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Nacionalismo
Cosmopolitas cívicos versus nacionalistas primitivas
Para el cosmopolitanismo, nuestro nacionalismo, vasco o catalán, está basado en instintos primitivos los cuales nos llevan a construir artefactos perversos como los estados nacionales (todo el mundo conoce el estado vasco y el estado catalán) y a reunirnos atávicamente en naciones y no en, pongamos, lobbies (todo el mundo sabe que España es un cartel, no una nación).
Los y las cosmopolitas consideran que el nacionalismo es un problema moral: no les gustan las comunidades nacionales, porque no son elegidas por sujetos racionales sino asignadas contingentemente por nacimiento (sic).
A los cosmopolitas (de derecha o de izquierda y que solo son españoles por causalidad) no les gustan las comunidades nacionales porque no son una consecuencia de nuestras elecciones morales (a pesar de que nacer humano, según ellxs, sí es una elección moral, y a pesar de que para ellxs los lazos nacionales sean moralmente aberrantes pero los lazos familiares (que tampoco eliges) no lo sean).
Es curioso, pero en la parte del mundo que habitamos nosotras (las primitivas), estamos social, económica, cultural y políticamente determinadas de acuerdo con el lugar donde nacimos y según el cuidado, alimentación, recursos y educación que recibimos mucho antes de que pudiéramos razonar, hablar y discutir, mucho antes por tanto de que pudiéramos elegir libremente nada.
Lxs cosmopolitas españolxs nos instan a alinear el mundo con las normas implícitas en nuestros compromisos con la humanidad y la igualdad, y adaptar nuestros anticuados ideales morales y políticos a las condiciones de existencia cosmopolitas. Según ellxs, nuestro nacionalismo, vasco o catalán, está basado en instintos primitivos los cuales nos llevan a construir artefactos perversos como los estados nacionales (todo el mundo conoce el estado vasco y el estado catalán) y a reunirnos atávicamente en naciones y no en, pongamos, lobbies (todo el mundo sabe que España es un cartel, no una nación).
Los enfoques que intentan explicar un fenómeno moderno (nacionalismo) relacionándolo únicamente con la antropología moral teleológica (primitivo versus cívico) son incapaces de explicar por qué el capitalismo financiero global y la des-democratización tienen lugar mediante un proceso de des-nacionalización.
Lxs cosmopolitas españolxs suelen hablar del carácter posnacional y post-soberano que debería tener el mundo, hablan de cómo el nacionalismo es un obstáculo para llegar a un consenso racional y a las mejores decisiones políticas para la sociedad, y por eso proponen la desaparición de su propio estado nacional (jajaja). Ahora en serio. El problema es que para que algo sea global, primero debe ser local y no hay nada en nuestra historia política que nos lleve a pensar que los problemas globales neutralizan los locales.
Decíamos que lxs cosmopolitas consideran que el nacionalismo es un problema moral: no les gustan las comunidades nacionales, porque no son elegidas por sujetos racionales sino asignadas contingentemente por nacimiento (sic). Estos cosmopolitas, ya sean ultras como Arrimadas (pleno de investidura de Torra), cívica y racional como la izquierda española o mamíferos ilustrados como Carrer (feminismo y nacionalismo), dicen que las conexiones cosmopolitas deben tener prioridad sobre los lazos nacionales, precisamente porque las comunidades nacionales son fronteras contingentes y moralmente arbitrarias.
Es cierto que los llamados cosmopolitas moderados (Habermas y sus fans socialdemócratas) intentan demostrar que el reconocimiento del particularismo ético y cultural no excluye el acceso a estándares universales. Sin embargo, no pueden explicar por qué estos estándares universales y globales deben tener prioridad sobre aquellos generados por comunidades locales. En la lógica cosmopolita que manejan estos dispares grupos ideológicos, que solo por casualidad son españoles, las demandas de los lobbies farmacéuticos serían menos aberrantes moralmente que las demandas de la comunidad vasca, kurda o catalana, escocesa, gitana o negra, porque, chica, al menos eliges ser parte de un lobby farmacéutico, pero no eliges “nacer” kurda, gitana, negra, catalana o pobre, y el hecho de no elegirlo, y de que sea por tanto contingente, hace que sea aberrante el tener derecho a la nacionalidad kurda o saharaui simplemente porque naciste en Kurdistan o en Sahara occidental, o a tener la nacionalidad catalana solo por haber vivido un tiempo en Cataluña. (ein? wait!).
Por tanto, debido a que las naciones son moralmente arbitrarias para lxs cosmopolitas ilustradxs, las divisiones nacionales deberían estar subordinadas a grupos basados en nuestra humanidad compartida, que no es arbitraria desde un punto de vista moral (una moral liberal, cristiana y patriarcal), porque donde una nace es solo un accidente y no debemos permitir que diferencias de nacionalidad o clase o pertenencia étnica o de género levanten barreras entre nosotras y nuestras conciudadanas (porque todo el mundo sabe que el género y la clase son un accidente arbitrario) (wtf).
Analicemos este punto cuidadosamente: “donde una nace es solo un accidente y no debemos permitir que diferencias de nacionalidad o clase o pertenencia étnica o de género levanten barreras entre nosotras y nuestras conciudadanas”.
Hay dos tipos de arbitrariedad que quieren desactivar lxs cosmopolitas. Una es que no merecemos ninguna recompensa o penalización por haber nacido en un lugar y tiempo en particular. Usan aquí “arbitrariamente” en el sentido de sin propósito. Entonces, no deberías tener derecho a la ciudadanía (española o catalana, por ejemplo) solo porque naciste en cierto lugar. Las fronteras nacionales son moralmente arbitrarias en este sentido para los cosmopolitas, porque tratan una contingencia, una herencia cultural compartida, como un foco de especial preocupación y lealtad (quiero recalcar la sospechosa ausencia de la familia en este argumento, la cual tampoco se elige, pero en cambio no la consideran una aberración moral – ¿sabéis por qué? Exacto).
El segundo tipo de arbitrariedad que quieren neutralizar es que no podemos reclamar una mayor proporción de bienes, como ser más ricos o tener más propiedades o ir a una escuela de élite, por nuestra posesión de cualidades que son irrelevantes para la distribución de bienes, como ser blanco, nacer con pene o nacer en la calle Charlbury de Oxford (donde las casas valen 3 millones de euros).
Hay muchas objeciones a estas premisas básicas que sostiene el pensamiento ilustrado tan extendido en la España cosmopolitamente autoritaria:
En primer lugar, no está claro qué distingue una forma moralmente arbitraria de agrupar seres humanos de una que no lo es. No creo que la porción de herencia cultural por la cual definimos una comunidad nacional sea más o menos contingente que haber nacido humana. La crítica moral de la contingencia en oposición a la libre elección omite su interpretación teleológica de la existencia de la humanidad. Creen que la humanidad tiene un propósito diferente a las comunidades nacionales, pero esta creencia en que la humanidad tiene un propósito solo es posible dentro un pensamiento (cristiano) teleológico.
En segundo lugar, la humanidad no es una comunidad: los lazos comunitarios descansan en una disposición social subjetiva para tratar una forma de compartir como fuente de preocupación y lealtad mutuas; el mero intercambio de rasgos no es suficiente en sí mismo para crear una comunidad.
En tercer lugar, alguien puede considerar que es moralmente incorrecto dividir a la humanidad entre ricos y pobres, francesas y británicas, blancos y negros, mujeres y hombres, pero no es arbitrario, es político. Nadie nace rico o pobre, francés o británico, blanca o negra, mujer u hombre. No naces mujer, sino que te conviertes en una (Beauvoir). No naces negra, británico o pobre, te conviertes en una. El género/sexo, la raza, la etnia y la clase no son categorías biológicas o naturales, como los cosmopolitas en general y el pensamiento político dominante, tratan tácitamente de transmitir en sus propuestas sobre democracia global y cosmopolita. Son categorías sociopolíticas.
Decir que ser pobre no es razón para excluir a alguien de acceder a una escuela de élite o a ciertos trabajos bien remunerados es absurdo, ya que es el hecho de que tus padres no elegidos o tu comunidad no elegida no hayan tenido acceso a ciertos trabajos, escuelas, salarios y sitios lo que causa que tus padres sean pobres y que "nazcas" pobre.
¿De qué sirve afirmar que lo que nos hace "pobres" (negros o blancos, mujeres, española, vasca, armenia o afroamericana) no debería determinar nuestra pobreza (o nuestra clase socioeconómica o nuestra clase sociopolítica)?
¿Cómo podemos sugerir que estas categorías no deberían desempeñar ningún papel en nuestra vida (para obtener o no obtener derechos, bienestar, etc.) si nuestra vida solo se vive a través de estas categorías políticas?
Contrariamente a lo que dicen los ilustrados y las ilustradas cosmopolitas españolxs, la fuente de la distinción (ser pobre, mujer, negro, española, catalán, trans o kurda) no puede separarse de su relevancia para la distribución de bienes y cuidados, ya que es a través de la distribución y producción de bienes, prestigio, cuidado y todo tipo de tecnologías de poder, marcos discursivos y recursos que creamos estas distinciones en primer lugar.
Ignatieff (colega de George Soros, y admirado por la derecha y la izquierda cosmopolita), observa, junto con la élite financiera, los medios de comunicación y los partidos políticos españoles, que las naciones cívicas, como España, miran hacia el futuro y expresan una concepción racional y universal de la libertad mientras las naciones étnicas como la vasca y la catalana, se aferran a la historia, los monumentos y los cementerios, y expresan una solidaridad tribal.
(Dejen de reírse).
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https://elpais.com/elpais/2018/05/18/opinion/1526637369_645339.html Al dedo
Para identitarismo ya nos sobra con Génération Identitaire en Francia o PEGIDA en Alemania.
Y así amiguitos nos pasamos por el forro la idea de internacionalismo. Hala! Venga! Todos a envolverse en trapos de colores a mayor gloria de la nación y el chovinismo.
Obviando comunidades nacionales como la kurda de Rojava (ex Siria norte), se puede escribir mucho sin sacar a relucir que hay naciones SIN ESTADO pero independientes de facto y organizándose con poca burocrácia y mucha participación asamblearia pero sin formar otro aparato estatal burocrático. No leas nunca a Murray Bookchin y demas "anarcoecologistas" y así podrás seguir escribiendo siempre los mismos artículos sobre partidos de pin pon entre nazionalistas españoles y vascos.
Vaya cacao mental que tienes ... con los mismos argumentos podrías defender una sociedad de castas sin ningún problema. Quizás deberías leer un pelin más a Kant o a Rousseau, o a Marx y Rosa Luxemburgo, antes de escribir tonterías sobre la modernidad y el cosmopolitismo
Hablemos de trans-humanismo y los problemas mentales de Ayn Rand.