Racismo
Dipo Faloyin: “En África no hay solo historias de pobreza y sufrimiento, sino también de éxito”

En su libro ‘África no es un país’, el periodista Dipo Faloyin se interna en distintas realidades, debates y resistencias para dinamitar con un estilo agudo toda visión monolítica del continente.
Dipo Falayin
6 dic 2024 06:00

Con sólo 35 años, Dipo Faloyin es ya un experimentado periodista en la cobertura de temas políticos, culturales y sociales en África. Originario de Nigeria y redactor jefe de la revista VICE, ha escrito el libro África no es un país (Capitán Swing, 2024), para intentar deshacer los estereotipos negativos más habituales vinculados a África.

De todos los estereotipos sobre África, ¿cuál es el que encuentra más ofensivo?
Uno de los peores es la idea de que África es sólo pobreza, sufrimiento y safaris llenos de animales exóticos, y nada más. Obvia que somos un grupo de gente diversa con experiencias que son diferentes y variadas, como en las demás regiones del mundo. Se nos presenta como una gente impotente, simple, con la única ambición de sobrevivir a la pobreza. Y esta visión la encuentras en todas las expresiones de la cultura popular [occidental].

En el libro señala algunas obras clásicas, como el filme Memorias de África, para difundir estos estereotipos. ¿Aconseja que se dejen de ver?
Lo importante es entender por qué son problemáticas en su descripción de África, después lo que cada uno quiere hacer a un nivel personal, es su decisión. En definitiva, lo más importante es que no sigamos reproduciendo estas ideas en las nuevas producciones culturales. Y el problema también viene del tipo de campañas que hacen algunas ONGs, que refuerzan estos mitos.

La idea de que “hay que ayudar a África” forma parte del problema porque parte de la idea de que los africanos no pueden cuidar de sí mismos

¿Qué aconsejaría a alguien que quiere realizar un ejercicio de solidaridad con África?
La gente debería relacionarse con África de la misma manera que lo hace con el resto del mundo. Y estas relaciones deben basarse en la realidad, en saber diferenciar la situación específica de cada país o región y no sobre la base de nociones míticas de lo que es África. La idea de que “hay que ayudar a África” forma parte del problema porque parte de la idea de que los africanos no pueden cuidar de sí mismos. Esa mentalidad ignora que hay historias de éxito en el continente, como la internacionalización de la música afrobeat o el auge de Nollywood. Tenemos magníficos escritores, artistas y músicos que realizan creaciones cada día, que cuentan las historias de sus comunidades. Y sería bueno que se conocieran más.

Hay una corriente de pesimismo sobre el futuro del mundo. ¿Es usted optimista, al menos para África?
Sí, y no por el hecho de querer serlo, sino sobre todo por el trabajo de los jóvenes sobre el terreno, su interés en la igualdad cultural, en el cambio climático, la tolerancia religiosa, en la lucha por superar las divisiones étnicas... Gracias a ellos, ya hay progreso y hay motivos para ser optimistas sobre el futuro del continente.

Hay estudios que muestran la recesión de la democracia en el mundo en los últimos años. ¿En África la tendencia es la misma?
No creo que haya una tendencia en todo el continente que vaya en esta dirección, entendiendo siempre la democracia como un sistema que permite a la gente elegir a sus líderes. Es cierto que en algunas ex colonias francesas donde la gente cree que la influencia de Francia es todavía insoportable, existe una pulsión para reevaluar los sistemas de gobernanza heredados, la gente cree que no responden a la cultura local. Este proceso a veces es difícil cuando existen diferencias étnicas. Hay que tener en cuenta que existen varios modelos de democracia, no existe el mismo modelo en Reino Unido que en EEUU. Hay pueblos que todavía buscan su camino.

Uno de los problemas para la estabilización de los nuevos Estados tras las independencias fueron las divisiones arbitrarias de pueblos. ¿Está a favor de rehacer las fronteras?
Entiendo por qué en su día [los líderes] no quisieron discutir sobre las fronteras impuestas por las potencias coloniales. Se veía que el proceso sería complicado a la hora de decidir quién se queda en qué tierra, para quiénes son los recursos naturales. Además, se temía que los países grandes tuvieran demasiada influencia e impusieran su voluntad en los países más pequeños. Y esto sigue siendo un reto a día de hoy. En Sudán lo hicieron, cambiaron las fronteras. Pero para ello a nivel continental debería ser un proceso orgánico, liderado por la gente.

Hay que tener en cuenta que existen varios modelos de democracia, no existe el mismo modelo en Reino Unido que en EEUU. Hay pueblos que todavía buscan su camino

Un tema que aborda en el libro es el del retorno de las piezas de arte africano expoliadas. ¿Por qué cuesta tanto que Europa las devuelva?
Las nociones racistas sirven para que las instituciones europeas sigan manteniendo estos objetos. La gente cree que los africanos no serán capaces de hacerse cargo del cuidado de estos objetos, de su herencia cultural. Y esto, cómo no, es un mito creado durante la Conferencia de Berlín. Si tuviéramos una mejor comprensión de lo que fue el colonialismo, sería más difícil para estos museos utilizar estos argumentos. Para los africanos son importantes porque quieren ser ellos quienes cuenten su propia historia, presentar su propia cultura al mundo.

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