República del Sudán
Belkis Wille: “En Sudán hay milicias practicando violaciones a gran escala contra mujeres y niñas”

Belkis Wille, investigadora de Human Rights Watch, denuncia los abusos de grupos armados como las Fuerzas de Apoyo Rápido en el conflicto sudanés, donde se registran crímenes tanto de esclavitud sexual como de sometimiento mediante violaciones.
Belkis Wille, investigadora de Human Rights Watch, en Sudán.
Belkis Wille, investigadora de Human Rights Watch, en Sudán.

En algunos territorios de Sudán, la guerra civil que engulle el país ha derivado en una impunidad tan absoluta que niñas y mujeres no están seguras ni tan siquiera en el interior de sus viviendas. Las investigaciones de Human Rights Watch sugieren que las Fuerzas Armadas Sudanesas y otros actores armados han practicado violaciones sexuales en el marco del actual conflicto en el país, pero apuntan con especial vehemencia contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), una milicia patrocinada por los Emiratos Árabes Unidos que se enfrenta al Ejército desde el estallido de la guerra en abril de 2023.

El conflicto acumula matanzas y posibles crímenes de guerra y contra la humanidad en múltiples puntos del territorio, incrementando la cifra de personas expulsadas de manera forzosa y desplazadas en el interior del país hasta los 11 millones de civiles. Pero grupos armados han utilizado la violencia sexual como arma de guerra en rincones del país, como Kordofán, donde la población ha buscado refugio. Hablamos sobre ello con Belkis Wille, directora de la División de Crisis, Conflicto y Armas de HRW y autora de investigaciones recientes sobre violencia sexual contra las mujeres en Sudán.

El conflicto en Sudán empeoró en 2023. ¿Nos podrías dar una visión general sobre lo que está ocurriendo?
En abril de 2023 estalló una guerra civil y, con ello, el conflicto que viene de las dos últimas décadas empeoró significativamente. Las Fuerzas Armadas Sudanesas, que representan al Gobierno de Sudán, luchan contra un grupo llamado Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Es importante señalar que este grupo es básicamente el que anteriormente se conocía como la milicia de los Janjaweed, quienes cometieron abusos horribles a principios de la década de 2000, particularmente en Darfur.

Desde entonces, la violencia ha tenido como objetivo a los civiles, primero en Jartum y luego por todo el país. Los peores abusos que hemos documentado los ha cometido las RSF.

La violencia sexual ha sido una herramienta recurrente por parte de las milicias de RSF. Llegan a una ciudad o aldea, van casa por casa, matan adolescentes y hombres y eligen a mujeres y niñas para violarlas

Una de vuestras investigaciones se centra en las montañas de los pueblos nuba en Kordofán, una región en el sur de Sudán hacia donde se desplazaron centenares de miles de personas.
Sí, hay una región en el sur de Kordofán conocida como las Montañas Nuba. Esta zona ha estado históricamente bajo el control de un tercer grupo armado, el SPLM Norte. En la actualidad, este grupo no apoya a ninguna de las partes en conflicto, y esto hace que el territorio sea de los más seguros del país. Por eso tantas personas que huyen de la violencia desde otras partes de Sudán —especialmente de la etnia nuba, provenientes de Jartum o Darfur— terminan en esta región. 

A medida que invaden ciudades o territorios, las RSF lanza campañas de asesinatos y de violaciones masivas. En Human Rights Watch denunciáis que las mujeres no están a salvo ni dentro de sus casas.
Sí. Desde que estalló esta guerra civil en diversas partes del país, hemos visto cómo las fuerzas de las RSF y milicias aliadas —conocidas en el contexto de Sudán como milicias árabes— han atacado a grupos étnicos que consideran africanos en contraposición a los grupos tribales árabes. Han matado a hombres, mujeres y niños. Han incendiado y saqueado casas, han provocado desplazamientos masivos y han tomado el control de la tierra —gran parte de los combates se centran en la apropiación de tierras—. Y en ese contexto, hemos visto que la violencia sexual ha sido una herramienta recurrente por parte de las RSF y de estas milicias aliadas. Llegan a una ciudad o aldea, van casa por casa, matan adolescentes y hombres y eligen a mujeres y niñas para violarlas. 

¿Podría mencionar ejemplos de agresiones que representen un caso común?
En Darfur, las RSF atacaron mujeres que fueran percibidas como activistas o líderes de la minoría étnica Masalit. Entrevisté a una mujer joven que había sido muy activa en las redes sociales, publicando videos sobre los abusos que estos grupos estaban perpetrando contra la población Masalit en Geneina, la capital de Darfur Occidental. Ella hacía como de portavoz y exigía rendición de cuentas por los abusos que se estaban cometiendo contra la comunidad de los Masalit.

Un grupo de combatientes de las RSF la esperaron fuera de su casa. Un día, cuando salió, la agarraron, le vendaron los ojos y la llevaron a una especie de recinto fuera de la ciudad. La retuvieron allí y la violaron en grupo. Mientras la violaban le dejaron muy claro que lo hacían para castigarla por los vídeos que había estado publicando. No fue un caso aislado. Entrevistamos a múltiples mujeres que fueron objetivo de los ataques de las RSF por su activismo y por su papel en la lucha por la defensa tanto de los derechos humanos como de la rendición de cuentas. Fueron violadas como castigo. Fueron violadas en un intento por silenciarlas.

En el contexto de Kordofán, que está en el sur de Sudán, pudimos documentar esclavitud sexual. La ONU y otras organizaciones locales e internacionales habían estado informando de denuncias de esclavitud sexual desde que estalló la guerra civil. Pero nadie había podido conseguir el testimonio de una mujer superviviente. Era una mujer joven. Tenía 18 años y estaba embarazada de tres meses cuando RSF llegó a su aldea y se la llevó.

La retuvieron en una base militar de las RSF. En esa base militar había un total de 51 mujeres y niñas. La base estaba rodeada de alambre de púas. La tuvieron allí como esclava sexual durante tres meses. Cuando las mujeres intentaron escapar, los miembros de las RSF decidieron encadenarlas en grupos de 10. No se les permitía ir al baño ni las alimentaban debidamente. Solo les daban una especie de harina de sorgo y un poco de agua, lo que les hizo enfermar. Cada mañana y cada tarde, un grupo de soldados aparecían y se llevaban a un grupo de mujeres para violarlas. Un día, esta chica intentó luchar contra el hombre que la iba a violar, pero él comenzó a golpearla con un látigo. Otro miembro de las RSF se sumó a la paliza y también la golpeó, dejándola gravemente herida. Un comandante decidió llevarla al hospital porque estaba a punto de morir. Allí se puso bien, pero no pudo evitar que la devolvieran a la base militar de nuevo. Ella explica que los médicos del hospital entendían perfectamente lo que estaba pasando, pero que no podían hacer nada al respecto porque la zona estaba bajo control de las RSF.

Las RSF [acusados de vulnerar los derechos humanos] no salen de la nada, necesitan dinero y armas. Los Emiratos Árabes Unidos son unos de sus principales patrocinadores

¿Cómo logró entonces escapar y convertirse en testimonio de HRW?
Al final, tuvo algo de suerte. Como estaba embarazada, un soldado se compadeció de ella y la ayudó. Las ayudó a escapar tanto a ella como a otra joven, que se había quedado embarazada como producto de una violación durante su detención en la base militar. Es destacable que lográramos obtener este testimonio de una superviviente. Ella asegura que otras 49 mujeres y niñas quedaron atrás, en esa base militar, sin saber qué fue de ellas. Nos contó la ubicación de otras dos bases militares de las RSF donde había oído a los soldados mencionar que había otras mujeres y niñas retenidas.

Este tipo de pruebas y acusaciones son importantes porque exponen la complicidad de gobiernos extranjeros hacia grupos presentes en Sudán como las RSF. Las RSF no salen de la nada, necesitan dinero y armas. Los Emiratos Árabes Unidos son unos de sus principales patrocinadores.

Esta violencia sexual ¿es una expresión feroz de un machismo que se aprovecha del caos o es además de eso un elemento de una estrategia de guerra?
Depende. A veces son hombres con armas que ven el caos como una oportunidad. En otros casos son intentos de deshumanizar y denigrar un grupo de población civil determinado. Lanzar violaciones a gran escala forma parte de un objetivo militar pensado para intimidar y silenciar. Lo que vimos en los pueblos nubas del Kordofán parecía un esfuerzo por humillar este grupo étnico en particular, un intento de atacar mujeres y niñas de una misma comunidad como una forma de ejercer poder y miedo.

También vemos cómo la violencia contra las mujeres sudanesas no siempre termina con el fin de las violaciones. Muchas expresan que sus familiares quieren castigarlas por haber sido violadas o por haberse quedado embarazadas.
Sí. La mujer embarazada que mencionaba antes, que logró escapar de la base de las RSF donde estaba detenida, vive actualmente escondida porque su primo amenazó con matarla. Desgraciadamente, ver a mujeres siendo culpadas de los abusos que se perpetran contra ellas es algo que vemos en muchos conflictos.

Las violaciones a gran escala forman parte de un objetivo militar pensado para intimidar y silenciar. Lo que vimos en los pueblos nubas del Kordofán parecía un esfuerzo por humillar este grupo étnico

Luego, muchas de las víctimas que buscan atención médica explican que nunca se les hizo la prueba del VIH y que tampoco encuentran un lugar donde abortar. ¿Podría esto solucionarse con apoyo de ayuda extranjera, o no es tan sencillo?
Es complejo. La región de las Montañas Nuba, a donde huye tanta gente, es una zona fuera del control del Gobierno. La posición de la ONU es operar únicamente por invitación del Gobierno sudanés. Y al mismo tiempo, el Gobierno de Sudán no permite que la ONU proporcione asistencia en zonas fuera de su control. Algunas organizaciones internacionales quieren prestar más apoyo en ese territorio, pero temen que el gobierno sudanés les castigue y les suspenda los programas que tienen en marcha en otros puntos del país.

En cuanto al aborto, según la ley sudanesa, las mujeres pueden abortar en algunas circunstancias muy limitadas, incluyendo algunos contextos de violación. Pero esa zona del país tiene su propio sistema legal y sus propias leyes. Y en los centros a los que fuimos, los equipos médicos nos decían que ellos no ofrecerían ningún tipo de atención para el aborto, que no creen en ello.

Asumiendo que el sistema judicial sudanés no funciona debidamente en la actualidad, y teniendo en cuenta que Sudán no es miembro del Tribunal Penal Internacional (TPI), ¿cuál es el camino hacia la justicia en el país? Una mujer víctima de violación os dijo que “sólo podía denunciar a Dios”.
El TPI es un tribunal potencialmente útil cuando se trata de ir detrás de los líderes de la cadena de mando, pero no tanto cuando hay múltiples fuerzas armadas cometiendo abusos. El TPI abrió hace casi dos décadas una investigación sobre Sudán para el caso de Darfur, pero el tribunal no tiene jurisdicción para examinar casos fuera de Darfur. Eso es en parte lo que nos ha llevado a presentar investigaciones al respecto: destacar ante el TPI y los Estados miembro que hay otros crímenes que se están cometiendo en territorios de Sudán fuera de la zona de Darfur. La jurisdicción del TPI debería ampliarse a otro territorios, pero incluso aunque eso sucediera, solo se proporcionaría justicia en base a un número de personas muy reducido en las posiciones de liderazgo de estos grupos. 

Desgraciadamente, ver a mujeres siendo culpadas de los abusos que se perpetran contra ellas es algo que vemos en muchos conflictos

Además, tampoco está claro que el tribunal pueda poner sus manos sobre estas personas, viendo lo ocurrido con Omar el Bashir [dictador en Sudán durante tres décadas hasta su caída en 2019, actualmente en paradero desconocido aunque el TPI lo persiga bajo cargos de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad a inicios de los 2000 en Darfur].

El sistema judicial sudanés tiene una capacidad muy limitada para proporcionar vías de justicia a las víctimas, y para complicar todavía más las cosas, cada territorio tiene su propio sistema de justicia y sus propios tribunales. Desgraciadamente, muchas mujeres en Sudán ven la idea de la justicia como algo irrealista.

La misión de investigación de la ONU decía en octubre que la situación necesita ser abordada y que “tendría que desplegarse una fuerza de protección independiente”. Han pasado meses desde entonces. ¿Ha habido algún progreso al respecto? ¿Quién y cómo cree que debería actuar?
En los últimos años, la voluntad de los Estados miembro de la ONU de establecer nuevas misiones con tropas de mantenimiento de paz ha sido limitada. Dicho esto, tras muchos meses de trabajo en Nueva York por parte de varios grupos sudaneses e internacionales —incluyendo HRW—, creo que existe una percepción de que una misión así es realmente necesaria en Sudán. Sin ella, la situación de los civiles no irá a mejo. Pero por ahora no parece que exista un consenso sobre qué hacer ni cómo hacerlo. A nuestro parecer, para lograr legitimidad y apoyo, la misión debería de ser un mecanismo conjunto entre las Naciones Unidas y la Unión Africana. Hasta ahora, conseguir el compromiso de ambas partes ha sido un reto.

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