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Ecofeminismo
Entrevista con Meena Raman, coordinadora de Third World Network, en la COP29 Bakú
Meena Raman es Directora de Programas de Third World Network (TWN) en Malasia y presidenta de Amigos de la Tierra Malasia (Sahabat Alam), parte de Amigos de la Tierra Internacional. Con una destacada trayectoria en justicia climática, coordina el programa de cambio climático de TWN y ha participado activamente en las negociaciones internacionales sobre el clima, desde Bali hasta Cancún, ofreciendo análisis y apoyo a gobiernos de países en desarrollo y a la sociedad civil. Además, lidera la Sección de Movilización Comunitaria de la Asociación de Consumidores de Penang, colaborando estrechamente con comunidades de agricultores y pescadores. A lo largo de su carrera, ha representado a diversas organizaciones en foros internacionales y ha abordado temas clave como el cambio climático, la protección ambiental, los derechos de los consumidores, la agricultura, la pesca y los impactos de la globalización.
Ecologistas en Acción: Gracias, Meena, por estar aquí. Queríamos preguntarte: ¿Cuál es tu percepción y podrías darnos un resumen de lo que está sucediendo aquí en Bakú?
Meena: Sí, ya estamos en la segunda semana de la COP, y la primera semana, como es habitual, estuvo llena de discusiones técnicas.
Creo que el resultado más importante que todos esperan es si habrá un nuevo objetivo de financiación que sea significativo en términos de recursos públicos de los países desarrollados hacia los países en desarrollo. Esto es realmente importante porque hace muchos años, en Cancún, México, se estableció el objetivo de los cien mil millones de dólares anuales. Este objetivo en realidad surgió de la nada, cuando, en aquel momento, Hillary Clinton, que era Secretaria de Estado, lo anunció.
Desde entonces, ha habido un proceso para determinar un nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación (New Collective Quantum Goal, NCQG), basado en las necesidades y prioridades de los países en desarrollo. Después de eso, el Comité Permanente de Finanzas, que es un órgano de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, UNFCCC), analizó todas las contribuciones determinadas a nivel nacional de los países en desarrollo. Revisaron los planes nacionales de adaptación, las evaluaciones de necesidades tecnológicas, etc., y llegaron a una cifra de entre 5,8 y 6,3 billones de dólares (trillones si hablamos en “inglés americano”) para cinco años.
Eso equivale, más o menos, a un billón de dólares o más anualmente. El G77 ha pedido 1,3 billones (trillones americanos) de dólares como objetivo cuantificado, de los cuales 600 mil millones (billones americanos) deberían provenir de recursos públicos de los países desarrollados. También han dicho que la calidad de la financiación debe consistir principalmente en subvenciones y financiamiento altamente concesional, no en préstamos, sino en financiamiento concesional.
El punto es que este sería un resultado crítico si se logra con una cantidad significativa de dinero. Sin embargo, el problema es que, la semana pasada, hubo una reticencia entre los países desarrollados a discutir el monto.
Se supone que deben hablar sobre el monto esta semana porque se espera que lleguen los ministros, ya que este es un tema político. Los países desarrollados quieren desviar la discusión hacia un objetivo de inversión, en lugar de un objetivo de recursos públicos o de transferencias de los países desarrollados a los países en desarrollo. En cambio, quieren enmarcarlo como un objetivo de inversión.
Un objetivo de inversión significa que los países en desarrollo tendrían que atraer financiamiento privado y recursos similares. Sin embargo, durante años hemos sabido que esta es la parte difícil. El sector privado generalmente no está interesado, particularmente en los esfuerzos de adaptación. Por ejemplo, en muchos países africanos, hay poco interés del sector privado en proporcionar financiación.
Las soluciones propuestas por la otra parte, incluidos los fondos de bancos multilaterales de desarrollo, no llevan—ni llevarán—a los países en desarrollo a donde necesitan estar. Lo que debemos subrayar es que esto no es caridad. Los países en desarrollo no están mendigando ni pidiendo ayuda oficial al desarrollo.
En realidad, esto es una deuda climática. Ni siquiera es un reembolso completo, porque si se pidiera el reembolso total de la deuda climática, sería de billones y billones de dólares.
En cambio, se trata de reconocer que hay una responsabilidad histórica. Basándonos en esa responsabilidad histórica, hay una obligación de proporcionar y movilizar financiación. Ese es el marco del régimen climático, que es legalmente vinculante.
Así que eso es donde estamos ahora. Desafortunadamente, todavía no hemos visto una cifra concreta, y no sabemos qué estará sobre la mesa. Creo que el gran elefante en la sala es la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París.
Esto es un problema significativo porque Estados Unidos es el mayor emisor histórico y actualmente el mayor emisor per cápita. Tienen una gran responsabilidad, pero la administración Trump básicamente abandonó esa responsabilidad, negándose a tomar medidas para reducir emisiones o para transicionar lejos de los combustibles fósiles.
Incluso bajo la administración Biden, aunque no niegan el cambio climático como un engaño, no han hecho ni de lejos lo suficiente. De hecho, tienen planes de expandir proyectos de combustibles fósiles mientras hablan de alcanzar cero emisiones netas para 2050.
Todo esto no va en la dirección correcta. Mientras dicen que mantienen vivo el objetivo de 1,5°C, la realidad está en los detalles. Lo que dicen en público no coincide con lo que hacen sobre el terreno. Hay una desconexión evidente. De hecho, parece haber un intento de confundir a las personas.
Se presentan como campeones en los medios, pero en casa, continúan aprobando proyectos de expansión de combustibles fósiles. Informes de organizaciones como Oil Change International muestran esta contradicción. Lo mismo aplica al gobierno del Reino Unido. Incluso con un nuevo gobierno laborista que afirma transicionar lejos de los combustibles fósiles, ya han aprobado más de 100 proyectos de plantas de energía y expansión de combustibles fósiles.
La historia nos ha mostrado que lo que los gobiernos dicen y lo que hacen a menudo no se alinean. Así que aquí estamos, con aproximadamente tres días más por delante, esperando resultados significativos. No puedo predecir el resultado final, pero mañana y pasado mañana serán críticos en este proceso.
Ecologistas en Acción: Una pregunta más: ¿crees que es importante que la sociedad civil esté presente aquí? ¿Participar en estas COP no supone validar un proceso que parece que no está resolviendo nada?
Meena: ¿Cuál es mi respuesta? Creo que este es el único régimen climático global que tenemos. Es un tratado legalmente vinculante y es la única forma en que podemos responsabilizar a todos los gobiernos, ya sean del Norte o del Sur Global. Sin un acuerdo legal internacional, como el que están negociando para el tratado de plásticos, no habría reglas ni rendición de cuentas. Cualquiera podría actuar—o no actuar—como quisiera.
Ahora Estados Unidos se retira, y eso daña su reputación, quedándose al margen de los acuerdos internacionales. Países como Estados Unidos o, más recientemente, Argentina bajo líderes como Milei que siguen el ejemplo de Trump, socavan los esfuerzos globales.
Lo esencial es garantizar la rendición de cuentas de los gobiernos. Hace años, luchamos por el Fondo Verde para el Clima, que desde entonces ha asegurado alrededor de 10 mil millones de dólares, con unos pocos miles de millones más prometidos. Se han financiado muchos proyectos, lo cual es crucial. Si no presionamos por mecanismos como este, los países más pobres no podrán actuar.
Lo mismo ocurre con el Fondo de Pérdidas y Daños. Después de años de defensa, finalmente se acordó en Sharm el-Sheikh (COP27), con estructuras de gobernanza aprobadas en la COP28 en Dubái. Aunque las promesas son solo de unos cientos de millones—muy lejos de lo necesario—es un comienzo.
La sociedad civil ha jugado un papel vital en estos logros, presionando a los gobiernos del Norte Global, exponiendo sus fallas y defendiendo la justicia. Sin la sociedad civil, estos mecanismos no existirían.
Los gobiernos preferirían que no estuviéramos aquí, que nadie observara, avergonzara o los hiciera rendir cuentas. Los gobiernos afirman representar a su pueblo. Nuestro papel es garantizar que realmente lo hagan. De lo contrario, nos quedamos con gobiernos que no rinden cuentas al público. Por eso es crucial que la sociedad civil esté presente, observe y pregunte: “¿A quién representas realmente?”
Por eso debemos estar aquí, porque sin esta supervisión, las voces de los pueblos no se escuchan.
Nota 1: entrevista realizada en Bakú, martes 19 de noviembre de 2024
Nota 2: en el texto se utiliza la escala larga para hablar de millones de millones (esto es, billones), como solemos usar en el contexto de Europa continental. En el mundo anglosajón se utiliza la escala corta, refiriéndose a los miles de millones como billones, y a los millones de millones como trillones.