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Palestina
Una amistad que perdura: las relaciones históricas entre Guatemala e Israel
El respaldo de Guatemala a Israel ha sido tradicionalmente incondicional, y en 2018, siguiendo el ejemplo de Donald Trump, trasladó su embajada de Tel Aviv a Jerusalén. La historia de esta relación es larga, y se remonta al nacimiento mismo del Estado de Israel. La revisaremos aquí brevemente.
En enero de 1983, durante la dictadura del general José Efraín Ríos Montt, el jefe del Estado Mayor General del Ejército, Héctor Mario López Fuentes, dijo: “Israel es nuestro principal proveedor de armas y el amigo número uno de Guatemala en el mundo”. Más recientemente, el presidente Alejandro Giammattei, a quien Netanyahu calificó como un gran amigo de Israel, recordó en diversas oportunidades los fuertes lazos de amistad que unen a ambos países, e indicó que “con firme vocación pacifista” Guatemala confirmaba su “irrestricto apoyo y solidaridad ante este tiempo desafiante”.
Las relaciones entre Guatemala e Israel tienen una historia larga. En la página del Comité Judío Estadounidense, en su artículo Israel y Guatemala: una amistad que perdura podemos leer que “el primer país en apoyar la creación de un Estado Judío en 1947 fue Estados Unidos. Y quien inmediatamente le siguió los pasos de reconocer al Estado Judío fue Guatemala”. La historia se repitió en 2018, cuando el entonces presidente Jimmy Morales trasladó su embajada a Jerusalén dos días después de que lo hiciera Estados Unidos. Por ello Mattanya Cohen, embajador israelí de 2017 a 2022 señaló “que Guatemala es el mejor amigo y aliado de Israel en América Latina. No hay duda de eso”.
Los otros países que trasladaron sus embajadas fueron Papúa Nueva Guinea, Kosovo y Honduras, pero ésta última, tras la asunción de Xiomara Castro, considera regresarla a Tel Aviv. El 3 de noviembre de 2023 llamó a consultas a su embajador porque “los derechos humanos deben respetarse en todas las circunstancias”, denunciando que “se está desarrollando una crisis humanitaria catastrófica en la Franja de Gaza, que afecta desproporcionadamente a la población civil, compuesta en gran parte por niños y niñas”.
En respuesta, el portavoz del Ministerio de Exteriores israelí Lior Haiat acusó a Honduras de apoyar al “terrorismo de Hamás”, dijo que Israel tenía derecho a defenderse y que seguiría combatiendo a “los terroristas” hasta que fueran eliminados.
En la Asamblea General de la ONU celebrada el 27 de octubre de 2023 Guatemala fue uno de los 14 países que votaron en contra de exigir “el cese de las hostilidades en la Franja de Gaza con una tregua humanitaria inmediata y duradera” y rechazar “el traslado forzoso de la población civil palestina”. Justo cuando los ataques contra la población civil eran particularmente intensos, Austria, Croacia, República Checa, Fiyi, Hungría, Israel, las Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Papúa Nueva Guinea, Paraguay, Tonga, Estados Unidos y Guatemala consideraron que las acciones de las Fuerzas de Defensa de Israel debían continuar. En contraposición, 120 países votaron por el cese al fuego y 45 se abstuvieron.
El inicio de una larga amistad
Guatemala, como hemos dicho, fue el segundo país en apoyar la creación del Estado de Israel, mientras en Palestina ocurrían cosas. El 27 de diciembre de 1947 la agrupación sionista Irgún lanzó granadas contra 100 jornaleros que buscaban trabajo afuera de una refinería en Haifa, provocando 6 muertos y 42 heridos. El 9 de abril de 1948 miembros de Irgún y Lehi asesinaron a no menos de 250 personas en Deir Yassin, una aldea de 600 habitantes, cometiendo violaciones sexuales, mutilaciones, arrojando niños pequeños contra el suelo o apaleándolos en la cabeza. Quienes sobrevivieron tuvieron que desplazarse, y sus casas fueron dinamitadas. El 22 de mayo de 1948 las fuerzas israelíes atacaron Tantura, una pequeña aldea de pescadores de 1500 habitantes, masacrando durante la noche a por lo menos 200 personas. El 29 de octubre de ese año el 89° Batallón de Comandos de las recién creadas Fuerzas de Defensa de Israel, integrado por antiguos miembros de Irgún y Lehi, asesinó a cientos de ancianos, hombres, mujeres, niñas y niños en Al-Dawayima.
Dania Akad escribió el 31 de mayo de 2023: “Las masacres fueron una de las estrategias israelíes para expulsar a la población palestina de sus hogares. ¡Hoy de la tierra ‘brotan’ las macabras evidencias! En una campaña militar premeditada de un año, las fuerzas sionistas mataron a miles de palestinos, destruyeron más de 500 aldeas, expulsaron por la fuerza al 80% de la población y capturaron el 78% de la Palestina histórica, en la que se estableció el Estado de Israel”.
Fue en ese contexto que Guatemala inició su amistad. El diplomático Jorge García Granados, embajador ante la ONU y miembro de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina (UNSCOP), creada en mayo de 1947 y conformada por 11 países sin incluir a ninguna gran potencia para supuestamente garantizar su imparcialidad, fue el principal impulsor del apoyo guatemalteco a Israel.
El diplomático utilizó los campos de concentración nazis como propaganda, insistiendo en que la Comisión los visitara, pues sostenía que la cuestión judía y el sionismo estaban directamente vinculados. La convenció también de emitir una resolución para que los británicos levantaran una sentencia de muerte contra tres sionistas radicales que habían realizado atentados mortales, mientras se reunía en secreto con miembros de grupos terroristas como Isaac Shamir, cabecilla de Lehi, y Menachem Begin, líder de Irgún y quien dirigió la masacre de Deir Yassin. Ambos serían más tarde primeros ministros de Israel.
García Granados también definió varias de las fronteras del futuro Israel, pese a que originalmente no era miembro del subcomité de la ONU encargado del Plan de Partición, firmado en noviembre de 1947. Y en mayo de 1948 urgió al presidente de Guatemala Juan José Arévalo para que reconociera inmediatamente a Israel. En 1955 se convirtió en el primer embajador latinoamericano en aquel país, donde dos calles llevan su nombre.
Dentro de esta larga relación diplomática es interesante mencionar a dos personajes que se desempeñaron como embajadores en Israel. Uno es Carlos Manuel Pellecer Durán, que en 1949 fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Guatemala (PCG), renombrado por cuestiones legales como Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) en 1952. Pellecer fue diputado por el departamento de Escuintla, donde dirigía discursos radicales a los trabajadores, pero menos de una década después anunció que había renunciado al comunismo. Luego se comprobó que al menos desde 1956 era un agente de la CIA. Durante los primeros dos años del gobierno del general Carlos Arana Osorio (1970-1974), caracterizado por sus criminales campañas represivas, Pellecer fue embajador concurrente en Israel.
El otro es el ex presidente Juan José Arévalo Bermejo, durante cuyo gobierno Guatemala dio el voto favorable de 1948. Arévalo fue embajador en Israel el último año de mandato del general Kjell Laugerud, de agosto de 1977 a mediados de 1978, cuando regresó de su exilio para instalarse definitivamente en Guatemala.
Una amistad para la guerra
El comienzo de la asistencia israelí a Guatemala puede ubicarse en 1971, durante el gobierno del general Carlos Arana Osorio, pero se incrementó significativamente a partir de 1977, cuando el presidente estadounidense Jimmy Carter suspendió la ayuda militar a Guatemala, acusándola de violar los derechos humanos.
En septiembre de 1980 Elías Barahona, un periodista y miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) que cuatro años antes se había infiltrado en el Ministerio de Gobernación como vocero de Donaldo Álvarez Ruiz denunció, luego de escapar del país, que Israel abastecía de armas a Guatemala en acuerdo con Estados Unidos, y que desde principios de 1977 le había facilitado 50,000 fusiles Galil, un millón de cartuchos, 15 aviones Arava, cinco helicópteros, mil ametralladoras y 100 ametralladoras de trípode.
En el documental finlandés Titular de hoy: Guatemala, realizado en 1982, podemos ver al hoy ex presidente de la república, general retirado y entonces mayor Otto Pérez Molina ordenándole a un subalterno que modele uno de los morteros Tampella de fabricación israelí utilizados por las patrullas militares en la región Ixil.
Dado su aislamiento internacional, Israel necesitaba amigos. A mediados de la década de los 80 asesoraba y proveía de materiales a países tan diversos como Filipinas, Sudáfrica, Sri Lanka, Zaire, Botsuana, Guatemala, El Salvador y Argentina. 150 compañías israelíes empleaban directa o indirectamente a 60,000 personas, cerca del 20% de su fuerza industrial de trabajo, en el mercado de las armas.
Con años de experiencia en ocupación militar, una generación completa había sido entrenada para imponer su voluntad a los pueblos subyugados, señala Cheryl Rubenberg en su investigación Israel y Guatemala. Armas, asesoría y contrainsurgencia, de la que proviene mucha de la información que aquí se presenta. Matti Peled, un exmilitar israelí que se convirtió en activista por la paz dijo a mediados de los 80: “Israel ha brindado a sus soldados entrenamiento en el arte de la opresión y en métodos de castigo colectivo. No es de extrañar, entonces, que después de ser liberados del ejército, algunos de esos oficiales elijan poner en práctica sus conocimientos al servicio de dictadores, y que esos dictadores estén complacidos de recibir a los expertos israelíes”.
En abril de 1974 el entonces presidente electo de Guatemala, el general Kjell Laugerud, visitó Israel. Al año siguiente llegaron los primeros aviones Arava, subametralladoras Uzi y fusiles Galil. Pero en 1977 el flujo se incrementó, y aunque los primeros envíos fueron secretos, en junio de ese año el gobierno de Barbados descubrió toneladas de armas y municiones israelíes en un avión argentino con destino a Guatemala.
En diciembre de 1977 el presidente israelí Ephraim Katzir, que en su juventud perteneció al grupo paramilitar Haganá, del que surgirían Irgún y las Fuerzas de Defensa de Israel, realizó un viaje de siete días a Guatemala para firmar un acuerdo de cooperación militar. Poco después el ministro de la Defensa guatemalteco, general Otto Guillermo Spiegeler Noriega, fue a entrevistarse con su par israelí para conseguir equipamiento de guerra, equipo de cómputo, sistemas de radar, una escuela de electrónica y entrenamiento en inteligencia.
En 1979 técnicos israelíes de las Industrias Electrónicas Tadiran instalaron un centro de cómputo en la Ciudad de Guatemala, que comenzó a funcionar entre finales de ese año y principios de 1980. Sus bancos de datos contenían los nombres de más del 80 por ciento de la población. Fue instalado para monitorear los movimientos de la guerrilla en la capital y estuvo a cargo del Archivo General y Servicios de Apoyo del Estado Mayor Presidencial o El Archivo, que hasta 1976 se llamó Centro Regional de Telecomunicaciones o La Regional, una unidad de inteligencia altamente secreta que dependía de la presidencia y que junto a llevar registros de las personas funcionaba como un escuadrón de la muerte.
El centro de cómputo, ubicado detrás del Palacio Nacional, permitió controlar los incrementos desmedidos en el uso de agua o energía eléctrica que podían revelar, por ejemplo, la presencia de demasiadas personas en una casa, o una imprenta clandestina funcionando en medio de la noche. Combinando su uso con sofisticados métodos de análisis argentinos, el ejército de Guatemala logró desmantelar más de 30 casas de seguridad de la guerrilla durante julio y agosto de 1981.
A partir de 1980 las “muertes selectivas” se multiplicaron de forma demencial. Sindicalistas, activistas estudiantiles, militantes campesinos y otras personas organizadas eran secuestradas o asesinadas mientras aparecían diariamente docenas de cuerpos que daban cuenta del horror.
En noviembre de 1981 se inauguró la Escuela de Comunicaciones y Electrónica del Ejército de Guatemala, que con equipo y asesores israelíes daría formación en tecnologías para la contrainsurgencia, codificación y decodificación, monitoreo de radiotransmisiones y otras disciplinas. El coronel Carlos Aníbal Méndez Cabrera, director de la escuela dijo que los métodos de estudio, el equipo docente, los instrumentos técnicos, los libros e incluso los muebles fueron diseñados y construidos por la compañía israelí Degem Systems.
En 1980 el ministro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz viajó también a Israel para coordinar la asesoría en contrainsurgencia, y a su regreso gran número de oficiales retirados y militares en activo israelíes comenzaron a llegar a Guatemala.
En ese contexto Alberto Habie Mishaan, un empresario guatemalteco de origen judío, con fuertes nexos con Israel y que entonces era presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), fue asesinado el 23 de mayo de 1980 por la Coordinadora Militar del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC), que en un comunicado advirtió “a todos aquellos sectores comprometidos con la represión: dirigentes, financiadores y fuerzas que la ejecutan, que la justicia revolucionaria caerá más temprano que tarde sobre ellos”. Meses antes, en octubre de 1979 un nieto de Jorge García Granados, Jorge Raúl García-Granados de Garay, había sido secuestrado por el EGP, que exigió un elevado rescate y la publicación nacional e internacional de un manifiesto.
En 1982 se calculaba que el número de asesores israelíes en Guatemala era de alrededor de 300. Según el New York Times, se trataba de equipos de especialistas en inteligencia, seguridad y comunicaciones, así como personal militar de entrenamiento.
Por entonces el Washington Post reportó que los asesores israelíes colaboraban con los agentes de seguridad guatemaltecos para cazar a los grupos rebeldes clandestinos. Según los mismos medios estadounidenses podía distinguirse entre los asesores oficiales y los “independientes” o “privados”, muchos de ellos exmilitares israelíes que ofrecían sus servicios como mercenarios o consultores anti terroristas, asesores, entrenadores o como simples guardaespaldas. A ellos había que sumar docenas de mercaderes de armas, que solían ser también ex oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Se denunció también que muchos de los asesores israelíes que llegaron como parte de los programas de acción cívica, de desarrollo cooperativo agrícola y de alfabetización entrenaban en realidad a las tropas de élite conocidas como kaibiles, que desde segunda mitad de 1981 comenzaron a masacrar sistemáticamente a la población que apoyaba o simpatizaba con la insurgencia. Entre 1981 y 1983 miles de personas fueron asesinadas o desplazadas por los kaibiles, que cometieron violaciones sexuales, torturas, mutilaciones, golpearon bebés contra las piedras y arrasaron cientos de aldeas haciéndolas desaparecer.
Un análisis de Milton Jamail y Margo Gutiérrez aparecido en 1987 recoge las palabras del periodista Dan Rather en 1983: “No enviaron activistas en derechos humanos o sacerdotes. Instalaron una red de inteligencia, que ya había sido intentada y probada en el West Bank y Gaza, diseñada simplemente para aplastar a la guerrilla”. En el mismo documento se señala que fue “en el esfuerzo de contrainsurgencia en el campo donde la contribución israelí ha sido más pronunciada”. Los israelíes aconsejaban “tratar a los indígenas como nosotros tratamos a los palestinos: no confíen en ninguno de ellos”:
La asistencia israelí también jugó un importante papel en la creación y armamento de las Patrullas de Autodefensa Civil, pelotones contrainsurgentes en los que la población era obligada a organizarse durante cierta cantidad de días a la semana, y en la formación de las Aldeas Modelo y Polos de Desarrollo, campos de concentración done la gente acusada de apoyar a la guerrilla era “reeducada” mediante un régimen de vida cuartelario.
Durante la dictadura de Óscar Humberto Mejía Víctores las relaciones con Israel continuaron cordiales. Aquel país fue uno de los primeros en reconocer al gobierno golpista que asaltó el poder el 8 de agosto de 1983, con el que habría firmado un acuerdo para enviar a 200 asesores del Mossad.
El gobierno de Mejía emprendió una campaña contrainsurgente en la que aplicó muchos de los conocimientos adquiridos de sus asesores israelíes, argentinos, taiwaneses, chilenos y de otras nacionalidades, y que le sirvieron para perfeccionar su propia experiencia, iniciada con la desaparición de una treintena de militantes insurgentes en marzo de 1966 bajo asesoría estadounidense. Buena parte de su estrategia se basó en el secuestro, la tortura en cárceles clandestinas, el asesinato y el ocultamiento de los cuerpos.
Al leer en los testimonios el trato que el ejército guatemalteco daba a las personas capturadas, es difícil no hacer un paralelismo con lo que desde hace décadas sucede cotidianamente en Palestina: personas secuestradas de sus camas durante la madrugada, cuando grupos de hombres armados entran gritando y rompiéndolo todo. Se les priva inmediatamente de la visión, son golpeadas y conducidas a sitios en los que son desnudadas, atadas de pies y manos y sometidas a palizas brutales, humillaciones, violaciones sexuales, mutilaciones. La misma historia, repetida en distintos lugares, en diversas épocas.
Palestina hoy
Luego del 7 de octubre de 2023, Gaza ha sido arrasada. Mientras Guatemala votaba en contra de exigir una tregua, a finales de octubre de 2023, la franja quedó aislada durante un fin de semana: sin luz, sin agua, sin comida, sin combustible, sin teléfonos, sin internet, bajo el asedio constante de las bombas y con la imposibilidad de rescatar a muchas de las personas heridas dadas las condiciones del sitio impuesto por Israel.
Su hospital más importante, Al-Shifa, fue asediado y bombardeado, argumentando que debajo se encontraba el cuartel general de Hamás. Con la energía eléctrica apenas necesaria, llegó el momento en que incluso las incubadoras debieron apagarse. Israel finalmente asaltó el hospital, secuestrando a varios médicos, periodistas y pacientes. Dijo haber encontrado unos cuantos fusiles viejos y algunas computadoras, pero incluso la cadena estadounidense CNN consideró que las pruebas habían sido plantadas. En vez del cuartel sólo apareció un “túnel fortificado”.
El 24 de noviembre de 2023 entró en vigor una tregua que inicialmente duraría cuatro días, pero se extendió tres días más. Hamás liberó a 105 de las personas tomadas como rehenes el 7 de octubre, en buenas condiciones físicas y que según sus testimonios padecieron miedo, hambre y falta de luz, como el resto de la gente en Gaza. Israel por su parte liberó a 240 personas que se encontraban como prisioneras políticas en sus cárceles, en las que la tortura y los malos tratos son una práctica recurrente.
Para entonces, en Gaza habían muerto al menos 15.000 personas –hoy superan los 20.000–, de las que alrededor de 6.000 eran niñas y niños. El ingreso de ayuda humanitaria ha sido restringido a niveles criminales. Según Netanyahu, la suya es una guerra de la civilización contra la barbarie. Ghassan Alian, un general de las Fuerzas de Defensa de Israel que trabaja en el Ministerio de la Defensa, calificó a la población gazatí como animales humanos.
Tras la tregua, Israel reanudó el pasado 1 de diciembre sus bombardeos. La ciudad de Rafah, el último lugar del sur de Gaza que se consideraba seguro y donde se encuentra la mayoría de los desplazados ha sido atacada desde entonces. El 12 de diciembre Israel asaltó el hospital Kamal Adwan tras haberlo asediado y bombardeado durante días. Escuelas, bibliotecas, hospitales, la facultad de medicina fueron destruidas. Al menos 63 periodistas fueron asesinados en dos meses, así como cientos de médicos. Las cifras totales son difíciles de determinar, pero se estiman en alrededor de 20 mil muertes.
El 8 de diciembre de 2023 Estados Unidos vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un alto el fuego en Gaza. Fue el único país que votó en contra. El 12 de diciembre la Asamblea General de la ONU aprobó en una sesión de emergencia una nueva resolución pidiendo un alto el fuego humanitario inmediato. Esta vez fueron 10 los países que votaron en contra. Entre ellos Guatemala, su vieja amiga.
No debemos olvidarnos de Palestina. No dejemos de hablar de Palestina.