Relato
Vivir para servir

Omayra observó a Chaima desde la tumbona. Aquella era la primera vez que se atrevía a echarse en una de esas, la tela buena de color azul brillante, el logo del hotel en la esquina inferior derecha.
Meryem El Mehdati
23 jul 2022 05:00

—Pero chacha, métete.

La voz de la mujer apenas fue un susurro. Omayra observó a Chaima desde la tumbona. Aquella era la primera vez que se atrevía a echarse en una de esas, la tela buena de color azul brillante, el logo del hotel en la esquina inferior derecha. No se oía nada en toda la terraza, más allá del ruido distante que hacían algunos coches al pasar por la GC-1. Su reloj brilló en la oscuridad cuando se incorporó y cambió de postura. Había dado 23.931 pasos aquel día, de planta en planta y de habitación en habitación. Recoger, limpiar, tirar.

—Me da cosa que nos caten.

En la piscina, Chaima sonrió con toda la boca y se volvió a hundir en el agua. Tenía los dientes de arriba un poco torcidos, no se notaba pero alguien en el instituto se había ensañado con ella por eso y desde entonces apretaba un poco los labios cuando sonreía. Se lo había contado a Omayra a cuchicheos mientras fregaban el suelo a los pocos días de comenzar a trabajar en el hotel Valparaíso. Nueve pisos y una terraza a la que nadie llamaba terraza sino “rooftop” porque era más chic. Omayra había buscado lo que significaba “rooftop” en un diccionario inglés-español online y un ojo se le había puesto en blanco ante ese afán que existía en la isla de exotizar hasta las cosas más ridículas. Aquel estaba siendo el verano más duro y largo de su vida: tenía cinco exámenes que preparar entre la convocatoria ordinaria del segundo cuatrimestre y la extraordinaria del primero, pero nunca podía organizarse para estudiar porque se pasaba la vida metida en aquel hotel. Recogiendo, limpiando, tirando la basura. Suspendería todo de nuevo y no le quedaría más remedio que abandonar esa idea ridícula de sacarse Magisterio.

—Quién nos va a catar si no hay nadie, se fueron todos.

Omayra se levantó y comenzó a desnudarse. Primero se quitó el delantal. Luego, se desabrochó el pantalón del uniforme. También era de color azul, solo que el tono de la tela ahora era horrible, desgastado, como si se hubiera lavado tantas veces que estaba a punto de dejar de ser azul para pasar a ser gris. Un poco como ella. Se quitó el resto de la ropa en silencio, doblando cada prenda con cuidado y dejándola sobre la tumbona. Estaba de un humor rarísimo, no sabía por qué. Quizá porque últimamente sentía que no importaba cuánto ni cómo se estirase ella, todo lo que quería quedaba fuera del alcance de sus manos. Conseguía rozar algunas cosas con las yemas de los dedos, pero nunca llegaba a tenerlas en su puño. Hacía un año y medio había dado a luz a un bebé de cuatro kilos y setecientos gramos al que había llamado Luis. Su cuerpo había cambiado tanto durante ese tiempo que le resultaba imposible señalarse a sí misma y decir: “Soy”. Tenía la tripa blanda, las rodillas huesudas, bolsas bajo los ojos. Transitaba los espacios, hacía lo que tocaba, llegaba a casa de su madre para recoger a Luis y hundía la nariz en su cuello de bebé para abrazarlo y olisquearlo.

—¡Qué fría! —dijo al meterse en el agua. Chaima se soltó del borde de la piscina donde se había aupado para llamarla y se dejó mecer por el agua. Su ropa interior era negra, su pelo también. Omayra se puso de puntillas, cerró los ojos y luego se hundió con fuerza bajo la superficie. No oyó ni vio nada durante uno, dos segundos. Cuando salió, la otra mujer la estaba mirando—. Sabes, a veces pienso que nací para servir a los demás.

—¿Para arreglarles la vida?

—No. No. Para…

Las palabras le fallaron.

—Yo no tengo vacaciones, pero mi trabajo consiste en asegurarme de que otras personas están muy bien atendidas durante las suyas.

—Ay, Omy. No te quiero deprimir.

Por primera vez en aquel día, Omayra se rio.

—No me puedes deprimir. Ya estoy deprimida, tranquila.

—Tengo malas noticias para ti.

Las dos se echaron a reír, Chaima primero, Omayra por lo absurdo de la conversación.

—No jodas.

—Sí… La vida es una mierda. En general.

—Vaya por Dios.

Estaban tan cerca de repente que Omayra podía ver cómo corrían las gotitas de agua desde el nacimiento del pelo de su interlocutora hasta su barbilla. Tenía las pestañas más largas que había visto nunca, incluso más largas que las de Luis.

—Pero todas las noches me meo en la piscina antes de irme a casa.

Omayra se rio.

—¿Qué dices?

—Síii. Todas las noches.

Incrédula, Omayra negó con la cabeza. En la oscuridad de la terraza, lo único que se veían eran las minúsculas luces LED blancas que rodeaban la piscina. Chaima parecía orgullosísima de su fechoría.

—¿En serio?

—Te lo juro. Todas las tardes limpian el agua, así que por la noche yo vengo y me meto y luego me los imagino a todos bañándose al día siguiente en mi pis, ¡y qué bien me siento! Cómo me consuela. ¡Que se jodan!

Su ímpetu la hizo reírse de nuevo. No dijeron nada más durante un largo rato, cada una ensimismada en sus pensamientos.

—Pues yo también me voy a mear aquí —decidió Omayra— y que se jodan.

—Síiiiiiiii. Tomaaaaa —Chaima plantó los pies en el suelo de la piscina y luego pareció darse cuenta de algo—. Espera, voy a ir al otro extremo y así contaminamos más espacio.

Omayra se tapó la cara con las manos, algo avergonzada, y asintió.

—Vale.

La pareja que se había alojado en la 276 había dejado todo hecho una porquería con las toallas sucias por el suelo y envoltorios de bolsas de papas y chocolatinas por toda la habitación. Omayra había llorado en silencio esa misma mañana mientras tiraba de las sábanas de la cama manchadas de salsa y chocolate porque le quedaban siete habitaciones más por delante. Se meó en la piscina todo lo que le permitió su cuerpo, con una satisfacción casi infantil, y cuando terminó y se consideró satisfecha salió de la piscina y se metió rápido bajo una de las duchas de los laterales. Oyó a Chaima riéndose como una maníaca mientras corría en su dirección para ducharse también y su risa provocó la suya, las dos ligeramente desquiciadas, cansadas, minúsculas en comparación con las letras de neón que anunciaban que estaban en el hotel Valparaíso.

—¿Te sientes mejor?

Omayra asintió.

—Que se jodan.

Arquivado en: Vacaciones Laboral Relato
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Zona socias
Relato ¿Dónde está tu vena marinera?
Una socia de El Salto publica este texto de su marido fallecido hace algunos meses, a manera de homenaje.
Relato
Relato El frontón
Aunque sabíamos que era casi imposible ganarles, nosotras seguíamos intentándolo con ahínco ya que aquellos dos muros verdes de cemento no podían ser de nadie. En todo caso, del Ayuntamiento o del alcalde, pero no de ellos.
Relato
Relato El cumpleaños
Las tardes ahora duraban tanto que la promesa de una fiesta de cumpleaños tras el fin de curso en los colegios era un motivo para la alegría.
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
Congreso de los Diputados
Congreso de los Diputados Gobierno y Podemos siguen sin llegar a un acuerdo para la aprobación del paquete fiscal
El 21 de noviembre por la tarde se vota la transposición de una directiva europea que establece un nivel mínimo global de imposición para los grupos multinacionales.
Ocupación israelí
Ocupación israelí El Congreso de EE UU vota la “ley más peligrosa para las libertades” desde la Patriot Act
En Gaza, Cisjordania y Líbano, nuevos ataques israelíes dejan más de un centenar de muertos. En Washington, el Congreso vota una ley que permite quitar fondos a ONG, universidades y colectivos sin pruebas ni un proceso transparente.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Pontevedra
Ecoloxismo Unha investigación revela alta contaminación por nitratos en augas superficiais da comarca do Deza
Os resultados da análise de Ecoloxistas en Acción, con máis de 80 puntos de mostraxe, reflicten concentracións xeneralizadas e moi altas de NO3. Só o 19% das augas superficiais analizadas están “fóra de toda sospeita”.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación (CAED) de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el estado español.
Comunidad de Madrid
Violencias machistas Huelga en la red de atención a la violencia de género de la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid el próximo 25N
Las trabajadoras de ambas redes se unen para reivindicar mejoras laborales y de atención a las mujeres víctimas en un paro de 24 horas. “Te sientes impotentes porque no puedes ayudar como deberías”, explican.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.

Recomendadas

Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.
Uruguay
Uruguay La izquierda parte como favorita en la segunda vuelta de las elecciones en Uruguay
El candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, parte con ventaja en las encuestas. El alto número de indecisos, y la ausencia de mayorías en parlamento y senado, marcan estos comicios.