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Urbanismo
Vacaciones del 50%: ciudades, calor y alternativas
Muchas pasarán este extraño verano en la ciudad. Mientras, cada año, las temperaturas estivales son cada vez más altas. ¿Cómo podemos hacer del medio urbano un lugar más agradable?
Arquitecta urbanista
La “isla de calor urbana” (ICU) es un efecto de recalentamiento de ciertas zonas de las ciudades modernas, calor producido por la suma de radiación solar y actividades urbanas (tráfico, materiales, falta de sombra, emisiones de aparatos de climatización, etc...). Este fenómeno es un factor de riesgo para barrios y hogares en situaciones de exclusión socio-económica, y afecta de manera especial a las personas más mayores, ya que aumenta enormemente su tasa de mortalidad 1. Este es un fenómeno eminentemente urbano. Pero es que resulta que en el estado español 8 de cada 10 personas vivimos en ciudades, es decir, esto afecta a más de 37 millones de personas.
El 17 de junio (cuatro días antes del fin del estado de alarma) el barómetro del CIS señalaba que el 65,7% de la ciudadanía española no tiene pensado irse de vacaciones este año. ¿Es esta una novedad? Según datos de la última década (prensa y CIS) desde 2013 entorno a un 50% de la población no puede irse de vacaciones. Este verano probablemente serán 6 de cada 10, de los cuales entre 4 y 5 viven en ciudades.
Se habla mucho de los destinos vacacionales, de entradas y salidas. Se habla menos de la mitad de la población que no se mueve. ¿Dónde y en qué condiciones se queda esa mitad? ¿Están pensadas o preparadas las ciudades para que la mitad de su población, y en particular los residentes de sus barrios más pobres, pasen veranos cada vez más calurosos sin salir de ellas? Analizando la evolución en las estrategias urbanas de la última década, al albur de los procesos de especulación inmobiliaria, diríamos que no.
Entre quienes no se van de vacaciones, mayores e infancia, y en general personas con menor autonomía o mayor grado de dependencia, son quienes menos opciones tienen de acudir autónomamente a parques o equipamientos públicos en los días más calurosos, donde podrían refrescarse, estar a la sombra y disfrutar del verano.
¿Es posible adaptar las ciudades a los nuevos retos (ODS) para mejorar las condiciones de vida de los hogares con mayor vulnerabilidad, adaptarse al envejecimiento de la población, o a los retos de habitabilidad urbana frente a la crisis ecológica? Claramente decimos que sí.
Para las personas mayores es fundamental tener espacios con bancos y frescos a menos de 50-100 metros de su casa. También es fundamental reducir el tráfico, para reducir la hostilidad y el peligro de atropello en las calles, y aumentar la autonomía de la infancia. Para reducir las islas de calor, es fundamental plantar árboles e introducir suelos que filtren agua, acumulen humedad y no retengan calor.
Durante el confinamiento hemos visto ciudades, calles, sin coches ni consumo. Hemos experimentado un espacio democrático y con accesibilidad universal real. El paseo y el deporte ocupaban calles, muros, aceras... Y es precisamente esta imagen la que ha motivado la puesta en marcha de numerosas políticas urbanas que responden al objetivo, implícito o no, de devolver la calle a la gente.
Desde mayo de 2020, en el contexto de la pandemia declarada, numerosas ciudades en varios continentes han incorporado a sus políticas de movilidad la idea de las Ciclo-vías Recreativas (siguiendo el ejemplo colombiano2). Se trata de transformar, permanente o temporalmente, calles de tráfico motorizado en vías para que la ciudadanía se mueva en bici o a pié, o disfrute de ellas sin el peligro del coche. En Madrid, el Ayuntamiento cerró al tráfico 19 km los fines de semana durante un mes. Logroño adaptó sus calles con estrategias de urbanismo táctico, para dar espacios holgados al paseo de la ciudadanía durante el confinamiento. Londres y París han planteando un cambio de modelo de movilidad urbana aprobando grandes limitaciones al tráfico de coches particulares y dando mucho espacio para peatones y ciclistas en los centros de la ciudad. Estas iniciativas han ampliado los espacios disponibles no solo para desplazarse o pasear, sino también para estar, jugar y encontrarse.
Analizamos el caso concreto de la ciudad de Madrid y su capacidad de transformación en relación a las cuestiones planteadas: en Madrid, como en cualquier ciudad, el 65% de las aceras no tienen el ancho suficiente para garantizar la distancia social. Las calles de menos de 11 m de ancho con calzada exclusiva para coches y aparcamiento, además, son calles que ya no se adaptaban a los criterios de accesibilidad universal vigentes. Pensemos en eliminar la zona exclusiva de coches, la calzada, y hagamos que todas las calles con menos de 11 metros de ancho (de fachada a fachada) sean viales de convivencia con preferencia peatonal y ciclable, donde plantamos árboles y ponemos bancos y fuentes.
Esta medida simple reduciría la temperatura de las zonas más densas de los barrios más densos de Madrid, generaría corredores verdes y frescos, entre barrios y parques, y aumentaría la autonomía mayores e infancia. La isla de calor es un fenómeno que incide directamente en la población más vulnerabilizada. La ciudadanía envejece velozmente. Es urgente cambiar la centralidad del coche en la ciudad, equilibrar los espacios del coche y los de las personas.
Referencias:
2 http://cicloviasrecreativas.esy.es/noticias/el-concepto-de-ciclovias-recreativas-ahora-en-madrid/