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Series
"La zona", los estragos de la crisis llegan a la tele
Jorge Sánchez-Cabezudo y su hermano Alberto dirigen La zona, una serie con relato policíaco insertado en un escenario rural devastado por una fuga nuclear cuyas consecuencias siguen en el ambiente tres años después.
A Jorge Sánchez-Cabezudo (Madrid, 1972) y a su hermano Alberto (Madrid, 1975) se les atribuye el haber puesto la primera piedra en el por entonces endeble andamiaje televisivo español.
Bajo la base sólida proporcionada por la novela homónima de Rafael Chirbes, Crematorio (Canal +, 2011) subió los estándares de una ficción que, por primera vez, buscaba su medida en el horizonte televisivo norteamericano, en concreto, en la factoría de la HBO (esa cabecera con la canción de Loquillo ya suponía una declaración de intenciones).
Además, varias voces vieron en Rubén Bertomeu, ese paradigma del empresario de la construcción sin atisbo ético en su escalada vanidosa, una especie de homólogo castizo de los Corleone y un anti-héroe de parentesco directo con Francisco Correa.
Con todas esas cualidades en una serie que encarna el tacto, la elegancia, la profundidad y la calidad que nunca estuvo demasiado presente en la ficción de la península, no era de extrañar que Movistar +, dentro de su nueva estrategia para producir contenido propio ante la usurpación de mercado y de producto (la extinción de los derechos de emisión) por parte de sus gigantescos competidores, confiara en los hermanos Cabezudo como showrunners para inaugurar su andadura por la ficción propia.
El producto resultante de esta alianza estratégica es La Zona, un relato policíaco insertado en un escenario rural devastado por una fuga nuclear cuyas consecuencias siguen en el ambiente tres años después. Notas de fantástico y de melodrama familiar completan el cuadro clínico de esta criatura de ocho episodios de 50 minutos a la que podría seguir una segunda temporada que sus artífices ya elucubran en sus cabezas.
Si Crematorio ahondaba en la corrupción sistémica de la costa litoral valenciana recogida con brillantez por el manuscrito del desaparecido Chirbes para airear la putrefacción reinante entre sus apoderados y reyes, en La zona no abandonan del todo ese sustrato político y social en una situación de crisis, en este caso ambiental, pero que puede leerse como alegórica de la crisis económica severa sufrida durante estos años en territorio español.
¿Qué es lo que se va encontrar el telespectador cuando entre en La zona?
Alberto Sánchez-Cabezudo: La base troncal de la serie es un drama policíaco y, a través de este, el personaje de Eduard Fernández nos va a presentar lo que queda después de un accidente nuclear. La serie presenta un poco una estructura de road movie y permite visitar varios géneros; al principio jugamos con la carta del terror/fantástico, pero luego, enseguida, nos ponemos en lo realista. El capítulo 4 por ejemplo, tiene un tono más western...
Viendo la serie, viene a la cabeza Stalker de Andrei Tarkovski, así como el nuevo thriller español, series de nuevo cuño como True Detective, la película La llegada (especialmente palpable en su banda sonora), incluso vuestro Crematorio. ¿Cuáles diríais que han sido las principales referencias en vuestra paleta?
ASC: Pues las has clavado (risas)...
JSC: Suma a los Coen.
ASC: Hitchcock.
JSC: Suma el cine de los 70.
ASC: El western... Deliverance.
JSC: También hay algo de thriller, más en la línea de Scorsese y William Friedkin.
ASC: Sí, en el capítulo 2 hay algo de French Connection.
JSC: Hemos jugado a lo que nos gusta, hemos quedado muy satisfechos.
En el segundo episodio se produce un diálogo remarcable entre dos cazadores que se adentran en la zona infectada. ¿De dónde parte el dibujo de esos dos personajes tan genuinos y que pocas veces se han retratado con ese grado de realismo en la ficción española?, ¿los diálogos iban determinados por el guión o disteis espacio a la improvisación?
JSC: El tipo con escopeta es ya un recurrente en nuestro universo. Desde La noche de los girasoles a Crematorio, y este que mencionas es nuestro tipo de la escopeta en La zona, el que representa la tierra y la España profunda. Aunque aquí le hemos dado una vuelta, es como una evolución 5.1 respecto a los personajes anteriores, con una filosofía muy particular. Todo lo que dice Zahera venía por guión pero él le ha dado un plus.
ASC: Luis Zahera es una fuerza de la naturaleza. Incluso hay momentos que le daba hasta ritmo de rap, cuando empieza a recitar todo el discurso de la carne que estaba en el guion...
JSC: Que es un texto muy Chirbes, pero él, en lugar de soltar un enunciado, le ha cogido el ritmo, le ha añadido alguna palabra, alguna palabrota por aquí, le ha dado una vida espectacular.
ASC: Ofrece una interpretación muy natural.
Frecuentemente se utiliza vuestro Crematorio como el kilómetro cero de la ficción española de calidad, ¿creéis que la ficción española ha alcanzado ese demandado estado de madurez?
JSC: Yo añadiría ¿Qué fue de Jorge Sanz?.
ASC: Ciertamente, yo creo que el proceso de producción de series en cadenas generalistas ha llevado la cota de calidad técnica a niveles muy altos y ha dado pie a que dispongamos de un talento y unos profesionales descomunales. Es verdad que hasta que no ha aparecido Movistar + nos faltaba esa otra pata, que representa un poco la ficción más de pago, y Crematorio fue un punto y seguido, pero la apuesta ahora es más fuerte y seguida, es ya el desembarco de Normandía.
¿Qué ha cambiado en la ficción televisiva en este lapso de tiempo entre vuestra primera serie como creadores y La Zona?
JSC: Han pasado bastantes cosas durante estos siete años. Ha pasado tiempo tanto dentro como fuera de España, es decir, se han visto muchas series, muy diferentes, en muy poco espacio de tiempo, y se ha acelerado mucho la velocidad con la que se producen series y se consumen. Cuando salimos con Crematorio no había tantas, pero ahora es una barbaridad.
Como creador de ficción uno se da cuenta de que el espectador ha visto mucho, muchos puntos de giro, muchos personajes, mucha formas. Y es verdad que ahora escribir en ficción te obliga a estar mucho más al día. Alberto es un crack, se ve muchas más series que yo, pero es que es indispensable.
ASC: Es necesario...
JSC: Porque cuando tú crees que están haciendo un punto de giro super original, es que hay tres o cuatro series que ya han pasado por ahí. El espectador está hasta cansado, porque ya ha visto eso, y lo ha visto además con un ritmo, una velocidad y una osadía narrativa cada vez mayor.
¿Cuál fue la duración total del proyecto?
JSC: Un año y medio escribiendo y quince semanas de rodaje con dos unidades y la post-producción en la que aún estamos. Nos falta terminar el siete y el ocho.
ASC: Yo creo que la intención de Movistar + es poner en la plataforma todos los capítulos de golpe, pero nosotros, al ser los primeros en llegar, vamos a ir semanalmente.
¿Cómo os dividís las tareas?, ¿funcionais como los Coen, cada uno trabajando en su parcela, o hay una simbiosis creativa constante?
ASC: Escribimos juntos.
JSC: Nos repartimos los capítulos, por la mitad.
ASC: Dedicamos muchísimo tiempo a hablar, en realidad a escribir le dedicamos poco. En el año y medio para hacer el guion de La zona probablemente hemos dedicado un año a charlar sobre este, y medio año a la escritura propia del guión. Y cuando nos ponemos a escribir nos repartimos los capítulos. Por ejemplo, él escribe la primera mitad, y yo la segunda, yo luego retoco su parte.
JSC: Cada capítulo lo cortamos por la mitad. Él escribe, yo reescribo, él me reescribe. Nos discutimos lo que hace el otro. Si no funciona para uno, es que no funciona, así que lo volvemos a hablar, le damos vueltas.
ASC: Y luego ya a nivel de rodaje es Jorge quien dirige, y esta vez ha contado con una segunda unidad que dirigía Gonzalo López Gallego. Jorge dirige el 60-70% de la serie y Gonzalo el 30-40%. Yo me quedo como productor ejecutivo, teniendo un poco la supervisión desde fuera, mientras él está en la trinchera disfrutando. Jorge hace disfrutar y es capaz de sacar lo mejor de los actores.
JSC: Mi hermano tiene la capacidad de mirar desde fuera, de llevar lo que es la producción creativa. A mí me llegan cosas elegidas que las doy por buenas, hay cosas que ni discutimos. En la parte visual Alberto tiene una idea muy clara de la dirección de arte, también está muy encima de las localizaciones. Básicamente intentamos repartirnos para mirar de llegar a todas partes y abarcar todo.
¿Cómo describiríais el proceso de casting?
ASC: Ha sido la carta a los reyes magos y lo han traído todo.
JSC: Hay un elemento no muy técnico que nos ha sido muy útil, que es el “¿Y no molaría qué...?”, tanto para escribir historias como para plantear actores nos ha funcionado.
ASC: ¿Y te imaginas que esto lo hiciese...?
JSC: A veces escribimos pensando en actores, pero hay veces que el actor no lo puede hacer y entonces es una faena readaptarlo.
ASC: En este caso tuvimos la suerte que todos dijeron que sí, y nos ha permitido matizar el color de estos personajes. Luego Rosa Morales, que ha sido la directora de casting, también lo fue en Crematorio, ha hecho un trabajo fabuloso.
En vuestra obra siempre hay un importante trasfondo. En Crematorio, por ejemplo, hundisteis el dedo en la llaga de la corrupción endémica en la costa valenciana, incluso antes de que los casos de corrupción inundaran a diario los medios de comunicación. ¿Os habéis planteado adaptar la última novela de Rafael Chirbes, En la orilla, para completar este mapa moral de la España putrefacta, ahora ya, como resultado de la crisis?
ASC y JSC: No (risas).
ASC: Nos encantó hacer Crematorio, fue una pasada, pero fue un trabajo duro.
JSC: Adaptar a Chirbes es muy duro. Entramos en su universo por Crematorio pero luego nos ha acompañado. Su forma cruda de ver la realidad...
ASC: La violencia, el lenguaje. Tiene un lenguaje muy, muy violento...
JSC: ...Eso nos lo hemos quedado.
ASC: Sí, se nos va a quedar durante toda la vida.
¿Cuál es la temática que subyace en La zona?
ASC: La zona es un thriller pero utilizamos la trama policíaca y de suspense como un cofre lleno de temas que nos interesa desarrollar. Así, La zona es también una metáfora de la crisis. Si en Crematorio hablábamos de la mecánica de la corrupción en el origen de la crisis, aquí queríamos retratar las consecuencias de la misma. De hecho, un accidente nuclear tiene, además de la tragedia humana directa, un impacto económico enorme con consecuencias políticas y sociales muy asimilables a las ocurridas estos años. La documentación sobre Fukushima nos enseñó eso y al traspasar esa realidad acudimos a elementos propios de nuestro país.
Queríamos que la serie fuera muy local, que pudiésemos reconocernos como sociedad en los detalles cotidianos. Tramas de realojados, personas que pierden su hogar muy cercanos a los desalojos por incumplimiento de hipotecas pero también el accidente del Yak 42, las víctimas del metro de Valencia y en general todas las responsabilidades relacionadas con estos dramas. Como tema general queríamos revisar quiénes son los que pagan la factura de la crisis y quiénes son los que al mismo tiempo se benefician.
Han pasado prácticamente siete años desde Crematorio pero esa corrupción urbanística, inmobiliaria y política sigue estando al orden del día, ¿creéis que ha habido algún cambio o sigue siendo un problema enquistado, casi como un rasgo identitario de cierta clase política y económica?
JSC: La verdad es que sorprende que hoy en día los precios de la vivienda empiecen a subir tan rápidamente y se vuelva a apostar por la construcción como modelo productivo. La sensación es que es un problema estructural donde la inversión, la organización territorial y la política apenas se han modificado. Los juzgados todavía están llenos de casos de comisiones, tráfico de influencias o blanqueo de capital puesto que este sector también posee un alto valor de economía sumergida. Un personaje como Benavent, "el yonki del dinero", no se nos llegó a ocurrir para incluir en Crematorio y como siempre la realidad supera la ficción.
ASC: Lo peor es que aún sabiendo que nuestros políticos han estado involucrados en esta estructura, nosotros como pueblo sigamos votándolos. Al final lo que dejamos a nuestros hijos es un pésimo modelo como sociedad y eso forma parte de la educación y el futuro de un país. Espero que podamos revertirlo y para eso hay que contar una y otra vez lo que somos y aprender de ello.
¿Cómo valoráis el actual incendio político en Catalunya?, ¿creéis que podría salir una ficción de todo esto?
JSC: Creo que sí, pero una vez pasado el tiempo. Creo que en caliente las cosas se cuentan mal.
ASC: Y sobre todo porque ahora mismo es un tema muy emocional, profundamente emocional y es doloroso.
JSC: Y hablar no desde las emociones. Me gustaría que nadie se hiciera daño. Intentar bajar, por favor, el nivel de tensión para que se pueda hablar no desde la emocionalidad porque eso nunca es bueno.
En tu caso, Jorge, solo has dirigido una película, La noche de los girasoles, un thriller rural con alguna conexión con La zona, ¿te siente más cómodo o respetado trabajando en televisión?
JSC: No, los dos hemos escrito guiones de largometraje que simplemente no han salido. Pero también es verdad que en televisión se están produciendo cosas que nos interesan mucho, esta ficción por la que apuesta Movistar. Otras veces pasó Crematorio por delante, no terminó de salir el proyecto con el que llevábamos tiempo detrás. No hay nada especial, sino que se ha dado así.
A mí me hubiera gustado dirigir alguna película más, pero por una cuestión de formato, porque hay historias que tienen que contarse en ese formato. Pero también es verdad que nuestra trayectoria nos ha llevado a hacer exactamente esto. Estamos en ese punto que contamos las historias que queremos. Porque además producimos, podemos hacerlo como nosotros creemos que se debe hacer y eso es un grado de control de lujo.
¿Cuál será vuestro próximo proyecto?
JSC: La segunda temporada.
¿Va a haber segunda temporada?
JSC: La idea es esa. No podemos confirmar pero...
ASC: Has salido muy rápido (risas).
JSC: ...Hay que esperar a que se emita, pero nuestra idea es hacer una segunda temporada siempre que los datos de audiencia lo corroboren.
ASC: Y que el canal esté encantado.