, le cuesta imaginar alcanzar otra vida, menos amarga, menos dolorosa. Dice haber perdido la fantasía y la fe, pero todavía es capaz de soñar un poco. “Sobre todo cuando estás pasando hambre, frío, de todo, y en invierno vas paseando y miras las casas con su salón, con su luz… piensas, ¡cómo me gustaría estar ahí viendo la tele o cocinando, que siempre me ha encantado cocinar! Cuando he tenido casa, he sido muy casera. Luego, por circunstancias de la vida, llegó lo peor y acabé en la calle”. A.G, una joven de 30 que prefiere no desvelar su identidad, pudo evitar la calle como última salida, tras vivir situaciones límite por falta de vivienda y empleo.

Esta chica, que comenzó a trabajar a los 19 años para aportar en su familia —un núcleo monomarental—, fue encadenando un empleo tras otro. Además, experimentó en primera persona los estragos de la crisis. Por un lado, no pudo continuar sus estudios universitarios y por otro, sus últimos trabajos fueron sin contrato. Precisamente, una de las tendencias registradas en Europa por el Observatorio Europeo de Sinhogarismo es el aumento de la proporción de mujeres jóvenes en este colectivo.

“En todo somos invisibles las mujeres. Hasta en el albergue, que ponían lo que los hombres querían en la televisión”.

“Intenté buscar otro trabajo, pero en cuanto se me acabaron los ahorros no tuve posibilidad de nada y fue cuando contacté con una trabajadora social, me derivaron a un sitio de intermediación de empleo y a través de ahí me ayudaron con la vivienda”. En ese proceso, de unos tres años, pasó tres meses en casa de una persona mayor para hacer acompañamiento, después fue derivada a un piso compartido pero tutelado por el Ayuntamiento de Madrid, con visitas semanales y vigilado por una asociación, y finalmente pasó a otro piso en que pudo vivir sola, gestionado por una ONG, por el que pagaba una cuantía simbólica.

“Virtualmente he podido estar en la calle, si no se hubiera dado una serie de acontecimientos”, explica A.G., quien también reconoce tener respaldo emocional por parte de su familia, pero que carece de un colchón económico. Desde hace unos meses ha conseguido un empleo que le permite alquilar una habitación con otras chicas de su edad y reanudar su proyecto de vida con cierta estabilidad y con el sosiego de, a pesar de haber recorrido una etapa dura, contar “con herramientas para salir adelante”. A.G. se ha desprendido por completo de la culpabilidad y cree que su situación no es aislada. “Puedes tener a mucha gente a tu alrededor en una situación parecida y no saberlo, lo digo por mi propia experiencia. Yo misma no doy a conocer mis circunstancias a otra gente con la que no tengo la suficiente confianza, por pura supervivencia, por no sentirte más vulnerable”, reconoce. 

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Personas sin hogar
Personas sin hogar Diez muertos desde junio y cero recursos nuevos para las personas sin hogar de Granada este invierno
La plataforma ‘La calle mata’ denuncia la falta de inversión del Ayuntamiento de Granada para dotar de recursos de asistencia inmediatos y urgentes a las personas sin hogar
Personas sin hogar
Personas sin hogar Las personas sin hogar de Granada disfrutan de un refugio climático en agosto
La plataforma ‘La Calle Mata’ se ha “liado la manta a la cabeza” y dispone, con voluntarias, de un local para atender las necesidades básicas de personas sin hogar durante agosto. Acusan al Ayuntamiento de Granada de eludir esta responsabilidad.
Personas sin hogar
Ola de calor Hasta 55 grados en el centro de acogida de personas sin hogar Puerta Abierta
Por tercer años consecutivo este centro vuelve a registrar temperaturas más altas que en el exterior y en sus habitaciones se han registrado hasta 55 grados. El personal ha solicitado una inspección de trabajo.
#1028
16/10/2017 3:50

Incluso estamos sin protocolo ante casos de violencia de género en la red de atención a personas sin hogar del Ayuntamiento de Madrid http://colectivonoaobelen.blogspot.com.es/2015/11/el-machismo-mata-el-abandono.html?m=1

1
0
#1166
17/10/2017 23:09

No estoy empadronada en Madrid, vivo en otra ciudad cerca. Puede alguien decirme cómo contactar con alguien que me oriente en situación muy crítica cuya anulación de madre,mujer, persona ciudadana... es mi hogar y no puedo hablar . La justicia me ha salvado (policía)en él. Pero no soy la víctima, sola contra grupo pequeño. Me arriesgo a ver esta info mañana impresa,no sé cómo pero el dolor de callar por miedo a represalias que por no generar justificaciones y mala conducta madre...ahora es cada día una mentira más cruel y a mis espaldas fundamentos a mis espaldas por beneficios y violencia de genero. Para quitarme custodia el procedimiento es casi ya co.o una enfermedad terminal. Sólo no sentir puedo soñar. Y tenía tantos sueños y objetivos. 693359081

1
1
#22024
21/8/2018 16:18

No puntualizar demasiado nada pero sin duda tú podrías ser uno de los que cede ayuda en vez de pedirla
Los misioneros están en desuso ya bastante nos engañaron mientras pudierais

0
0
ANONIMO
7/3/2018 11:41

CALLAR A QUE NO TE CALLES MANANA ES TU DIA SAL Y RECLAMA TUS DERECHOS CHILLA GRITA Y QUE SE TE OIGA .PLATAFORMA SIN TECHO

0
0
#1019
15/10/2017 20:46

Las mujeres sin techo no tenemos derecho ni abrir la Boca, sufres acoso sexual, verbal y psicologico cada diA en los centros, comedores sociales. Por ej en los comedores sociales de Madrid hay muchos hombres problematicos, inmigrantes, o con problemas graves pssiquiatricas, alcohol, drogas y so the pass alto, no te dejan llamar la policia, te cierran la boca porque no le gustan que vengan la policia. Una vez era in hobre de in paid del este segun su accento y quieria quitarme el telefono, los voluntarios de ESE comedor social no me ha dejado llamar la policia. Tambien he sufrido vejaciones por ej hombre de origen musulman me tiraba restos de huesos en mi plato y me fui sin comer nada. Nadie me ha hecho caso cuando he intentado decir a los voluntarios de ese comedor. Acoso verbal y sexual esta al orden del dia, vejaciones, y no puedes hacer nada

4
2
#1020
15/10/2017 21:16

Tengo teglado en ingles y me salio mal el texto.
*si te pasa algo no te dejan llamar la policia
*un hombre con accento de un pais del este quieria quitarme el Movil en el comedor social de la calle topete 31. Creo que se ha cambiado el comedor del orden de Malta, una estacion con el autobus de plaza de Castilla en la zona avda de asturias. Yo recomiendo ir siempre en grupo, tener cuidado con los bienes, el Movil, la documentacion, y si pasa algo tener en cuenta que no le gustan que llameis la policia. Tenet siempre el Movil preparado y no cedeis antes los voluntarios. Tambien poner quejas en el Ayuntamiento, a la Policia, prensa y guardar las copias, escribir donde hace falta, porque tenemos derecho a un trato digno no a ESA mierda.

3
3
Dana
Dana Bomberos de toda España reclamarán en Madrid una ley que les coordine ante emergencias como la dana
La Coordinadora Unitaria de Bomberos Profesionales ha convocado una manifestación el próximo 30 de noviembre para bajo el lema “las emergencias no entienden de delimitaciones administrativas”. CC OO no la secunda por considerarla “oportunista”.
Sistemas de depósito
Dos años para el SDDR El fracaso de Ecoembes en el reciclado obliga a instaurar un sistema de depósito y retorno de envases
El Miteco constata que en 2023 solo se recicló un 41,3% de las botellas de plástico de un solo uso puestas en el mercado. La cifra, muy lejos del 70% al que obliga la ley, supone la puesta en marcha de un sistema paralelo al del contenedor amarillo.
Violencia machista
25N Miles de personas secundan las marchas vespertinas del 25N
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, llega este 2024 en medio de una intensa conversación en torno a las violencias sexuales.
Redes sociales
MeToo en Instagram “Anónimo, por favor”: escritoras, publicistas y actrices pasan del testimonio en redes a la organización
Varias cuentas de Instagram publican testimonios que dibujan una escena de abuso de poder y violencia sexual normalizada en las artes escénicas, la música o la publicidad. Sus impulsoras se organizan para transformar la realidad.
Extrema derecha
Rodrigo Nunes “Las redes sociales son máquinas de subjetivación especialmente útiles a la extrema derecha”
El profesor brasileño analiza en su último libro los rasgos de la extrema derecha emergente en diversos contextos, especialmente a partir de los liderazgos de Bolsonaro, Trump y Milei.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Venezuela
Especial Las derivas de Venezuela: cinco entrevistas sobre el deterioro del proceso bolivariano
Los activistas, escritores y pensadores latinoamericanos Raúl Zibechi y Silvia Adoue presentan en El Salto un dossier sobre la evolución de la Revolución Bolivariana desde el Caracazo de 1989 al Gobierno de Maduro a través de cinco entrevistas.
Baleares
Crisis climática y urbanismo El Parlament balear aprueba legalizar las construcciones en áreas inundables
Partido Popular y Vox aprueban la norma que permite legalizar las construcciones en áreas de riesgo y el Govern plantea autoenmendarse, más adelante, para prohibir nuevas viviendas.
Dana
Medio ambiente y violencia machista Luchar contra la violencia de género; un pilar de la responsabilidad ambiental
La violencia de género y la crisis medioambiental atraviesan nuestras estructuras y se refuerzan mutuamente, creando un círculo vicioso que agrava las vulnerabilidades específicas de las mujeres frente a los desastres naturales como el de Valencia.
Más noticias
Opinión
Medio ambiente No solo de renovables va la transición ecosocial
Una visión crítica con el despliegue masivo, empresarial y especulativo de las renovables industriales que hoy es hegemónico en la península ibérica.
Violencia machista
25 de noviembre Un 25N con las kellys y las empleadas de hogar
El 25N también se denuncian otras violencias que no copan titulares: las que reciben los cuerpos de las mujeres en trabajos esenciales como los cuidados de personas y el trabajo doméstico así como las duras tareas que realizan las camareras de piso
Córdoba
Genocidio en Palestina La UCO invita a un profesor de la Universidad de Tel Aviv, rompiendo los acuerdos de las acampadas
La Coordinadora Andalucía con Palestina denuncia el incumplimiento de los acuerdos de las universidades de Córdoba y Granada al invitar a un profesor sionista de la Universidad de Tel Aviv a un foro sobre radicalización
Centros sociales
Centros sociales La Policía Nacional desaloja sin orden judicial el CSO La Atalaya
Una veintena de furgones policiales desaloja la sede del centro social ocupado en Vallecas que llevaba diez años siendo un punto neurálgico de cientos de colectivos sociales de todo Madrid.
Opinión
TRABAJO SEXUAL El estudio de Igualdad sobre trata alienta el control y el estigma hacia las trabajadoras sexuales
Es necesario reflexionar sobre los mecanismos de control social de corte patriarcal y racista que oprimen a las trabajadoras sexuales. Un feminismo plural debería sentirse interpelado a reconocer el nefasto impacto de estudios faltos de rigor.

Recomendadas

Venezuela
Terán Mantovani: “Venezuela ha vivido uno de los colapsos societales más profundos de la historia reciente”
Terán Mantovani es investigador de la Universidad Central de Venezuela. Con esta entrega, iniciamos una serie de entrevistas sobre la realidad política y social de este país con una perspectiva crítica desde la izquierda y los movimientos de base.
Culturas
Servando Rocha “La modernidad de Madrid está edificada con la sangre de la gente”
En su nuevo artefacto, situado entre la literatura y la investigación histórica, Servando Rocha cartografía espacios de Madrid donde se registraron experiencias insólitas que han permanecido en el olvido durante mucho tiempo.
Justicia
Reportaje El imperio de los jueces-soldado
La justicia española ha entrado en un callejón peligroso. Desde hace años, el Poder Judicial se ha mostrado escorado a la derecha y más como un problema para la resolución de cuestiones cruciales para el Estado.