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Siria
Turismo en Siria: el país que te quiere mostrar el régimen
Después de años de guerra, los turistas e influencers acuden en masa a Siria para visitar un país devastado por más de una década de conflicto armado. Conseguimos entrar con visa turística en el país, realizar un tour junto a un guía sirio y hablar con Raed, Wassim y Abdulkafi, tres conocidos activistas por los derechos humanos que señalan a las agencias de viajes y a los bloggers por intentar normalizar el régimen de Al-Assad, encubrir sus crímenes de guerra y repetir hasta la saciedad su narrativa sobre el conflicto.
En el año 2022, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, estimó que durante los 11 años de guerra en Siria murieron más de 600.000 personas, entre las que se encontraban 160.000 civiles. Otro de los datos demoledores que arrojaba el estudio del Observatorio, con sede en Reino Unido, es que más de 100.000 de esos muertos fueron víctimas de ataques por parte del propio ejército sirio que defiende los intereses del régimen del dictador Bashar al-Assad. Estas cifras revelan el salvaje impacto que ha tenido el conflicto para las vidas de los civiles tanto por ataques de un bando como de su propio ejército. “La población siria sufrió mucho durante estos años de guerra, y sigue sufriendo las consecuencias de que Assad siga en el poder. Las cifras no mienten, más de medio millón de muertos y decenas de miles de heridos, más de 150.000 desaparecidos que en su mayoría han sido detenidos por el régimen y sus aliados. El 90% de la población vive en la pobreza, más de 13 millones de sirios necesitan asistencia humanitaria, y aún la gente sufre la detención arbitraria, la tortura y la desaparición en las cárceles de Assad.”, dice Wassim Zabad activista sirio por los derechos humanos nacido en Damasco.
Siria vuelve a estar en las agendas de las agencias turísticas internacionales y sus stands vuelven a levantarse en las mejores ferias de turismo del mundo. Por su parte, los guías turísticos enseñan a influencers y bloggers viajeros la parte del territorio bajo el mandato de Al-Assad. “Los guías turísticos tienen la orden de enseñar el país que Al-Assad quiere. Aunque no trabajen directamente para el régimen, tienen instrucciones estrictas para promocionar al régimen, su política y su propaganda. No pueden informar al turista de nada nuevo bajo el peligro de acabar con su trabajo”, dice Raed Aljundi, antiguo guía turístico sirio de Salamiyeh (Hama, Siria).
“Los guías turísticos tienen la orden de enseñar el país que Al-Assad quiere. Aunque no trabajen directamente para el régimen, tienen instrucciones estrictas para promocionar al régimen, su política y su propaganda”
“Yo he sufrido este control durante mi trabajo de guía turístico, me hacían interrogatorios frecuentemente. Tuve un final desastroso que me obligó a salir del país, fue a raíz de una turista que estuvo en Siria y escribió sobre su visita, mencionó que yo le había llevado a hablar con un jefe de la oposición y eso significó el final de mi trabajo”, añade Raed.
Según el portal árabe jussor.co, las fuerzas de al-Assad controlan un 63,38% del país, mientras que el resto se lo reparten entre las fuerzas de la oposición y las fuerzas democráticas sirias que son una alianza entre milicias kurdas y árabes. “Se trata de un país destrozado y despiezado. La tercera parte del país está bajo el dominio de las fuerzas kurdas, apoyadas por EE.UU. Otra parte, está bajo el dominio de la oposición (provincia de Idlib) apoyada por Turquía y al régimen le queda algo más de la mitad del país. Las fuerzas de Irán dominan otras regiones, las milicias de Irak otra parte, entonces, no puede resurgir el país bajo este caos, la economía está cada día peor. Sin ir más lejos, hace unas semanas, un euro no era más que unas 9.000 liras sirias, pero ahora supera las 14.000.”, dice el activista Raed Aljundi.
Khaldoun Al Said nació en Damasco hace 38 años y trabaja como guía turístico para la empresa siria Marrota Tourism, una de las agencias turísticas autorizadas para realizar tours turísticos por el régimen de Bashar al-Assad. También trabaja como profesor de alemán en un instituto, ya que el sueldo como guía no le da lo suficiente para poder vivir. Suele recibir a los turistas extranjeros con un “Welcome to Syria”, sonrisa en la boca y con su casi perfecto inglés. “Espero que disfruten de un país de cultura milenaria, lleno de tesoros y oportunidades. Pueden estar tranquilos porque se van a sentir seguros en todo momento”, añade, siempre, el guía sirio. Los proveedores de touRs turísticos tienen que trabajar, obligatoriamente, en estrecha colaboración con el gobierno para organizar las visitas (según las compañías de viajes que ofrecen viajes a Siria, los turistas e influencers solo pueden viajar por el país en grupos, deben solicitar la autorización de seguridad con semanas de anticipación y deben estar acompañados, siempre, por un guía).
Ayman Alhalabi (conductor, 52 años) y Khaldoun conducen por una de las carreteras de las afueras de la ciudad de Damasco. Los recorridos turísticos en Siria, generalmente, cuestan alrededor de 2000 euros por persona por un viaje de una semana que incluye paradas en Damasco, Alepo, Palmira y el fuerte de los cruzados de Krak des Chevaliers, considerado uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar medieval en toda la región.
Conocidos activistas como Mohamed Al Nesser insisten, continuamente, en sus redes sociales en el fuerte dominio que tiene el gobierno sobre las agencias turísticas, ya que en sus tours se tienen que ceñir, estrictamente, a las normas impuestas. Todas las zonas de paso se encuentran bajo el poder del régimen de Al Assad, cualquier otra zona del país está, automáticamente, prohibida de ser visitada. A pesar de esto, youtubers afirman mostrar al mundo “la Siria que los medios no te enseñan”, como el vídeo del blogger británico Benjamin Rich, conocido por sus cuatro millones de suscriptores por el nombre de su canal de YouTube, Bald and Bankrupt. El video, a la fecha, ya suma más de cuatro millones de reproducciones.
“Los tours turísticos están limitados a algunas zonas que controla el régimen… Damasco, Homs, Hama, Lataquia… tampoco pueden visitar todo, los viajeros siguen un itinerario, totalmente, dibujado por los servicios de inteligencia”, añade Wassim Zabad.
Todas las agencias de turismo sirias disponen de paquetes promocionales muy similares con, exactamente, las mismas ciudades, hoteles y actividades a realizar. Por su parte, las agencias de turismo extranjeras tienen la obligación de trabajar con empresas locales registradas en el Ministerio de Turismo de Siria, que son responsables de gestionar las solicitudes de visa y coordinar las autorizaciones de seguridad, el alojamiento y el transporte. Ayoub Smadi, es el fundador de la agencia de viajes Marrota Tourism y no duda cuando se le pregunta por la polémica que envuelve a este tipo de viajes: “No creo que haya que defender a nadie, esto es una señal realmente positiva. Estamos agradecidos de que el gobierno nos deje operar y es uno de esos símbolos de que tiempos mejores nos esperan por delante”, dijo en una entrevista realizada en Damasco. Agencias como Marrota han sido criticadas por normalizar el régimen del presidente Bashar al-Assad. “Todo el mundo sabe que el régimen está intentando traer a turistas por un lado para blanquear sus crímenes de guerra;y por el otro lado para financiar sus compras de moneda extranjera”, dice el activista sirio Zabad.
Un grupo de estudiantes sirios escucha a su profesor en su visita a la antigua Ciudadela de Alepo. Este es el punto más visitado por los turistas nacionales y extranjeros en esta ciudad siria. “Este momento de la visita es para nosotros muy importante. Es necesario venir a la Ciudadela ya que su historia representa la fuerza y la resistencia del pueblo sirio. Nos hemos levantado de todos los golpes que nos han dado, ¿Quién iba a pensar que no nos íbamos a levantar nuevamente?”, añade el guía turístico Khaldoun Al Said.
Por su parte, el profesor Abdulkafi Alhamdo, —de 38 años, originario de Idlib y desplazado desde Alepo— opina que “en Alepo vivimos un auténtico infierno. El régimen actuó de manera desmesurada contra los rebeldes y contra la población civil. Ellos sabían de la importancia de la ciudad y no querían perderla de ninguna manera. Vi como las fuerzas militares de Al-Assad destrozaron gran parte de la ciudad y acribillaron a muchísima gente. Incluso vi como bombardeaban ambulancias, hospitales y a equipos de salvamento bajo la excusa de la lucha antiterrorista… No tuvieron ningún tipo de miramiento”.
La batalla de Alepo fue uno de los enfrentamientos más duros y sanguinarios de toda la guerra siria. Combatientes y varios medios de comunicación llegaron a denominarla como la “madre de todas las batallas” o el “Stalingrado sirio”. El combate en la ciudad comenzó el 19 de julio de 2012 y en 2018 finalizó con la victoria del ejército del gobierno sirio y sus aliados sobre los grupos rebeldes y sus aliados.
Khaldoun y el resto de guías turísticos autorizados por el gobierno tienen como una de las principales actividades organizadas la visita a la parte vieja de la ciudad de Alepo, donde intentan explicar, con todo detalle, la próspera reconstrucción de uno de los barrios más masacrados por el ejército rebelde. “El turismo no deja de ser una manera de ganar divisas, aunque esta práctica no suele dar lo suficiente para reconstruir el país, lamentablemente. El país está muy dañado y, por si no era suficiente, todos sabemos la destrucción que ha sufrido la parte norte de Siria a causa del terremoto. Esta zona no recibe nada de ayudas. ¿El régimen? En vez de mandarles parte de las ayudas recibidas desde fuera, sigue bloqueando la entrada de camiones de ayuda humanitaria hacía el norte”, dice Raed Aljundi, quien tuvo que abandonar su Siria natal por la persecución del gobierno a la que estaba siendo sometido.
A pesar de intentar mostrar una visión próspera y floreciente, la situación siria es muy grave. La falta de financiación extranjera, así como las sanciones internacionales, han supuesto graves problemas para un país cuyo coste de reconstrucción se estima en varios cientos de miles de millones de dólares. A esto hay que añadir la devastación de los servicios sanitarios y educativos, el desplazamiento interno y, sobre todo, externo a gran escala de la población siria, las enormes pérdidas de capital humano y la práctica ausencia de reservas internacionales.
En el año 2012 varios informes publicados por la ONU denunciaron crímenes de guerra cometidos por el régimen de Bashar al-Assad en esta ciudad, incluidos la utilización de armas químicas, violaciones, torturas, ataques contra asentamientos civiles y despliegue de organizaciones terroristas con el fin de oprimir a los civiles y aplastar a la oposición.
“Tanto Europa como las grandes superpotencias se han olvidado de la causa siria. Ninguno de ellos ha salido públicamente a denunciar los graves crímenes de guerra perpetrados por el régimen. ¿Por qué seguimos tan ignorados? Gran parte del país sigue viviendo en la miseria, Al-Assad sigue sin dejar entrar ayuda humanitaria a las zonas destrozadas por el último terremoto y la Comunidad Internacional sigue haciendo oídos sordos… ¿No existe un poco de humanidad hacía el pueblo sirio? Es un error enorme que estamentos tan importantes como la Organización de las Naciones Unidas denunciará más de 10 años de crímenes de guerra perpetrados por el gobierno de Al-Assad, y hasta el momento nadie ha hecho nada al respecto. Estamos, totalmente, abandonados”, dice Abdulkafi Alhamdo desde su casa en la región de Idlib.
En una tienda de souvenirs de Damasco se venden pines tanto de las banderas de Siria y rusa, así como de Al-Assad y Putin. La buena relación entre estos dos países empezó cuando las Fuerzas Armadas Rusas acudieron a la llamada de socorro del presidente sirio para socorrer el esfuerzo bélico de su gobierno en el conflicto, ya que por su parte, países como EE. UU., Israel y Arabia Saudita habían financiado a la mayoría de los grupos armados contrarios al régimen de Bashar. “Parece claro que desde el principio la intervención de Rusia en nuestro país se parece más a una ocupación que a una colaboración. Todo el interés que tiene Putin aquí es económico. El día que no les interese nada, se irán y dejaran el país en la miseria”, dice Raed Aljundi. A finales de septiembre de 2016, Rusia y Siria lanzaron un gran bombardeo sin precedentes sobre la ciudad de Alepo. Las fuerzas rusas y sirias fueron acusadas, por los opositores, de crímenes de guerra por lanzar ataques contra equipos de rescate y personal de emergencia. La batalla también causó una catástrofe cultural, ya que la ciudad vieja de Alepo, patrimonio de la humanidad de la UNESCO, quedó destruida.
Khaldoun nos asegura que no hace falta ir acompañado de un guardaespaldas en todo el tour, salvo una excepción: Palmira, dónde un miembro desarmado del ejército sirio escolta a todos los grupos a través de la ciudad desértica de la legendaria reina Zenobia. El hombre suele ser un teniente que estuvo directamente involucrado en las batallas para liberar la ciudad del Estado Islámico, que conquistó el área dos veces, en 2015 y 2017, y destruyó gran parte de las ruinas históricas.
“Hay una obsesión tremenda del régimen de mostrar una Siria próspera y en la que todo va, curiosamente, bien… Pero todos sabemos que no es así”
Durante una década, ingresar en Siria como turista fue imposible, pero después de que los combates en el conflicto sirio disminuyeron en 2019, los turistas en busca de aventuras regresaron, hasta que llegó el Covid-19. “Asequible, amigable y lista para los turistas”, este es el mensaje detrás de un nuevo intento para promover Siria como destino de vacaciones. Durante más de diez años de guerra en el país, el pueblo sirio ha sido víctima de violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en numerosas ocasiones. Muchas de estas acciones constituyen crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. El régimen sirio y Daesh son los máximos responsables de la mayoría de estas atrocidades.
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Palmira supone una de las últimas paradas del tour por las “zonas visitables” impuestas por el régimen sirio de al-Assad. Normalmente, todos los viajes turísticos comienzan en Beirut (Líbano), porque es posible volar allí desde Europa. Después de esto, los grupos de turistas cruzan la frontera hacia las áreas controladas por el gobierno sirio y, después de varios controles, se dirigen a Damasco para luego seguir visitando Alepo, Homs, Hama y Palmira, antes de regresar a Beirut. Todas las agencias enfatizan que no se acercan a otras áreas porque todavía puede haber enfrentamientos, aunque la principal causa es que son zonas que no controla el régimen y por lo tanto tienen el acceso totalmente restringido. “Está todo orquestado por los servicios de inteligencia sirios: el guía debe presentar un informe a los servicios de inteligencia de todo lo que ha ocurrido durante el viaje, debe escribir las opiniones de los viajeros y sus impresiones. El guía no puede ni habar de política ni contestar a preguntas sobre este tema. En fin, se compromete a seguir el guion que se les reparte”, dice contrariado Wassim Zabad.
En un intento por revivir la próspera industria turística del país después de que la devastadora guerra civil matara a miles de personas, arrasara ciudades y expulsara a 13 millones de sirios de sus hogares, el gobierno ha iniciado una fuerte campaña para convencer a inversores extranjeros y empresas turísticas de que Siria tiene mucho que ofrecer. Abdulkafi Alhamdo piensa que el turismo que recibe el país es más bien un “turismo de propaganda”, y dice: “Hay una obsesión tremenda del régimen de mostrar una Siria próspera y en la que todo va, curiosamente, bien… Pero todos sabemos que no es así. Los que vivimos fuera de los dominios del régimen estamos, absolutamente, silenciados e ignorados. No estoy en contra de que las empresas turísticas se interesen por venir a mi país, pero deberían informarse bien de todo lo que aquí sucede. No nos interesa el turista que viene por el morbo de estar en una zona de guerra, nos interesa el turista que quiere conocer bien Siria, su historia y toda la verdad de lo que pasa en el lugar que estás visitando. La situación puede empeorar si estos turistas vuelven a su país y cuentan aquello que ha querido el régimen que veas… Esa es la estrategia de Al-Assad con los turistas y los influencers que visitan Siria”.
A pesar de esa imagen de normalidad que quiere mostrar Al-Assad, Siria atraviesa una situación muy complicada, muy lejos de la imagen que ofrecen los influencers europeos en sus redes. El Programa Mundial de Alimentos calcula que alrededor del 55% de la población se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. El deterioro de las condiciones económicas y sociales provoca que más de 14 millones de personas necesiten ayuda humanitaria para poder conseguir alimentos, agua y saneamiento, servicios de salud, educación y vivienda.
El epílogo de cualquier tour de la agencia Marrota suele ser el Museo Arqueológico de Palmira en Tedmor. Presidido por la fotografía de al-Assad, clavada en un palo sobre un fragmento de columna recuperada de la ciudad histórica, el museo está, prácticamente, destruido en su totalidad. La visita junto a Farid (vigilante) es relativamente corta.
“Mientras turistas e influencers suben fotos a sus redes de Palmira, Hama, Latakia… y cuentan al resto del mundo una reconstrucción irreal, una historia falsa que solo quieren que cuentes... El país se sigue empobreciendo y los sirios siguen huyendo. La reconstrucción del país necesita, obligatoriamente, ayuda internacional, pero Siria no interesa a nadie y esa es la mayor de las desgracias”, finaliza el profesor Alhamdo.
Al salir del edifico, Khaldoun y el conductor Ayman suben el coche y llevan a los turistas de vuelta a Damasco. Después de pasar los últimos checkpoints de entrada a la capital con las imponentes fotos del dictador, intento preguntar a Khaldoun, de nuevo, sobre el papel del régimen en este tipo de viajes organizados. Y el guía me vuelve a responder lo mismo: “Ellos (el gobierno) nos marcan los límites y nosotros cumplimos… Por el resto pueden sentirse libres” ... Para acabar con una súplica: “Por favor, recomienden visitar Siria a su vuelta, un país de cultura milenaria lleno de tesoros y oportunidades”.
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Me ha soprendido el sesgo de este artículo, poco objetivo con la presentación de datos y de actores en el conflicto sirio. Ya en el inicio, comienza dando por buena la cifra del Syrian Observatory of Human Rights, que como se indica, tiene su sede en el Reino Unido; este país ha tenido precisamente un papel de gran importancia en inventar una narrativa de la guerra en Siria falseada, como se ha puesto de manifiesto en infinidad de artículos de medios independientes (por citar un ejemplo: https://www.middleeasteye.net/news/revealed-british-government-covert-propaganda-campaign-syria). En esas mismas frases, el artículo da por buena la cifra de 100,000 civiles muertos en Siria por el régimen de Assad, sin embargo, según la misma fuente, el total de los civiles muertos son 160,000: quién ha matado a los otros 60,000? El artículo no dice nada, pero se puede entender que ha sido la otra parte en el conflicto. Y a quien menciona el autor como adversarios de Assad? A Daesh/ISIS, y a la “oposición”. Y quien es esa oposición, según el autor? Los kurdos del YPG? El Free Syrian Army? No se le habrá olvidado el autor informar que buena parte de esa oposición son los grupos islamistas/salafistas entre los que se encontró Al Qaeda y que dieron lugar al Frente Al-Nusra, que se metamorfoseó en Hayyaat Tahrir Al-Sham y otros similares, apoyados por Turquía, Estados Unidos (https://www.cbc.ca/news/world/u-s-admits-funding-syrian-opposition-1.987112), https://www.joshualandis.com/blog/the-armed-gangs-controversy/ ), Francia, UK, etc. (justamente los mismos que dicen luchar contra el islamismo radical)?
Continua el artículo: “Todas las zonas de paso se encuentran bajo el poder del régimen de Al Assad, cualquier otra zona del país está, automáticamente, prohibida de ser visitada”; unos párrafos más arriba se incluye un mapa con las áreas del país controladas por las diversas facciones en el conflicto; en él se puede ver una zona, al sureste, en la frontera con Jordania, controlada por la “oposición”: falso, hay “oposición” en esa zona, pero quien la controla es Estados Unidos, desde la base de Al Tanf (hasta Wikipedia lo sabe: https://en.wikipedia.org/wiki/Al-Tanf). Quizás sea lógico pensar que el gobierno sirio no va a permitir que turistas que entran con visado vayan a zonas donde su seguridad no pueda ser asegurada, y no intentar dar un tono tenebroso al artículo por ello? Por poner un ejemplo: permitía el gobierno ugandés a los turistas viajar a zonas controladas por el Lord Resistance Army? O el gobierno iraquí visitar Raqqa cuando estaba bajo control de Daesh/ISIS?
Quizás se podría plantear también que el que Siria se abra de nuevo al turismo es positivo para parte de la población civil del país, quienes necesitan de trabajo e ingresos de una economía destruída no por el régimen de Assad, si no por una guerra fomentada por otros países que ya he citado. Y eso es parte de un proceso de paz con varios de sus vecinos regionales (https://www.france24.com/en/middle-east/20230509-saudi-arabia-syria-restore-diplomatic-ties-after-nearly-a-decade), que formaron parte de los que financiaron a Al Qaeda y sus evoluciones. Y es precisamente este proceso de normalización contra el que va dirigido este artículo.
No me voy a extender más con este comentario, mi intención es ilustrar el punto siguiente: está claro que Assad y su régimen han matado y hecho mucho daño a la población civil, pero para leer (por la enésima vez) esta narrativa monolítica y reconfirmar los sesgos del New York Times, de la BBC o del Washington Post, por citar unos pocos, y hacerme creer que soy de izquierdas, me suscribo a El País; no me hace falta hacerme socia de El Salto. Si soy socia es porque, además de un sesgo social, quiero también informarme con objetividad.