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Polonia
Las feministas polacas responden: “Siguen menospreciando nuestros derechos”
Polonia se está convirtiendo en un país cada vez más hostil para las mujeres. El actual gobierno ultraconservador PiS ('Ley y Justicia') ha endurecido sus políticas desde su llegada al poder en el año 2015 para desmantelar gran parte de sus derechos. Este país, junto a Malta, son dos de los únicos estados miembros de la Unión Europea que no han legalizado el aborto voluntario, tal y como recoge el último informe de Amnistía Internacional. Hay algunos políticos que incluso se atreven a hacer declaraciones en público como estas: “La tasa de natalidad en Polonia ha bajado porque las mujeres cada vez beben más alcohol” o “nos preocupa que las niñas de 12 años se declaren lesbianas”. Estas palabras las pronunció recientemente Jaroslaw Kaczynski, uno de los históricos del partido en el gobierno y quien sigue ostentando el cargo de presidente de Ley y Justicia. Fue, además, primer ministro entre 2006-2007 y hasta no hace mucho viceprimer ministro.
El movimiento feminista polaco no ha querido pasar por alto esas hirientes declaraciones y tampoco todas las barreras que el ejecutivo polaco sigue poniendo contra sus derechos. Por eso, este lunes aprovechando el aniversario del voto femenino polaco, la fundación 'Strajk Kobiet' ('Mujeres en huelga') organizó una protesta frente a la casa de Kaczynski en Varsovia. “Esta es una protesta muy importante, quizá no sea tan numerosa como las que vivimos en el 2020, pero queremos expresar nuestro malestar por la narrativa que sigue adoptando el gobierno polaco. Nos tratan a las mujeres, sin respeto y siguen menospreciando nuestros derechos”, explica Kasia, de 25 años, entre pancartas reivindicativas y una enorme presencia policial. Esta joven, además, considera que los problemas económicos que arrastra el país, como por ejemplo la elevada inflación, pueden perjudicar al partido ultraconservador de cara a las próximas elecciones.
Para muchas mujeres, el problema ya no es solo la dura ley contra el aborto, sino lo que está pasando en los hospitales polacos
Para Agnieszka de 35 años, otra de las participantes en la protesta, Kaczynski “vive desconectado de los problemas reales de las mujeres” y las decisiones que están tomando están teniendo “muchas repercusiones para nosotras”. Esta es, de hecho, la preocupación compartida por la mayoría de las mujeres entrevistadas por El Salto en esta concentración. Para muchas, el problema ya no es solo la dura ley contra el aborto, sino lo que está pasando en los hospitales polacos. “Me da miedo quedarme embarazada y tener problemas de salud porque entonces no tienes acceso a los tratamientos. Hay casos de mujeres que han fallecido en hospitales en estas circunstancias”, advierte Agata de 29 años.
Esta polaca se refiere a lo que está haciendo la comunidad médica en Polonia y de lo que también avisa la activista Marta Lempart, una de las voces más importantes del movimiento feminista polaco. “Lo que está ocurriendo es que los médicos no practican abortos incluso cuando el estado de salud de la madre está en peligro, aspecto que la ley sí permite. Por eso, nosotras lo que recomendamos a las mujeres polacas es que eviten todo el contacto posible con el sistema de salud de aquí”, critica Lempart.
Hace unos días el gobierno polaco anunció que despedía a la directora del Teatro Nacional de Varsovia, Monika Str Ikpka, bajo el pretexto de que con su cargo estaba promoviendo “valores LGTBI” y “un feminismo radical”
En este sentido, Agata reconoce que le horroriza el hecho de pensar que ahora mismo en su país puedas morir por querer quedarte embarazada. “Es una situación realmente estresante. Ahora mismo aquí abortar es prácticamente imposible, pero también nos preocupa la ausencia de atención sanitaria en el postparto o si surgen problemas durante el embarazo”, añade.
Aborto
“La única manera de que acaben las protestas es lograr que en Polonia una mujer pueda decidir sobre su cuerpo”
El pulso entre la ciudadanía y el partido ultraderechista PiS continúa en todas las ciudades polacas y abre la puerta a otros reclamos sociales como acabar con la vinculación del Ejecutivo y la Iglesia o el respeto por los derechos LGTB.
Rechazo a la comunidad LGTBI
En este tipo de concentraciones en Polonia es habitual ver banderas tanto de la Unión Europea como del colectivo LGTBI. El euroescepticismo de PiS es de sobra conocido así como su rechazo a aquellas personas que están fuera de la heternormatividad. De hecho, hace unos días el gobierno polaco anunció que despedía a la directora del Teatro Nacional de Varsovia, Monika Str Ikpka, bajo el pretexto de que con su cargo estaba promoviendo “valores LGTBI” y “un feminismo radical”. Esta fue también otro de los temas durante la protesta que se criticaron duramente. Incluso el alcalde de la capital, Rafal Trzaskowski —del partido de la oposición— denunció este despido en sus redes sociales: “la cultura y el teatro no pertenecen a los políticos. La censura no desaparecerá y apelaremos esta acción en el tribunal”.
A la activista Lempart ya no le sorprenden este tipo de acciones. Ella misma lleva recibiendo en estos últimos seis años amenazas de muerte y demandas judiciales por el simple hecho de protestar.
“Las personas LGTBI, somos personas miserables para nuestro actual gobierno. Nos odian todos los días. Derribar al gobierno depende de que las personas que estamos hoy aquí, y en las manifestaciones del 2020, vayan a votar”, reclama.
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