La estrecha relación económica con Marruecos guarda el silencio de España sobre el Sáhara Occidental

La dictadura vecina ha pasado de ser el décimo noveno socio comercial al décimo en las últimas dos décadas, con un crecimiento del 692%.

Marruecos y Sahara
Eduardo G. Cuasimodo Concentración en Madrid contra la política exterior marroquí.
2 dic 2020 07:00

El pasado 13 de noviembre, Marruecos rompió el alto fuego ratificado con el Frente Polisario (movimiento de liberación del Sáhara Occidental) ante la ONU en 1992, y en España, salvo preciadas excepciones, la respuesta ha sido el silencio. Una omisión intencionada del conflicto por parte del Gobierno, de la mayoría de partidos políticos y de los medios de comunicación que tiene hondas raíces económicas.

La estrecha relación comercial con la dictadura vecina guarda con celo este silencio sobre el conflicto en el Sáhara Occidental, el último Estado por descolonizar en África del que España sigue siendo potencia administradora y responsable de favorecer que se celebre un referéndum de autodeterminación para el que la propia ONU creó una misión, la Minurso. Hoy, el pueblo saharaui, desesperado y absolutamente frustrado con la diplomacia internacional, ve en la guerra la única solución para los que sufren la ocupación ilegal marroquí de su territorio, para los que malviven en las extremas condiciones de los campamentos de refugiados de Argelia gracias a la ayuda humanitaria o para los que tienen que exiliarse a miles de kilómetros de sus familias.

Estrecha relación económica 

Marruecos ha pasado de ser el décimo noveno socio comercial de España al décimo en las últimas dos décadas, con un crecimiento del flujo comercial -importaciones más exportaciones- entre ambas economías del 692%, solo por detrás del incremento de la relación con China, que es del 833%, en este mismo periodo.

La evolución del flujo comercial entre los dos países es inversamente proporcional al retroceso de la posición política de España respecto al referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental

La evolución de este flujo comercial entre los dos países separados por el Mediterráneo, hasta los casi 15.400 millones de dólares en 2019, es inversamente proporcional al retroceso de la posición política de España respecto al referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental, dando igual qué partido haya ocupado la Moncloa en este tiempo.

España es hoy el principal socio comercial de Marruecos, que exporta 7.715 millones de dólares en bienes y servicios, principalmente “aparatos y material eléctrico, ropa y otros productos textiles y moluscos y crustáceos” (estos tres segmentos suponen alrededor de un 60% del total), según datos oficiales, que no suman el peso de la marihuana y otras mercancías ilegales.


Precisamente entre “los moluscos y crustáceos” aparece el pulpo como paradigma de la importancia del territorio ocupado del Sahara Occidental y su costa para Marruecos, y para su relación con España. “Los cefalópodos, como el pulpo, representan tan sólo el 7% de las capturas [de la dictadura vecina], pero, dado su elevado precio, aportan el 42% del valor monetario del sector pesquero”, explica el Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo en su informe Los tentáculos de la ocupación, publicado en 2019.

La clave está en que “Marruecos es uno de los primeros productores de pulpo del mundo” -continúa el estudio-, “sin embargo, en las aguas atlánticas marroquíes no hay pulpo”, sino que se encuentra en las costas del Sáhara Occidental que controla ilegalmente.

El país norteafricano “es el primer país exportador de pescado para España, seguido de China; [...] exporta más de 100.000 toneladas [...], la mitad de las cuales son de cefalópodos”, afirma el informe. Esta última parte de las exportaciones ha sido considerada como expolio al Sáhara Occidental en distintas ocasiones por el Tribunal de Justicia Europeo (TJUE) -“pronunciándose de manera contundente [...] sobre la ilegalidad de que los acuerdos UE-Marruecos incluyan recursos [de los territorios ocupados]”- y por otros organismos internacionales, sin consecuencias visibles.

“Mares de plástico para la explotación agrícola masiva, campos de energía solar o minas de fosfatos”, según incide el Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo, se unen a la lista de los principales recursos expoliados por Marruecos al Sáhara Occidental -en muchos casos con la participación de empresas españolas, francesas, alemanas, chinas o norteamericanas- para ser repartidos por el mundo.


La inmigración

Marruecos importó, en 2019, 7.680 millones de dólares en bienes y servicios procedentes de España. Dentro de este volumen, en los datos oficiales aparecen principalmente combustibles y lubricantes, otros recursos básicos (cobre, hierro o aluminio), compuestos de automoción y tejido. Esta cifra completa el flujo comercial total entre ambos países vecinos y sirve para explicar ciertas razones para el silencio de España sobre el conflicto del Sáhara Occidental.

Marruecos importó, en 2019, 7.680 millones de dólares en bienes y servicios procedentes de España

Pero la dictadura norteafricana tiene otra arma, incluso más poderosa, para sellar la omisión de sus vulneraciones de los acuerdos internacionales y de los derechos humanos: el control de la presión migratoria sobre el conjunto de la Unión Europea (UE), como está quedando patente con la crisis que sufren las Islas Canarias actualmente, coincidiendo con la ruptura del alto el fuego.

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