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Universidad pública
Las universidades privadas en Extremadura, dentro del proyecto del sector privado y las privatizaciones
La Junta aceptó los anteproyectos de dos universidades privadas, alegando que no se implantaría ningún grado que hiciese competencia a la UEx, lo que es falso: ya se está intentando. Los estudiantes avisan de que la Junta podría retomar la aprobación de las universidades aprovechando el verano.
Un fantasma recorre Extremadura, el fantasma del neoliberalismo. Muchas son las noticias que están saltando en nuestras pantallas e incluso en el debate público regional últimamente: la Mina de Litio en Cáceres, el EuroVegas de la Siberia extremeña, etc. Todas estas son iniciativas que responden a la lógica neoliberal de mercado, a las que aún debemos añadir otra más, la que nos trae aquí: los proyectos de universidades privadas en Extremadura.
Por resumir brevemente cómo serían estas universidades en Extremadura, los proyectos planteados han sido tres: el de la Universidad Abierta de Europa, el de la Universidad Internacional Emérita Augusta y otro de la UCAv (la Universidad Católica de Ávila). Tanto el primero como el segundo tendrían sede física en Badajoz (concretamente en el Edificio Siglo XXI) y serían esencialmente de modalidad online, contando con el visto bueno de la Junta de Extremadura (aunque ahora mismo están en el Consejo de Estado para su revisión por carencias legales). El tercero sería de modalidad presencial, estaría ubicado en Plasencia y no cuenta con el apoyo de la Junta, por lo que no parece tener mucho futuro.
LA EDUCACIÓN ANTE EL NEOLIBERALISMO
Si nos paramos un momento a reflexionar acerca del sistema educativo y cómo este debería ser, las distintas percepciones que podemos sacar son casi innumerables. A muchos nos encantaría que el proceso de aprendizaje pusiese al sujeto en el centro y que, aunque haya muchos factores externos que determinen su conducta y su propio aprendizaje, estos mismos factores no acaben cosificándolo. Por desgracia, a efectos prácticos hay algo que determina nuestra formación y, por ende, el propio sistema educativo: el mercado. No es ninguna locura afirmar esto, sino más bien todo lo contrario. De algún u otro modo, todos lo sabemos. ¿Quién elige sus estudios universitarios, por ejemplo, en función únicamente de sus gustos? Podríamos contestar que tan solo algún “estudiante bohemio”, aunque seguramente ni eso.
El sistema educativo está orientado de tal manera que su objetivo principal es el de formar la mano de obra
Explicado de otro modo: el sistema educativo está orientado de tal manera que su objetivo principal es el de formar la mano de obra para el futuro. Esa mano de obra, los sujetos que viven el día a día de este proceso educativo, no pierden la conciencia de esta cuestión determinante, es decir, todos tenemos en cuenta lo que vamos a estudiar para el día de mañana poder trabajar. Y ¿qué determina nuestro futuro laboral? El mercado (laboral).
Podríamos poner los años 70 como fecha de referencia para el comienzo de eso de lo que hoy hablamos tanto y que sufrimos en nuestras propias carnes: el neoliberalismo. Cuando hablamos de este, en nuestra mente aparecen algunos nombres o conceptos como: Thatcher, Reagan, Aznar, Albert Rivera, los procesos de deslocalización de la producción, las desregulaciones… y, por supuesto, lo que nos trae aquí: las privatizaciones.
PROCESO DE PRIVATIZACIÓN
¿Cómo se pueden dar estas privatizaciones? Ya hemos vivido unas cuantas y, por desgracia, nos quedan otras tantas. Los procesos de privatización no son ni mucho menos homogéneos, es decir, no podemos sacar un modelo representativo fidedigno que se repita en todos los campos con las mismas características, pero sí que podemos extraer algunos patrones que sí se repiten. Por tanto, el modelo que planteamos ahora no tiene por qué darse tal cual en la realidad, aunque se asemeja mucho a lo que está ocurriendo.¿Quiénes salen beneficiados? aquellos que serían dueños de esas nuevas entidades educativas privadas y aquellos que estarían amoldando a su antojo la futura mano de obra.
Tenemos un sector que es principalmente público: el educativo, que es susceptible de ser privatizado. ¿Quién puede estar interesado en esto? ¿Quiénes saldrían beneficiados? Aquellos que, atendiendo a la lógica neoliberal, se vean favorecidos por varias razones: por una parte estarían siendo dueños de esas nuevas entidades educativas y, por otra, estarían amoldando a su antojo esa futura mano de obra.
A priori, en un hipotético Estado en el que el sistema educativo público ofrezca los servicios necesarios para que la educación sea de calidad, por mucho que hubiese entidades privadas que compitiesen con la pública, la elección de los padres (o de los propios alumnos) se dirigiría, por lo general, hacia la pública. ¿Por qué? Porque si esa educación pública es de calidad y ofrece más o menos los mismos servicios que los privados, la diferencia de precio es totalmente determinante (sin tener en cuenta factores ideológicos o sociales).
La inmensa mayoría de la población no puede costearse una educación en el sector privado. Pero pueden hacerles creer que el sector privado funciona mejor que el público.
Entonces, ¿cómo privatizarla? Claro está que de forma íntegra es prácticamente imposible que se privatice por una razón obvia: la inmensa mayoría de la población no tiene recursos económicos suficientes como para costearse una educación en el sector privado. Pero sí que pueden conseguir una doble victoria: sacar beneficio económico (tanto en el presente como en el futuro) y ganar la batalla ideológica. ¿A qué me refiero con ganar la batalla ideológica? Al hecho de que mucha gente (incluso quienes no pueden costeársela) llegue a creer que el sector privado funciona mejor que el público es una clara prueba de ello.
¿Cómo se puede llegar a esta situación? Por una parte, tenemos a las élites económicas que quieren sacar beneficio de este proceso de privatización, pero por su cuenta no pueden conseguir sus objetivos. ¿A quién deben recurrir? A los que sí tienen, al menos de iure, la capacidad de modificar el sector público: los gobiernos. Siendo estos dóciles a sus exigencias, van a llevar a cabo una serie de modificaciones en el sistema educativo (en este caso) que, recortando en recursos, en presupuesto, devaluando la calidad de enseñanza (o al menos no mejorándola), van a contribuir al progresivo proceso de insatisfacción con el sector público. Los ejemplos en España los tenemos a montones: la LOMCE (o cualquiera de las leyes educativas anteriores), el Plan Bolonia, el 3+2…
Ante esta situación en la que la privada parece poder funcionar mejor que la pública, no faltarán las voces que se alcen reivindicando esto mismo, algo que parece una realidad: "la privada tiene mayores recursos y me ofrece mayor calidad, ergo la privada es mejor que la pública". Pero, si echamos un vistazo a lo ya explicado, ha sido todo una trampa. Ha sido preparado desde hace años para que así ocurra.
LA SITUACIÓN EN EXTREMADURA
Es probable que por aquí vayan los tiros en Extremadura. Ya no es solo en el sector educativo, sino en muchos más ámbitos. Por supuesto, no vamos a vivir, al menos por ahora, una privatización total de la educación, pero es cuanto menos curioso plantearnos la siguiente pregunta: ¿por qué han intentado venir a Extremadura estas empresas para montar universidades privadas?
Desde la implantación de Bolonia, Extremadura ha perdido un 10% de universitarios
En nuestra región tenemos un problema bastante grave: estamos sufriendo un claro proceso de regresión demográfica del cual la UEx no está exenta (de hecho, desde la implantación de Bolonia se han perdido en torno al 10% de los alumnos). De aquí podemos deducir que el interés de estas entidades que quieren crear las universidades privadas en Extremadura, al ser de modalidad esencialmente online, no es solo el de tener clientes (alumnos) extremeños, sino poder estar en un lugar en el que las autoridades se presten a aceptar dichos proyectos.
La Junta aceptó los anteproyectos de las dos universidades que se ubicarían en el Edificio Siglo XXI de Badajoz, alegando que no se implantaría ningún grado que hiciese competencia a la UEx, algo que resulta falso en ambos casos. Por ejemplo, se repetirían los grados en Psicología o Derecho, entre otros, adaptados al campo empresarial.
Desde que la UEx, por supuesto en contra de estos proyectos, presentó un documento en el que se mostraban todas las carencias legales que tenían ambos anteproyectos, su implantación está pausada. La Junta tuvo que remitirlos al Consejo de Estado para que fuesen supervisados y, desde el 14 de febrero de este mismo año (día en el que se remitió), no hemos tenido noticia.
Entonces, ¿por qué sacar este artículo precisamente ahora, a finales de curso? Porque es más que necesario introducir este asunto en el debate público, porque posiblemente, durante este verano tengamos nuevas noticias sobre los proyectos de la Universidad Abierta de Europa y la Universidad Internacional Emérita Augusta. En verano, justo cuando nosotros los estudiantes estamos más desconectados, es el periodo en el que estos intentos se ponen en marcha.
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La Uex se deteriora por sí sola con su endogamia, con su desidia, con su nepotismo.
Tanto el gobierno estatal como la Junta de Extremadura con sus decisiones están deteriorando cada vez más la universidad pública; proyectos de universidades privadas acaban dando la puntilla. ¡Buen artículo!