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Medio ambiente
Restaurar la naturaleza (y algunas mentes)
El pasado 27 de febrero el Parlamento Europeo afrontaba el penúltimo paso de la tramitación del Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza. La norma, propuesta en junio de 2022 por la Comisión Europea, se erige como una pieza clave para cumplir los objetivos de la UE en materia de clima y biodiversidad y establece por primera vez objetivos jurídicamente vinculantes y cuantificables para la restauración de los ecosistemas degradados. Sin embargo, lo que debería de haber sido la mera ratificación del acuerdo alcanzado el pasado mes de noviembre entre Consejo, Comisión y Parlamento de la EU generó (una vez más) una tensión política comparable a la de una hoguera de confrontación en La Isla de las Tentaciones.
La semana previa a la votación, el grupo de Conservadores y Reformistas Europeos junto con el de Identidad y Democracia (a.k.a. la ultraderecha europea) presentaron sendas enmiendas de última hora en las que pedían el rechazo total al acuerdo. En la víspera de la votación el Partido Popular Europeo inclinaba la balanza en este sentido al anunciar su voto en contra del reglamento. Contra todo pronóstico, “la luz de la tentación” brilló y gracias al “voto díscolo” de varios parlamentarios conservadores y liberales el texto salió adelante con 329 votos a favor, 275 en contra y 24 abstenciones.
En plena oleada de protestas de los agricultores y desregulación ambiental en toda Europa, la reacción no tardó en llegar. Si bien el reglamento ha suscitado una fuerte campaña de oposición y desinformación durante toda su tramitación, en las últimas semanas el tono y nivel se han endurecido notablemente. Esto deja titulares surrealistas del nivel: “la ley de la Restauración de la Naturaleza. La ley del hambre”, “Sánchez apuñala definitivamente a la agricultura en Europa”, “la Ley de Restauración de la Naturaleza «estrangula» a los agricultores”. Las principales organizaciones profesionales agrarias abanderadas por el lobby agroindustrial europeo Copa-Cogeca, la ultraderecha e incluso algún consejero autonómico están que rabian.
La realidad del Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza
No tienen de qué preocuparse. Más allá de la rabieta de estos “señoros”, la mal llamada “ley de Restauración” (en realidad, se trata de un reglamento y por tanto es de obligado cumplimiento) no va a matar a nadie. Es dudoso que esta norma por sí sola, y no será por falta de ganas, pudiese acabar con los grandes fondos de inversión y terratenientes que roban el agua o las grandes cadenas de distribución con récords de facturación a costa de “ahogar” a los pequeños productores del sector primario. Por el contrario, los pasos atrás dados en las últimas semanas en cuanto a la protección ambiental y producción agraria nos obligan a recordar de nuevo que no hay agricultura sostenible posible en un planeta enfermo.
Sin embargo, el Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza podría sentar las bases para comenzar la restauración a gran escala de ecosistemas degradados como forma de afrontar la crisis climática y de la degradación y los riesgos ambientales derivados (sequía, temperaturas extremas, incendios forestales, inundaciones). Por primera vez se establecen objetivos jurídicamente vinculantes y cuantificables de restauración que afectan al 20% de los ecosistemas terrestres y marinos de la UE para 2030 y de todos los ecosistemas que lo necesiten para 2050. Esto, lejos de ser un capricho, es acorde al cumplimiento de los compromisos internacionales en materia de biodiversidad adquiridos como el recientemente acordado Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal que establece un conjunto de objetivos y metas para “detener e invertir” la pérdida de biodiversidad a finales de esta década.
Más allá del objetivo general, la norma incorpora objetivos específicos de restauración para hábitats terrestres y marinos y especies de interés recogidas dentro de la legislación vigente como la Directiva Hábitats o la Directiva Aves. En este sentido es especialmente relevante que se incorpore la necesidad por parte de los Estados miembros de establecer las medidas necesarias con tal de garantizar la mejora continua del estado de conservación de las zonas sujetas a medidas de restauración y el no deterioro de las zonas ya restauradas o que estén en buena condición. Este último fue uno de los puntos que más polémica suscitó durante la fase final de la negociación del reglamento.
El reglamento incorpora además medidas para la restauración de los ecosistemas urbanos que deberían acabar con estampas como las vividas hace apenas un mes con las talas de árboles para la ampliación de la línea 11 de Metro de Madrid. Así, los distintos países de la Unión Europea garantizarán que no se produzca una pérdida en la superficie de espacio verde urbano de aquí a 2030 y a partir de entonces alcanzar una tendencia creciente en la superficie total nacional de espacios verdes urbanos. Durante la tramitación se incorporó asimismo el compromiso de plantar al menos 3.000 millones de árboles adicionales en la Unión de aquí a 2030.
Respecto a la restauración de ríos el reglamento establece la necesidad de elaborar un inventario de barreras artificiales a la conectividad y a liberar al menos 25.000 km de ríos en el conjunto de la Unión Europea. En el Estado español la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos 2023-2030 aprobada hace ahora un año ya incorporaba el objetivo de “restaurar y reconectar estructural y funcionalmente 3.000 km de ríos españoles antes del año 2030”.
Entre las cuestiones más polémicas del reglamento se encuentran las que afectan a los ámbitos relacionados directamente con el sector primario. De acuerdo con la norma, los Estados miembros establecerán las medidas de restauración necesarias para mejorar la biodiversidad en los ecosistemas agrícolas, forestales y mejorar la diversidad y revertir el declive de las poblaciones de polinizadores. En este sentido la gran oposición por parte de la agroindustria consiguió rebajar la ambición inicial del texto propuesto por la Comisión Europea reduciendo el número de indicadores que guiarán el cumplimiento de los objetivos de restauración y dilatando los periodos de seguimiento a 6 años frente a los 3 de la propuesta inicial. Además, se introdujo la posibilidad de una suspensión temporal de las medidas de restauración de ecosistemas agrícolas conocida como “freno regulatorio de emergencia” en caso de producirse un acontecimiento imprevisible y fuera de control de la Unión en lo que respecta a la disponibilidad de tierra de cultivo como la reciente guerra de Ucrania.
Aprobación definitiva y retos para su implementación
Una vez aprobado por la Eurocámara, el acuerdo aguarda la ratificación del Consejo de la UE para su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea y su entrada en vigor. Tras esto, inicia el plazo de hasta 24 meses para que los Estados miembros presenten a la Comisión sus planes nacionales de restauración donde deberán detallar las medidas encaminadas al cumplimiento y seguimiento de los objetivos de restauración. En este momento se deberán de abordar distintos retos como la priorización de lugares a restaurar y seguimiento de las acciones de restauración, la participación pública durante todo el proceso o cómo financiar estas medidas de forma que no se convierta en una nueva fuente de greenwashing para que las empresas continúen destruyendo el territorio.
Frente a la (interesada) polémica que se ha generado en torno a esta norma en los últimos meses, no debería ser necesario citar de nuevo los estudios que reconocen el desastroso estado de conservación de los hábitats terrestres y marinos europeos, ni enumerar los espacios protegidos emblemáticas en riesgo de desaparición. Todas tenemos un lugar de referencia que hemos visto degradarse en los últimos años. Donde íbamos los fines de semana en la infancia o donde paseamos a diario para evadirnos por unos instantes de la pantalla. A muchas nos angustia la certeza de saber que habrá lugares y especies que no llegaremos a conocer. En medio del ruido y clima de desesperanza actual tenemos que defender el Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza como una oportunidad sin precedentes para afrontar la necesaria y urgente recuperación de los ecosistemas degradados y lo que quizás sea más importante, para abrir un horizonte de futuro de nosotras viviendo en un medio ambiente sano.
Suenan las alarmas en La isla de las Tentaciones el Consejo Europeo
Acabando de escribir este artículo llega un correo a la bandeja de entrada que resuena igual que la sirena de las tentaciones. La aprobación del reglamento, prevista para el lunes 25 de marzo en el Consejo de Medio Ambiente, pende de un hilo. Estados que habían apoyado el reglamento, pretenden dar marcha atrás y anuncian su voto desfavorable. Es el turno de que Estados que hasta ahora se han abstenido o votado en contra vean si quieren alinearse con la ultraderecha o abordar de una vez por todas la recuperación de ecosistemas. Parece que la tensión en torno al Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza seguirá al menos durante unas semanas más en lo que se perfila ya como el argumento para una nueva temporada de la sátira política Parliament.
Unos minutos antes de publicar esta nota, nos suena el teléfono. Parece ser que sí hay acuerdo, y los Estados reticentes se comprometen a aprobarlo. Pero hasta el lunes 25 de marzo, todo puede pasar. Seguiremos informando.