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Ecofeminismo
Françoise d´Eaubonne, el origen de una palabra rebelde
Coordinadora del Área de Ecofeminismo de Ecologistas en Acción
Es difícil, quizá imposible, ubicar en el tiempo y, en el espacio el origen del movimiento ecofeminista. Pero el término ecofeminismo sí tiene una fecha de nacimiento y una protagonista poco conocida: Françoise d´Eaubonne (1920-1974).
El movimiento ecofeminista se construye como una corriente de pensamiento que analiza desde una visión crítica el sistema social actual. Desde este planteamiento los ecofeminismos formulan nuevas formas de reorganización social, económica y política como alternativa al estilo de vida hegemónico occidental, fundamentado en un sistema patriarcal y capitalista que, para mantener sus propios intereses, somete tanto a los seres humanos como al resto del mundo vivo.
A su vez, la ecofeminismo es también un movimiento social que vincula sus reivindicaciones a los desafíos de cada territorio y momento histórico, defendiendo o explorando formas de habitar el planeta desde un modelo de sostenibilidad de la vida.
Pero no se trata de un trabajo solitario. Han sido muchas las pensadoras y activistas, muchas las comunidades, que con sus aportaciones han nutrido los planteamientos ecofeministas durante las últimas décadas. Por ello, debemos construir genealogías que nos permitan poner en valor todos sus aportes.
Y una de esas figuras fue Françoise d´Eaubonne, mujer con marcado espíritu crítico, que bebió de las tradiciones libertarias y humanistas de su época. Fue una ferviente activista y parte de sus aportaciones alecofeminismo nacieron de su participación directa en los movimientos sociales de la época. A ella debemos la feliz formulación del término, que unas décadas más tarde sirve de paraguas a reivindicaciones, propuestas y análisis diversos pero confluyentes.
Sus primeros años
Françoise nació en París en 1920. Nieta por parte de madre de un carlista aragonés y con un padre proveniente de una familia francesa religiosa de base social, fue la tercera de cinco hermanos. Vivió bajo una estrechez material durante toda su infancia, situación que le hizo darse cuenta desde bien pequeña de las desigualdades existentes en la sociedad de la época.
Los años de su adolescencia correspondieron con el estallido de la guerra civil en y con el fin de la guerra en España, coincidiendo con la llegada de republicanos exiliados. A sus 29 años contempló espantada el inicio de la Segunda Guerra Mundial y presenció los horrores del Holocausto al ver a los judíos supervivientes que habitaban en Francia.
Estos acontecimientos, de consecuencias atroces para gran parte de la población europea, marcaron el desarrollo de una personalidad inconformista ante el orden social imperante de la época. Todo ello ayudó a definir en Françoise una postura contrahegemónica ante los futuros desafíos colectivos que le tocaría vivir.
Françoise estudió en la facultad de Letras y Bellas Artes en Toulouse, pero pronto tuvo que abandonarla. Sin embargo, siempre fue una niña curiosa y desde muy joven presentó aptitudes para la escritura. Esto le ayudó a continuar sus estudios de forma autodidacta. Durante los años de su primera juventud participó en varios grupos a favor de los derechos humanos, y centró gran parte de sus esfuerzos en la defensa de los derechos de las personas homosexuales.
Motivada por sus convicciones, formó parte del Partido Comunista Francés durante unos años. Finalmente decidió abandonarlo, entre otros motivos, por no parecerle lo suficientemente anticolonialista en su postulado contra la Guerra de Argelia. Su activismo antimilitarista llegó a ser tan comprometido que con cuarenta años fue acusada de insurrección y traición a la patria al firmar el Manifiesto de los 121 en 1960, posicionándose en contra de la represión colonial en África. Es un ejemplo más de su larga trayectoria en acciones de desobediencia civil.
A nivel personal Françoise tampoco siguió convenciones sociales. Muestra de eso fue la separación de su marido en 1944, estando embarazada de su segunda criatura. Tras esta separación decidió conferirle el cuidado de sus hijos a una familia para continuar con su carrera literaria.
Acercamiento al feminismo y al ecologismo
A finales de los años 40, la también francesa Simone de Beauvoir escribió su aclamada obra El segundo sexo, dando inicio así a la que hoy se considera como la segunda ola del feminismo occidental. Françoise reconoció que su lectura fue decisiva en la toma de conciencia sobre las desigualdades existentes entre hombres y mujeres. Ambas autoras fueron amigas hasta el final de sus días.
Estimulada por las aportaciones de Beauvoir, en 1951 escribió su primer ensayo feminista, Le complexe de Diane. Sin embargo, tuvieron que pasar unos años para que la sociedad del Mayo francés comenzara a cuestionarse la autoridad y las mujeres sentaran las bases del pensamiento feminista, al politizar el control y el dominio de los hombres sobre los cuerpos y la sexualidad de las mujeres.
En plena revolución social, Françoise se identificó con el feminismo radical, que se constituyó sobre la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Esta influencia fue determinante en sus obras posteriores.
En 1971, motivada por los principios feministas de la época, firmó el Manifiesto de las 343, redactado por la propia Simone de Beauvoir. Las firmantes de dicho manifiesto afirmaban haber tenido un aborto, situación penada por ley en la Francia de los 70. Este hecho podría haber causado la entrada en prisión de todas ellas.
Sin embargo, la actualidad de aquella década también estuvo atravesada de manera decisiva por las preocupaciones ambientales de los incipientes movimientos ecologistas. No podemos obviar las aportaciones de la bióloga estadounidense Rachel Carson a quien se considera desde algunos sectores ambientalistas como la madre de la ecología moderna. En su texto La primavera silenciosa publicado en 1962, advirtió sobre la influencia negativa del uso indiscriminado de pesticidas, incluyendo el DDT, en la agricultura y sus efectos contaminantes sobre el medioambiente.
Fue en 1972 cuando el Grupo de Roma, formado por profesionales de la ciencia y la academia, presentó el polémico informe Los Límites del Crecimiento, también conocido como Informe Meadows en honor a la científica encargada de dirigir el proyecto. En él ya se anunciaban las posibles consecuencias devastadoras provocadas por el desarrollo de la industria y la globalización tanto a nivel social como medioambiental. Dos años después tuvo lugar la Primera Conferencia Mundial para el Medio Ambiente de Naciones Unidas en Estocolmo. En ella se situaron las cuestiones ambientales en el primer plano de las preocupaciones ecológicas a nivel internacional. Todo ello influyó en el pensamiento de Françoise y en su propio devenir ecofeminista.
Ecofeminismo
Françoise d´Eaubonne fue sensible a todos estos nuevos planteamientos y supo entender de manera clara la relación existente entre los dos grandes movimientos sociales de la época: el feminismo y el ecologismo. Fruto de ello sería su liderazgo en la cofundación del Movimiento de Liberación de la Mujer en 1970, en el que dirigió el grupo de Ecología y Feminismo.
Dos años más tarde publicó la obra Historia y actualidad del feminismo en el que expuso sus preocupaciones medioambientales. En ella relacionó por primera vez las causas de la crisis mundial con el sistema patriarcal. Responsabiliza a la sobreproducción, producto de la dominación de las mujeres mediante el sometimiento de sus cuerpos, de la devastación ecológica existente.
En 1974 escribió Feminismo o muerte. En esta obra fijó su mirada en el potencial de gestación de las mujeres en un momento donde la sobrepoblación y el control de la natalidad comenzaban a ganar importancia. Fue aquí donde acuñó el término ecofeminismo, relacionando la manera en la que las lógicas patriarcales y capitalistas explotan los recursos naturales con el adueñamiento y explotación del potencial reproductivo de las mujeres para tener más hijos e hijas, provocando una sobrepoblación.
Françoise considera que el papel procreador de las mujeres les confería una aptitud revolucionaria en las luchas de naturaleza ecologista. Pero es preciso aclarar que su planteamiento no surgía de una concepción esencialista de las mujeres, sino que lo sostuvo sobre la necesidad de compensar la supuesta desventaja tanto física como social que la maternidad implicaba. Continuando su trayectoria activista y ampliando su mirada ecofeminista, fundó en 1978 la Asociación Ecofeminista, en la cual militó de manera activa considerando los problemas ecológicos desde una perspectiva feminista.
Proyección de su obra
Françoise continuó escribiendo durante décadas. Fue fiel a su principio de no pasar “Ni un día sin una línea”. A lo largo de su vida publicó más de cien títulos, entre artículos, ensayos, novelas, poesía y bibliografías.
Sus aportes tuvieron poca repercusión en la sociedad francesa de su época. Entre algunos sectores llegaron incluso a ser ridiculizados. Sin embargo, Françoise siguió manteniendo contacto con colectivos y centros de estudios logrando una fuerte influencia en mujeres y colectivos feministas y ecologistas de otras latitudes. En el Estado español, una de sus obras más emblemática, Feminismo o muerte, ha sido editada en castellano en este año con prólogo de Yayo Herrero, lo que nos permite profundizar en sus postulados.
Ha sido reconocida en varias ocasiones como pionera del pensamiento ecofeminista, condición con la que probablemente no se hubiera sentido cómoda debido a su carácter rebelde y contrahegemónico. Sin embargo, su legado nos incita a mantener una profunda conversación con la actualidad al plantearnos cuestiones que nos permiten seguir generando conciencia ecofeminista.
A modo de cierre, nos quedamos con una frase de la propia Françoise d´Eaubonne que, sirve de inspiración para imaginar y crear otros mundos posibles: “…y el planeta puesto en femenino reverdecería para todos”.