2026 lo escribes tú
Este 2026 lo escribes tú
La pensadora ecofeminista Yayo Herrero explicaba en una entrevista en El Salto sus motivos para mantener el optimismo en tiempos oscuros: “En entornos brutalmente hostiles —y no solo ahora sino a lo largo de toda la historia—, ha habido comunidades y pueblos que han sido capaces de organizarse para seguir sosteniendo la vida”. Y esa organización desde abajo, explica, ha conseguido y sigue consiguiendo grandes cosas.
La respuesta ciudadana a la pandemia y a la dana, con formidables estructuras de apoyo mutuo, el boicot masivo a la Vuelta Ciclista, las articulaciones contra la violencia machista desde 2017 o la resistencia de los bloques en lucha contra los fondos buitre son algunos ejemplos recientes del potencial de transformación que menciona Yayo Herrero en la entrevista.
En el trabajo de infinidad de organizaciones sociales, pero también en millones de conversaciones y en acciones —organizadas o espontáneas—, en la creación y cuidado de ese tejido social, creemos que está la salida. Es un camino largo, y no hay atajos ni soluciones rápidas.
La escritora Belén Gopegui, en el número de la revista que estamos preparando, lo dice a su manera y desde otra perspectiva: “Hay un micrófono que se estropea, y alguien dice ‘hablemos más alto’, y alguien precisa, ‘mejor, sentémonos más cerca’”.
No hay atajos ni soluciones rápidas para crear un medio de comunicación que no esté al servicio de los grandes poderes
Las sombras estaban ahí y lo siguen estando. Se parecen demasiado a las del pasado. Sabemos que la información y los medios de comunicación juegan un papel clave en esta pugna por repartir culpas por las crisis que nos acechan. Pero tampoco hay atajos ni soluciones rápidas para crear un medio de comunicación que no esté al servicio de los grandes poderes.
De hecho, creemos que solo hay una forma de hacerlo: funcionar de forma diferente. Esta ha sido la brújula que ha guiado las dos décadas del proyecto que se inició en marzo de 2005 con Diagonal y que continuó en 2017 con El Salto.
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También sabemos que los proyectos jerárquicos o que sirven a intereses personales o partidarios crecen tan rápido como luego se pierden por el camino, ya sea porque desaparecen o porque terminan pareciéndose a lo que más odiaban. Por eso no tenemos directores ni jefes, no hay diferencias salariales en la plantilla, tomamos las decisiones en asamblea y funcionamos como una cooperativa de propiedad colectiva, donde un cambio de una línea roja debe pasar por un referéndum vinculante entre todas las socias.
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Pese a estas reglas o precisamente gracias a ellas, El Salto no ha dejado de crecer y nunca nuestros contenidos han llegado a tanta gente de forma sostenida —con dos millones de visitas mensuales— ni nuestras publicaciones han tenido tanto impacto, con decenas de trabajos de investigación realizados este año. Hoy, cerca de 10.300 personas no solo creen que otra forma de hacer periodismo es posible, sino que lo hacen realidad cada día, cada año, con su aportación. Si tu también crees que son necesarios medios que funcionen con otras reglas, te animamos a sumarte a la comunidad de El Salto.
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