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Ecofeminismo
Cinco juegos de mesa ecologistas para radicalizar a tu familia
Estamos oficialmente en navidades, esa extraña época del año en la que se entremezclan raíces religiosas, viejas costumbres paganas, colonización consumista y capitalista de las fiestas y regalos y comidas familiares. Desde Ecologistas en Acción llevamos ya tiempo recomendando cómo sobrevivir a estas fiestas sin destruir el planeta en el proceso, y ahora os traemos una nueva propuesta: juegos de mesa que podéis regalar a la gente que queréis o que sacar durante esa larga sobremesa familiar en la que nuestra misión es radicalizar la mesa de las niñas. Así que aquí viene una (incompleta) recomendación de juegos de mesa ecologistas y ecofeministas.
¿Juegos de mesa? ¿cómo el parchís y el monopoly? Bueno, sí… pero también mucho más. Los juegos de mesa se han popularizado muchísimo desde los 90, así que ahora son miles en el mercado, sobre los temas más específicos que te puedas imaginar, desde crear una cristalera hasta plantar bambú para el panda del emperador de Japón. Y eso significa que quiénes somos frikis y ecologistas (no sé cuál va primero) tenemos donde elegir.
¿Pero qué significa que un juego sea ecologista? Es una pregunta difícil. Muchos juegos tienen una temática relacionada con la naturaleza, y eso es interesante y tal vez los convierta en “juegos ecológicos”, pero no en juegos ecologistas. Además de relacionarse con la naturaleza, nuestro juego debería servir como herramienta política, transmitir ideas sobre la crisis ecológica y generar conversaciones sobre decrecimiento, feminismo o biodiversidad, por ejemplo.
Pero eso último lo hacemos mucho: lo solemos llamar “asambleas” y “webinars”, y os aseguro que no radicalizará a la mesa de las niñas, porque se quedarán dormidas. Un buen juego ecologista transmite sus ideas sin dejar de ser enormemente divertido, y eso es algo en lo que fallan muchos “juegos educativos”. Nos tiene que enganchar y emocionar, generarnos ese pequeño pique por ganar a toda costa. Y si además es cooperativo, tiene ese potencial revolucionario de hacernos disfrutar ayudando a los demás. En las últimas décadas nuestro panorama lúdico ha estado dominado por la competición y el emular lo peor del capitalismo, con un dominio absoluto de dinámicas competitivas. Y aunque jugar a competir también podría tener su espacio en nuestra utopía ecosocialista, creo que los juegos ecologistas tienen también que ofrecernos nuevos deseos lúdicos, hacer que nos piquemos combatiendo el cambio climático o salvando a una especie de la extinción.
Pero nos estamos yendo del tema, así que aquí van unas pocas recomendaciones. Como la lista es corta, dejad alguna propuesta más en los comentarios!
Daybreak. Jugadoras: 1-4.
Complejidad: media. Duración: media-larga (2-3 horas)
Os voy a ser sincero, este es mi juego favorito de la lista y por eso va primero. Cada jugadora dirige una región del mundo y el objetivo es descarbonizar nuestra economía para llegar a la neutralidad climática antes de que alcancemos los dos grados de calentamiento global. ¿Fácil? No tanto, porque los efectos de la crisis climática son cada vez más duros, y si cualquier región acumula demasiadas comunidades en crisis, se perderá la partida.
Daybreak es un juego cooperativo en el que la colaboración se integra en las mecánicas y que explica la crisis climática y sus posibles soluciones de la mejor forma posible, con una mecánica central basada en jugar cartas de proyectos que se combinan entre sí para generar sinergias. No dudéis en jugarlo, pero antes de que reciba una carta amenazante de la comisión de energía, especificaré que la nuclear y la geoingeniería funcionan bastante bien en el juego, pero son un desastre en la vida real.
Herbáceas. Jugadoras: 2-4.
Complejidad: baja. Duración: baja (30 minutos)
¿Dije juegos ecologistas? Bueno, dejémoslo en un genérico tema de naturaleza. Pero no importa, porque aunque Herbáceas no vaya a convencer a nadie del ecosocialismo, si pasaréis un buen rato construyendo un jardín precioso. Es un juego fantástico para cuando no podéis echar tres horas de juego más una hora de aprenderos las reglas. ¿El objetivo? que vuestro jardín sea el más bonito del mundo. ¿La mecánica? Esperar al momento perfecto para haceros con todas las plantas del jardín común y privatizarlas en vuestras macetas. ¿Suena a greenwashing? No sé de qué me hablas.
Feministime. Jugadoras: 1-10.
Complejidad: baja. Duración: baja (15 minutos)
La gente maravillosa de Sangre Fucsia se hizo famosa hace unos años al sacar su Trivial Feminista, un juego que alcanzó su objetivo de crowdfunding en un día y que es perfecto para jugar en familia, asumiendo que tu familia es en realidad el programa de doctorado de estudios de género.
Pero si queréis algo un poco más sencillo, lo han bordado con Feministime: La espiral del tiempo feminista. Al estilo del Timeline, tenemos que ordenar eventos históricos relacionados con el feminismo y la historia de las mujeres, situándolos de forma aproximada en una línea temporal. Las reglas se explican en menos de un minuto y a los cinco ya tendréis a gente preguntándose quiénes eran las mujeres del movimiento Chipko y buscándolo en la Wikipedia.
¿Un Catán ecologista? Jugadoras: 2-4 o 3-4.
Complejidad: media. Duración: media-larga (2 horas)
¿Me estás diciendo que un juego basado en colonizar una isla, explotar sus recursos naturales y crecer exponencialmente construyendo carreteras, ciudades y ejércitos de caballería es ecologista? Vale, sé que suena a un anuncio de Repsol, pero confiad en mí. Casi siempre que los juegos se basan en la explotación de recursos y el crecimiento infinito estos no tienen consecuencias medioambientales, porque eso enseguida arruinaría la diversión y mostraría la inherente psicopatía del sistema capitalista, y eso es un bajón. Pero ya en 2019 Paul Wake y Sam Illingworth crearon una versión gratuita y print to play de un Catán que incluía cambio climático, llamado Catan: Global Warming Edition. Ahora, la empresa ha sacado su propia edición, más desarrollada y menos gratuita: Catan: New Energies. En general, la dinámica es la de ofrecer dos vías de desarrollo: un crecimiento acelerado que destruirá la isla y afectará a todas las jugadoras y un crecimiento sostenible y verde. Y si no estáis del todo convencidos de eso del crecimiento sostenible, no os da miedo leer un manual de 40 páginas y lo que queréis es lanzar todas las fuerzas de la naturaleza contra esos colonizadores, probad el Spirit Island a ritmo de King Gizzard.
El que tú quieras
No, esto no es un final cliché de “seguro que tú conoces un juego ecologista mejor”. Lo que quiero decir es que conviertas cualquier juego en un juego ecologista, que cambies las reglas o rolees un poco, como si fuera un juego dentro de otro juego. Podéis jugar al Agrícola siendo veganos, al Dixit pero sólo con descripciones relacionadas con la naturaleza o darle una temática ecologista a la próxima campaña de Dragones y Mazmorras que vayáis a dirigir. También podríamos crear nuestros propios juegos! Juventud por el Clima ya ha empezado con el EcoCluedo madrileño, una adaptación del clásico Cluedo para que podamos encontrar a los culpables de los desastres ambientales de Madrid. ¿Qué tal si vamos más allá y sacamos nuestro Trivial o nuestro Time’s Up ecologista? Pongamos en juego toda nuestra creatividad y hagamos de nuestro disfrute un acto revolucionario.
En definitiva, los juegos de mesa pueden ser una forma divertida de pasar el rato. Pero también pueden ser un ejemplo maravilloso de ocio decrecentista, en particular si reducimos los impactos asociados a su fabricación compartiéndolos en economías circulares. Son reutilizables, jugables solos o en compañía y pueden servir para transmitir ideas y generar debates en gente que nunca se vendría a una asamblea. Pueden ser la base de una militancia jugona, que siempre se lleva algunas cartas para después de la mani. Y pueden ser también el símbolo de un nuevo mundo, en el que reconquistamos nuestro tiempo libre de las manos del capitalismo para dedicarlo a disfrutar en la compañía de quiénes queremos.
Y como seguro que se nos han quedado un montón, echarle un vistazo a la categoría “medioambiental” de la Board Game Arena. He escuchado maravillas del Wingspan, Amazonia, Cascadia, Parks, Peak Oil… pero no me atrevo a recomendar cosas que no haya jugado personalmente, así que os toca a vosotras ser las próximas críticas!
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Yo he jugado al Cascadia y está muy bien. Lo malo es que hace tiempo que intento comprarlo para un regalo y no lo encuentro.
Hola! Yo el Cascadia lo he encontrado al menos en Gilgamesh en Barcelona y en Zacatrus en Madrid, pero también es fácil de encontrad en wallapop, que suele salir más barato y es más ecológico^^ Mis experiencias con juegos comprados por Wallapop siempre han sido muy buenas.