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Bicicleta
Mujeres en bici y en colectivo (III)
Los colectivos ciclistas de mujeres no son ecosistemas aislados, cada uno en su pueblo o ciudad. Al contrario, se reconocen, comparten e inspiran entre ellos y, como era de esperar, han tejido redes. Desde 2017 se celebran los Encuentros de Ciclistas Diversas. Se trata de eventos que, como explica Gemma Simon Mas coordinadora de equidad de ConBici, “están abiertos a toda ciclista diversa, tanto a título individual como de dentro de una asociación”. El objetivo es tener “un espacio para compartir, para conocernos, contarnos historias, trucos, habilidades, aprender cosas nuevas, y pasárnoslo bien”, añade.
El primero de ellos tuvo lugar en Zaragoza en el año 2017 como Encuentro de Mujeres Ciclistas. Desde entonces han cambiado de nombre para resultar espacios más inclusivos. El último tuvo lugar en Bilbao el año pasado. Aunque al principio se convocaron dentro del marco del congreso general de la coordinadora ciclista ConBici, ahora ya se han convertido en citas separadas. La próxima convocatoria aún no tiene fecha, pero seguro que no tardará en fijarse. Al menos, ganas hay.
Cicliques (Barcelona)
Uno de los colectivos que ya se ha encargado de organizar uno de estos encuentros ciclistas ha sido Cicliques de Barcelona. Este grupo se define como un colectivo transfeminista de ciclistas apasionadas que pedalean juntas desde 2017. Su objetivo es reivindicar que el ciclismo es diverso y sus actividades van desde cursos de mecánica a salidas ciclistas o manifestaciones con las bicis. Destacan el logro de haber conseguido abrir la manifestación del 8M “con una masa de bicicletas, desterrando al tradicional camión”. Como otros colectivos ciclistas de mujeres, participan activamente en proyectos relacionados con el diseño de otro modelo de ciudad. En su caso, han colaborado con el Col-lectiu Punt 6, dedicado al urbanismo feminista, que -como ellas- reconoce en la bicicleta una herramienta “para hacer ciudades más amables”, citando sus propias palabras.Desde Cicliques nos cuentan que además de montar estos encuentros de colectivos no mixtos de ciclistas, se organizan para pedalear juntas. Por ejemplo, se verán en junio en el finde alforjero que han organizado las chicas de MTB Andreak. Tanto para las integrantes de Cicliques como para otros colectivos es importante tejer redes más allá de su grupo y por eso, a menudo, colaboran con otras asociaciones y movimientos. También, como hemos visto en otros grupos, ayudan a potenciar el uso de la bicicleta como herramienta de transformación social (y personal) y aportan una mirada feminista al urbanismo, la movilidad o el deporte, entre otros aspectos.
Comunidades ciclistas para pedalear y compartir
Uno de los espacios ciclistas para mujeres más conocido es Soy cicloviajera, una comunidad para cicloviajeras creada por Iria Prendes. Ella nos explica que la idea nació durante un viaje en bici por Sudamérica en el que conoció a otras mujeres ciclistas que le contaban sus experiencias y a la vez, otras le pedían consejos y sugerencias. La idea del grupo de Facebook para cicloviajeras ya le llevaba rondando un tiempo y en una parada se decidió ponerlo en marcha. Esto fue hace cinco años y ya son 4000 personas en Facebook, más un canal de Telegram y una cuenta de Instagram con miles de seguidoras.
La idea, explica Iria Prendes, era “abrir un espacio en el que todas hablen, compartan dudas y situaciones que han vivido”. En su opinión los espacios mixtos no resultan útiles para resolver las cuestiones que surgen durante un viaje y que tienen que ver con el hecho de ser mujeres. Su experiencia es que de alguna manera, en estos grupos, cuando una mujer planteaba una situación o pregunta esa conversación no prosperaba. La realidad, viendo el éxito de la comunidad Soy Cicloviajera, no es que no hubiera preguntas que hacer y experiencias que compartir, sino que introducir en los espacios mixtos cuestiones relacionadas con el hecho de ser mujeres ciclistas es difícil, aunque al revés (cuestiones planteadas desde el enfoque masculino) sí que funcionan en estos foros.
Las dudas que suelen plantearse son variadas, pero a juicio de Iria Prendes muchas tienen que ver con el hecho de sentirse capaz de hacer lo que la ciclista se propone. También se plantean preguntas relacionadas con “el cuidarse, ir de acampada sola o entrar en casas de desconocidos. Con la tranquilidad emocional”. Otra cuestión que pone sobre la mesa es que muchas mujeres ciclistas sienten que tienen que demostrar “que pueden estar ahí”. Para ella, el hecho de que existan colectivos ciclistas de mujeres sirve para romper con esta presión, “porque en esos grupos te sientes tranquila y no tienes que demostrar nada”. Además, añade, “en estos grupos es más fácil reconocerte en otra mujer, con hombres es más difícil sentirte identificada”.
Aparte de los espacios virtuales, Soy Cicloviajera impulsa los Campus sobre Ruedas un espacio en el que “mujeres intrépidas aprenden, practican y cogen confianza para, más tarde, realizar sus propios viajes en bici”. Se trata de una formación teórico - práctica, ya que incluye cinco días de viaje, con el objetivo de convertirse en ciclistas autosuficientes. Desde la primera edición 19 mujeres han tomado impulso para salir de viaje en bicicleta por diferentes lugares del mundo. Seguro que Annie Londonderry, la primera mujer en dar la vuelta al mundo en bicicleta en 1895, es un referente para ellas.
Porque lo de salir en bici juntas no es cosa de este siglo y no es posible terminar esta serie de artículos de colectivos de mujeres ciclistas sin mencionar a las pioneras. A finales del siglo XIX las mujeres comenzaron a andar en bicicleta. Como cuenta Lourdes Jiménez en este artículo, a los señoros de la época no les hizo mucha gracia. Es por ello que se crearon clubs femeninos para poder pedalear juntas y evitar el acoso callejero. Salir en bici daba libertad a las mujeres, pero no era fácil. Pedradas, insultos y otras agresiones, se sumaban a la difusión de informaciones falsas relacionadas con los trastornos negativos que podía acarrear ir en bici. Incluso la ropa de la época era un impedimento, por eso Amelia Bloomer diseñó unos pantalones anchos (bloomers) para poder ir más cómodas. Pero las mujeres siguieron andando en bicicleta y al final dejaron de ser tan mal vistas por ello. Ya lo dijo Susan Anthony en 1896: “Creo que ha hecho más por emancipar a las mujeres que cualquier otra cosa en el mundo, Disfruto cada vez que veo a una mujer sobre ruedas. Le confiere una deliciosa sensación de libertad y autonomía”.