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Reino Unido
Racismo y fake news: el alzamiento de la ultraderecha en el Reino Unido
En la última semana, grupos de ultraderecha se han movilizado en el Reino Unido para cometer crímenes de odio. Londres, Liverpool, Bristol, Manchester o Leeds han sido algunas de las ciudades donde los extremistas han causado estragos. El componente racista de estos ataques es evidente, siendo las personas negras, asiáticas y musulmanes los objetivos principales de las hordas fascistas que están asolando el país. Con el brazo en alto y gritando consignas ultranacionalistas y xenófobas, una turba de violentos han asediado mezquitas, destrozado la cafetería de un sirio, e incluso prendieron fuego a lugares de acogida para migrantes en Rotherham y Tamworth, así como a una biblioteca y a una oficina de atención al ciudadano. Estos ataques se han sucedido de manera constante, y el sábado 3 de agosto, hubo al menos 90 detenidos debido a los disturbios. Keir Starmer, elegido Primer Ministro en las elecciones generales celebradas el pasado 4 de julio, emitió un comunicado de urgencia desde Downing Street respecto a los atentados. Su mensaje fue rotundo: “Si se ataca a la gente por el color de su piel o de su rostro, eso es extrema derecha.”
Esta corriente de violencia no ha surgido de la nada ni es nueva en el Reino Unido. Desde las primeras formaciones fascistas de los años 1920 hasta la actualidad, se ha utilizado la violencia contra diferentes colectivos de manera sistemática. Si hace un siglo los enemigos principales eran los judíos, los rusos, los comunistas y anarquistas, ahora la diana de los fascistas británicos son los musulmanes, refugiados, solicitantes de asilo o inmigrantes.
Sin embargo, hay un aspecto novedoso respecto a estos ataques y que ilustran bien la relevancia de las redes sociales en nuestra época. El odio y la mentira confluyen de maneras perversas para legitimar la violencia contra el otro. La ecuación fake news + fascismo impera de manera visceral en todo el planeta. Axel Rudakubana, de 17 años, fue acusado de asesinar a Bebe King, Elsie Dot Stancombe, y Alice Dasilva Aguiar, tres niñas de 6, 7 y 9 años, respectivamente. Los racistas utilizaron esta tragedia para alzarse en armas y canalizar su odio contra los inmigrantes. ¿Importa acaso que el acusado haya nacido en Cardiff? No para los fascistas, acostumbrados a navegar entre ríos de mentiras y soflamas incendiarias que no solo fluyen a través de las redes sociales, sino que también son impulsadas por los medios convencionales. Las sucesivas portadas publicadas en The Daily Mail atacando a los inmigrantes son una muestra fehaciente de esta realidad.
Como contrapartida, hay que destacar las manifestaciones antifascistas que están teniendo lugar en diversos puntos del Reino Unido
En una época en la que el racismo se utiliza como arma electoral, la retórica empleada por los políticos de ultraderecha para galvanizar ese odio visceral está amenazando las libertades de los colectivos vulnerables. Como ya se demostró en las elecciones de hace un mes, en las que el partido Reform UK de Nigel Farage obtuvo un 14,3% de los votos, existe una alarmante corriente racista en el Reino Unido. Como contrapartida, hay que destacar las manifestaciones antifascistas que están teniendo lugar en diversos puntos del Reino Unido. En Liverpool, centenares de personas hicieron un llamamiento a la unidad y la tolerancia, entre gritos de “refugees are welcome here” y “Nazi scums, off our streets.” Organizaciones como Stand Up To Racism están teniendo un rol destacado en la organización de las manifestaciones antifascistas. El miércoles 7 y el sábado 10 de agosto se organizaran protestas frente a la extrema derecha en distintos puntos del país. Al igual que sucedió durante el siglo XX, cuando las movilizaciones antifascistas proliferaron en el Reino Unido, los demócratas británicos se están uniendo para frenar el avance de la ultraderecha.
El fascismo británico: desde Oswald Mosley hasta el Frente Nacional
Al igual que sucedió en el resto de Europa, durante los años 20 y 30 el surgimiento del fascismo fue imparable en el Reino Unido. Grupos como los British Fascists, los British National Fascists o la Imperial Fascist League surgieron motivados por la toma de poder de Benito Mussolini. Mientras la ultraderecha se iba consolidando en Italia, Alemania, España, Portugal, Francia o Austria, utilizando la violencia de manera sistemática, preparando e incluso perpetrando golpes de estado, Oswald Mosley fundó la British Union of Fascists en 1932, el partido ultraderechista más importante del Reino Unido.
Con una militancia que llegó a rondar los 50,000 miembros, y apoyados por periódicos como The Daily Mail y The Sunday Dispatch, la British Union of Fascists se dedicó a perseguir a todos aquellos que consideraban enemigos de la patria, ya fuesen judíos, negros, rusos, anarquistas, comunistas o socialistas. Para detenerles, los antifascistas se movilizaron, principalmente organizados por el Jewish People’s Council Against Fascism and Antisemitism. Uniendo a diferentes colectivos de diversas etnias, creencias e ideologías de izquierda, crearon un frente antifascista en el East End, la zona oriental de Londres, tradicionalmente habitada por colectivos racializados y de clase obrera.
Fue precisamente allí donde tuvo lugar la batalla de Cable Street el 4 de octubre de 1936, que supuso el inicio de la caída de la British Union of Fascists. Allí, Oswald Mosley y los militantes fascistas, enaltecidos por las dictaduras en Alemania e Italia y el golpe de estado en España, organizaron una marcha para consolidarse como una fuerza social hegemónica. Sin embargo, los 5,000 fascistas se tuvieron que enfrentar a más de 300.000 antifascistas y fueron derrotados. Mientras Madrid se defendía ante los golpistas españoles, miles de gargantas gritaban en castellano “¡No Pasarán!” en las calles de Londres. Unos meses más tarde y en respuesta a la batalla de Cable Street, el gobierno británico creó el Public Order Act 1936, que dificultó las movilizaciones violentas lideradas por Edward Mosley. Surgió un legado antifascista que aún perdura a modo de movilizaciones sociales, y en homenaje a la batalla de Cable Street existe un mural enorme en la propia calle.
La derrota de Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial dificultó el nacimiento de nuevos grupos fascistas en el Reino Unido. No obstante, en 1967 apareció el Frente Nacional, un partido político que se atacó de forma sistemática a los inmigrantes. La caída del imperio británico tras la independencia de sus colonias propulsó la llegada de inmigrantes de diversas partes del planeta. Ante esto, los fascistas se vieron legitimados para volver a la acción. El 13 de agosto de 1977, 500 militantes del Frente Nacional marcharon por el condado de Lewisham, situado al sur de Londres, donde fueron detenidos por antifascistas. Al igual que 1936, el año 1977 supuso una derrota inapelable del partido fascista del Reino Unido. La victoria del movimiento democrático antirracista propulsó una conciencia social entre una generación de jóvenes que se unieron a la Anti-Nazi League y a su rama punk Rock Against Racism.
La ultraderecha británica moderna: Nigel Farage, los inmigrantes y el fascismo
Las condiciones históricas, materiales y culturales de cada país producen singularidades que influyen profundamente en dicha sociedad. En el Reino Unido, la nostalgia imperialista y la multiculturalidad como fruto de la época poscolonial se han fundido en una amalgama de corrientes que integra en su seno a conservadores, reaccionarios, ultranacionalistas y fascistas, entre otros. En el magnífico Natives: Race and Class in the Ruins of Empire, el filósofo, escritor y rapero Akala habla de la “amnesia colectiva y capacidad para distorsionar hechos” que sucede en el Reino Unido como resultado de una estrategia ideada por las élites para mantener el statu quo. Esto es esencial para entender el racismo institucional y social frente los inmigrantes provenientes de las antiguas colonias británicas.
No obstante, existen paralelismos entre el Reino Unido y otras regiones del planeta. Al igual que pasó en Europa, la crisis económica de 2008 fue canalizada de diferentes maneras. Por un lado, la elección de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista en 2015 por los militantes y sus notables resultados en las elecciones generales de 2017 demostraron que una parte importante de la población británica quería subirse a la ola de izquierda transformadora. Medidas como la distribución de la riqueza, mejoras en sanidad y educación, la eliminación las políticas de recortes y la expansión de derechos para todas las personas, sin importar su procedencia, cultura o color de piel, tuvieron gran recepción entre los habitantes del Reino Unido.
Primero en 2015 al mando de UKIP, y después en 2024 liderando Reform UK, Farage logró pasar la frontera del 10% de los votos
Al mismo tiempo, también revivió una tendencia fascista que actualmente opera en todo el planeta. Desde 1990 hasta 2020, la extrema derecha en Europa triplicó sus votos. En el Reino Unido, el partido fascista British National Party obtuvo su mejor resultado histórico en las elecciones generales de 2005, logrando cerca de 193.000 votos y un 0,7% del electorado. Pese al puntaje relativamente irrisorio, creció la sensación de que había que detener esta tendencia xenófoba. En 2010, las organizaciones Hope Not Hate y Unite Against Fascism organizaron la marcha antirracista más numerosa desde la Anti-Nazi League de los años 70 para concienciar a la población de la necesidad de rechazar los crímenes de odio.
Este es un claro ejemplo del crecimiento del fascismo en la Europa moderna: fake news, odio visceral contra el diferente y la incertidumbre que provoca un mundo cada vez más difícil de entender
Más exitoso fue el partido UKIP de Nigel Farage, quién desde la década pasada ha sido capaz de galvanizar el hastío de una parte significante de las masas para cosechar notables resultados en las elecciones generales. Primero en 2015 al mando de UKIP, y después en 2024 liderando Reform UK, Farage logró pasar la frontera del 10% de los votos. Y aunque debido a la particularidad del sistema electoral británico ese número no se ha trasladado en demasiados escaños en el Parlamento, su retórica racista, ultraconservadora, nostálgica del imperio británico y apelando a la unidad nacional frente a la amenaza extranjera han calado en la conciencia colectiva. Si tanto el Partido Conservador como el Partido Laborista han mostrado una actitud reaccionaria frente a los inmigrantes, el rol de Farage en este ámbito ha sido fundamental.
En 2013, el líder de UKIP vocalizó con fiereza la teoría del remplazo islámico en el Reino Unido, mientras los medios de comunicación extendían sus mensajes cargados de odio. Su éxito en las elecciones generales de 2015, en el contexto de la mal llamada crisis de los refugiados en Europa del mismo año, catapultaron a Farage como supuesto defensor de la integridad nacional británica. Su papel fue clave en el Brexit, creando una narrativa antiinmigrante que sirvió para legitimar discursos racistas y políticas de violencia contra las comunidades racializadas.
Antes del referéndum de junio de 2016, apareció frente a un póster en el que se veían cientos de refugiados y se leía la frase “we must break free of the EU and take back control.” No es de extrañar que, en 2016, los atentados islamófobos aumentaran en un 47%. Frente a los refugiados que perdieron la vida en el Mediterráneo huyendo de la guerra, mientras la dignidad europea se hundía y la Declaración Universal de los Derechos Humanos se convertía en papel mojado, la ultraderecha se alzó en armas contra los atentados terroristas que tuvieron lugar en Francia. Para ellos, todos los inmigrantes no blancos son asesinos en potencia.
Movimientos sociales para detener el fascismo y las fake news
En la realidad alternativa que a veces parecen habitar muchos usuarios en las redes sociales, se originó la mentira de que el asesinato de tres niñas lo cometió un solicitante de asilo llamado Ali al-Shakati. No importa que se tratase de un galés llamado Axel Rudakubana. Los fascistas respondieron a la llamada para pegar, quemar, destruir, insultar y amenazar a todas aquellas personas que, a sus ojos, no merecen ser parte de la sociedad británica.
Este es un claro ejemplo del crecimiento del fascismo en la Europa moderna: fake news, odio visceral contra el diferente y la incertidumbre que provoca un mundo cada vez más difícil de entender. El empobrecimiento general de las poblaciones produce un enfado natural que, cuando no se galvaniza contra las élites que implementan medidas neoliberales que destruyen a las clases bajas, sirve de justificación para atacar todo aquello que se percibe como peligroso. En la ideología fascista, racista y xenófoba de la Europa contemporánea, la amenaza es el musulmán, el inmigrante, el refugiado, el solicitante de asilo.
El pasado 27 de julio, Tommy Robinson organizó una manifestación en Londres a la que acudieron más de 30.000 personas
Aunque el fascismo haya evolucionado, las tesis de Umberto Eco siguen siendo muy relevantes para identificar las claves de todo movimiento fascista. En el Reino Unido, algunos de los puntos esenciales son la nostalgia por el imperio británico, el escepticismo hacia la Unión Europea o la diversidad cultural que existe en el país. Todo ello, sumado a los intereses de las élites para enfrentar a grupos subalternos, más el uso de los medios de comunicación tradicionales y modernos para expandir mentiras y ofensivas contra los inmigrantes, han generado un clima de violencia contra comunidades tradicionalmente oprimidas.
Una de las variantes más del fascismo más reciente es que este opera en redes y está descentralizado. Es la conclusión de Jacob Davey, director de política e investigación del Institute for Strategic Dialogue. En España, el éxito Alvise Pérez surgió principalmente a través de Telegram. En el Reino Unido, aparecen mensajes acerca de una supuesta invasión de inmigrantes. Antiguos miembros de la English Defence League, fundada en 2009, siguen navegando en redes sociales y atendiendo a eventos para perpetuar sus ideales fascistas a través del Reino Unido.
Tommy Robinson, cuyo nombre verdadero es Stephen Yaxley-Lennon, se convirtió en el rostro más visible de la organización, y sigue muy presente en la sociedad británica. El pasado 27 de julio, Robinson organizó una manifestación en Londres a la que acudieron más de 30.000 personas. En ella, mostró un documental en el que se decían falsedades sobre un refugiado sirio. Pocos días después, las movilizaciones racistas proliferaron por todo el país. Una mentira encendió la chispa, y tras décadas de retórica racista, el incendio se propagó a través del país.
En el Reino Unido, seguramente nunca llegue a gobernar la ultraderecha. No obstante, sus discursos han calado profundamente en la sociedad.
Ante esta tragedia, el aspecto positivo es la respuesta de gran parte de la población. Emulando las movilizaciones antifascistas de 1936 y 1977, miles de personas han protestado contra el racismo. Al mismo tiempo, figuras reconocidas se han pronunciado abiertamente para condenar la violencia. Mick Lynch, secretario general del sindicato nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte y una de las figuras más destacadas de la lucha obrera en los últimos años, apeló a la unión de la clase trabajadora para detener a la ultraderecha “como en los años 30, 50 y 70.” Jeremy Corbyn también recordó victorias de antaño, y apuntó que “la violencia ultraderechista no ha surgido de la nada. Es el resultado de la retórica contra los inmigrantes perpetrada por los políticos del establishment, que estigmatizan a los refugiados.” Zarah Sultana, MP del Partido Laborista en Coventry South y una de las personalidades políticas más involucradas en defensa del pueblo palestino, apeló a la creación de una coalición antifascista. Carla Denyer, MP del Partido Verde en Bristol Central y co-líder del partido, también ha reclamado la necesidad imperiosa de unirse para establecer un cordón sanitario contra la extrema derecha.
En países como Francia, Argentina, Italia o el Reino Unido, la precarización de las clases populares está siendo canalizada por líderes racistas que tratan de generar un movimiento excluyente, fagocitar a los movimientos sociales y eliminar la cohesión tradicional de los grupos subalternos. Mientras los militantes de izquierda se organizan frente a las clases altas, en apoyo al pueblo palestino, a los refugiados y los colectivos desfavorecidos, demandando una distribución de los recursos para mejorar la vida de las mayorías sociales, el movimiento reaccionario se ha alzado para presentar batalla.
En el Reino Unido, seguramente nunca llegue a gobernar la ultraderecha. No obstante, sus discursos han calado profundamente en la sociedad. Para bloquearles, se requiere una movilización antifascista, conciencia social y solidaridad mutua entre diferentes sectores de la población. Estos últimos días, los habitantes del Reino Unido han demostrado estar dispuestos a enfrentarse, una vez más, a las corrientes fascistas que amenazan con someter a la sociedad. Como dijo el mítico socialista británico Tony Benn respecto de los movimientos sociales contra la ultraderecha, “no existe ni la victoria ni la derrota definitiva.” En cada época histórica, cada generación ha de concienciarse y unirse para no caer al abismo.
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Todo es una herramienta creada por los poderes económicos capitalistas para dividir y entretener s la clase trabajadora: Hacen uso de las fake news, el poder mediático y el odio de colectivos extremistas para alarmar falsamente a la población trabajadora y que está ataque a los más vulnerables y discriminados, en vez de organizarse contra el poder económico.
Toda la clase trabajos mundial debe de solidarizarse y permanecer unida!
Cuando la estrategia contra la connivencia entre medios-empresas-políticos y jueces cuyo uso de las fake news es sistemático, destila una acción igualmente fake por parte de Puedo Sánchez como los días para meditar si seguía o no en la presidencia... demuestra que la solución es muy complicada. Porque quienes tienen suficiente poder para echar luz sobre tanta confusión, resulta que necesitan las fake news y todo el entramado corrupto como los que más.