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Los problemas de la España actual no difieren mucho de los que padecía a comienzos del siglo XX e incluso del XIX. La concentración de riqueza ahora, como fenómeno propio del capitalismo, tenía entonces su expresión propia en la concentración de tierras por parte de la aristocracia y de la Iglesia en una España que seguía con profundas raíces feudales. En el siglo XXI las tierras siguen concentradas en pocas manos, porque en este país la revolución liberal nunca culminó y nunca hubo una suerte de pequeños propietarios que recibieran parcelas para trabajarlas, especialmente en el sur. Sirva como ejemplo que actualmente las tierras en Andalucía se la reparten entre 80 familias tenedoras pero muy pocas empresas, como la Casa de Alba o la familia jerezana Domecq. Familias que además se llevan auténticas millonadas por parte de los fondos europeos de la PAC en calidad de “ayuda a la agricultura” aunque sus tierras, en muchos casos, no son ni siquiera explotadas. Desde luego, una verdadera colaboración público-privada neoliberal a la que los viejos estamentos que vienen desde el feudalismo se han adaptado la mar de bien.
Estos pilares de la gran propiedad son los que España nunca pudo romper. La foto del Rey que aún ilustra nuestros juzgados y colegios no es más que la estampa que representa que todo sigue igual. En todo este maremágnum, la cuestión territorial no deja de salir a la luz porque lleva siglos sin ser resuelta.
La España franquista y después monárquica pudo resurgir tras la Segunda República porque la República no se atrevió a romper con el viejo régimen
La España franquista y después monárquica (con los mismos privilegiados en sus filas) pudo resurgir tras la Segunda República por un hecho muy fácil de explicar: la República no se atrevió a romper con el viejo régimen. Si lo hubiera hecho, la dictadura militar posterior no habría podido reconstruirlo. La Segunda República, en su fundación, tuvo entre los dedos la posibilidad de ser un Estado federal. Todos los republicanos sin excepción (incluso los radicales de derechas de Lerroux) eran federalistas cuando la monarquía se mantuvo en pie, incluso proclamaron su voluntad de construir una España federal. En las Cortes Constituyentes de 1931 se debatió, primero de todo, el nombre y la composición orgánica de la República. Tras una mayoría de enmiendas y declaraciones cruzadas, solo los socialistas, Azaña y la extrema derecha se mostraban partidarios de la “República unitaria”. ¿Pero qué es la República unitaria sino la vieja monarquía, con su misma burocracia, centralismo y fundamentos? Pese a que la mayoría de mostraba a favor de una República Federal, Niceto Alcalá-Zamora, presidente del Gobierno provisional, maniobró para evitar que se votara cuando la opción federalista la tenía todas consigo. ¿Resultado? Una República unitaria con el consiguiente “problema catalán” que, como tras el fallido Estatut que en 2006 con el PP, vio como sus posturas separatistas aumentaban tras ver que el Estado no resolvía en favor de las nacionalidades históricas. Esa maniobra de Alcalá-Zamora recuerda también a la de Adolfo Suárez en la transición evitando el voto (esta vez en las urnas) entre monarquía o república. Tampoco se afrontó entonces el problema del ejército. Sin entrar demasiado en esta cuestión, Azaña sólo acometió reformas superficiales acabando con el desproporcionado número de oficiales, pero los altos cargos eran los mismos de siempre. Altos cargos que impedían que a esos puestos llegaran personas del pueblo como sí lograron ingleses o rusos, creando ejércitos nuevos que rompían con los ejércitos anteriores que no representaban más que los intereses del antiguo régimen. ¿Alguien piensa que el ejército español ahora es en su composición muy distinto al absolutista del XIX o al franquista? La Segunda república pudo romper también con ello.
La Segunda República no torció el brazo a la unidad de España. Si la monarquía era centralista, burocrática y absorbente, la República debía ser todo lo contrario, casi de por antítesis natural. El viejo régimen se mantuvo oculto en las estructuras de la Segunda República y facilitó luego que el golpe militar restituyera lo viejo que nunca terminó de morir. Si las autonomías y los municipios (de gran valor revolucionario en algunos momentos de nuestra historia) hubieran obtenido más poder, habrían cavado mejores trincheras políticas. Con más capacidad de decisión, más democracia y mejores armados ideológicamente para salvaguardar la democracia y las ideas más progresistas que poco a poco se abrían paso. Pero no fue así, el republicanismo cobarde y los socialistas moderados impidieron que España hiciera lo que por necesidad histórica ha de hacer: romperse con una revolución para poder evolucionar. El ejemplo de las comunas en la revolución francesa, los soviets en la revolución rusa e incluso las Juntas revolucionarias del siglo XIX eran el camino que abría un nuevo trazado en la historia de España. La explosión cantonal de la Primera República fue también una luz que no supieron ver.
En Cataluña, Esquerra aceptó un acuerdo que le otorgaba a su tierra más poderes que al resto. Esta suerte de “soborno” quitó al principal partido de la pequeña burguesía del camino, ansiosa de romper con España y su estructura monárquica. De nuevo, ¿no les recuerda esto a nada?
¿Y ahora qué?
Igual que los republicanos que se decían progresistas no quisieron romper con la unidad de España, la izquierda española de ahora (única que reivindica el periodo de la Segunda República) niega de nuevo la mayor. Como le pasaba a los republicanos entonces, cuando la Monarquía gobernaba se decían federalistas, pero cuando tocaban poder se volvían en favor de la unidad. Ahora Podemos, integrado en el gobierno con el PSOE, deja de defender las ideas plurinacionales que con tanto ahínco defendía en su primera etapa fuera del gobierno para defender el statu quo de la mano del PSOE y lo que queda de IU y el PCE. Este comportamiento centralista es el verdadero candado del régimen del 78, heredero del franquismo que a su vez bebe de la monarquía absolutista porque sus interesados son los mismos: una clase social compuesta de grandes propietarios de capitales y tierras y las grandes familias con multitud de apellidos que aún conservan privilegios y reminiscencias de un tiempo pasado que para ellas fue mejor. Este candado del régimen -la disputa territorial- no puede ser entonces una cuestión de segunda para armar la ofensiva política de la izquierda la hora de atacar al sistema y buscar sus grietas. No es “república”, lo que debemos demandar, sino su plural “repúblicas”. Se trata de apoyar los procesos nacionales y soberanistas que piden más poder, más autonomía, porque en esencia acercan la democracia a los espacios donde se da la vida y rompen las costuras de un régimen que tiene en la burocracia de Madrid su mejor defensa. Y defender a los municipios, esa horda de pequeñas aldeas galas que en otros momentos representaron espacios de lucha, poder y toma de decisiones.
La potencialidad de las luchas de las nacionalidades periféricas está encima de la mesa. Dotarlas de programa político rupturista con el sistema capitalista, de propuestas económicas que ataquen a los bolsillos más llenos y garanticen servicios públicos y reparto de las rentas, y de una fuerte politización feminista en esta nueva ola que las mujeres han inaugurado en estos últimos años es de vital importancia.
Sin romper las cadenas del régimen que salen desde Madrid y llegan a todos los rincones será imposible tumbar esta Constitución herencia directa del franquismo
Las viejas izquierdas del PCE e IU que tanto han contaminado a Podemos no pueden seguir dirigiendo el curso de las izquierdas. El espacio del cambio está ya absolutamente integrado al régimen. De ellos sólo queda esperar, si acaso, una gestión algo más generosa de las cosas sin que toquen ni un ápice a los mimbres del poder político y económico de nuestro país. Superar esto precisa de una nueva ola social en defensa de una mejor vida para las clases populares, donde el feminismo siga siendo punta de lanza y el ecosocialismo se incorpore por fin a las demandas. Pero esta nueva ola social deberá tener en cuenta la cuestión territorial de una vez por todas. Sin romper las cadenas del régimen que salen desde Madrid y llegan a todos los rincones será imposible tumbar esta Constitución herencia directa del franquismo. Sin deslocalizar la lucha política no podremos atacar a las particularidades con las que el capitalismo nos asola en cada territorio. Sólo desde ahí, desde la base y creciendo hacia arriba, podrá nacer una unión verdadera entre los pueblos que sea solidaria entre sí, que (evidentemente) no se dedique a construir murallas sino a generar nuevos espacios democráticos que politicen desde nuestros barrios hasta los países y estados. Las izquierdas deben luchar por su soberanía no como seña de distinción con los problemas vecinos (que, en esencia, son los mismos: los del capital) sino más bien articular esta lucha contra los problemas generales de nuestras opresiones particulares. Si estas opresiones se nos son negadas (como hace ahora la izquierda institucional desde Madrid) nunca nos podremos librar de ellas. Reconocerlas es el primer paso.
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Creo que aquí se está partiendo de una serie de premisas que no son ciertas, o que al menos retuercen el contexto en que hubo de desarrollarse la Segunda República. En primer lugar, no es cierto que los republicanos fueran federalistas. Tan sólo el pequeño Partido Republicano Federal se decantaba por una república federal. No eran los socialistas (Prieto había estado en la reunión del Pacto de San Sebastián, donde se había acordado la concesión de un estatuto autonómico para Cataluña y la posibilidad de su extensión a otras regiones, de acuerdo con la denominación de la época) y la extrema derecha centralista los que defendían un estado unitario o, cuando menos, no concebían la fórmula federal. Tampoco la Derecha Liberal de Alcalá Zamora y Maura tenían mucho interés en la cuestión territorial y el federalismo y los radicales de Lerroux se dedicaron a obstruir la transferencia de competencias a Cataluña y a impedir el acceso a la autonomía a Galicia y Euskadi durante el bienio negro o radical-cedista.
Por otro lado, es injusto acusar a Azaña de centralista, pues no hay más que ver el Diario de Sesiones de las Cortes para ver cómo su desempeño en el debate fue crucial para que fuera aprobado el estatuto de autonomía catalán, con frases como "No cabe contraponer a un nacionalismo catalán un nacionalismo español o castellano" o "Yo no sé si es un problema irresoluble o no, pero sé que es un problema político, y como políticos nos corresponde tratar de resolverlo", en referencia a la frase de Ortega sobre el "problema catalán".
Para muchos republicanos, por muchos deseos e ideales federalistas que tuvieran, pesaba también el recuerdo de la sublevación cantonal durante la Primera República, y querían evitar de alguna forma aquella situación de 1873, que juzgaban demasiado explosiva, compatibilizándola con una necesaria descentralización. El Estado autonómico que fue el Estado integral republicano (segundo estado español descentralizado de la historia contemporánea, después del federal contemplado en la nonata constitución republicana de 1873), definido por un socialista como Jiménez de Asúa, pese a sus limitaciones, ha sido contemplado con interés y muy positivamente por la historiografía, y posibilitó la aprobación -pese a que no pudieron tener apenas implantación- de los estatutos de Galicia y Euskadi (y abriendo la posibilidad, contemplada por la actual constitución, de un estatuto conjunto Vasco-Navarro) y la redacción de anteproyectos de estatuto en Aragón, León y Castilla la Vieja, Andalucía, Cantabria (Estatuto Cántabro Castellano), Baleares o País Valenciano.
Creo que es un poco injusto juzgar a la República en general como tibia en cuanto a sus reformas, no sólo territoriales. Entiendo que para muchas fuerzas e individuos de izquierda, la tentación de hacerlo sea muy fuerte, pero la República no era y no podía posiblemente serlo, en medio del contexto interno y externo. Si con su reformismo moderado (a pesar de la amplitud de su programa reformista, que abarcó muchos aspectos), se granjeó la enemistad de los sectores más reaccionarios tanto civiles como militares desde el mismo 14 de abril, y la desconfianza y hostilidad de muchas cancillerías europeas, entre ellas quizá la más perjudicial la británica, llevar a cabo un programa abiertamente revolucionario habría hecho más complicada aún su supervivencia. Recuerdo a este respecto una frase del periodista Henry Buckley, en su obra "Vida y muerte de la República española", en la que decía que uno de los grandes defectos de los republicanos era el ser estrictamente democráticos con sus enemigos. Quizá fuera un error, pero también supone una grandeza moral de la República respecto a quienes buscaron destruirla desde el primer momento.
España tendrá una república pero será como las de Centroamérica y el Caribe no como las de Europa .
Considerar priotario el problema de los nacionalismos en una coyuntura lucha hegemónica global del capital contra el trabajo es olvidar que el capital es transforenterizo y las luchas actuales y futuras son y deberan ser también transfronterizas. Nuestros mejores "políticos" (aunque a ellos no les gustaría esta palabra) del s. XX, como Joan Peiró o Angel Pestaña, lo tenían muy claro. Por eso, nadie en la izquierda nacionalista reivindica su legado. No es llamativo pues que la CUP ande jaleando a la burguesía catalana en su aventura nacional y olvidando la obra y la memoria de quien fue un luchador obrero de primera fila. Si el nacionalismo de izquierdas siempre ha sido un anacronismo, hoy lo es aún más.
Solo Pablo e Irene nos pueden sacar de este atolladero, porque son super republicanos, super de izquierdas y super plurinacionales pero también super españoles. SI SE PUEDE! SI SE PUEDE!
Si estás esperando que alguien "te saque" del atolladero, vas aviado. Si solo el pueblo salva al pueblo y nosotros somos pueblo, hemos de salvarnos a nosotros mismos.
CUANDO EN ESPAÑA HAYA UNA III REPÚBLICA SERÁ COMLAS DE CENTROAMÉRICA Y MANDARA PABLO CASADO.
Hace muchos muchos años vinieron a la península ibérica unos observadores internacionales, se llamaban romanos. Vieron todas las nacionalidades que habitaban la península, sus distintas costumbres, sus rasgos étnicos y lingüisticos característicos y ante tal variedad de nacionalidades optaron por llamarlos a todos íberos. Había íberos con ciertos rasgos celtas (celtíberos) e íberos sin mas. ¿Eran unos perezosos a los que les dio pereza ponerse a dar nombres distintos a cada pueblo? ¿ O es que los famosos señas de identidad no eran y siguen siendo nada mas que naderías?
Ah no, yo no tengo la misma nacionalidad que tu porque yo en lugar de comer salchichón como spetec que es superdiferente y claramente un rasgo de diferenciación cultural. Venga hombre por favor....
Si queréis hacemos cantones y que el cantón de Cartagena le declare la guerra al de Almería y se proclame estado oficial de Estados Unidos ( esto pasó, aunque parezca mentira.)
Que sí, joseluís, que somos todos de Ávila. Si ya lo dijo Marx: "la patria universal de los trabajadores es españita y su único idioma, el casteyanito. Si no estás de acuerdo, eres un tribalistacerrilistanazionalista".
Cita textual de los Gundrisse en su segunda edición.
En mi pueblo al chorizo se le echa un 12% más de grasa que en el tuyo. Claramente somos dos naciones distintas.
A ver si un día los de El Salto se animan a hacer un reportaje de la izquierda periférica, sobre todo de la catalana, y nos explica como los "anticapitalistas" con barretina pueden apoyar un Govern neoliberal personificado en un xenófobo como Quim Torra, a una mafiosa como Laura Borràs y a todos los cierres patronales que proponga la burguesía catalana para defender a sus representantes. ¿Nos podrían explicar como la izquierda periférica invisibiliza a más de la mitad de la población catalana, mayoritariamente de clase trabajadora, en defensa de una nación "oprimida"? ¿Y nos podrían explicar cómo se defiende eso desde la izquierda?. Quizás entonces, con la comparativa, la izquierda centralista no quede tan mal.
Harta de tanto nacionalista disfrazado de progre, de tanto reaccionario con camisetas alternativas y piercings en la ceja.
Bláblabláblablá...Lo mismo de siempre. Nada, macho, seguid así que nos convencéis a tope para que nos hagamos casteyanos todos y nos vayamos a vivir al madrí ese súperrrevolucionario vuestro. Claro que sí, no os podeis a la carcundia neoliberal desde 1995 pero nunca falta el lector de perreteverte que viene a dar la brasa con que somos lo peor. Claro que sí, majo.
¿Nos hagamos castellanos todos? oh-oh, vas un poco mal en comprensión lectora. Y si tanto te preocupa de dónde eres y de dónde son los demás, quizás en VOX te comprendan mejor y te hagan un sitio. Ya se sabe: Los tontos primero.
Igual eres tú el que no te enteras en qué clase de país vives. Y que saques a coilación a VOX, lo demuestra.
Ah, que resulta criticar a los caciques carpetovetónicos está bien, pero criticar a los caciques layetanos es reaccionario.🤔🤔
Cada día falta menos para que España tenga una república......pero como Honduras,Guatemala y Paraguay ,con los de Vox.PP y Ciudadanos .😠
Toda la razón, el fracaso del federalismo es el fracaso de España.
Hay tres razones para apoyar la destrucción de la unidad de España: la emocional (no SOY español) la táctica (destruir a España para destruir la oligarquía que la controla y en ella se ampara) y la funcional (descentralizar, mejorar la gestión, racionalizar la organización territorial en lo micro - regiones, municipios- y en lo.macro - Europa, euroregiones -). Corresponde más o menos a nacionalistas, antisistema y tecnócratas
Exacto. El llamado Régimen del 78 no se entiende sin los poderes oligárquicos regionales (e.g. Pacto del Majestic). El hecho de que el proceso independentista, liderado por Convergència, se considere remotamente revolucionario es irrisorio. El problema no es solo Madrid.
Hasta siempre Diego Armando Maradona ,hasta siempre Muhammad Alí ,hasta siempre José Mantequilla Napolés ,hasta siempre Johan Cruyff.
¡ HASTA SIEMPRE CAMPEONES DE CAMPEONES !.
Articulo de opinion donde se exponen una idea base donde explica que el problema que tenemos en nuestro pais hay que abordarlo desde nacionalismos diversos. Lo respeto pero no lo comparto por varios motivos.
- Fragmentan la fuerza que tenemos como conjunto, sean los que sean.
- Las personas responsables de los mismos estan impactadados y presionados igualmente con el problema del capitalismo, tanto si son afines como si no.
- Los conjuntos que se crean se basan en el sentimiento y la creencia individualismo grupal y no de cooperacion como especie.
Creo que para romper con un antiguo regimen basado en el capitalismo de un conjunto que tiene un determinado poder no se puede abordar cayendo en la misma trampa de siempre y que alimenta al establishment y seguir revolcandonos en el enfrentamiento amparandonos como fans en las etiquetas.
Esta claro que tenemos que tener independencia como conjunto y defender nuestro legado pero hay que buscar alternativas que no pongan barreras al objetivo comun y que nos hagan perdernos en discursiones vacias ya que la otra parte tiene muy claro que defender y tiene los medios necesarios para hacerlo.
Una cosa es el nacionalismo y otra el federalismo, como bien cuenta José Luis Villacañas y se dice muy bien en este artículo el fracaso de España es el fracaso del federalismo.
El Republicanismo, 'Las Repúblicas' vienen desde el extraradio, desde fuera (de Madrid, corte)... Un Madrid, secuestrado por el R78 atrincherado en su propuesta reaccionaria e involucionista y dirigido por dos borrachos trumpistas (M.A.R. y Enrique López), un carapolla (Mtnez. Almeida) y una mascota (pecas I.D.A.).
Madrid (corte) es el problema... Salirse !!!
Yo sé que no es la intención pero sinceramente yo, como nacido en Madrid, estoy un poco harto de que se nos culpe de todos los males del mundo.
Si,España tiene una república está republica va a ser como las de Latinoamérica porque la derecha y el capital es lo que iban a hacer y los presidentes serían o el pijo de Casado o el tarado de Abascal.
Yo quiero una III Republica con Pablo,Iglesias de presidente porque es lo mejor para España.
para romper el centralismo y conseguir libertad , para aprender a hacer politica para el pueblo nada mejor que una confederacion de repúblicas con una Constitución
n apropiada.se formará una sociedad activa y dinámica.
Neng, después de la pandemia tu discurso está superado. Nada como una bofetada de realidad para ver como funciona un estado con las competencias de sanidad trasferidas.
Lo siento, pero Pablo Iglesias no es un personaje federador. Alguien con un ego tan grande que ha provocado ya varias escisiones en su propio partido no puede aglutinar nada. Hacen falta mucha más generosidad, humildad y capacidad de renuncia. Estamos hartos de providencialismos.