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Rojava
Al Hol: el mal del mundo
En una oficina de la administración de Al Hol, en el norte de Siria, hay un mapa del campamento. “18.470 personas son sirias, 27.459 iraquíes y en un lugar al que llaman Anexo viven 7916 mujeres y menores extranjeros de Europa, Asia y África vinculados al ISIS”, detalla de memoria uno de los responsables del campamento. “Los de Irak son los más peligrosos”, advierte. “Ahí puedes andar con nuestra seguridad protegiéndote, pero en el lugar de los extranjeros mejor no entrar, porque están los ideólogos del ISIS” (Ideologic hene, repite tres veces, en kurdo, con una mirada alerta). “Ellos siempre tiran piedras a todo el mundo, son muy agresivos, destruyeron las escuelas, el mercado y asesinaron a varias personas por querer salirse de su ideología”, relata.
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Rojava Al Hol: una sombra que ahoga
Cuando el último bastión del ISIS cayó en la ciudad de Bahouz y el proyecto de islamizar el mundo fracasó, las y los kurdos victoriosos en esa batalla se encontraron con un problema mayor: ¿qué hacer con casi 50.000 personas que pertenecen al Estado Islámico? Los principales líderes y responsables fueron recluidos en una escuela reacondicionada como cárcel y el resto en un campo de refugiados que se detonó con su llegada. En un espacio acondicionado para 20.000 personas hoy viven casi 60.000 personas de diferentes países. La mantención y la seguridad quedó solo a cargo de los kurdos, que logran concretar repatriaciones esporádicas y ayudas leves de los países a los que esas personas pertenecen.
Al consultarle sobre Al Hol al comandante Bager, de las YPG Internacionales (Unidades de Protección del Pueblo), responde: “Es un peligro que tantas personas provenientes de una organización que genera tanto terror estén juntas. Están creando un nuevo caldo de cultivo. Los campos como Al Hol son especialmente peligrosos, porque más de la mitad de la población son niños, a la mayoría de los cuales sus madres les impiden ir a la escuela o les enseñan ideas yihadistas. No en vano las fuerzas de autodefensa y el gobierno autónomo declara repetidamente que este campo es una bomba de relojería, que allí está creciendo una nueva generación del ISIS. Esta es una de las razones por las que se han hecho repetidos llamamientos para que los numerosos combatientes del ISIS procedentes del extranjero sean finalmente recuperados por sus países de origen, para que asuman sus responsabilidades”.
Para fines de 2015, nadie sabía cuántos eran ni cómo habían crecido tanto. La proclamación del califato del ISIS en 2014 atrajo a yihadistas de todo el mundo. Se calcula que al menos 40.000 combatientes extranjeros de más de 80 países integraron las filas del grupo terrorista.
De Francia, Alemania y Bélgica son la mayoría de los que provienen de Europa, que aún quedan en territorio sirio como prisioneros en la cárcel de Sina o en los campos de Al Roj y Al Hol. “La responsabilidad que exige la AADNES (Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria) a la Coalición Internacional no tiene solo que ver con el mantenimiento en mejores condiciones de las personas que están dentro del campo de refugiados, o la repatriación total de los miembros del ISIS que provienen de sus países. Sino que demandan que no se permita un resurgimiento de esta organización terrorista, que es una amenaza para Medio Oriente. Mirando el pasado, también sabemos que es una amenaza para el mundo”, remarca Fazil, portavoz de las YPG Internacional, a través de una comunicación telefónica.
España es uno de los 85 países que conforman la Coalición Global de lucha contra el Estado Islámico y apoya a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) en la administración del campo. Madrid y París ya comenzaron con el lento proceso de repatriación de algunas y algunos de sus ciudadanos que están en Al Hol.
El lunes 9 de enero de 2023, dos de las esposas y viudas españolas de yihadistas del ISIS fueron repatriadas a España junto a 13 menores de edad. A finales de 2022, La Moncloa inició las gestiones para repatriar a un total de cuatro mujeres y 17 niños y adolescentes —el mayor, de 15 años; la más pequeña de solo 3 años de edad—. Las mujeres y los menores estaban en el campamento de Al Roj. Aunque las cifras son difíciles de constatar, para julio del año pasado se calculaba que unas 154 mujeres europeas todavía estaban en los campamentos del noreste sirio.
Para ISIS, Europa no solo fue un lugar de reclutamiento, sino también un blanco para sus atentados. El 31 de octubre de 2015, el Estado Islámico derribó un avión comercial ruso, dejando como saldo 224 personas muertas. El 13 de noviembre de 2015, realizó un atentado en París, donde 131 personas murieron. En 2016, apuntó sus ataques contra Bélgica: explosiones de bombas en una estación de metro, cerca de un edificio de la OTAN y en el aeropuerto de Bruselas, que dejaron 32 fallecidos. En 2017, luego de los atentados del 17 de agosto ocurridos en Catalunya, ISIS publicó un video adjudicándose el ataque, en el que hubo 16 muertos, entre ellos dos niños de 3 y 7 años, respectivamente. En el vídeo, publicado en idioma español, amenazaron con recuperar Al Ándalus para el califato y devolver a los cristianos la sangre que derramaron durante la Inquisición española. Estos son algunos de los ataques del Estado Islámico que más víctimas se llevó, pero no la totalidad.
Evin, una kurda responsable de la administración de Al Hol, alerta que los líderes del ISIS en el campo están formando nuevas células terroristas, porque viven según las reglas del califato que albergó a casi 10 millones de personas en los territorios controlados de Irak y Siria. “Dentro del campo, a quienes no pertenecen o se evaden del adoctrinamiento, les aplican la ley. Tienen una policía religiosa que impone represalias contra las transgresiones, que puede ser hablar con una autoridad o mostrar el rostro”, cuenta la funcionaria.
Según Rojava Information Center (RIC), desde enero de 2022 a julio de 2024, más de 3800 personas fueron repatriadas a sus naciones de orígen desde Al Hol. Entre ese total se encuentran hombres, mujeres, niños y niñas. De estos últimos, muchos y muchas son huérfanas de la guerra. La gente que se sumó por decisión propia o por cooptación al ISIS, volvieron a países tan diversos como Suecia, Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Maldivas, Azerbaiyán, Barbados o Sudán. Cuando retornan, sus rastros se vuelven difusos: en algunos casos son llevados a la justicia, en otros es imposible descubrir qué fue de sus destinos.
Como reconoció el comandante Bager, de las YPG, Al Hol es una bomba de relojería a la que muy pocos parece preocuparles. La AADNES y las FDS buscan todo el tiempo mecanismos para desactivar las tensiones en el campamento de refugiados, aunque es cada vez más difícil. A la crisis económica en una región totalmente bloqueada, se suman los bombardeos diarios de Turquía, muchos de ellos que apuntan a los campamentos donde se encuentran confinados los miembros de ISIS. El objetivo de Ankara es liberar la mayor cantidad de yihadistas posibles, según denunció en reiteradas ocasiones la AADNES.
Mientras tanto, en Al Hol siguen creciendo las raíces de un mal que hace apenas unos años conmocionaba al mundo. Ese mal es el propio ISIS, con sus masacres y su ideología que muchos en el noreste sirio califican como islamo-fascismo.